domingo, 20 de febrero de 2022

Seis sombreros para pensar ("Six thinking huts"), de Edward de Bono

En un reciente curso de formación, se nos propuso la utilización de la metodología que da título a este libro para encauzar reuniones de una forma eficaz. Al mismo tiempo, se nos presentaba a su autor, Edward de Bono, como un verdadero monstruo del tema y de la psicología. Yo no conocía al señor, pero resulta que es el padre de muchos de esos conceptos que oímos, aunque muchas veces no sabemos lo qué realmente significan (como "pensamiento lateral").

Así que decidí asomarme a este libro, con la esperanza de que fuera más allá de la mera auto-ayuda, y se adentrará en la base científica que soporta el método. Por supuesto, el libro es muy del estilo auto-ayuda, muy asertivo y con mucha repetición. No obstante, las pocas veces que da base científica a lo que propone, me parece correcta y coherente con lo poco que sé del tema. O sea que bien: no hay profundización psicológica (es un libro muy corto, después de todo) pero sí sólidos fundamentos. Por ejemplo: 

"The black hat is based on a natural mechanism in the mind. That is the ‘mismatch’ mechanism. The brain forms patterns of expectation: this is what the world is like. If we come across something that does not match these existing patterns, then we feel very uncomfortable."

"There may be very powerful positive points that are not at all obvious at first sight. That is how entrepreneurs work. They see the value that those around them have not yet spotted. Value and benefit are by no means always obvious." (Teoría económica austriaca en vena)

Edward de Bono afirma que, en Occidente, la forma típica de pensar es argumentativa. Buscamos puntos de discrepancia y tratamos de aclararlos hasta llegar a un consenso aceptable. En su opinión, esto es muy costoso, porque exige a nuestro cerebro estar simultáneamente generando: "We try to do too much at once. Emotions, information, logic, hope and creativity all crowd in on us. It is like juggling with too many balls."

Su propuesta es muy sencilla: en lugar de estar todos a todo todo el tiempo, secuenciar las reuniones en discusiones de acuerdo a seis marcos de pensamiento, de forma que en cada uno de los segmentos todos los participantes piensan únicamente en un solo marco (o sombrero). Esto es lo que él llama "parallel thinking": pensamos todos en la misma dirección, en vez de unos contra otros. Y cuando se está en uno de los sombreros, que ahora diré, solo se piensa con ese sombrero, y todos lo hacen. Si estamos con el sombrero blanco, de los datos objetivos, no se ponen pegas a esos datos, o se dice que a uno no le gustan. eso se hace cuando llegue el sombrero rojo o el negro. Es evidente que nuestros cerebros serán más eficientes si se concentran en generar solo un tipo de desarrollos (no sé cómo llamarles) que si tienen que estar al mismo tiempo generando ideas, viendo lo positivo de las mimas y criticando las de los otros, todo el tiempo aplacando los sentimientos que nos surgen.

Sin más dilación ya, dejo aquí las descripciones de los "Seis sombreros de pensar", tal como las resume el autor:

White Hat White is neutral and objective. The white hat is concerned with objective facts and figures. 

- Red Hat Red suggests anger (seeing red), rage and emotions. The red hat gives the emotional view.

- Black Hat Black is sombre and serious. The black hat is cautious and careful. It points out the weaknesses in an idea. 

- Yellow Hat Yellow is sunny and positive. The yellow hat is optimistic and covers hope and positive thinking. 

- Green Hat Green is grass, vegetation and abundant, fertile growth. The green hat indicates creativity and new ideas. 

- Blue Hat Blue is cool, and it is also the colour of the sky, which is above everything else. The blue hat is concerned with control, the organization of the thinking process and the use of the other hats.

Sobre estas ideas básicas, de Bono hace un desarrollo con consejos basados en la experiencia para aplicar cada uno de los sombreros. Todos ellos muy interesantes, aunque parecen repetitivos en ocasiones. Y con un estilo algo abrupto, la verdad: es difícil que te caiga simpático de Bono leyendo este libro. Supongo que lo hará en aras de la eficiencia y la claridad.

