Segundo libro que leo de Lewis tras disfrutar considerablemente con su primera obra, Liar's Poker. No se olvide que Lewis es también el autor de "The Big Short" (La gran apuesta), llevada al cine en una magnífica película.
En esta ocasión, el tema es mucho más hostil a mis intereses, pues el "unfair game" del título no es otro que el beisbol, deporte que nunca me ha interesado, ni lo va a empezar a hacer, y del que apenas entiendo los rudimentos. Pero es tal la capacidad narrativa del autor, que incluso hace amena, absorbente e intrigantes una narración con base en tal deporte.
Me apresuro a aclarar que la historia no va tanto del deporte en sí, como de su evolución mediante el manejo de estadísticas, un tema de apabullante actualidad en medio de la revolución del Big Data a la que estamos abocados. El libro, no obstante, es de 2003 y cuenta cosas de finales del XX.
El protagonista del libro es Billy Beane, un tipo que se hizo Director General del equipo Oakland A y lo llevo a lo más alto de la competición, pero con un presupuesto de la décima parte de sus rivales. Y esto lo hizo gracias a comenzar a usar de forma sistemática las estadísticas de los jugadores a la hora de tomar decisiones en todos los ámbitos del juego, desde las elecciones en el draft, hasta las alineaciones sobre el terreno de juego.
La estructura del libro consiste, en esencia, en dedicar un capítulo a cada uno de esos ámbitos, y ver cómo Billy cambió su dinámica. Empieza, como no puede ser de otra forma, con la actividad de los scouts, buscadores de jugadores en colegio e instituto, y la propia experiencia, como jugador, de Beane. En estos capítulos se observa la decadencia inmediata del oficio de scout, basado en corazonadas y en una escasa observación de los futuros jugadores, ante las estadísticas.
Pero si bien se ve venir, lo cierto es que el proceso fue mucho más largo de lo que cabría suponer. Para ilustrarlo, Lewis nos presenta a Bill James, aficionado a las estadísticas del beisbol, y cuyas minoritarias publicaciones sobre el tema fueron adquiriendo gran relevancia. Pero, sobre todo, entre los aficionados al deporte y no entre los profesionales, que preferían la vieja forma de hacer las cosas a utilizar la evidencia científica que ya estaba disponible. Solo la llegada de Beane permitió la incorporación de estos valiosos insights al juego, y cambio así el paradigma.
Uno de los aspectos más revolucionarios introducidos por Beane tras los trabajos de James tiene que ver con la valoración de los jugadores, y aquellas de sus acciones que contribuyen más a las victorias del equipo. Aquí confieso que mis conocimientos sobre beisbol no permiten seguir muy de cerca la discusión, pero sí me quedo con que, gracias al modelo de Beane, descubrieron nuevos aspectos de los jugadores que se tenían por irrelevantes, y de cuya explotación diferencial se pudo beneficiar Oakland A para conseguir resultados inesperados. Por ejemplo, la importancia relativa del pitcher y el hitter cambió con la visión de Beane.
Apasionante el capítulo sobre "trading" de jugadores, en que Lewis nos lleva de la mano a través de las intrigas y enredos de Beane para conseguir mejorar sus plantilla a media temporada dentro de su exiguo presupuesto, beneficiándose de aquellos equipos que han perdido sus aspiraciones en la competición. Es magnífico, digno de Juego de Tronos, aunque difícil de seguir.
Y esta dificultad se incrementa en los últimos capítulos, que son los más "beisboleros" del libro. En ellos se nos cuenta el desempeño de un par de jugadores por los que nadie apostaba, y el cierre final describe el partido final de la liga regular de la temporada 2002, en que los Oakland A batieron el record de victorias, para perder en la primera ronda de play-offs contra un equipo de Texas.
Las reflexiones finales que acompañan a estos extraños resultados son de lo más destacado del libro y una verdadera lección de estadística: el método de Beane funciona a largo plazo, con muchos partidos (en la liga regular), lo que da tiempo a que los resultados converjan con lo que se espera de la estadística. Pero en un play-off, la suerte es más importante, esto es, la habilidad o astucia puntual de determinados jugadores. Como, al final, lo que brilla son estos resultados finales, ello hace al beisbol especialmente resistente a los avances científicos derivados de la estadística.
En fin. Un libro muy ameno e interesante, con muchos capítulos accesibles para el lector medio, y con algunos otros solo aprovechables para el aficionado al deporte. Como en todo caso es corto, yo lo recomiendo.
viernes, 23 de marzo de 2018
miércoles, 21 de marzo de 2018
Bienvenidos a la casa del mono ("Welcome to the Monkey House"), de Kurt Vonnegut
Vonnegut es teóricamente un autor cómico. Ya le di una primera oportunidad con Slaughterhouse-45 (que tiene su entrada en alguna parte de este blog) y me dejó un poco indiferente. Esta segunda oportunidad se la he dado a una de sus colecciones de cuentos, y he pasado de la indiferencia al hastío, por lo que Vonnegut ha quedado proscrito de futuras lecturas.
Como digo, se trata de una colección de unos 25 cuentos, algunos previamente publicados en revistas, escritos en los años 50. El problema de la mayor parte de ellos no es que no sean graciosos (que es lo que yo buscaba), si no que ni siquiera son entretenidos o sorprendentes. Vamos, que la mayor parte te cuentan cosas que ni siquiera me parecen dignas de relato.
Hay algunos que se salvan, en general, los que presentan su narración dentro de una distopia, probando que quizá el fuerte de Vonnegut no sean tanto los relatos de humor como los de ciencia ficción.
Por ejemplo, en el último de los cuentos "Tomorrow and Tomorrow and Tomorrow", Vonnegut nos presenta una sociedad donde se ha inventado la eterna juventud (una sustancia con el prosaico nombre de Antigerasona, que se hace con barro y margaritas). El precio a pagar es el hacinamiento de las diversas generaciones familiares en las limitadas viviendas existentes, puesto que las materias primas se gastaron hace mucho y solo se pueden adquirir cosas de segunda mano. Afortunadamente para la supervivencia, se han descubierto también los poderes alimenticios de las algas y el serrín.
