Tras el gran éxito cosechado por La historia interminable allá por los 80, todos estábamos sedientos de más Michael Ende. Momo colaboró de forma eficaz a satisfacer tal sed, pero sin saciarla. El espejo en el espejo fue la siguiente obra de Ende que publicó Alfaguara, y estoy seguro de haberla leído en su momento... y de no haber entendido nada, y por tanto no haberme gustado.
Afortunadamente, la práctica y consolidación del alemán me ha brindado una segunda oportunidad con este libro, que he aprovechado y que me ha sorprendido.
No es de extrañar que no entendiera nada cuando la leí por primera vez, debió de ser con 15 años. Ahora, con unos cuantos más y algo más de mundo también, estoy en mejores condiciones para entender y disfrutar la obra.
Porque resulta que El espejo en el espejo es una obra literaria surrealista. La primera que he leído y la única que conozco que se pueda clasificar así. De hecho, el padre de Michael era pintor surrealista y algunos de sus grabados ilustran el libro. Dibujos también surrealistas y que nada tienen que ver con las distintas narraciones que lo componen, pese a que uno piense, y más de niño, que lo lógico es que las ilustraciones de un libro se refieran a su contenido. Por cierto, ahora que lo pienso, tanto La historia interminable como Momo tienen evidentes elementos surrealistas en su relato.
Una vez nos damos cuenta de que estamos ante literatura surrealista, podemos empezar a disfrutar de la magnífica lectura que cabe esperar de Ende. Se trata de una sucesión de relatos con cierta relación entre ellos, que cabe calificar como formal. Las relaciones son muy sutiles, y seguramente se pierden cuando no se aprecian en dos relatos consecutivos. Pero están ahí. De hecho, esta sucesión de relaciones es cíclica, pues el último relato tiene una clara referencia al primero con el que empieza el libro.
Por otro lado, creo que los relatos tienen un punto alegórico, pero la verdad es que no me he detenido a reflexionar sobre sus posibles significados. Digamos que no hace falta pillarlas para disfrutar la imaginativa lectura. Curiosamente, en uno de los primeros relatos la alegoría parece ser a la Bolsa y sus subidas y bajadas de precio.
Entre mis preferidos, está aquel en que un novio camina por el desierto desde su puerta a otra supuestamente cercana en la que ha de encontrar a su novia. Sin embargo, el camino es más largo de lo que parece, y solo podrá ver a la que tendría que haber sido su novia desde una posición postrada, en algo similar a algo que a él le pasó al principio.
Hay varios cuentos que involucran a ángeles. Uno de ellos, quizá el que más me contó entender, trata de un juicio sobre una encarnación (o nacimiento), en que el ángel está entre el público que asiste a las deliberaciones de los abogados. Y en el cuento final dos soldados vigilan incesantemente una puerta exenta por la que eventualmente entrará un Teseo torero para olvidar y ser olvidado. Y qué decir de ese otro cuento en que los personajes se cuentan a su vez cuentos surrealistas, penetrando así en el espejo del espejo.
Francamente, una lectura espectacular e imprescíndible, y que me atrevo a recomendar a todos los que os guste leer. Raramente tendréis oportunidad de leer algo surrealista.
1 comentario:
Lo leí recientemente y me quedé alucinado... esperaba algo infantil ("por Dios, es Ende" me decía) y flipé en colores. Me gustó, por cierto.
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