martes, 29 de junio de 2021

Lo espléndido y lo vil ("The Splendid and the Vile"), de Erik Larson

Este libro nos cuenta el primer año de gobierno de Winston Churchill, al principio de la Segunda Guerra Mundial. La peculiaridad es que lo hace desde una perspectiva más íntima y personal que puramente histórica, esto es, atendiendo a las relaciones con la familia y a cómo le veían sus colaboradores más cercanos. No por ello pierde una mota de rigor histórico, pues está basado en diarios personales de sus colaboradores (especialmente, un secretario personal y su hija Mary), y de hecho en las notas finales se cita la fuente de casi todas las frases o sucesos contados.

La perspectiva de los hechos se completa con información recogida de numerosos voluntarios que mantenían diarios sobre lo que ocurría en Inglaterra durante la guerra, y también el diario personal de Goebbels, que aporta así la visión que tenían los alemanes que lo que sucedía en Inglaterra y, sobre todo, de Churchill.

De éste, poco podría decir que no se sepa. Tras la lectura de este libro, por fin creo entender su significación: Churchill tuvo las narices de no rendirse ante el Juggernaut alemán (que acababa de tomar Francia con un paseo militar y contralaba el resto de Europa, salvo que la que había dejado a la URSS de Stalin). Ante esta situación, muchos ingleses pensaban que mejor capitular. La cuestión es qué hubiera pasado si Alemania hubiera tomado también Inglaterra. ¿Sería el mundo cómo lo conocemos? El caso es que por medio apareció Churchill con una clara decisión; resistir ante los alemanes, aunque fuera en absoluta soledad. Y lo cierto es que este tipo fue capaz de devolver la esperanza y los ánimos de resistencia a la ciudadanía inglesa, en parte con sus discursos, en parte con su denodado trabajo y en parte con unas cuantas decisiones acertadas de personal (Beaverbrook al mando del ministerio de fabricación de aviones, o el Profesor). 

Desde el principio, Churchill tiene la obsesión de que los EEUU se involucren en el conflicto, como única salida posible para derrotar a Hitler. Y eso que "In May, a military maneuver involving 70,000 soldiers conducted in the South had revealed the sorry state of this army to fight a war—especially a war against a juggernaut like Hitler’s heavily mechanized army. As Time magazine put it, “Against Europe’s total war, the U.S. Army looked like a few nice boys with BB guns.” El libro termina precisamente cuando Churchill deja de estar solo. O sea, que realmente es un libro sobre la resistencia solitaria de Reino Unido ante el mamut alemán, y como la inspiración de dicha resistencia se debió a Churchill ("His spirit is indomitable and even if France and England should be lost, I feel he would carry on the crusade himself with a band of privateers.”)

Que nadie se engañe: por muy espectacular que sea el hombre de Estado Churchill, sigue siendo un político, y también dedicará parte de su tiempo a intrigar para mantenerse en el poder. Por ejemplo, la maniobra de mandar a lord Halifax como embajador a EEUU le permite quitarse un rival político que amenazaba su puesto. ("But Churchill also knew well that if his own government faltered, the king would likely turn to Halifax to replace him, having favored Halifax initially. Which was precisely why Churchill decided that Halifax should go, and why he sent Beaverbrook to propose that he do so."). Supongo que esto habría que encuadrarlo en la parte de "Lo vil" del libro.

Así pues, casi todo lo que ocurre tiene que ver con la llamada "Batalla de Inglaterra" que básicamente consistió en bombardeos y más bombardeos por parte de la flota aérea alemana comandada por Göring (por cierto, coleccionista de arte aprovechando el cargo, y supongo que inspirador de los nazis malos de Indiana Jones). Como no podía ser de otra forma, Londres es el principal objetivo de los ataques, aunque también se nos contaran episodios especialmente luctuosos como el de Coventry. Una de las cosas más sorprendentes es que la vida en Londres sigue tal cual. Los londinenses tratan de hacer su vida normal, aunque ahora llegar al trabajo les cueste más de una hora según dónde haya caído la última bomba. Siguen tomando el té y saliendo de fiesta, aunque haya que cambiar de sala en el último momento si la elegida ha sido destruida. El contraste con la situación que hemos vivido con el COVID, que no es una guerra, es abrumador.

De estos bombardeos, lo que más me llama la atención es su escasa efectividad, sobre todo si se compara con una batalla normal. Los alemanes lanzan toneladas de bombas, y, sin embargo, después del mayor de los ataques (y justo antes de que estos cesen al volver Hitler su atención a la URSS), los resultados parecen pobres: 1.436 muertos, 1.792 heridos y 12.000 personas sin casa.

