Habida cuenta de que Umberto Eco acaba de morir el mes pasado, la que ahora comento es su última novela.
Lo primero que llama la atención es su relativa brevedad. Como me he leído todas sus novelas, sé que las obras de Eco son buenos tochos, por lo que conviene que sean buenas, al menos eso piensa uno cuando empieaza a leerlas. Ahí están los volúmenes de El nombre de la Rosa, Baudolino, El cementerio de Praga o El péndulo de Foucault para demostrarlo.
El caso es que al leer Número Cero el riesgo asumido es, por tanto, menor. Y como si hubiera correlación entre riesgo y rentabilidad, también es cierto que esta novela está por debajo de las otras en casi todos los aspectos.
El planteamiento es original: un empresario ensambla un equipo de periodistas para que haga el número cero de un nuevo periódico. El modelo de negocio no es el esperado de un medio de comunicación, sino más bien el contrario: el objetivo de estos números cero es que no se lleguen a publicar porque algún interesado, más bien afectado, por las noticias contadas, acepté el chantaje e impida la publicación.
Sin embargo, lo importante en este libro no es la historia que cuenta, sino más bien las reflexiones sobre la comunicación y el lenguaje, el presente, el pasado y el futuro, y las formas de entenderlo, que hace Umberto Eco a raiz de tan improbable situación.
Por cierto que el libro tiene un peazo de frase decicada a todos los que les gusta leer y aprender de todo, y que en algún caso creen no haber llegado donde merecían por todo su saber:
"Los perdedores y los autodidactas siempre saben mucho más que los
ganadores. Si quieres ganar, tienes que concentrarte en un solo
objetivo, y más te vale no perder el tiempo en saber más: el placer de
la erudición está reservado a los perdedores"
Brutal, no deja supervivientes.
Descanse en paz señor Eco y muchas gracias por todos los buenos ratos que nos ha dado.
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