Extraña novela de esta escritora francesa, que tuvo un relativo éxito hace unos años.
Y digo extraña porque más bien que un relato, parece una disculpa para canalizar sus reflexiones sobre temas tan diversos como la gastronomía, el arte, el cine o el sentido de la vida. Por supuesto, hay una secuencia de hechos que se nos cuentan, pero no es demasiado relevante y ni siquiera interesante.
La historia se centra en un bloque de apartamentos de lujo en Paris. Allí viven, entre los vecinos, la portera y la hija de una familia rica, cuyo padre lo es por ser diputado socialista (sin comentarios). Pues bien, la narración la hacen a dos manos entre ambos personajes. La primera, Renée, nos cuenta cosas mediante el formato de diario convencional, mientras que la niña, Paloma, redacta dos diarios de los que vamos leyendo alternativamente, uno de pensamientos profundos y otro de Movimientos.
Como digo, no hay apenas trama como tal. Ambas narradoras aprovechan los hechos, normalmente cotidianos, que les van ocurriendo para trasladarnos reflexiones varias, muchas de cierta profundidad, y en general sin demasiado atisbo de ironía No es un libro que fomente la sonrisa, ni mucho menos la risa. Y eso que tenemos a una portera que podría dedicarse a criticar a sus vecinos-clientes de clase alta, y una niña con una hermana un poco estúpida, que podría optar también por esa vía.
Pero no, de lo que se trata es más bien de mostrar que cualquier persona, aunque no lo parezca, puede haber leído, entendido y reflexionado sobre lo que lee, y que estas joyas se encuentran en los sitios más dispares. De hecho, Renée oculta activamente su condición intelectual para no alarmar a los vecinos del inmueble que, según ella, la tienen como una portera convencional. De ahí, por cierto, el título de la novela: La elegancia del erizo, oculta bajo las puas.
Como no me voy a entretener sobre las reflexiones, interesantes pero no demasiado originales para mí, poco más me quedaría por decir. Un último apunte se refiere a la influencia japonesa que se percibe en toda la obra, desde la descripción del Go hasta la gastronomía o el cine japonés; es claro que la autora está fascinada por esta cultura, algo que transmite mediante las dos narradoras. También, como curiosidad, hay que decir que la hermana de Paloma (Colombe, claramente redundante) hace su tesis doctoral sobre Guillermo de Ockham, sí, el del principio de la navaja. Ello dará una oportunidad a Renée de criticar la carencia de foco de la universidad (francesa), con una bonita reflexión sobre los impuestos.
En resumen, lectura interesante y amena, pero no ligera, como quizá el título podría dar a entender. Recomendable en todo caso.
lunes, 21 de agosto de 2017
jueves, 17 de agosto de 2017
Finis Germania, de Rolf Peter Sieferle
En algún lugar leí que este libro había sido quitado de las listas de ventas por algún periódico alemán, pese a ser de los más vendido en el país germano. Las razones que se intuían para tal eliminación apuntaban más a su "incorrección" política que al racismo o similares, por lo que me picó la curiosidad. Por otro lado, tras haber comenzado a leer a Scruton (Frauds, Fools and Firebrands) y descubrir cómo este libro le costó su puesto en la Universidad por la presión de los izquierdistas, no puede uno dejar de sospechar que algo similar le pudiera pasar a Sieferle. Me apresuro a anticipar que no es el caso.
Finis Germania es un libro relativamente breve en que se recogen una serie de ensayos cortos del autos sobre diferentes temas, aunque predominan algunos como la culpabilidad por el nazismo y reflexiones sobre la responsabilidad, y la mediocridad de los nuevos políticos surgidos de la democracia.
