martes, 27 de diciembre de 2016

La ciencia y la hipótesis ("La science et l'hypothèse"), de Henri Poincaré

La primera vez que me tropecé con Poincaré fue leyendo The Black Swan, de Taleb. Y este autor le ponía por las nubes, como uno de los tipos más brillantes de la ciencia francesa, en un momento en que yo estaba leyendo "C'est qu'on voit et c'est qu'on ne voit pas", de Bastiat, que también me pareció muy brillante. Así que Poincaré quedo marcado en algún lugar de mi cabeza como un tipo del que debería leer algo.

Pasó el tiempo, hasta que hará unos meses un amigo me recomendón la lectura de este ensayo. El hecho de que fuera de Poincaré, aparte del propio interés del tema, hizo que de inmediato me pusiera con su localización y lectura, lectura que por fin he concluido.

Y digo "por fin" porque se trata de un ensayo extraordinariamente complicado, pese a su brevedad. Me ha costado enormemente seguirlo, aunque espero haber obtenido alguna recompensa del esfuerzo.

Como indica el título, Poincaré se centra en el papel y la importancia, y la ubicuidad, de las hipótesis en las ciencias, con especial énfasis en las experimentales. Sí, esas ciencias que supuestamente avanzan mediante la observación y se construyen sólo con la experimentación (en oposición a las ciencias sociales como la economía). Pues bien, Poincaré nos muestra hasta la saciedad como hasta en las teorías más sencillas subyacen hipótesis implícitas que casi se podrían calificar de axiomas, y que son difícilmente demostrables por la experiencia. Ello enlaza en cierta forma con los postulados de Kuhn sobre las revoluciones científicas y sus paradigmas.

A modo de ejemplo, recojo éste relacionado con la igualdad de figuras. La definición, dice Poincaré, es que dos figuras son iguales cuando se pueden superponer. Sin embargo, para superponerlas es necesario desplazar uana de ellas hasta que coincida con la otra. Claro que dichos desplazamiento deberá hacerse sin deformar la figura movida, esto es, como un sólido invariable. Y volvemos a estar como al principio: ¿cómo podemos saber que el desplazamiento ha dejado el sólido invariable sino es aplicando la misma regla? Brillante, ¿verdad?

Pues Poincaré hace lo mismo con la mayoría de las disciplinas que consideramos científicas y experimentales, aunque empieza con las matemáticas y la geometrías, para luego dedicarse a la mecánica, a la termodinámica, la óptica, la electricidad, la probabilidad, la electrodinámica e incluso la materia (Poincaré es anterior en el tiempo a Einstein). La verdad es que el argumento queda sobradamente corroborado desde el principio; sin embargo, cada vez es más difícil seguir la argumentación de Poincaré, a menos que se tengan sólidos conocimientos de las disciplinas analizadas.

A parte de la idea de fondo, me ha resultado muy revelador el análisis que hace de la geometría, en concreto de la euclidea, y sus consecuencias, perfectamente coherentes con la teoría del emprendimiento.

Lo que dice Poincaré es que la geometría euclídea no es verdad, ni tampoco mentira; nuestro mundo o universo no es "euclídeo". Y demuestra con varios ejemplos como otros tipos de geometría darían lugar a resultados idénticos a los que arroja la euclídea. Aunque, eso sí, con más complejidad y por tanto coste para el análisis. Poincaré concluye, como digo, que la geometría euclídea no es verdad, pero es cómoda: es el sistema más cómodo para representar el universo conocido y las interacciones de sus cuerpos.

Así pues, la elección y evolución de la geometría, como todos los productos de los empresarios, está sujeto al eterno análisis coste-beneficio al que nos fuerza cada decisión que tomamos. Y la geometría que tenga éxito será aquella para cuyos usuarios los beneficios sean superiores a sus costes. Como con la adopción de cualquier producto.

En fin, ideas interesantes, pero complicada lectura, que no me atrevo a recomendar más que a los muy interesados en la filosofía de la ciencia. Y, aún así, creo que solo les merecerán la pena los primeros capítulos.



viernes, 23 de diciembre de 2016

Farmacia doméstica lírica del Dr. Erich Kästner ("Doktor Erich Kästners Lyrische Hausapotheke"), de Erich Kästner

Al contrario de las otras obras que he leído del autor, que son del género narrativo, en esta Kästner nos presenta una colección de poesías más o menos en verso. Se trata, como digo, de una serie de poesías relativamente cortas, pero a las que el autor trata de darle un propósito, que ahora explico, y de ahí el título de la obra.