En "Unready to wear", un visionario ha descubierto cómo sacar el alma del cuerpo, y sus seguidores se dedican a hacerlo, con todas las ventajas que ello conlleva: no hay dolor, ni necesidades físicas, se ha perdido el miedo. Los cuerpos se guardan en almacenes, de los que se sacan para hacer manifestaciones. Sin embargo, estos "anfibios" se enfrentan al resto de la humanidad, por razones no muy claras. En este cuento, asistiremos a una treta que los humanos convencionales tienden a los anfibios.
En un par de cuentos, Vonnegut nos propone inventos alucinantes, como el ordenador EPICAC, que tendrá una rivalidad amorosa con uno de los ingenieros que lo mantienen, o la llamada Voz de la Nada, con efectos relajantes, que se nos presentan en una declaración ni más ni menos que a la FCC de los EEUU.
Sin embargo, mis dos relatos favoritos se encuentran entre los primeros de la colección, y ambos son sobre distopias.
En uno, el que da nombre al libro, tenemos de nuevo una sociedad con exceso de población. Para moderar su crecimiento, desde las instancias políticas se fomenta la "píldora ética" y el "suicidio ético". Y, de hecho, existen una especie de prostíbulos en que unas hermosas señoritas asisten al cliente en quitarse la vida. No entraré mucho más sobre la historia, baste decir que hay rebeldes al modo Matrix. Rescato una interesante frase de este cuento, reflejo irónico del eterno conflicto entre ciencia y moral: "The people who understood science said people had to quit reproducing so much, and the people who understood morals said society would collapse if people used sex for nothing but pleasure." (La gente que entendía de ciencia decía que había que dejar de reproducirse tanto, y la gente que entendía de moral decía que la sociedad se colapsaría si la gente utilizara el sexo solo por placer, Traducción propia)
Sin embargo, mi preferido es un cuento de 1961, llamado Harrison Bergeron, en el que Vonnegut nos presenta una sociedad igualitaria, que se ha alcanzado en 2081. Parece mentira la actualidad del tema; o, en otras palabras, como los políticos andan siempre dando vueltas a la noria porque saben que a sus "clientes" siempre les interesan los mismos temas.
El planteamiento es completamente crítico, desde un sarcasmo atroz. Desde el principio se nos informa de que "All this equality was due to the 211th, 212th, and 213th Amendments to the Constitution, and to the unceasing vigilance of agents of the United States Handicapper General.".A las personas con algún talento especial se las conoce como "Under-handicapped", y una de las tareas del aludido Handicapper General es contrarrestar tal talento mediante la implantación de algún aparato. Por ejemplo, si eres más listo que la media, se te implanta un emisor de pitidos periódicos que te impida concentrarte.
Si bien no es un libro cuya lectura completa pueda recomendar, pues, como dije, la mayor parte de los cuentos me han parecido aburridos, sí puede merecer la pena la lectura puntual de algunos de los relatos. Hasta siempre, Mr. Vonnegut.
Como digo, se trata de una colección de unos 25 cuentos, algunos previamente publicados en revistas, escritos en los años 50. El problema de la mayor parte de ellos no es que no sean graciosos (que es lo que yo buscaba), si no que ni siquiera son entretenidos o sorprendentes. Vamos, que la mayor parte te cuentan cosas que ni siquiera me parecen dignas de relato.
Hay algunos que se salvan, en general, los que presentan su narración dentro de una distopia, probando que quizá el fuerte de Vonnegut no sean tanto los relatos de humor como los de ciencia ficción.
Por ejemplo, en el último de los cuentos "Tomorrow and Tomorrow and Tomorrow", Vonnegut nos presenta una sociedad donde se ha inventado la eterna juventud (una sustancia con el prosaico nombre de Antigerasona, que se hace con barro y margaritas). El precio a pagar es el hacinamiento de las diversas generaciones familiares en las limitadas viviendas existentes, puesto que las materias primas se gastaron hace mucho y solo se pueden adquirir cosas de segunda mano. Afortunadamente para la supervivencia, se han descubierto también los poderes alimenticios de las algas y el serrín.
En "Unready to wear", un visionario ha descubierto cómo sacar el alma del cuerpo, y sus seguidores se dedican a hacerlo, con todas las ventajas que ello conlleva: no hay dolor, ni necesidades físicas, se ha perdido el miedo. Los cuerpos se guardan en almacenes, de los que se sacan para hacer manifestaciones. Sin embargo, estos "anfibios" se enfrentan al resto de la humanidad, por razones no muy claras. En este cuento, asistiremos a una treta que los humanos convencionales tienden a los anfibios.
En un par de cuentos, Vonnegut nos propone inventos alucinantes, como el ordenador EPICAC, que tendrá una rivalidad amorosa con uno de los ingenieros que lo mantienen, o la llamada Voz de la Nada, con efectos relajantes, que se nos presentan en una declaración ni más ni menos que a la FCC de los EEUU.
Sin embargo, mis dos relatos favoritos se encuentran entre los primeros de la colección, y ambos son sobre distopias.
En uno, el que da nombre al libro, tenemos de nuevo una sociedad con exceso de población. Para moderar su crecimiento, desde las instancias políticas se fomenta la "píldora ética" y el "suicidio ético". Y, de hecho, existen una especie de prostíbulos en que unas hermosas señoritas asisten al cliente en quitarse la vida. No entraré mucho más sobre la historia, baste decir que hay rebeldes al modo Matrix. Rescato una interesante frase de este cuento, reflejo irónico del eterno conflicto entre ciencia y moral: "The people who understood science said people had to quit reproducing so much, and the people who understood morals said society would collapse if people used sex for nothing but pleasure." (La gente que entendía de ciencia decía que había que dejar de reproducirse tanto, y la gente que entendía de moral decía que la sociedad se colapsaría si la gente utilizara el sexo solo por placer, Traducción propia)
Sin embargo, mi preferido es un cuento de 1961, llamado Harrison Bergeron, en el que Vonnegut nos presenta una sociedad igualitaria, que se ha alcanzado en 2081. Parece mentira la actualidad del tema; o, en otras palabras, como los políticos andan siempre dando vueltas a la noria porque saben que a sus "clientes" siempre les interesan los mismos temas.