El libro se hace sorprendentemente ameno, pese a la parquedad del tema. Confieso que los historiadores ingleses tienen una capacidad envidiable para la narrativa, y consiguen hacer atractivos incluso temas tan estrechos como el que ocupa este libro. Ayuda a imaginarse cómo podía ser la vida en Inglaterra, además de trazar un relato cercano de otros protagonistas de la guerra, como puede ser Roosevelt, Goebbels, Göring o Hess, con ese vuelo solitario desde Alemania a Escocia para tratar de forzar un acuerdo de paz.

Me ha llamado la atención cómo Churchill llama la atención de sus colaboradores sobre escribir informes demasiado largos para la información que transmiten, algo inevitable en todo tipo de funcionarios, pues cuanto más largo es el informe más trabajado parece. Les dice: "To do our work, we all have to read a mass of papers. Nearly all of them are far too long. This wastes time, while energy has to be spent in looking for the essential points.” Pero es que no se queda aquí, sino que baja al detalle: "Let us have an end to phrases such as these,(...) “It is also of importance to bear in mind the following considerations…” “Consideration should be given to the possibility of carrying into effect…” Menos mal que para cuando sus guionistas escribieron "Yes, Minister" aún se usaban.

Este libro es recomendable, en general, está bien escrito y te traslada razonablemente bien a la Inglaterra que resiste en solitario a los alemanes. Pero quizá sea demasiado largo para esta finalidad, por lo que tampoco me atrevo a recomendarlo de forma entusiasta.

lunes, 7 de junio de 2021

A sangre y fuego, de Manuel Chaves Nogales

Este autor viene bien recomendado por un amigo y es generalmente apreciado, aunque no muy conocido. Incluso Javier Marías le cita, brevemente, en el último libro que he leído de él, Tomás Nevinson. Don Manuel fue un periodista de vocación, muy entregado a su trabajo y a los viajes que le permitían informar a sus lectores. De inclinación más bien izquierdista, como casi todos los periodistas, no por ello disminuía su objetividad a la hora de contar las cosas. Sobre todo, su interés era por la libertad. Dicho esto, es fácil entender su frustración durante la Guerra Civil, que le tocó vivir en territorio republicano (o "leal", como le llamaría él): por un lado, se le acabaron los viajecitos en que siempre estaba dispuesto a embarcarse; por otro, pudo comprobar de primera mano cómo funcionaba la vida en ese territorio ("En mi deserción pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejercían el terror rojo en Madrid como la que vertían los aviones de Franco, asesinando mujeres y niños inocentes."). En consecuencia, terminó enemistado con los dos bandos, y especialmente maldito para el ala izquierda, pese a sus tendencias. Es lo que tiene la libertad, que no le gusta a ningún tirano, pero les gusta menos a los tiranos de izquierdas.

Este libro incorpora nueve relatos de Chaves sobre la Guerra Civil. No me queda claro si son hechos reales, o simplemente inspirados por la realidad, pero no se olvide que Chaves es ante todo periodista, luego algo de verdad habrá en ellos. Lógicamente, la mayor parte de estos relatos se centran en sucesos en la zona roja, con la excepción de "La gesta de los caballistas" y partes de "Los guerreros marroquíes" y "Viva la muerte". 

Lo primero que se aprecia es que, por muy objetivo que trate de ser, el corazón de Chaves está con los republicanos, para él un gobierno legítimo. Ese bando es siempre "leal" mientras que el de Franco son los "rebeldes", "fascistas" (todos, sin excepción) o "facciosos". Por ello, se comprende que busque las causas de la derrota republicana en el desorden, la carencia de medios y la falta de preparación, a los que el entusiasmo del pueblo no basta para suplir ante un ejército profesional y bien organizado y pertrechado (por los alemanes, claro), y al que además acompañan los sangrientos moros acostumbrados a la lucha en sus territorios indígenas. ¿Qué se puede hacer contra esto sino sucumbir, por muy justa que sea la causa?

