miércoles, 9 de agosto de 2017

Legado en los huesos, de Dolores Redondo

Segunda entrega de la trilogía de Baztan de la autora. Ninguna sorpresa en esta novela, aparte de las derivadas del propio contenido, que alguna sí hay.

Volvemos a tener los mismos ingredientes que en la primera entrega: serie de asesinatos relacionados con un personaje de la mitología vasco-navarra, explicaciones de procedimientos policiales, relaciones complejas entre los distintos personajes de la narración. En esta ocasión, el personaje mítico es el "tarttalo", especie de cíclope de las Vascongadas y con una historia muy similar a la del cíclope clásico.

Poco más se puede decir sin entrar a desvelar la historia, algo a lo que no estoy dispuesto. Sí quiero referirme en cambio a la riqueza de tramas que presenta esta novela, algo que ya apuntaba en la anterior, pero que en ésta es especialmente llamativa: tenemos, junto a la trama asociada al tarttalo, profanaciones asociadas a la antigua secta de los agotes, desapariciones de bebés, tramas internas familiares y al inefable agente Dupree desde Nueva Orleans, quien también parece ocultar un secreto.


Como en las buenas series, todas estas tramas tienden a confluir e hilarse en una sola cuerda, lo que da un gran atractivo a la novela. Es más, yo diría que uno de los aspectos más originales y destacados de esta autora es cómo liga las sucesivas novelas de la trilogía. Cuando uno empieza a leer cada novela, no tiene claro cómo enlazará con la anterior, pero esto se hace magistralmente a través de una de las tramas que parecía resuelta, pero de la que quedaba algún fleco. Y por ahí se empieza a tirar. Lo digo con conocimiento de causa, pues ya estoy inmerso en la tercera y última entrega que, espero, enlazará todos los sucesos ocurridos y los empaquetará en un lindo y práctico final.

Una última observación, que alguien puede considerar spoiler: la trama del tarttalo orbita en torno a la figura del asesino inductor. Esto es, como puede comprobar rápidamente el lector, los asesinatos investigados tienen evidentes rasgos en común, pero también es evidente que los ejecutores han sido personss diferentes, que también han seguido un patrón similar de comportamiento. Ante esta evidencia, cobra fuerza la posibilidad de que exista un asesino inductor.

Pues bien, lo que se echa mucho de menos en la novela es haber visto en acción al tal asesino inductor, una escena en que se viera u oyera cómo conseguía que sus víctimas llevaran a cabo sus deseos. Creo que eso hubiera hecho mucho más creíble tal figura, que parece un poco de ciencia ficción. Dicho esto, no descarto que tal defecto sea a propósito, por alguna razón que se explique en la trama global (por ejemplo, porque realmente no era un asesino inductor).

Como ya he escrito, estoy ya inmerso en la tercera entrega, aunque con ganas de terminar y liberarme de esta serie para leer alguna cosa de más enjundia.

2 comentarios:

moncho dijo...

Trilogía de usar y tirar.

Ferhergón dijo...

Posiblemente, pero lo importante es que sea de "usar". Muchas novelas son solo de tirar.