Digamos que Kästner propone la lectura de sus poemas para confrontar, esto es, curar, sentimientos o estados espirituales de los que sufrimos constantemente en nuestras vidas. El autor argumenta que, de la misma forma que todos tenemos en casa una serie de medicinas para hacer frente a las dolencias físicas cotidianas, deberíamos tener también un botiquín para suavizar las dolencias espirituales.

Por ello, Kästner dota a su colección de poemas de un índice de uso, en el que básicamente recopila los poemas que conviene leer en cada caso de dolencia espiritual. Por ejemplo, si une se siente triste por su edad, el autor recomienda la lectura de los poemas 16, 41, 44... Si le aflige la pobreza, el 32, el 39... Si tiene problemas de pareja, el 35, el 86...

Confieso que yo le leído el libro de forma secuencial y me he leído todos los poemas sin necesidad de estar sufriendo la aflicción para la que se recomiendan, por lo que no puedo afirmar si son efectivos o no para dichas "dolencias". Pero tampoco me creo demasiado el concepto este de farmacia lírica, por lo que lo único que he buscado es tratar de disfrutar con una nueva obra del autor.

En cuanto al contenido, son historias bastante líricas, pero no escapan al estilo ingenuo que siempre caracteriza a Kästner, incluso aunque trate a sus lectores como adultos en muchas ocasiones. El problema aquí es que alguna de las aflicciones a que se refiere, por no decir toda, son cosas serias. Y no encaja mucho ess estilo Kästneriano con, por ejemplo, un poema sobre la tragedia de una pareja.

Poco más puedo decir de este libro. Tenía muchas ganas de leerlo (es la primera obra de poesía que leo en alemán), pero he de decir que me ha dejado frío. No puedo decir que sea peor que otras obras de Kästner, pues está bien escrita, y tiene pasajes brillantes. Pero, al mismo tiempo, quizá por el formato, no permiten al lector engancharse tanto como para resultarle emocionantes.

En fin: lo voy a dejar en el kindle y quizá lea algún poema suelto de vez en cuando, sea para "curar" alguna aflicción o simplemente para practicar alemán en pildoras. A lo mejor así le veo más gracia.


sábado, 17 de diciembre de 2016

Cuentos para enrojecer a las caperucitas ("Contes à faire rougir les petits chaperons"), de Jean-Pierre Enard

A quién se pregunte qué hago leyendo el libro de referencia, he de decirlo que Destiny is all. Buscando cosas de Mathias Enard (del que acabo de leer el reseñado en la última entrada), me encontré con este libro que al principio atribuí al mismo Enard. Luego me di cuenta de que era otro Enard, pero de todas formas decidí leerlo porque me hizo gracia el título, aún presintiendo que se trataría de una novelita subida de tono.

Lo que me encontrés es literatura puramente pornográfica. Y la única razón por la que terminé el libro es porque era corto. Insisto, pornográfica, porque entiendo que la literatura erótica tiene más preámbulo, más insinuación, más juego con el lector, y menos guarrería cutre.

En la novela se nos cuentan los cuadros sexuales que establece el autor con sus tres coprotagonistas: su amante Carol, su criada Louise, y una Alicia adolescente tras volver de más allá del espejo. Estas escenas, por así decirlo "domésticas", se intercalan con los cuentos que dan título al libro, y que básicamente consisten en más de lo mismo, pero ahora protagonizadas por personajes de cuentos infantiles.

Así, se nos ofrecen sucesivamente Pinocho (fácil imaginar el uso de la nariz), Blancanieves y los siete enanitos (junto a los tres orificios convencionales y las manos, se usan el ombligo y las dos orejas), Pulgarcito y los ogros, y el Gato con Botas. Además, hay un cuadro multicolor en que se describe secuencialmente una orgia involucrando a conocidos personajes de comic.

En cuanto a la narrativa, he de reconocer que Enard no escribe mal. Sin embargo, como digo, apenas hay un preámbulo que justifique la acción y de algo de empaque literario al libro. Directamente se va a describir las escenas pornográficas y la participación en cada una de ellas de los distintos personajes. Se necesitan grandes dosis de imaginación visual (y un mínimo de interés) para hacerse una idea de las posturas y acciones de los participantes. Francamente, un aburrimiento.