Es un libro complicado de leer. Aunque me ufano de dominar el alemán (leído) lo suficiente como para leer perfectamente novelas, el paso a la lectura de ensayos es bastante complejo. De repente, las frases y, sobre todo, las palabras se alargan, y uno empieza a perderse. Además, cuando las palabras alemanas se alargan, los diccionarios empiezan a ser de poca ayuda, pues no las recogen. Sin contar con que en un cierto número de ocasiones son palabras construidas por el ensayista, lo que puede ser obvio para un alemán nativo, pero dista de serlo para un aprendiz de la lengua.
El caso es que, una vez más tras leer un libro de ensayo, no tengo claro de si me he enterado bien de las cosas.
Sieferle reflexiona en primer lugar sobre el concepto de responsabilidad, y cómo éste ha evolucionado de ser individual a ser colectivo. El problema que tiene la responsabilidad colectiva es que no está nada claro como hacerle frente; así como en la individual hay un causante claro y una forma de trazar los actos, lo que permite el castigo y la eventual redención, ¿cómo se hace eso con la responsabilidad / culpabilidad colectiva?
Es evidente que Sieferle prepara el terreno para el tema que más le preocupa: ¿cómo se puede redimir Alemania del nazismo y de Hitler? Los crímenes contra los judios por parte de los alemanes tuvieron lugar en una época y circunstancias concretas. ¿Hasta qué momento tendrá Alemania y los alemanes que pagar por algo que hicieron unas personas concretas? De aquí Sieferle reflexiona que la humanidad necesita siempre tener a los "malos" que de alguna forma les vuelvan a ellos buenos. Este papel fue desempeñado por los judíos desde la crucifixión de Jesús, y ahora habría pasado a los alemanes como consecuencia del holocausto.
Si esto es así, dice Sieferle, la única posibilidad de redención para el pueblo alemán es su desaparición. Pero, se pregunta, ¿quién asumirá entonces el papel del malvado?
Junto a esta línea argumental, por así decirlo, central, Sieferle trata otros temas, como el sentimiento socialdemócrata de los alemanes, la naturaleza del artista (que atribuye principalmente a su carisma) o la mediocridad de la clase política surgida de la democracia, y sus consuencias estéticas.
La verdad es que la relevancia del libro se me escapa un poco, ya que no vivo en Alemania ni conozco alemanes. La sensación que me da es que habla de temas que parecen poco actuales y que yo creía superados, al menos visto desde España. ¿De verdad siguen los alemanes jóvenes sintiendo algo de culpabilidad por lo que hicieron (algunos de) sus abuelos? Y, por otro lado, Alemania es un país riquísimo, con una clase política relativamente controlada, que ha sido capaz de superar una reunificación de una sociedad muy pobre con otra muy rica.
Vamos, Alemania es un país envidiable, con una capacidad de generar riqueza que solo puede explicarse en el alto grado de libertad relativa en que viven. ¿De verdad tienen esas obsesiones?
Finis Germania es un libro relativamente breve en que se recogen una serie de ensayos cortos del autos sobre diferentes temas, aunque predominan algunos como la culpabilidad por el nazismo y reflexiones sobre la responsabilidad, y la mediocridad de los nuevos políticos surgidos de la democracia.
Es un libro complicado de leer. Aunque me ufano de dominar el alemán (leído) lo suficiente como para leer perfectamente novelas, el paso a la lectura de ensayos es bastante complejo. De repente, las frases y, sobre todo, las palabras se alargan, y uno empieza a perderse. Además, cuando las palabras alemanas se alargan, los diccionarios empiezan a ser de poca ayuda, pues no las recogen. Sin contar con que en un cierto número de ocasiones son palabras construidas por el ensayista, lo que puede ser obvio para un alemán nativo, pero dista de serlo para un aprendiz de la lengua.
El caso es que, una vez más tras leer un libro de ensayo, no tengo claro de si me he enterado bien de las cosas.
Sieferle reflexiona en primer lugar sobre el concepto de responsabilidad, y cómo éste ha evolucionado de ser individual a ser colectivo. El problema que tiene la responsabilidad colectiva es que no está nada claro como hacerle frente; así como en la individual hay un causante claro y una forma de trazar los actos, lo que permite el castigo y la eventual redención, ¿cómo se hace eso con la responsabilidad / culpabilidad colectiva?