El planteamiento es completamente crítico, desde un sarcasmo atroz. Desde el principio se nos informa de que "All this equality was due to the 211th, 212th, and 213th Amendments to the Constitution, and to the unceasing vigilance of agents of the United States Handicapper General.".A las personas con algún talento especial se las conoce como "Under-handicapped", y una de las tareas del aludido Handicapper General es contrarrestar tal talento mediante la implantación de algún aparato. Por ejemplo, si eres más listo que la media, se te implanta un emisor de pitidos periódicos que te impida concentrarte.
Si bien no es un libro cuya lectura completa pueda recomendar, pues, como dije, la mayor parte de los cuentos me han parecido aburridos, sí puede merecer la pena la lectura puntual de algunos de los relatos. Hasta siempre, Mr. Vonnegut.
jueves, 15 de marzo de 2018
Los enemigos del comercio - III, de Antonio Escohotado
Con este libro termina y terminé la trilogía del mismo nombre. Y he de decir que respiro tras haberlo terminado, pues he llegado con lo justo y pidiendo la hora. Se me ha echo considerable bola, ha habido momentos que no sabía por qué estaba leyendo lo que leía, y lo he terminado sobre todo en honor a la calidad de los dos primeros volúmenes. El propio Escohotado confiesa en su Coda final que quizá le ha quedado un poco desordenado y que las notas son más largas de lo habitual (en esto, no puedo estar más de acuerdo), y que ello se debe al apresuramiento con que lo ha escrito.
Este volumen nos cuenta los acontecimientos desde la revolución Rusa hasta la actualidad. Prácticamente la mitad del libro se concentra en la historia de la URSS, con exquisito detalle sobre la vida y pensamientos de sus causantes: Lenin, Trotsky, Kamenev, Zinoviev, Bujarin y, por supuesto, Stalin. Hay una interesante descripción de la vida cotidiana en aquellos lares, basada en el relato de Giner de los Ríos. Y también se narra la evolución en términos económicos del país, con sus hambrunas, sus conflictos internos (guerra civil con ejércitos de cuatro colores: Rojo, Blanco, Negro y Verde), la NEP con la que Lenin pretendió coger aire, y la terrible gestión de Stalin. Ello, aderezado con abrumadores datos sobre la evolución de la población, que por si solos serían suficientes para cualificar la magnitud del desastre. Para Escohotado, el invento solo pudo sostenerse tanto tiempo por los inmensos recursos naturales del territorio, y en particular por la explotación de los yaciemientos de oro.
Y así hasta que se llega al informa Krushev y la sucesión de Stalin, y el aligeramiento de las políticas soviéticas. Por supueso, no se puede soslayar una referencia a la Segunda Guerra Mundial ni al régimen Nazi, pero siempre aparece como supeditado al interés de Escohotado en la URSS, verdadera protagonista del relato.
Y después empiezan los problemas y el caos. Aquí Escohotado ya no parece tener claro por dónde seguir, y se pierde el hilo argumental, en que se mezclan las ideas de intelectuales socialistas, muy en la línea de Fools, Frauds and Firebrands, de Scruton, (reaparecen Althusser, Sartre, Lacan, Foucault y sobre todo Lukacs como nexo de Marx con todos ellos), con tipos realmente estrafalarios (Reich y su caja orgónica, el padre de la idea de que el patriarcalismo deriva de la propiedad privada), con la de los intelectuales alemanes de Frankfurt (Marcuse, Fromm, Adorno), con el psicoanálisis de Freud, con el black power y el flower power, con el Che Guevara, un poquito de Mao, o las aventuras de Krushev en los EEUU, todo ello aderezado por alguna referencia a las drogas (que en eso es Escohotado una autoridad), la evolución del cine o el arte, e incluso Internet. Y así, hasta llegar a la actualidad de Negri, Harnecker, el subcomandante Marcos o los amigos Chavez y Maduro, sin olvidar la Teología de la Liberación o las causas del terrorismo islámico.
De entre todo el desorden, se pueden extraer con algo de esfuerzo momentos de interés, como el soporte aéreo que dio EEUU a Berlin al final de la Segunda Guerra Mundial para evitar que cayera en manos de Stalin, o las instituciones liberales de la RFA tras el conflicto, que permitieron su recuperación en tiempo record, aunque también nos describe la recaída en inventos socialistas cortesía de Willy Brandt. También me parece relevante la figura de Kojeve, intelectual izquierdista seguidor de Hegel, al que Escohotado atribuye el impulso de los Tratados de Libre Comercio (luego OMC) e incluso la Unión Europea.
Me han interesado especialmente las escasas referencias a críticas de la economía austriaca. Por ejemplo, la de Bujarin. Un gran constraste con la situación actual en que los austriacos apenas conseguimos que nos haga caso algún preboste. Cito textualmente la crítica al marginalismo que hace Sastre, porque es de antología (este hombre era una máquina de boutades vacias): "El marginalismo funda una pseudomatemática sobre una pseudopsicología, que cristaliza el tiempo vivido de la necesidad saciada en un ordenalismo secreto del cardinal". Vamos, el despiporre.
Como balance global de la trilogía, diré que es interesante, amena por momentos, intragable en otros. Va de más a menos, y sinceramente me cuesta recomendar este tercer volumen. Escohotado tiene un estilo peculiar (sus "por lo demás" y el abuso del uso del infinitivo como sujeto son lo más característico), pero uno se acostumbra y se hace llevadero.
Sí se echa de menos algo más de crítica sobre la forma actual de los Estados, que objetivamente son mayores enemigos del comercio (por sus altas tasas impositivas, el elevado grado de intervención en los mercados, la irresponsabilidad de la Deuda Pública), de lo que ha podido serlo nunca la Iglesia o los pensadores a que se refiere don Antonio. De hecho, la enemistad de muchos de esos pensadores proviene precisamente de que viven de nuestros impuestos por la vía de esos Estado. Pero, bueno, realmente bajo el nombre de Enemigos del Comercio lo que buscaba el autor era la historia del Comunismo.