Dos observaciones finales. Me ha llamado la atención la plétora de términos que tiene el francés para referirse tanto a órganos sexuales como a las acciones que se pueden hacer con ellos. Y eso que en español también disfrutamos de una importante variedad léxica en este ámbito.

Y la otra es más psicalíptica. ¿De verdad es agradable que te meen encima? ¿Y más si es en la propia boca? ¿Puede haber alguien que se excite tragando semén o, puaj, intercambiéndolo de boca en boca?¿Y qué decir del ano?

En fin. De estos no se me vuelve a colar ni uno.

viernes, 16 de diciembre de 2016

Habladles de batallas, reyes y elefantes ("Parle-leur de batailles, de rois et d'éléphants"), de Mathias Enard

Novelilla que leo a modo de exploración de su autor, Mathias Enard, del que nada he leído, aunque tiene algunos premios relevantes. Por ejempo, este libro fue premio Goncourt (des Lyceens) en 2010.

Habiéndolo leído justo tras Los Herederos de la Tierra, lo primero que me llama la atención es que los franceses sigán teniendo agallas de escribir y publicar libros tan cortos, cuando en España parece que es imposible si no superas determinada extensión (véase los volúmenes recientes de Posteguillo, Ruiz Zafón o el que acabo de citar Falcones, y eso que estos son escritores de éxito consolidado).

Y hasta aquí la comparación, claro, por la que la finalidad y la estética de este relato nada tiene que ver con las novelas históricas antes citadas, con independencia de la extensión de cada uno. Enard aprovecha un episodio relativamente poco conocido de la vida de Miguel Ángel Buonarrotti, y nos cuenta su estancia en Estambul para diseñar/construir un puente sobre el Cuerno del Oro, a petición del sultán Bayazid.

La narración se construye sobre una serie de capítulos muy cortos, en los que se alternan la pura biografía de Miguel Ángel, las cartas que éste escribe a sus hermanos desde el "exilio" y los capítulos vocativos en que una música andaluza amante del artista, le dice cosas. De hecho, es este vocativo el que utiliza el autor para dar título al libro, como consejo para conseguir la atención de los hombres. Obsérvese además que la traducción al español del título es ligeramente errónea, y debería ser "Háblales" en vez de "Habladles".

El estilo es más bien lírico e íntimo, lo que sienten cada uno de los personajes durante los distintos sucesos del breve episodio. Junto a Miguel Ángel, el principal protagonista es el poeta Mesihi, que llega a sacrificar su amor por el artista para salvar su vida (la de Miguel Ángel) en el cenit de la narración.

Llaman la atención las cargas de profundidad que el escritor mete contra los Reyes Católicos, causantes del éxodo andalusi de los musulmanes, parte de los cuales terminaron recalando en Estambul. A cambio de dichas cargas, tenemos las poéticas remembranzas de la amante de Miguel Ángel sobre el reino de Granada.

Poco más que añadir: un librito prescíndible, por lo menos para lectores de poca sensibilidad como es mi caso. Lo mejor, el conocimiento de este episodo real de la vida de Miguel Ángel, que, según el autor, podría explicar algunas influencias de la obra del genio. En particular, la más destacada, la de la cúpula de la basílica Aya Sofia sobre la de S Pedro en el Vaticano (aunque no la única).



jueves, 15 de diciembre de 2016

Los herederos de la tierra, de Ildefonso Falcones

Primero, Falcones es, con Posteguillo, mi autor español favorito desde hace unos años. He disfrutado enormemente con cada una de sus tres novelas previas, La Catedral del Mar, La Mano de Fátima y La Princesa Descalza.

¿Es quizá por las expectativas generadas que me ha decepcionado tanto esta novela? Posiblemente, pero creo que hay otras causas, más adelante hablaré sobre ello. Ya el comienzo me tenía que haber hecho sospechar de que Falcones no iba a estar muy lúcido en esta novela: se me atragantaba, no acababa de engancharme. Solo la fe en la calidad de las historias de Falcones me hizo superar esos insulsos comienzos, con la esperanza que se pospuso mucho tiempo, de que en algún momento aparecería el Falcones de siempre. Es curioso que ni La Mano de Fátima ni La Princesa Descalza me parecían novelas atractivas a priori, y, sin embargo, en cuanto empecé a leerlas, quedé atrapado en la historia y el estilo del novelista. Aquí me pasó casi lo contrario.