Me quedo con algunas ideas interesantes para cada sombrero:

- Blanco: no se discuten los datos. Se pueden añadir creencias y probabilidad, siempre y cuando se enuncien correctamente ("Hay 1000 euros en caja" vs, "Creo que hay 1000 Euros en Caja"). Estas creencias sobre hechos de segundo orden, pero pueden ser necesarias. También hay que identificar qué datos son necesarios (no cómo conseguirlos)

- Rojo: se expresan sentimientos pero NUNCA hay que justificarlos.

- Negro: en este es en el que somos mejores. Advierte contra el exceso de su uso. Tiene que ser siempre lógico. Su objetivo es poner sobre el mapa los problemas, no tener razón.

- Amarillo: como en el negro, se exige que los puntos positivos estén justificados. "positive assessment may be based on experience, available information, logical deduction, hints, trends, guesses and hopes. Does the yellow hat thinker have to spell out the reasons for his or her optimism? This justification is an attempt to strengthen the suggestion. If this logical support is not provided under the yellow hat, it is not going to be provided anywhere else."

No obstante, se permite ser más especulativo, siempre con la intención "to find positive value"

- Verde: los consejos que da de Bono para este sombrero me han parecido lo más original. Se basan en su concepto de "lateral thinking", y la importancia de someter la idea a movimiento en vez de a análisis. Habla de las dificultades de ser creativo, y comenta que es en el único sombrero en que puede no obtenerse ningún resultado, pero que eso no es óbice para que se le dedique tiempo. 

- Azul: en esta fase se define el objetivo de la reunión, y se extraen también las conclusiones. Las fases de sombrero azul permiten discutir sobre el procedimiento y la secuenciación de los otros sombreros. En suma, el sombrero azul se dedica a supervisar el proceso de pensamiento. De Bono observa que puede haber una persona dedicada al sombrero azul, pero también puede resolverse con sesiones en que todos los participantes se ponen ese sombrero.

Me ha resultado una lectura super-interesante, y por momentos me he entusiasmado con el método y las cosas que decía el autor. Me pide el cuerpo probarlo y comprobar de primera mano lo que ocurre con su aplicación. Ahora bien, ¿se lo tomará alguien en serio? Que los españoles tenemos una forma de ser algo distinta de los anglosajones.





miércoles, 9 de febrero de 2022

El dios de la lluvia llora sobre México, de Laszlo Passuth

Bueno, pues es la tercera o cuarta vez que me leo la hazaña de Cortés, esta vez narrada por un escritor húngaro en una obra que, pese a ello, parece ser la de referencia. Y es que la hazaña de Cortés, y en general de los conquistadores españoles, me parecen de las gestas más colosales que ha realizado la humanidad, aunque Zweig en sus momentos estelares solo pusiera una, la de Núñez de Balboa.

En todo caso, con esta lectura parece que ya le he hecho suficiente homenaje. Ya empiezo a saberme de memoria la historia y a lo único que aspiraba es a que me la contaran mejor, con más tintes épicos, más novelada. Vamos, como cuenta Posteguillo las batallas de Escipión. Pero eso no lo consigue Passuth. De hecho, usa un estilo más lírico, más íntimo si se quiere, que me chocó bastante al principio, y que no me ha convencido en absoluto. De hecho, el momento que mejor me ha parecido de la novela es en el que se suelta un poco y deja elementos épicos: me refiero al final de la batalla marina con la Cortés se hace con la victoria definitiva ante su rival "Águila-no-sé-qué". Cuando se ponen a cantar el "Te Deum" los marineros y soldados de Cortés a uno se le saltan las lágrimas y parece encontrarse en medio del (final) de una batalla naval de la época.

Un aspecto muy interesante, una vez más, es cómo los conquistadores llevaban con ello el marco institucional de España/ Castilla, y las consecuencias que ello tenía. Por ejemplo, ésta:  "Si no procedemos como manda la ley de Don Carlos... Sólo podemos remover el oro, quitarlo mediante sentencia o disposición...Moctezuma se entregó voluntariamente en nuestras manos. No es un rebelde; ha jurado fidelidad al emperador y este oro le pertenece..." O sea, en mitad de un país desconocido, en medio de la hostilidad de miles de indígenas, Cortés no le va a quitar el oro a Moctezuma porque éste ha jurado fidelidad al emperador. Claro, muchos de sus compañeros de aventura no lo entienden. Por cierto, curioso que Moctezuma tuviera un tesoro de oro al mismo tiempo que consideran este material la "inmundicia de los dioses". Los mexicanos no utilizaban el oro para el intercambio, cosa que sí hacían los españoles y por lo que lo valoraban tanto, pero parece que aún así les molaba tenerlo.