Este volumen nos cuenta los acontecimientos desde la revolución Rusa hasta la actualidad. Prácticamente la mitad del libro se concentra en la historia de la URSS, con exquisito detalle sobre la vida y pensamientos de sus causantes: Lenin, Trotsky, Kamenev, Zinoviev, Bujarin y, por supuesto, Stalin. Hay una interesante descripción de la vida cotidiana en aquellos lares, basada en el relato de Giner de los Ríos. Y también se narra la evolución en términos económicos del país, con sus hambrunas, sus conflictos internos (guerra civil con ejércitos de cuatro colores: Rojo, Blanco, Negro y Verde), la NEP con la que Lenin pretendió coger aire, y la terrible gestión de Stalin. Ello, aderezado con abrumadores datos sobre la evolución de la población, que por si solos serían suficientes para cualificar la magnitud del desastre. Para Escohotado, el invento solo pudo sostenerse tanto tiempo por los inmensos recursos naturales del territorio, y en particular por la explotación de los yaciemientos de oro.
Y así hasta que se llega al informa Krushev y la sucesión de Stalin, y el aligeramiento de las políticas soviéticas. Por supueso, no se puede soslayar una referencia a la Segunda Guerra Mundial ni al régimen Nazi, pero siempre aparece como supeditado al interés de Escohotado en la URSS, verdadera protagonista del relato.
Y después empiezan los problemas y el caos. Aquí Escohotado ya no parece tener claro por dónde seguir, y se pierde el hilo argumental, en que se mezclan las ideas de intelectuales socialistas, muy en la línea de Fools, Frauds and Firebrands, de Scruton, (reaparecen Althusser, Sartre, Lacan, Foucault y sobre todo Lukacs como nexo de Marx con todos ellos), con tipos realmente estrafalarios (Reich y su caja orgónica, el padre de la idea de que el patriarcalismo deriva de la propiedad privada), con la de los intelectuales alemanes de Frankfurt (Marcuse, Fromm, Adorno), con el psicoanálisis de Freud, con el black power y el flower power, con el Che Guevara, un poquito de Mao, o las aventuras de Krushev en los EEUU, todo ello aderezado por alguna referencia a las drogas (que en eso es Escohotado una autoridad), la evolución del cine o el arte, e incluso Internet. Y así, hasta llegar a la actualidad de Negri, Harnecker, el subcomandante Marcos o los amigos Chavez y Maduro, sin olvidar la Teología de la Liberación o las causas del terrorismo islámico.
De entre todo el desorden, se pueden extraer con algo de esfuerzo momentos de interés, como el soporte aéreo que dio EEUU a Berlin al final de la Segunda Guerra Mundial para evitar que cayera en manos de Stalin, o las instituciones liberales de la RFA tras el conflicto, que permitieron su recuperación en tiempo record, aunque también nos describe la recaída en inventos socialistas cortesía de Willy Brandt. También me parece relevante la figura de Kojeve, intelectual izquierdista seguidor de Hegel, al que Escohotado atribuye el impulso de los Tratados de Libre Comercio (luego OMC) e incluso la Unión Europea.
Me han interesado especialmente las escasas referencias a críticas de la economía austriaca. Por ejemplo, la de Bujarin. Un gran constraste con la situación actual en que los austriacos apenas conseguimos que nos haga caso algún preboste. Cito textualmente la crítica al marginalismo que hace Sastre, porque es de antología (este hombre era una máquina de boutades vacias): "El marginalismo funda una pseudomatemática sobre una pseudopsicología, que cristaliza el tiempo vivido de la necesidad saciada en un ordenalismo secreto del cardinal". Vamos, el despiporre.
Como balance global de la trilogía, diré que es interesante, amena por momentos, intragable en otros. Va de más a menos, y sinceramente me cuesta recomendar este tercer volumen. Escohotado tiene un estilo peculiar (sus "por lo demás" y el abuso del uso del infinitivo como sujeto son lo más característico), pero uno se acostumbra y se hace llevadero.
Sí se echa de menos algo más de crítica sobre la forma actual de los Estados, que objetivamente son mayores enemigos del comercio (por sus altas tasas impositivas, el elevado grado de intervención en los mercados, la irresponsabilidad de la Deuda Pública), de lo que ha podido serlo nunca la Iglesia o los pensadores a que se refiere don Antonio. De hecho, la enemistad de muchos de esos pensadores proviene precisamente de que viven de nuestros impuestos por la vía de esos Estado. Pero, bueno, realmente bajo el nombre de Enemigos del Comercio lo que buscaba el autor era la historia del Comunismo.
martes, 6 de marzo de 2018
Los enemigos del comercio - II, de Antonio Escohotado
Segundo volumen de la trilogía que el autor dedica a la historia del comunismo-liberalismo. Lo original de Escohotado es que no se conforma con ahondar en los pensadores más próximos en el tiempo, sino que ahonda su investigación hasta las primeras civilizaciones, pasando por la Edad Media y el Renacimiento. Es a estos periodos a los que dedica el primer volumen, que se cierra con la Revolución Francesa.
En este segundo volumen, Escohotado cubre el periodo más rico en desarrollo ideológico, el comprendido entre la citada Revolución Francesa y la Revolución Rusa. Lógicamente, la mayor profundidad que exige la descripción, hace que este volumen, bastante más grueso que el primero, se centre en un periodo bastante menor, que apenas alcanza los 150 años.
Uno de los puntos algo decepcionantes, aunque comprensible, respecto al primer volumen, es que el autor abandona prácticamente la parte histórica correspondiente a la evolución de las instituciones, que es lo que más me gustó en el primer volumen. Aquí, el foco es parcialmente histórico, pero sobre todo de pensamiento y filosofia. A grandes rasgos, 5% sería evolución institucional, 25% historia, 70% evolución del pensamiento.
Otro problema que he encontrado en este texto es la pasión del autor por dar constantes saltos en el tiempo, hacia adelante y hacia atrás, para poner en referencia lo que está contando con algo que va a contar (o no) o con algo que ha contado. Como aquí se trata de un periodo relativamente corto, los saltos que da son en decenios, y uno se vuelve loco para seguirle. Por contra, y no sé si es porque me estoy acostumbrando a su estilo, este volumen me ha padecido menos pedante que el primero (una vez superada la insufrible introducción; ya aviso que en el tercer volumen la introducción es menos hostil) y hasta hay momentos en que don Antonio se permite toques de humor. Pocos, eso sí. "Por lo demás" (entrecomillo porque el autor abusa en su escrito de esta locución), el trabajo se centra en los sucesos de Inglaterra, Francia y Alemana, completado evidentemente por lo ocurrido en Rusia, y con miradas también a Estados Unidos y muy breve a España.
