E.T.A. Hoffmann era parada obligada tan pronto me sintiera con confianza suficiente para leerlo en alemán. Y de hecho ha sido el primero de los autores clásicos con el que me he atrevido. La razón principal es que es un escritor al que tengo conceptuado como de fantasía gótica, y ese ha sido siempre un género que me ha atraído. Algo así como el Edgar Allan Poe alemán.
Hasta tal punto tenía curiosidad, que (tal vez con la excepción de La historia interminable) sea este el libro más largo que he leído en alemán hasta el momento. Y me ha costado, no tanto por el alemán, sino por la carencia de atractivo e interés en muchas partes de la historia. Tanto es así que cuando llevaba la mitad me di un descanso para leer el ya comentado (y magnífico) Espejo en el espejo, de Michael Ende.
Por fin, puedo presumir de haberlo terminado y quedarme liberado para volver a Kästner, al propio Ende o explorar nuevas plumas. El libro nos cuenta la confusa y atribulada historia del monje Medardus (¿a qué el nombre invita al misterio?, quien se ve envuelto en diversas aventuras truculentas, que ponen a prueba su fe, su castidad y otras de sus virtudes. En la historia hay Dopplegangers, reales o supuestos, así como una buena moza a la que nuestro protagonista identifica con Santa Rosalía. Y todo ello en medio de considerables líos familiares, hermanos, padres, hijos, nobles y peluqueros. Un relato en que nada es lo que parece, o por lo menos eso creo, tal es el grado de confusión con el que he terminado su lectura.
Y es que sinceramente he terminado harto de dos características. Por un lado, la constante referencia a conceptos religiosos y morales: está todo el rato arrepintiéndose, sufriendo remordimientos, cayendo en tentaciones, resistiendo pasiones, y perdiendo la cabeza por diversos motivos. Y por otro el abuso de la historia en la historia. Esta técnica, que tan magistralmente maneja Cervantes en El Quijote o en el Persiles, es aquí utlizada constantemente, e incluso con más de un nivel de anidamiento, con lo que hay momentos en que no se sabe si es alguien contandóselo al protagonista, o alguien en la historias que cuentan a Medardus, contándoselo a otro personaje de la historia.
Y a todo esto, el demonio y sus elixires brillan por su ausencia. El elixir aparece en la primera parte de la novela y nuestro héroe, por supuesto, lo bebe. Supongo que ello es lo que causa la aparición del doppleganger, aunque al final no estoy seguro si el tal no será otro hijo del mismo padre. Por supuesto, alguna vez más salen, pero no parecen ninguno muy ligados a la trama que se nos cuenta.
Bueno, demos a Hoffmann el beneficio de la duda. Quizá sea en los cuentos cortos donde realmente brille.
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