Cuando uno lee esto, entiende mejor cómo es posible que las piezas de oro que Cortés mandaba a su casa en Medellín, realmente llegaran a sus padres. Pruebe usted, en pleno siglo XXI, a poner un trozo de oro en su sobre y métalo en el buzón, a ver si llega a su destino. Pues en aquel entonces, con la Pax Carolingia, desde mitad de un terreno en conquista, llegaba a su destino.

Otro aspecto que me ha gustado, y éste no lo había visto desarrollado en lecturas anteriores, es el de farolero de Cortés. Consciente de su clara minoría de fuerzas respecto a las de su entorno, no tiene reparos en engañar como puede a sus adversarios. Por ejemplo, tras la primera escaramuza con los indios: "La dirección de la escena estaba en manos de Cortés. Los indios no debían ver a ningún español herido; debían creerlos invulnerables y que si una flecha les acertaba, al día siguiente la herida estaba ya cicatrizada." También se utiliza la figura del emperador allende las aguas, que Cortés no duda en mitificar en sus relaciones con los caciques indios, como si Carlos V se fuera a presentar en México al mando de tropas de ángeles si la cosa le iba mal a Cortés.

Poco a poco, evoluciona Cortés de la añagaza y el truquillo, a la diplomacia. A la fuerza ahorcan. Así nos señala Passuth la metamorfosis de Cortés ante las circunstancias:
"Hasta entonces Cortés anduvo, como quien dice, con la cabeza tapada, guiándose principalmente por su instinto; ahora ya comenzaba a comprender el engranaje y combinación de las tribus y sus hendiduras. El que hasta entonces fuera mercader y conquistador, convirtióse ahora en pocos días en sabio estadista con la experiencia de jefe indio.".

Por cierto, a Cortés le llaman Malinche los indios, por ser el señor o pareja de Marina, la indígena que tan importante rol jugo en la gesta. Lo apunto porque siempre había pensado que Malinche era el nombre de la india. Ahora queda clarificado para la posteridad.

Y por último, me gusta la referencia a los clásicos que introduce Passuth (no sé si apócrifamente, o realmente Cortés pensaba en estos términos). Esto nos dice de su niñez: "Los héroes de Plutarco hacían resonar sus armas al andar, mientras él traficaba con fanegas de harina de maíz.Y conforme avance la gesta, irá comparándose con algunos de ellos, como Alejandro Magno o Julio César, en un transplante de escenarios bastante atractivo.

Hernán Cortés es al final "monarca de un pueblo de indios formado por millones. No eran en modo alguno salvajes, desnudos y escondidos en los bosques, sino que formaban tribus con sus leyes, su historia, sus tradiciones." Un emperador bajo otro emperador, realmente. Casi igual que lo que hicieron los ingleses en los territorios de lo que ahora es EEUU; eso sí, gracias a buenas dosis de leyenda negra, ahora resulta que son los españoles los causantes del genocidio en tal país.

Y desde otro punto de vista, aquí tenemos otra contribución del conquistador: "No ese coleccionista de tesoros, no ese terrateniente que hizo traer, antes que nadie, los naranjos de España, la caña de azúcar de las Islas, las vides de Portugal, en cuyas granjas de Oaxaca pacieron los primeros rebaños de ovejas, que repartió entre los campesinos y a los que dio caballos para que montaran."

Termino: el libro está bien, pero es largo, y no lo puedo recomendar a quien ya tenga una idea de cómo transcurrió la epopeya. El que no la conozca, sí que debería leerlo. Pongamos a los héroes españoles donde se merecen, y a nadie le quepa duda que Plutarco hubiera incluido a muchos de nuestros conquistadores en sus Vidas Paralelas, al lado de los ya citados Julio César y Alejandro Magno. A ver de cuántos países han surgido tanta gente de este nivel, a ver.