Sin embargo, su relato introduce muchos elementos adicionales de la situación en el área republicana, que colaboran a explicar ese relativo "entusiasmo" del pueblo que tan fácilmente parecía ser desbordado por los rebeldes. La más destacada es sin duda el ambiente revolucionario. O sea, que muchos bandos del lado republicano estaban aprovechando la guerra para hacer su particular revolución. Ante la debilidad del gobierno, surgen justicieros por todos los sitios, algunos siguiendo ideales y otros simplemente el beneficio económico (por ejemplo, la "Columna de Hierro" que se nos describe en el relato homónimo. Pero no solo estos, aunque sean el ejemplo más claro: la Escuadrilla de la Venganza del relato "¡Masacre, Masacre!" decide vengarse de los bombardeos de Franco en los militares retirados de Madrid "la famosa «quinta columna». Cazarlos uno a uno ahora que andan recelosos y huidos de sus casas es una tarea lenta y difícil. ¿Si se les pudiera preparar una encerrona? El gobierno podía hacerlo fácilmente si quisiera, pero, como todos los gobiernos, tendrá miedo a las medidas radicales y no se atreverá.". Incluso la patrulla que desmonta la red de espías en "Y a lo lejos una lucecita", lo hace por su cuenta y riesgo, sin pararse a pensar si alguno de los involucrados actúa contra su voluntad o engañado.

Más claros son, si cabe, los acontecimientos contados en el último de los relatos "Consejo Obrero", donde es claro que los sindicatos están aprovechando la Guerra Civil para hacer la revolución del proletariado: "Los delegados del consejo obrero, socialistas y comunistas casi todos, no consienten que vivan y trabajen más que los obreros revolucionarios" Y puedes matar a cualquiera que se te antoje: "La revolución ha triunfado para que yo, ¡yo!, pueda vengarme de esa canalla."

En ese entorno, una persona normal, honrada y trabajadora, como Daniel, que "se había limitado a desconocer y desacatar las organizaciones proletarias de la lucha de clases, a no secundar las huelgas y a procurarse mejoras económicas trabajando a destajo o en horas extraordinarias, contrariando los acuerdos e intereses sindicales." es simplemente un enemigo de la organización al que no le queda otra que unirse a las milicias si quiere llevar comida a su casa.

En suma, el caos en la zona republicana obedece a que se están llevando a cabo muchas revoluciones simultáneas, con que unos estarán de acuerdo y otros no. "los teorizantes de los partidos proletarios se aplicaban encarnizadamente a organizar lo que ellos llamaban el nuevo orden revolucionario, es decir, la edificación socialista." "Los consejos obreros, los comités de abastecimiento, las juntas de inquilinos, las directivas de los sindicatos y, sobre todo, la augusta función del control—¡maravillosa invención ésta del control revolucionario!— eran la vasta selva en que se refugiaban los fracasados del frente, los emboscados de todas las guerras."

Al mismo tiempo, lo cierto es que la mayor parte de la gente solo quiere vivir y dejar vivir y que se respete su propiedad, y no meterse en líos revolucionarios. Pero, ¿cómo podría un gobierno como el del Frente Popular, de legitimación dudosa y que había promovido la revolución desde el poder, poner coto precisamente ahora a tales desmanes? En estas condiciones, ¿para qué se va a batir el pueblo? O tienes unos ideales firmes y claros (como Luis, el comunista que sigue el tanque de Bigornia contra viento y marea), o te rajas a la primera ráfaga de tiros. Quiero decir, que no se puede hablar de un pueblo cobarde tanto como de una carente de incentivos para dejarse la vida.

Frente a todo esto, ¿qué ofrece la vida en el área "rebelde"? Pues hay pocas pistas, la verdad, pero alguna hay. Nada nos cuenta Chaves de inquietudes revolucionarias por esos lares, y la gente parece continuar con su vida dentro de la normalidad, con sus propiedades generalmente respetadas. Se nos cuenta un acto de celebración en Valladolid, por ejemplo. Sin embargo, lo que me parece más revelador es lo que ocurre en el valle del Tiétar una vez es tomado por las fuerzas "rebeldes" según se nos cuenta en "Los guerreros marroquíes". El patrón del combate no ofrece sorpresas: "Arrastrados por el odio feroz a los invasores, aquellos campesinos de la entraña de Castilla, aquellos pastores y aquellos braceros de la sierra de Gredos iban a oponer sus pechos como barrera al avance de las tropas coloniales. La heroica resistencia se quebró al primer choque. Con el corazón no basta. Faltaban armas y disciplina." Pero, tras rendirse, lo que ocurre es muy simple: "En tres días impusieron los militares el orden y la paz en todo el valle del Tiétar." O sea, a seguir viviendo con normalidad.

Es por ello que habría que matizar esa frase con la que cierra el libro Chaves, al referirse a la muerte de Daniel, el obrero que no quería ser revolucionario: "Y murió batiéndose heroicamente por una causa que no era suya. Su causa, la de la libertad, no había en España quien la defendiese."