Dos son a mi entender las principales virtudes de este trabajo, de entre otras muchas.
La primera es que establece una relación suficientemente clara entre muchos autores de la época, que a todos nos suenan e incluso hemos leído, tanto en lo referencia a sus ideas concretas, como en la relación e influencia que pudieron tener en los autores posteriores. Escohotado nos traza un mapa muy solvente en el que localizar a muchísmos autores, empezando por Thomas Paine (padre del Estado del Bienestar), Goodwin (opuesto a los gobiernos que fomentan nuestra ignorancia) y llegando al mismísimo Lenin. Por el camino aparecen, sin ánimo de ser exhaustivo: Hegel, Robert Owen, Saint Simon, Comte, Bakunin, Proudhon, Cobden, Lassalle, Herzen, Kropotkin, Sorel, Rosa Luxemburgo, Bebel, Liebknecht, Bernstein, Kautsky, Max Weber y tantos otros. Y, por supuesto, las absolutas estrellas del reparto, Engels de telonero, y Marx en el centro del escenario.
A Marx le dedica amplio espacio, tanto a su biografia, como a sus ideas y sus influencias. Estas son tres, para Escohotado: la dialéctica amo-siervo de Hegel, la visión del proceso industrial de Saint Simon, y la plusvalia de Ricardo. Cosas interesantes a saber: Marx no terminó su obra magna, de la que solo escribió el primer volumen. Los otros dos fueron terminados con gran penosidad por Engels a partir de las notas de su admirado ídolo. Apunta Escohotado que posiblemente Marx tuvo conocimiento de la teoría marginalista del valor a media obra, teoría que dinamitaba su visión del valor-trabajo-plusvalia, y que le hubiera forzado a reescribir su obra magna. Como el hombre no era de natural esforzado, decidió optar por la vía alternativa de controlar la Segunda Internacional del Trabajo como medio para llevar a la práctica sus postulados, aunque ya sin base teórica.
La segunda virtud tiene que ver con algunos de los acontecimientos históricos que el autor ha descubierto y desempolva para disfrute y conocimiento del lector. Destacan entre estos los episodios comunistas acaecidos en los EEUU. Así, nos presentará a Icaria, la Brook Farm y Nueva Armonia, ésta creación de Owen tras hacerse rico en otro experimento social, New Lanark en Escocia (asociado con Dale y Arkwright). Concluye Escohotado de estos experimentos es que pueden funcionar cuando hay unas creencias y convicciones comunes en los asociados (como ocurre con los Cuaqueros de Penn y otras asociaciones monacales), pero en otro caso lo de "a cada uno según sus necesidades" es un fracaso sin paliativos.
Tampoco conocía los Turnpike Trusts implementado en Inglaterra para conseguir caminos de calidad y que estuvieron vigentes hasta 1936. Básicamente, se trata de los precedentes de las empresas de autopistas, y permitieron "asfaltar" el país en tiempo record y con una calidad poco imaginable. Para que luego digan que las carreteras las tiene que hacer el Gobierno.
En cuanto a España, Escohotado mantiene su visión claramente negativa, lo que, como ya dije, me parece injusto y posiblemente infundado tras leer a Roca Barea. De nuestra historia se centra en la llamada revolución Cantonal y específicamente en los episodios de Alcoy y Cartagena. Desconocía ambos, por lo que me han parecido muy instructivos.
Y respecto a Rusia, nos recuerda que la servidumbre había sido abolida en 1861, y nos cuenta el periodo previo a la Revolución, en el que cabe destacar la ubicua presencia de terroristas en pos de mandamases (algo que, por cierto, no era exclusivo de Rusia, y asocia Escohotada a la aparición y desarrollo de los Sindicatos). El libro se cerrará con la llegada de Lenin desde Suiza como infiltrado alemán para conseguir la rendición rusa en el frente oriental de la Primera Guerra Mundial. Y cómo este aprovecha su posición para dar la vuelta al marcador, transformando la guerra internacional en guerra civil rusa, hacerse con el poder, y eventualmente "devolver el favor" a los alemanes incrementando la inestabilidad interna mediante sus infiltrados locales, hasta provocar la rendición de las Potencias Centrales, algo que Escohotado atribuye a causas civiles y en ningún caso a inferioridad militar.
Otro descubrimiento: la Sociedad Fabiana. Había leído sobre ellos (como sobre tantos otros de los que aparecen en este ensayo), pero no los ubicaba con precisión. Ahora sí. Resulta que su nombre viene de Fabio Máximo, senador romano que practico el no-enfrentamiento con Anibal hasta que lo vio suficientemente débil para derrotarlo. Algo que los fabianos pretenden emular, esperando a ver la debilidad del capitalismo para imponer el comunismo. Entre sus miembros, George Bernard Shaw (a quien no volveré a leer), y entre sus creaciones, el London School of Economics (que yo pensaba de corte liberal por haber acogido a Hayek en su momento). Pues bien, estos señores promovían el imperialismo y la eugenesia como medios para alcanzar el paraiso obrero soñado. Pero lo que más me ha llamado la atención es que posiblemente sean los que crearon el concepto de "posición dominante" bendecido por el derecho de la competencia europeo y español. Madre mía, de dónde viene la basura!
En el debe de Escohotado está su loa de la patente (quizá debería incorporar a sus numerosísimas lecturas el "Against Intellectual Property", de Kinsella, o "Against Intellectual Monopoly" de Boldrin y Levine) como algo que dinamiza los mercados. Y sorprende también su aceptación de la existencia de ciclos económicos como algo natural, cuando en algún momento del libro llega a citar a Huerta de Soto y su "Dinero, crédito y ciclos económicos", que demuestra solventemente que dichos ciclos se deben a la intervención del Gobierno en el mercado del dinero. O sea, que de naturales nada. También en su debe anoto que la sección dedicada a Hegel es un verdadero truño, aunque quizá de esto no tenga él la culpa.
Termino con una curiosidad, al respecto de Les Miserables. La obra de Victor Hugo me parece un clásico espectacular y posiblemente la mejor novela en lengua francesa. Por eso, me llama la atención que su acogida fuera muy crítica, pese a terminar siendo un best-seller. Dice Escohotado que se construye sobre un montón de cosas sin fundamento e inverosímiles, pero ello a mi entender no le resta pasión ni interés ni fuerza. Por ejemplo, denuncia que el punto de partida de la trama, la condena a 10 años de Jan Valjean por el robo de una barra de pan, era imposible en la época, en que el hurto famélico no estaba castigado.