Es evidente que Sieferle prepara el terreno para el tema que más le preocupa: ¿cómo se puede redimir Alemania del nazismo y de Hitler? Los crímenes contra los judios por parte de los alemanes tuvieron lugar en una época y circunstancias concretas. ¿Hasta qué momento tendrá Alemania y los alemanes que pagar por algo que hicieron unas personas concretas? De aquí Sieferle reflexiona que la humanidad necesita siempre tener a los "malos" que de alguna forma les vuelvan a ellos buenos. Este papel fue desempeñado por los judíos desde la crucifixión de Jesús, y ahora habría pasado a los alemanes como consecuencia del holocausto.
Si esto es así, dice Sieferle, la única posibilidad de redención para el pueblo alemán es su desaparición. Pero, se pregunta, ¿quién asumirá entonces el papel del malvado?
Junto a esta línea argumental, por así decirlo, central, Sieferle trata otros temas, como el sentimiento socialdemócrata de los alemanes, la naturaleza del artista (que atribuye principalmente a su carisma) o la mediocridad de la clase política surgida de la democracia, y sus consuencias estéticas.
La verdad es que la relevancia del libro se me escapa un poco, ya que no vivo en Alemania ni conozco alemanes. La sensación que me da es que habla de temas que parecen poco actuales y que yo creía superados, al menos visto desde España. ¿De verdad siguen los alemanes jóvenes sintiendo algo de culpabilidad por lo que hicieron (algunos de) sus abuelos? Y, por otro lado, Alemania es un país riquísimo, con una clase política relativamente controlada, que ha sido capaz de superar una reunificación de una sociedad muy pobre con otra muy rica.
Vamos, Alemania es un país envidiable, con una capacidad de generar riqueza que solo puede explicarse en el alto grado de libertad relativa en que viven. ¿De verdad tienen esas obsesiones?
lunes, 14 de agosto de 2017
Ofrenda a la tormenta, de Dolores Redondo
Esta novela cierra la trilogía del valle de Baztán, que vengo leyendo en las últimas semanas. Mi afán por la completitud me impide psicológicamente abandonar la lectura de un libro aunque no me esté gustando, ni en este caso de una trilogia, aunque me dé la sensación de estar perdiendo el tiempo.
Ofrenda a la tormenta no presenta ningún elemento nuevo a los ya apuntados en las dos primeras entregas, pero sí opta por abandonar uno de sus aspectos más interesantes, cual era la relación con la mitología vasco-navarra. Las dos entregas anteriores tienen como referentes, respectivamente, al basajaun y al tarttalo. Aquí la referencia es Inguma, pero tiene un papel mucho menos relevante que los anteriores seres fanstásticos. Quizá sea esto así porque el síndrome de muerte súbita del lactante es algo demasiado horrible por si solo, una verdadera pesadilla para todos los padres, y no necesita monstruos mitológicos añadidos para causar miedo.
En cambio, la trama se centra mucho más en la vida personal de la detective, algo que francamente a mí me sobra. Incluso me resulta cargante, como la relación con su marido James, personaje de cartón-piedra siempre paciente y siempre amoroso, cuyo único papel parece ser dar tensión la latente relación con el juez Markina.
Lo único que se salva de James es una de sus reflexiones, la primera digna de mención y casi única en toda la trilogía: "de todos los derechos que tiene un hombre, el más importante es el derecho a equivocarse, a ser consciente de ello, a ponerlo en valor y a que eso no sea una condena de por vida." Ya quisieran el reconocimiento de tal "derecho" muchos emprendedores de nuestro país, y no lo digo precisamente por la ley de segunda oportunidad. Más bien lo digo por lo mal visto que está el fracaso empresarial en nuestro país, sin entender que el error de un emprendedor no es un fracaso ni debería tener sus connotaciones negativas.