En cuanto al estilo narrativo, don Manuel escribe bien, con escasas florituras y gran precisión narrativa. Cuenta las cosas de forma efectiva y con pocas concesiones a la emotividad, la verdad. Así describe los bombardeos de Madrid al comienzo del primero de los cuentos: "Vibra al sentirse herido el gran diapasón del espacio y, luego, si se está cerca, se sufre en las entrañas un tirón de descuaje como si le rebanasen a uno por dentro y le quisieren volcar fuera."

Aquí tenemos un par de momentos patéticos: "la muchachita desnuda que estaba en el escenario se quedó más desnuda y encogida cuando le faltó incluso el son de la música con que únicamente se arropaba.", "dos cuerpos sin vida, el del desertor y el del héroe, víctimas uno de su instinto y el otro de su deber, ambos sacrificados a la barbarie de la más cruenta de las guerras."

Y cierro con esta frase que me ha gustado porque refleja bien algo que yo también he pensado: que las personas no vivimos estrictamente, no somos capaces de solo vivir, como hacen animales y plantas. "y media docena de ingleses no hacían nada, absolutamente nada. Es decir, vivían."


viernes, 4 de junio de 2021

Tomás Nevinson, de Javier Marías

Tras leer Berta Isla (ver entrada aquí) y disfrutar con su lectura, me había prometido leer rápidamente esta novela, muy relacionada con la anterior, aunque el autor se niegue a llamarle segunda parte. Por el camino he leído del autor una colección de cuentos breves (Cuando fui mortal) y tengo en cartera otra libro corto para terminar de ponerme al día con este autor.

Tomás Nevinson es el marido de Berta Isla y, como sabemos de esta novela, se ha dedicado gran parte de su vida a misiones secretas para el gobierno de Reino Unido. Yo esperaba que esta novela rellenara los huecos que deja la anterior respecto a la vida del protagonista, pero no es así. Estamos ante una historia que es estrictamente la continuación de la anterior, ya que nos va a contar la misión que tiene que llevar a cabo Nevinson tras haberse reencontrado con Berta (y con su vida) y cuando ya pensaba que no tendría que volver a las andadas. Poco se nos revela del pasado anterior.

Es una novela muy atípica del autor. Por un lado, es muy convencional, Normalmente, en las novelas de Marías hay pocos sucesos, que él se deleita en narrar y describir hasta sus últimos detalles psicológicos. En cambio en ésta tenemos un flujo continuo de cosas que suceden, como es habitual en el genero. Tenemos una novela más narrativa y menos reflexiva.

Pero, por otro, lo más llamativo es que Marías identifica con absoluta claridad el malo de la historia, cosa que nunca había hecho: se trata de la ETA, la banda terrorista cuyos crímenes están pasando al olvido, algo que el autor reprocha a la sociedad española: "Pero también es habilidad de los asesinos minimizar o borrar sus crímenes (no digamos justificarlos, eso va en el trabajo); ahuyentar su bruma fétida con los vientos o con una brisa insistente que acaba por convertirlos en una piedra ilegible o en ceniza en la manga de un viejo que éste se sacude de un manotazo. No les cuesta apenas, en las sociedades cómplices y avergonzadas." Por cierto, no este el único reproche para los comportamientos de moda, Marías también tiene un par para la corrección política: "sería excesivo en una mujer descreída y escéptica en las esferas sentimentales, o como convenga llamarlas hoy en día, cuando todas las palabras están sometidas a vigilancia." o "Pero la gente normal no se preocupa, ve que existen las cosas y no se interesa por nada. Y a la vez pretende tener voz sobre todo e intervenir en todo." o "en el 97, cuando el mundo no era demasiado histérico ni se había hecho prohibicionista de todo.".

Marías recuerda los atentados de Hipercor, de Zaragoza y de Vich ("cuarenta y dos muertos y ciento setenta y siete heridos entre las tres, es increíble que nada sepan de ellas los jóvenes de unos treinta años después."), otras víctimas (como Tomás y Valiente, o los Becerril en Sevilla) y, por supuesto, como acontecimiento central en la novela, el secuestro y posterior asesinato de Miguel Ángel Blanco. Tal conmoción aparece como olvidada en los momentos actuales, cuando el inefable Pedrito no tiene problemas en pactar políticas con los descendientes (e incluso actuantes) de la banda de terroristas.