Creo que Escohotado cumple holgadamente con sus objetivos en este ensayo. Comienza quejándose del historicismo (según el cual la historia está gobernada por leyes naturales) de las doctrinas marxistas, y asume como reto contar y explicar la historia mirando a la vida cotidiana y a las instituciones, algo que nunca aparece en la historia de corte marxista. De momento, su enciclopédico ensayo lo va consiguiendo. Sigo con el tercer volumen,
En este segundo volumen, Escohotado cubre el periodo más rico en desarrollo ideológico, el comprendido entre la citada Revolución Francesa y la Revolución Rusa. Lógicamente, la mayor profundidad que exige la descripción, hace que este volumen, bastante más grueso que el primero, se centre en un periodo bastante menor, que apenas alcanza los 150 años.
Uno de los puntos algo decepcionantes, aunque comprensible, respecto al primer volumen, es que el autor abandona prácticamente la parte histórica correspondiente a la evolución de las instituciones, que es lo que más me gustó en el primer volumen. Aquí, el foco es parcialmente histórico, pero sobre todo de pensamiento y filosofia. A grandes rasgos, 5% sería evolución institucional, 25% historia, 70% evolución del pensamiento.
Otro problema que he encontrado en este texto es la pasión del autor por dar constantes saltos en el tiempo, hacia adelante y hacia atrás, para poner en referencia lo que está contando con algo que va a contar (o no) o con algo que ha contado. Como aquí se trata de un periodo relativamente corto, los saltos que da son en decenios, y uno se vuelve loco para seguirle. Por contra, y no sé si es porque me estoy acostumbrando a su estilo, este volumen me ha padecido menos pedante que el primero (una vez superada la insufrible introducción; ya aviso que en el tercer volumen la introducción es menos hostil) y hasta hay momentos en que don Antonio se permite toques de humor. Pocos, eso sí. "Por lo demás" (entrecomillo porque el autor abusa en su escrito de esta locución), el trabajo se centra en los sucesos de Inglaterra, Francia y Alemana, completado evidentemente por lo ocurrido en Rusia, y con miradas también a Estados Unidos y muy breve a España.
Dos son a mi entender las principales virtudes de este trabajo, de entre otras muchas.
La primera es que establece una relación suficientemente clara entre muchos autores de la época, que a todos nos suenan e incluso hemos leído, tanto en lo referencia a sus ideas concretas, como en la relación e influencia que pudieron tener en los autores posteriores. Escohotado nos traza un mapa muy solvente en el que localizar a muchísmos autores, empezando por Thomas Paine (padre del Estado del Bienestar), Goodwin (opuesto a los gobiernos que fomentan nuestra ignorancia) y llegando al mismísimo Lenin. Por el camino aparecen, sin ánimo de ser exhaustivo: Hegel, Robert Owen, Saint Simon, Comte, Bakunin, Proudhon, Cobden, Lassalle, Herzen, Kropotkin, Sorel, Rosa Luxemburgo, Bebel, Liebknecht, Bernstein, Kautsky, Max Weber y tantos otros. Y, por supuesto, las absolutas estrellas del reparto, Engels de telonero, y Marx en el centro del escenario.
A Marx le dedica amplio espacio, tanto a su biografia, como a sus ideas y sus influencias. Estas son tres, para Escohotado: la dialéctica amo-siervo de Hegel, la visión del proceso industrial de Saint Simon, y la plusvalia de Ricardo. Cosas interesantes a saber: Marx no terminó su obra magna, de la que solo escribió el primer volumen. Los otros dos fueron terminados con gran penosidad por Engels a partir de las notas de su admirado ídolo. Apunta Escohotado que posiblemente Marx tuvo conocimiento de la teoría marginalista del valor a media obra, teoría que dinamitaba su visión del valor-trabajo-plusvalia, y que le hubiera forzado a reescribir su obra magna. Como el hombre no era de natural esforzado, decidió optar por la vía alternativa de controlar la Segunda Internacional del Trabajo como medio para llevar a la práctica sus postulados, aunque ya sin base teórica.
La segunda virtud tiene que ver con algunos de los acontecimientos históricos que el autor ha descubierto y desempolva para disfrute y conocimiento del lector. Destacan entre estos los episodios comunistas acaecidos en los EEUU. Así, nos presentará a Icaria, la Brook Farm y Nueva Armonia, ésta creación de Owen tras hacerse rico en otro experimento social, New Lanark en Escocia (asociado con Dale y Arkwright). Concluye Escohotado de estos experimentos es que pueden funcionar cuando hay unas creencias y convicciones comunes en los asociados (como ocurre con los Cuaqueros de Penn y otras asociaciones monacales), pero en otro caso lo de "a cada uno según sus necesidades" es un fracaso sin paliativos.
Tampoco conocía los Turnpike Trusts implementado en Inglaterra para conseguir caminos de calidad y que estuvieron vigentes hasta 1936. Básicamente, se trata de los precedentes de las empresas de autopistas, y permitieron "asfaltar" el país en tiempo record y con una calidad poco imaginable. Para que luego digan que las carreteras las tiene que hacer el Gobierno.
En cuanto a España, Escohotado mantiene su visión claramente negativa, lo que, como ya dije, me parece injusto y posiblemente infundado tras leer a Roca Barea. De nuestra historia se centra en la llamada revolución Cantonal y específicamente en los episodios de Alcoy y Cartagena. Desconocía ambos, por lo que me han parecido muy instructivos.
Y respecto a Rusia, nos recuerda que la servidumbre había sido abolida en 1861, y nos cuenta el periodo previo a la Revolución, en el que cabe destacar la ubicua presencia de terroristas en pos de mandamases (algo que, por cierto, no era exclusivo de Rusia, y asocia Escohotada a la aparición y desarrollo de los Sindicatos). El libro se cerrará con la llegada de Lenin desde Suiza como infiltrado alemán para conseguir la rendición rusa en el frente oriental de la Primera Guerra Mundial. Y cómo este aprovecha su posición para dar la vuelta al marcador, transformando la guerra internacional en guerra civil rusa, hacerse con el poder, y eventualmente "devolver el favor" a los alemanes incrementando la inestabilidad interna mediante sus infiltrados locales, hasta provocar la rendición de las Potencias Centrales, algo que Escohotado atribuye a causas civiles y en ningún caso a inferioridad militar.
