jueves, 3 de marzo de 2016

La gran aventura del Reino de Asturias, de José Javier Esparza

Tenía ganas de explorar algo la historia de los reinos españoles durante la Reconquista, porque al parecer fueron lugares donde la libertad abundaba. Esta libertad podría explicar que España llegará a ser la mayor potencia del mundo y el descubrimiento y conquista de América, así como su declive una vez los reyes fueron capaces de acumular poder a costa de la sociedad civil.

Así que cuando oí sobre la triologia que al respecto tiene José Javier Esparza, no cabía dudas de que se lectura caería tarde o temprano. Además, ¿voy a estarme empapando de la historia de los vikingos, de los reinos carolingios o de los reinos bretones, y no conocer la de mi propia tierra?

Empecé la lectura de esta primera entrega con grandes expectativas y muchas ganas, pero me temo que algunas no se han cumplido. Eso sí, ha merecido la pena lo suficiente como para que continúe la lectura con el segundo capítulo. Esperaba un relato más novelado, pero me he encontrado un relato convencional desde el punto de vista histórico-divulgativo. Esperaba un mayor foco en los individuos "normales" involucrados en la Reconquista, y me he encontrado algo de esto (posiblemente, más de lo que hubiera encontrado en ningún otro libro de historia), pero los protagonistas principales siguen siendo los reyes y emires, y no tanto la iniciativa individual.

Por otro lado, tampoco me gusta demasiado el estilo de Esparza. Es demasiado repetitivo: te cuenta lo que te acaba de contar para contextualizar los eventos de cada capítulo, lo que resulta completamente innecesario en capítulos tan cortos. Y abusa de las preguntas retóricas, para las que encima muchas veces la respuesta es "No lo sabemos". Y yo pregunto: entonces ¿por qué nos haces la pregunta?

Una vez superados estos inconvenientes, el libro es muy instructivo e interesante, y va a iluminar y estructurar muchas cosas que sabemos y nos suenan, pero que no acabamos de poner en su sitio espacio-temporal. En primer lugar, no se limita a España, sino que se esfuerza constantemente, y sobre todo al principio, por informarnos de lo que está pasando en otros lugares, específicamente el imperio Carolingio, con Carlomagno, y lo que ocurre en Damasco. También nos habla de las incursiones vikingas, que sí, llegaron a España, de la mano de un tal Rolo, hijo de Ragnar Lathbrok. Para los que véais Vikings que sepáis que los asturianos del rey Ramiro les dieron pal pelo, algo al alcance de muy pocos.

También muy interesante trabar conocimiento con los Banu Qasi, personajes de importancia en el valle del Ebro, y conocer la importancia estratégica y riqueza de lugares como Tudela. O tratar de proyectar al pasado la importancia de las antiguas ciudades hispano-godas-romanas como Mérida, Toledo o Zaragoza.

Pero lo que más ha atraído mi atención era lo que iba buscando con la lectura del libro: las instituciones que se dieron los Astures para progresar en la Reconquista, y que eran consistententes con la libertad y el respeto a la propiedad privada. Me refiero a la presura y el escalibado como forma de adquisición de propiedad. O a una figura que me ha encantado: la Behetría, según la cual cada individuo podía elegir qué señor le había de defender, lo que en la práctica equivale a un mercado libre de servicios de seguridad, del que prescindimos hace mucho al darle el monopolio de la violencia al Estado. Con ésta, se relacionan el fuero juzgo y el fuero de albedrío.

Por último, hay que resaltar la reflexión que hace el autor sobre las rupturas de los reinos que ocurrían con frecuencia en la época. Según Esparza, ello no era tan traumático, era normal de hecho, como lo es ahora. La gente continuaba su vida sin demasiados cambios, aunque su rey pasaba a ser otro, o también variaban sus compañeros de reino.

¿Por qué era eso? Esto ya no lo dice Esparza, pero parece evidente: porque los reyes no tenían gran poder sobre los individuos, por lo que básicamente estos podían hacer su voluntad bajo un rey u otro. Compárese con la situación actual, en que nuestros bienes y personas dependen enormemente de los políticos. En estas condiciones, no ya el desgarro del territorio, sino el mero cambio de "reyes" (aunque sea democráticamente) nos afecta de una forma brutal.

Y hay quien dice que hemos evolucionado desde entonces...

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