Lo positivo de esta novela es que cierra la serie (no pun intended) entrelazando los argumentos de las dos primeras novelas con lo que ocurre en esta última. Hay que agradecerle tal esfuerzo a la autora, pero también es cierto que la resolución dista de ser satisfactoria y es demasiado compleja e inverosimil, incluso dentro de sus propias premisas. Si ya es difícil imaginar la actuación de un inductor como ocurría en la segunda novela, la resolución planteada de inductor de inductores es un rizo demasiado rizado.
Un comentario crítico final: ¿cómo es posible que los jueces y policías franceses hablen español? ¿Es verosímil esto? Resulta muy llamativo en las escenas que transcurren en Francia que los díalogos sean en español. El recurso típicamente usado por otros escritores es hacer hablar en francés al personaja la primera vez que aparece, aclarando que se entienden de alguna forma, y luego seguir todo en castellano. Pero que hablen en español TODOS de buenas a primeras es chocante.
Ofrenda a la tormenta no presenta ningún elemento nuevo a los ya apuntados en las dos primeras entregas, pero sí opta por abandonar uno de sus aspectos más interesantes, cual era la relación con la mitología vasco-navarra. Las dos entregas anteriores tienen como referentes, respectivamente, al basajaun y al tarttalo. Aquí la referencia es Inguma, pero tiene un papel mucho menos relevante que los anteriores seres fanstásticos. Quizá sea esto así porque el síndrome de muerte súbita del lactante es algo demasiado horrible por si solo, una verdadera pesadilla para todos los padres, y no necesita monstruos mitológicos añadidos para causar miedo.
En cambio, la trama se centra mucho más en la vida personal de la detective, algo que francamente a mí me sobra. Incluso me resulta cargante, como la relación con su marido James, personaje de cartón-piedra siempre paciente y siempre amoroso, cuyo único papel parece ser dar tensión la latente relación con el juez Markina.
Lo único que se salva de James es una de sus reflexiones, la primera digna de mención y casi única en toda la trilogía: "de todos los derechos que tiene un hombre, el más importante es el derecho a equivocarse, a ser consciente de ello, a ponerlo en valor y a que eso no sea una condena de por vida." Ya quisieran el reconocimiento de tal "derecho" muchos emprendedores de nuestro país, y no lo digo precisamente por la ley de segunda oportunidad. Más bien lo digo por lo mal visto que está el fracaso empresarial en nuestro país, sin entender que el error de un emprendedor no es un fracaso ni debería tener sus connotaciones negativas.
Lo positivo de esta novela es que cierra la serie (no pun intended) entrelazando los argumentos de las dos primeras novelas con lo que ocurre en esta última. Hay que agradecerle tal esfuerzo a la autora, pero también es cierto que la resolución dista de ser satisfactoria y es demasiado compleja e inverosimil, incluso dentro de sus propias premisas. Si ya es difícil imaginar la actuación de un inductor como ocurría en la segunda novela, la resolución planteada de inductor de inductores es un rizo demasiado rizado.
Un comentario crítico final: ¿cómo es posible que los jueces y policías franceses hablen español? ¿Es verosímil esto? Resulta muy llamativo en las escenas que transcurren en Francia que los díalogos sean en español. El recurso típicamente usado por otros escritores es hacer hablar en francés al personaja la primera vez que aparece, aclarando que se entienden de alguna forma, y luego seguir todo en castellano. Pero que hablen en español TODOS de buenas a primeras es chocante.
jueves, 10 de agosto de 2017
La filósofa ("Die Philosophin"), de Peter Prange
Empieza a dar reditos el duro esfuerzo de aprender alemán. Así lo constato en la lectura de esta novela, cuya existencia no creo que hubiera llegado a conocer si no buscara literatura en la lengua germana (y eso que se tradujo al español).
Sin llegar a ser de esas novelas que uno no puede olvidar, La filósofa es un libro magnífico, con momentos espléndidos, y cuya lectura es ciertamente recomendable.