Otro descubrimiento: la Sociedad Fabiana. Había leído sobre ellos (como sobre tantos otros de los que aparecen en este ensayo), pero no los ubicaba con precisión. Ahora sí. Resulta que su nombre viene de Fabio Máximo, senador romano que practico el no-enfrentamiento con Anibal hasta que lo vio suficientemente débil para derrotarlo. Algo que los fabianos pretenden emular, esperando a ver la debilidad del capitalismo para imponer el comunismo. Entre sus miembros, George Bernard Shaw (a quien no volveré a leer), y entre sus creaciones, el London School of Economics (que yo pensaba de corte liberal por haber acogido a Hayek en su momento). Pues bien, estos señores promovían el imperialismo y la eugenesia como medios para alcanzar el paraiso obrero soñado. Pero lo que más me ha llamado la atención es que posiblemente sean los que crearon el concepto de "posición dominante" bendecido por el derecho de la competencia europeo y español. Madre mía, de dónde viene la basura!
En el debe de Escohotado está su loa de la patente (quizá debería incorporar a sus numerosísimas lecturas el "Against Intellectual Property", de Kinsella, o "Against Intellectual Monopoly" de Boldrin y Levine) como algo que dinamiza los mercados. Y sorprende también su aceptación de la existencia de ciclos económicos como algo natural, cuando en algún momento del libro llega a citar a Huerta de Soto y su "Dinero, crédito y ciclos económicos", que demuestra solventemente que dichos ciclos se deben a la intervención del Gobierno en el mercado del dinero. O sea, que de naturales nada. También en su debe anoto que la sección dedicada a Hegel es un verdadero truño, aunque quizá de esto no tenga él la culpa.
Termino con una curiosidad, al respecto de Les Miserables. La obra de Victor Hugo me parece un clásico espectacular y posiblemente la mejor novela en lengua francesa. Por eso, me llama la atención que su acogida fuera muy crítica, pese a terminar siendo un best-seller. Dice Escohotado que se construye sobre un montón de cosas sin fundamento e inverosímiles, pero ello a mi entender no le resta pasión ni interés ni fuerza. Por ejemplo, denuncia que el punto de partida de la trama, la condena a 10 años de Jan Valjean por el robo de una barra de pan, era imposible en la época, en que el hurto famélico no estaba castigado.
Creo que Escohotado cumple holgadamente con sus objetivos en este ensayo. Comienza quejándose del historicismo (según el cual la historia está gobernada por leyes naturales) de las doctrinas marxistas, y asume como reto contar y explicar la historia mirando a la vida cotidiana y a las instituciones, algo que nunca aparece en la historia de corte marxista. De momento, su enciclopédico ensayo lo va consiguiendo. Sigo con el tercer volumen,
lunes, 5 de marzo de 2018
El origen del hombre ("The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex"), de Charles Darwin
Me da la impresión que con este libro me he pasado de frenada. Una cosa es estar interesado en el "state of the art" de la teoría de la evolución, y otra cosa muy distinta es que me interese la biología más allá de lo anecdótico. Y si bien Darwin es el padre de la teoría de la evolución, es, sobre todo, un biólogo científico. Así que quizá no debería sorprenderme de lo que he encontrado en este libro, que básicamente es una prolija acumulación de estudios biológicos de todas las especies, que permitían a Darwin probar que el hombre no era ninguna excepción a la teoría de la evolución.
Por supuesto, la tesis es fundamental, y da a Darwin motivos para plantearse cosas que sí me resultan de gran interés, sobre las que ahora hablaré. Mi problema con este libro no es esas cuestiones, sino como acabo de decir, la metodología utilizada, que al fin y al cabo consume el 90% del texto que se lee.
Para demostrar su hipotesis de que el hombre no es ajeno a la teoría de la evolución, esto es, que desciende de otras especies (en la actualidad generalmente aceptada), Darwin acumula ejemplos de rasgos comunes entre hombre y aquellas, por ejemplo, en referencia a enfermedades comunes, órganos inútiles presentes en el hombre y otras especies, o rudimentos de órganos.
El capítulo más interesante, para mi, es el que dedica a la búsqueda de pruebas de que también las facultades mentales del hombre encuentran ejemplos, obviamente de menos desarrollo, pero con distintos grados, en otras especies. Darwin revisa tanto facultades mentales en puridad (imitación, razonamiento, imaginación, lenguaje o memoria) como otras que ya son más bien sociales (simpatia, religión, moral). Lo sorprendente es que encuentra ejemplos plausibles para todas ellas, algunos sobradamente conocidos.
Posteriormente, dedica un capítulo entero al tema de las razas, discutiendo la supuesta superioridad de unas sobre otras en términos científicos. Imagino que Darwin estaba lejos de poder imaginar las funestas consecuencias que su interés científico acarrearía en pocos años (los Fabianos y sus propuestas imperialistas y de eugenesia para mejorar la raza humana, estas últimas implementadas por Lenin y posteriormente por tantos otros, entre ellos, obviamente, Hitler, que, no obstante, no fue el pionero).
Y con esto termina la primera parte del ensayo, que como digo plantea preguntas interesantes, pero es demasiado científico-biológico para mi gusto. La segunda parte se centra en la evolución causada por la selección sexual, esto es, aquellos rasgos que no mejoran las perspectivas de supervivencia de la especie, sino que lo hacen de de unos determinados individuos, al situarles en una mejor situación competitiva para garantizarse los favores del otro sexo. El ejemplo paradigmático son las plumas del pavo real, que no mejoran su perspectiva de supervivencia en relación con, por ejemplo, el cerdo, pero sí sus posibilidades de trasmitir su "herencia" (Darwin aún no conoce la existencia de los genes) a sus descendientes.