El protagonista de la historia es un tal Hugo Llor, protegido de Micer Arnau Estanyol (el protagonista de La Catedral del Mar), que empieza trabajando en las atarazanas, pero rápidamente entra en contacto con la que será su pasión, el vino, que le llevará a trabajar en todas las profesiones relacionadas con el dicho caldo. Junto a Hugo, tenemos dos "malos": el malo del primer nivel es Roger Puig, quien también lo fuera en La Catedral, y el malo de segundo nivel es quien menos se lo puede esperar uno (spoiler), el hijo de Arnau.

Pero las verdaderas protagonistas de la novela son las mujeres que rodean a Hugo, todas ellas marginales en la sociedad de la época, lo que nos lleva a una verdadera familia disfuncional estilo serie americana, pero hasta un punto exagerado en mi opinión. Así, tenemos a Caterina, una esclava-liberta rusa; tenemos a una exclava mora que se convierte; tenemos a una judia conversa; tenemos a la hija de una monja, y tenemos también a la monja-madre de la hija. Sin olvidar a la propia madre de Hugo, maltratada por su marido, tonelero en Sitges. Vamos, que Falcones sube la apuesta de mujeres desgraciadas que ya venía alta de La Princesa Descalza.

El problema principal de la novela es que la historia, la usual ruleta de la fortuna que acompaña a los personajes de Falcones, no llega a enganchar, se hace aburrida y repetitiva. Siempre saber que les va a pasar una nueva desgracia que rayará el absurdo, y que se repondrán de alguna forma casi inesperada, para caer en una nueva desgracia. Por ejemplo, muchas de las "desgracias" provienen del empeño de Hugo de mantener mentiras en su relación con las mujeres: ¿por qué no le puede decir a su "hija" desde el principio que no lo es, y que en realidad es su tío? En este sentido, la relación con el malo final es insoportable: ¿cómo puede ser tan malo el hijo de Arnau en sus relaciones con Hugo? ¿Cómo tan intolerante?¿Cómo tan brusco y sin posibilidad de entrar en razón? ¿Y por qué siendo así se empeña Hugo una y otra vez en confrontarle? La verdad es que resulta una serie de eventos cansina.

Dos de los puntos fuertes de Falcones se vuelven esta vez en su contra. Me refiero a la incardinación de la trama en los eventos históricos reales, por un lado, y a la referencia los usos y costumbres (leyes si se quiere) que afectan a sus personajes.

En cuanto al primer punto, la mayor parte de las veces uno no entiende por qué Falcones te cuenta determinados retazos históricos que poco parecen tener que ver con la trama, y que tampoco son importantes para el contexto. Los líos del Papa Luna, o los de Fernando de Antequera, poco tienen que ver con lo que les está ocurriendo a los personajes, y sin embargo, interrumpen el flujo de eventos. Creo que muchos de estos pasajes sobran a la novela; por ello mismo, tengo la sospecha de que el autor se ha visto obligado a introducirlos para alcanzar un cierto vólumen de texto que justifique la publicación.

Respecto al segundo punto, que personalmente es lo que más atractivo me suele resultar en las novelas de Falcones (aún recuerdo las normas por las que se rigen los cambistas - La Catedral del Mar, los líos según la jurisdicción fuera morisca o cristiana - La Mano de Fátima, o las costumbres gitanas - La Princesa Descalza), también aquí padece. Sigue siendo apasionante lo que nos cuenta al respecto, pero, no sé, queda menos encajado que otras veces. Parece en algún caso que está dando una lección de derecho (por ejemplo, el procedimiento que le cuenta el abogado al Hugo al respecto de la detención de Mercé). ¿Quizá sea una vez más debido a la necesidad de expandir el texto?