La narración nos sitúa en la época de la Ilustración, bajo los dominios del rey Luis XV y de su amante favorita, Madame de Pompadour, en pleno vigor de todos los lujos y depravaciones versallescas. En este contexto, nace la protagonista, Sofia, en las afueras de Paris. Pronto tendrá que hacer frente a las injusticias de la vida, pero lo relevante empieza cuando se traslada a vivir a Paris y comienza a trabajar en el Café Procope.
Esto le dará oportunidad de conocer, ni más ni menos, que a Denis Diderot, el gran filosofo francés cuya figura quedará realzada por esta novela. A través de Diderot, aparecen en la novela un sinnúmero de eximias figuras, como Voltaire, Rousseau, d'Alembert y tantos otras luminarias de la Ilustración francesa. Y es que esta novela va principalmente del nacimiento y desarrollo de la Enciclopedia. En torno a ella, se desenvuelven los protagonistas y se desarrollan las tramas, en muchos casos al estilo Ken Follet.
Sin embargo, sobre estas intrigas predomina siempre una lírica historia de amor, entre la protagonista y Diderot, romance emotivo en muchos momentos. Pero no es Diderot la única celebridad con que se tropieza Sofía: también habrá de trabajar para madame de Pompadour, se casará con el comisario Antonio Sartine (que parece también un personaje histórico) y será amante de Malesherbes (censor y sin embargo gran protector de la Enciclopedia).
Sobre esta magnífica historia, ya de por sí atractiva, se suceden escenas dignas de Victor Hugo o de los Momentos Estelares de la Humanidad, de Zweig. Por ejemplo, la discusión en que Diderot y D'Alembert definen el árbol de la ciencia para clasificar la Enciclopedia, es reminescente de este último. Por su parte, las descripciones que hace de Paris en sendos momentos, una con base en sus profesiones, la otra a partir de sus ¡olores! recuerdan al jorobado viendo la capitar francesa desde la torres de Notre Dame. Como también lo hacen algunos de los capítulos del libro en que se nos describe la tortura y ejecución del asesino fallido del rey, y otro en que se describe con todo lujo de detalles una de las fiestas de Versalles.
En un ámbito más filosófico, es espectacular el diálogo que mantienen Diderot y el padre Radominsky, incansable perseguidor de los filosofos, sobre el concepto de la verdad, con el primero en la carcel.
He de decir que mis preferencias pueden estar sesgadas, puesto que me encanta Diderot. Y siempre me había sorprendido la cortedad de su obra, algo que gracias a esta novela creo entender mejor: Diderot se dedicó en cuerpo y alma a la Enciclopedia, lo que le dejó muy poco tiempo para otro tipo de escritos.
Creo que cualquier lector disfrutará enormemente de esta novela de Peter Prange, e imagino que a muchos su lectura les despertará el interés por los ilustrados franceses. Si es así, que lean a Voltaire y a Diderot. Rousseau también escribe bien. pero su Contrato Social es una burrada tal que prefiero no recomendarlo.
Sin llegar a ser de esas novelas que uno no puede olvidar, La filósofa es un libro magnífico, con momentos espléndidos, y cuya lectura es ciertamente recomendable.
La narración nos sitúa en la época de la Ilustración, bajo los dominios del rey Luis XV y de su amante favorita, Madame de Pompadour, en pleno vigor de todos los lujos y depravaciones versallescas. En este contexto, nace la protagonista, Sofia, en las afueras de Paris. Pronto tendrá que hacer frente a las injusticias de la vida, pero lo relevante empieza cuando se traslada a vivir a Paris y comienza a trabajar en el Café Procope.