Pues bien, si la primera parte me resultó aburrida por prolija, imaginad la perspectiva que me ofrecía esta segunda parte, en la que Darwin estudia sistemáticamente las diferencias en todas las especies superiores, empezando por los moluscos. Así que confieso que me salté todos los capítulos hasta llegar a los últimos, en que se centra en el ser humano. Aún así, el tratamiento sigue siendo exhaustivo en investigaciones, y por tanto poco atractivo para el lector medio. Eso sí, puede compensar por la acumulación de afirmaciones políticamente, no ya incorrectas, sino inadmisibles en la actualidad, ni siquiera para un científico. Atense los cinturones cuando hable de la capacidad mental del hombre respecto a la mujer.
¿Qué se puede aprovechar de este libro? Lo más curioso es poder asomarse a un genio en el proceso "raw" de plantearse y responderse cuestiones, acompañar a Darwin en las cuestiones que se hace sobre la mente y las relaciones sociales de los seres humanos. Darwin desconoce la genética, algo que se descubrirá unos cuantos años después, y por eso puede incluir en lo que el llama "herencia" tanto aspectos físicos como mentales y sociales.
En la actualidad, es claro que Darwin acierta con los dos primeros aspectos, que sí se transmiten genéticamente, pero falla a mi entender con los aspectos sociales, en los que tiende a afirmar que mejoran la perspectiva de supervivencia del grupo (en línea con el análisis de las razas que hace) y de alguna forma quedan grabados en su herencia.
Hoy sabemos que dichos aspectos sociales se transmiten mediante los llamados "memes", externos al individuo. Pero también sabemos que no todos los memes que sobreviven en su competición evolutiva son los que mejor garantizan la supervivencia del grupo (y tenemos como ejemplo paradigmático la vigencia de las ideas comunistas en muchos países).
La verdad es que hay pocas razones para recomendar la lectura de este libro en la actualidad, y no encuentro ninguna suficientemente convincente para el lector medio. Otra cosa es aquel que esté muy interesado en la biología, ese sí podrá sacar más juguillo a estas palabras de Darwin.
Por supuesto, la tesis es fundamental, y da a Darwin motivos para plantearse cosas que sí me resultan de gran interés, sobre las que ahora hablaré. Mi problema con este libro no es esas cuestiones, sino como acabo de decir, la metodología utilizada, que al fin y al cabo consume el 90% del texto que se lee.
Para demostrar su hipotesis de que el hombre no es ajeno a la teoría de la evolución, esto es, que desciende de otras especies (en la actualidad generalmente aceptada), Darwin acumula ejemplos de rasgos comunes entre hombre y aquellas, por ejemplo, en referencia a enfermedades comunes, órganos inútiles presentes en el hombre y otras especies, o rudimentos de órganos.
El capítulo más interesante, para mi, es el que dedica a la búsqueda de pruebas de que también las facultades mentales del hombre encuentran ejemplos, obviamente de menos desarrollo, pero con distintos grados, en otras especies. Darwin revisa tanto facultades mentales en puridad (imitación, razonamiento, imaginación, lenguaje o memoria) como otras que ya son más bien sociales (simpatia, religión, moral). Lo sorprendente es que encuentra ejemplos plausibles para todas ellas, algunos sobradamente conocidos.
Posteriormente, dedica un capítulo entero al tema de las razas, discutiendo la supuesta superioridad de unas sobre otras en términos científicos. Imagino que Darwin estaba lejos de poder imaginar las funestas consecuencias que su interés científico acarrearía en pocos años (los Fabianos y sus propuestas imperialistas y de eugenesia para mejorar la raza humana, estas últimas implementadas por Lenin y posteriormente por tantos otros, entre ellos, obviamente, Hitler, que, no obstante, no fue el pionero).
Y con esto termina la primera parte del ensayo, que como digo plantea preguntas interesantes, pero es demasiado científico-biológico para mi gusto. La segunda parte se centra en la evolución causada por la selección sexual, esto es, aquellos rasgos que no mejoran las perspectivas de supervivencia de la especie, sino que lo hacen de de unos determinados individuos, al situarles en una mejor situación competitiva para garantizarse los favores del otro sexo. El ejemplo paradigmático son las plumas del pavo real, que no mejoran su perspectiva de supervivencia en relación con, por ejemplo, el cerdo, pero sí sus posibilidades de trasmitir su "herencia" (Darwin aún no conoce la existencia de los genes) a sus descendientes.
Pues bien, si la primera parte me resultó aburrida por prolija, imaginad la perspectiva que me ofrecía esta segunda parte, en la que Darwin estudia sistemáticamente las diferencias en todas las especies superiores, empezando por los moluscos. Así que confieso que me salté todos los capítulos hasta llegar a los últimos, en que se centra en el ser humano. Aún así, el tratamiento sigue siendo exhaustivo en investigaciones, y por tanto poco atractivo para el lector medio. Eso sí, puede compensar por la acumulación de afirmaciones políticamente, no ya incorrectas, sino inadmisibles en la actualidad, ni siquiera para un científico. Atense los cinturones cuando hable de la capacidad mental del hombre respecto a la mujer.
¿Qué se puede aprovechar de este libro? Lo más curioso es poder asomarse a un genio en el proceso "raw" de plantearse y responderse cuestiones, acompañar a Darwin en las cuestiones que se hace sobre la mente y las relaciones sociales de los seres humanos. Darwin desconoce la genética, algo que se descubrirá unos cuantos años después, y por eso puede incluir en lo que el llama "herencia" tanto aspectos físicos como mentales y sociales.
En la actualidad, es claro que Darwin acierta con los dos primeros aspectos, que sí se transmiten genéticamente, pero falla a mi entender con los aspectos sociales, en los que tiende a afirmar que mejoran la perspectiva de supervivencia del grupo (en línea con el análisis de las razas que hace) y de alguna forma quedan grabados en su herencia.
Hoy sabemos que dichos aspectos sociales se transmiten mediante los llamados "memes", externos al individuo. Pero también sabemos que no todos los memes que sobreviven en su competición evolutiva son los que mejor garantizan la supervivencia del grupo (y tenemos como ejemplo paradigmático la vigencia de las ideas comunistas en muchos países).
La verdad es que hay pocas razones para recomendar la lectura de este libro en la actualidad, y no encuentro ninguna suficientemente convincente para el lector medio. Otra cosa es aquel que esté muy interesado en la biología, ese sí podrá sacar más juguillo a estas palabras de Darwin.
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