Volviendo a la trama principal, casi todo el tiempo es carente de interés y no parece ir a ninguna parte, salvo a mostrarnos los vaivenes del destino, que en el caso de Hugo Llor son más abruptos de los que corresponden a la gente normal. Solo cobra vigor e interés en el momento en que desaparece Mercé y se inicia su búsqueda y, sobre todo, la investigación para saber por qué ha deseparecido. Pero, desgraciadamente, esta trama se queda en un bluff inverosímil (spoiler): o sea que la deja prisionera su marido cuando se entera de que es la hija del diablo (sic); sin embargo, no tiene repercusiones para su hijo, que, siguendo la misma lógica, sería el nieto del diablo.

En fin, una verdadera decepción. Falcones queda muy por debajo de las expectativas que su obra previa nos ha generado. Primer aviso. Esperemos que en su siguiente novela (si la llega a haber) vuelva a estar a la altura.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

La tierra en llamas ("The Burning Land"), de Bernard Cornwell

Quinta entrega de la serie "The Last Kingdom". A estas alturas, más o menos mitad de la saga, ya hay pocas cosas que me pueden sorprender en el estilo de Cornwell o en qué esperar de la lectura de la novela.

Como supongo que ya habré dicho en posts anteriores, la saga cuenta la historia de la unificación de los reinos previos a Inglaterra en este nuevo reino, bajo el liderazgo (de momento) del rey Alfred. Dicha historia está aderazada por la presencia constante en dichos reinos de unos amables invasores, los Daneses y los Noruegos/Normandos, que también se quieren abrir hueco en el territorio. Y todo se nos cuenta a través de las andanzas de un personaje de ficción, Uhtred de Babanburgh, que navega entre ambas aguas (sajones y daneses) con soltura por diversos episodios de su niñez.

Dicho esto, se trata de una saga de novelas históricas, pero en que la narración histórica cede preponderancia ante la propia narración de aventuras, que es lo que realmente domina la novela, y la razón por lo que la saga cada vez me resulta menos interesante. Además, ya en la quinta entrega, las aventuras y las salidas de las mismas empiezan a ser previsibles. Hay un número limitado de combinaciones entre sajones y daneses para posibles conflictos, y en el rol que puede jugar el protagonista en ellos.

Así pues, aquí volvemos a encontrarnos a un Uhtred desterrado por Alfred, y otra vez está acompañado de una sibila, una tipa con supuestos poderes de adivinación. Así que previsiblemente nos encontramos con Uhtred liderando una tropa de daneses contra algún sajón u otro pueblo. En fin, más de lo mismo, hasta el punto de que he decidido dar descanso a la serie, leer otras cosas, y ver si pasado un tiempo me puedo reconciliar con ella, porque no me gusta dejar las lecturas a medias.

¿Cosas interesantes? Alguna hay. Aparece con algo más de vigor un tema apuntado en las novelas previas: cómo luchar contra el destino (las nornas) y el papel que tienen los juramentos y la fidelidad en tratar de domesticar la incertidumbre asociada.

No me he referido a ello, pero también es constante en estas novelas la contraposición entre la capacidad de batalla de determinadas personas, los guerreros, entrenados y amantes de su violenta tarea, y la gente reclutada y obligada a batallar para defender sus tierras (o, peor, la visión de su señor). Ello explica el éxito inicial de los daneses y noruegos en tierras inglesas, aún en clara inferioridad en otras facetas: aman la lucha, y se enfrentan a gente que la teme. Por supuesto, esto no dura para siempre, pues los segundos poco a poco aprenden a defenderse y las oportunidades de enriquecimiento rápido disminuyen en consecuencia: los invasores tendrán que hacer poco a poco más "inversión" (en vidas, en armas, en aparatos) para conseguir menor riqueza. Nada que un economista no sepa: el proceso emprendedor en libertad hace que la rentabilidad tienda a ser uniforme.

Señalo también que los escoceses empiezan a tomar un rol más activo, con la aparición de un tal Constantino, que se compromete a respetar las fronteras del norte mientras los danes tratan de llevar a cabo una invasión de Wessex.

Por último, me ha llamado la atención cómo se lleva a la práctica el Conflicto de Visiones, véase el libro homónimo de Sowell, en este caso entre el protagonista, Uhtred, y el rey sajón unificador. Así, nos comenta Uhtred, el rey Alfred piensa que el mundo se puede mejorar, y por eso se dedica a hacer reglas, planes, detalles...Uhtred, por su parte, es escéptico al respecto, y prefiere que cada cual campe a sus aires sin intereferencias de señores. Obviamente, es claro con quien se identifica más un servidor.