Esto le dará oportunidad de conocer, ni más ni menos, que a Denis Diderot, el gran filosofo francés cuya figura quedará realzada por esta novela. A través de Diderot, aparecen en la novela un sinnúmero de eximias figuras, como Voltaire, Rousseau, d'Alembert y tantos otras luminarias de la Ilustración francesa. Y es que esta novela va principalmente del nacimiento y desarrollo de la Enciclopedia. En torno a ella, se desenvuelven los protagonistas y se desarrollan las tramas, en muchos casos al estilo Ken Follet.
Sin embargo, sobre estas intrigas predomina siempre una lírica historia de amor, entre la protagonista y Diderot, romance emotivo en muchos momentos. Pero no es Diderot la única celebridad con que se tropieza Sofía: también habrá de trabajar para madame de Pompadour, se casará con el comisario Antonio Sartine (que parece también un personaje histórico) y será amante de Malesherbes (censor y sin embargo gran protector de la Enciclopedia).
Sobre esta magnífica historia, ya de por sí atractiva, se suceden escenas dignas de Victor Hugo o de los Momentos Estelares de la Humanidad, de Zweig. Por ejemplo, la discusión en que Diderot y D'Alembert definen el árbol de la ciencia para clasificar la Enciclopedia, es reminescente de este último. Por su parte, las descripciones que hace de Paris en sendos momentos, una con base en sus profesiones, la otra a partir de sus ¡olores! recuerdan al jorobado viendo la capitar francesa desde la torres de Notre Dame. Como también lo hacen algunos de los capítulos del libro en que se nos describe la tortura y ejecución del asesino fallido del rey, y otro en que se describe con todo lujo de detalles una de las fiestas de Versalles.
En un ámbito más filosófico, es espectacular el diálogo que mantienen Diderot y el padre Radominsky, incansable perseguidor de los filosofos, sobre el concepto de la verdad, con el primero en la carcel.
He de decir que mis preferencias pueden estar sesgadas, puesto que me encanta Diderot. Y siempre me había sorprendido la cortedad de su obra, algo que gracias a esta novela creo entender mejor: Diderot se dedicó en cuerpo y alma a la Enciclopedia, lo que le dejó muy poco tiempo para otro tipo de escritos.
Creo que cualquier lector disfrutará enormemente de esta novela de Peter Prange, e imagino que a muchos su lectura les despertará el interés por los ilustrados franceses. Si es así, que lean a Voltaire y a Diderot. Rousseau también escribe bien. pero su Contrato Social es una burrada tal que prefiero no recomendarlo.
miércoles, 9 de agosto de 2017
Legado en los huesos, de Dolores Redondo
Segunda entrega de la trilogía de Baztan de la autora. Ninguna sorpresa en esta novela, aparte de las derivadas del propio contenido, que alguna sí hay.
Volvemos a tener los mismos ingredientes que en la primera entrega: serie de asesinatos relacionados con un personaje de la mitología vasco-navarra, explicaciones de procedimientos policiales, relaciones complejas entre los distintos personajes de la narración. En esta ocasión, el personaje mítico es el "tarttalo", especie de cíclope de las Vascongadas y con una historia muy similar a la del cíclope clásico.
Poco más se puede decir sin entrar a desvelar la historia, algo a lo que no estoy dispuesto. Sí quiero referirme en cambio a la riqueza de tramas que presenta esta novela, algo que ya apuntaba en la anterior, pero que en ésta es especialmente llamativa: tenemos, junto a la trama asociada al tarttalo, profanaciones asociadas a la antigua secta de los agotes, desapariciones de bebés, tramas internas familiares y al inefable agente Dupree desde Nueva Orleans, quien también parece ocultar un secreto.
Como en las buenas series, todas estas tramas tienden a confluir e hilarse en una sola cuerda, lo que da un gran atractivo a la novela. Es más, yo diría que uno de los aspectos más originales y destacados de esta autora es cómo liga las sucesivas novelas de la trilogía. Cuando uno empieza a leer cada novela, no tiene claro cómo enlazará con la anterior, pero esto se hace magistralmente a través de una de las tramas que parecía resuelta, pero de la que quedaba algún fleco. Y por ahí se empieza a tirar. Lo digo con conocimiento de causa, pues ya estoy inmerso en la tercera y última entrega que, espero, enlazará todos los sucesos ocurridos y los empaquetará en un lindo y práctico final.
Una última observación, que alguien puede considerar spoiler: la trama del tarttalo orbita en torno a la figura del asesino inductor. Esto es, como puede comprobar rápidamente el lector, los asesinatos investigados tienen evidentes rasgos en común, pero también es evidente que los ejecutores han sido personss diferentes, que también han seguido un patrón similar de comportamiento. Ante esta evidencia, cobra fuerza la posibilidad de que exista un asesino inductor.
Pues bien, lo que se echa mucho de menos en la novela es haber visto en acción al tal asesino inductor, una escena en que se viera u oyera cómo conseguía que sus víctimas llevaran a cabo sus deseos. Creo que eso hubiera hecho mucho más creíble tal figura, que parece un poco de ciencia ficción. Dicho esto, no descarto que tal defecto sea a propósito, por alguna razón que se explique en la trama global (por ejemplo, porque realmente no era un asesino inductor).
Como ya he escrito, estoy ya inmerso en la tercera entrega, aunque con ganas de terminar y liberarme de esta serie para leer alguna cosa de más enjundia.
Volvemos a tener los mismos ingredientes que en la primera entrega: serie de asesinatos relacionados con un personaje de la mitología vasco-navarra, explicaciones de procedimientos policiales, relaciones complejas entre los distintos personajes de la narración. En esta ocasión, el personaje mítico es el "tarttalo", especie de cíclope de las Vascongadas y con una historia muy similar a la del cíclope clásico.
Poco más se puede decir sin entrar a desvelar la historia, algo a lo que no estoy dispuesto. Sí quiero referirme en cambio a la riqueza de tramas que presenta esta novela, algo que ya apuntaba en la anterior, pero que en ésta es especialmente llamativa: tenemos, junto a la trama asociada al tarttalo, profanaciones asociadas a la antigua secta de los agotes, desapariciones de bebés, tramas internas familiares y al inefable agente Dupree desde Nueva Orleans, quien también parece ocultar un secreto.
Como en las buenas series, todas estas tramas tienden a confluir e hilarse en una sola cuerda, lo que da un gran atractivo a la novela. Es más, yo diría que uno de los aspectos más originales y destacados de esta autora es cómo liga las sucesivas novelas de la trilogía. Cuando uno empieza a leer cada novela, no tiene claro cómo enlazará con la anterior, pero esto se hace magistralmente a través de una de las tramas que parecía resuelta, pero de la que quedaba algún fleco. Y por ahí se empieza a tirar. Lo digo con conocimiento de causa, pues ya estoy inmerso en la tercera y última entrega que, espero, enlazará todos los sucesos ocurridos y los empaquetará en un lindo y práctico final.
Una última observación, que alguien puede considerar spoiler: la trama del tarttalo orbita en torno a la figura del asesino inductor. Esto es, como puede comprobar rápidamente el lector, los asesinatos investigados tienen evidentes rasgos en común, pero también es evidente que los ejecutores han sido personss diferentes, que también han seguido un patrón similar de comportamiento. Ante esta evidencia, cobra fuerza la posibilidad de que exista un asesino inductor.
Pues bien, lo que se echa mucho de menos en la novela es haber visto en acción al tal asesino inductor, una escena en que se viera u oyera cómo conseguía que sus víctimas llevaran a cabo sus deseos. Creo que eso hubiera hecho mucho más creíble tal figura, que parece un poco de ciencia ficción. Dicho esto, no descarto que tal defecto sea a propósito, por alguna razón que se explique en la trama global (por ejemplo, porque realmente no era un asesino inductor).
Como ya he escrito, estoy ya inmerso en la tercera entrega, aunque con ganas de terminar y liberarme de esta serie para leer alguna cosa de más enjundia.
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