En este contexto, Nevinson es enviado a la ciudad que llamará Ruan (parte del aliciente de la novela es adivinar a qué ciudad se refiere, aunque yo he llegado a la conclusión de que es un mix de varias ciudades: el barrio Tinto evoca a León; el río Lesmes al Tormes de Salamanca, y la Catedral y el Monasterio podrían ser de Orense), a investigar cuál de tres mujeres, Inés Marzán, Celia Bayo o María Viana, es en realidad una terrorista del IRA, enviada para colaborar en su momento con ETA.

Ello da a Marías la oportunidad de reflexionar sobre venganza y castigo ("Cuando se trata de venganza, lo que lleva a aniquilar a ese individuo es el rencor, la necesidad de resarcimiento, el odio perseverante o el incontenible dolor; cuando se trata de castigo, es más bien una advertencia fría para los demás, el deseo de sentar ejemplo, de escarmentar, de dejar bien claro que eso tiene consecuencias y no se va a consentir"), de cómo puede la sociedad protegerse frente a los criminales ("La gente está llena de remilgos cuando no está involucrada directamente ni la acción la pilla por medio, y se torna despiadada cuando lo está, cuando ve cernirse el peligro sobre ella y sobre sus hijos.") y, sobre todo, si es posible anticiparse y prevenir el mal.

Marías introduce a un par de personajes históricos, "el despreocupado Alan Thorndike en Berchtesgaden y del preocupado Reck-Malleczewen en la Osteria Bavaria de Múnich", quienes tuvieron oportunidad de acabar con Hitler antes de que éste desatara la catástrofe mundial, pero que no llegaron a hacerlo. Ambos acompañarán recurrentemente los pensamientos de Nevinson y aparecerán una y otra vez en la novela. A ese dilema también se verá enfrentado el protagonista en un momento dado, y es verdad que nunca se puede estar seguro de que matando a una persona se prevenga un mal, porque, en primer lugar, no hay forma de estar seguro de esa persona vaya a hacer lo que se le presume.

Sobre el segundo de los temas, el de la justicia, Marías reitera su soberana desconfianza en los jueces y, en general, el Estado, algo de lo que ya se había quejado en Berta Isla: "‘Yo no le reconocería autoridad a ningún tribunal. Si pudiera evitarlo, no me sometería a un juicio jamás. Cualquier cosa antes que eso. Tenlo presente, Tomás. Piénsatelo bien. A uno lo pueden enviar a la cárcel por capricho. Simplemente por caer mal’" Las prescripciones de delitos siempre me han parecido algo intolerable, y veo que Marías parece estar de acuerdo: "La Justicia es capaz de nublar, de envolverlo todo en bruma a medida que el tiempo avanza, y, cuando éste expira, es capaz de tachar y anular, de decretar que lo que pasó es como si no hubiera pasado, o que ha cesado de pasar."

Claro, que al entrar en crisis el Estado, uno de los personajes de Marías no puede evitar preguntarse cómo es posible "que todo funcione aceptablemente, que esté organizado, que las funciones estén distribuidas y que cada cual, mal que bien, cumpla con su cometido. Hay demasiada gente en el mundo, miles de millones de cabezas cada una con sus ambiciones, sus afanes, sus agravios y sus frustraciones. No entiendo que eso sea manejable, ni soportable. ¿Cómo se pueden conciliar tantas posturas, tantos intereses contrarios?" Como seguramente es Marías, todos los personajes de las novelas de Marías parecen el autor, el que tiene la duda, le mencionaré simplemente la palabra "mercado" y su ingente capacidad para coordinar intereses y comportamientos cuando se le deja fluir sin intervención. O sea, señor Marías, que si todo funciona aceptablemente es a pesar de ese Estado que para usted parecía explicar el milagro.
 
Destaca en esta novela una faceta de Marías que raramente aflora, y es su sentido del humor, ocultado entre tanta frase larga y brillante. Recuerdo que "Corazón tan blanco" tiene algunas escenas desternillantes que resultan inesperadas cuando uno está sumergido en un estilo de tanto empaque. Aquí, sin tanto éxito, Marías nos deleita con algunas bromas, casi todas ellas centradas en los nombres de personajes y protagonistas. Dejo algunas:
-"—Embajador del Doliente ante el Lisiado, ese pobre Ruy Clavijo" (Enrique El Doliente y Tamerlán)
-"En mala hora me habían puesto ese nombre. Allí estábamos los dos, Centurión y Comendador, parecíamos una pareja de cómicos anticuados."
-"ser conocido como Peporro Corripio era más que una desgracia, era una afrenta; así que había elegido, desde antiguo, el pseudónimo de ‘Florentín’"
- ¿Y qué me dicen de esta ristra? "otros santos muy raros que, ignoro por qué razón, se señalaban en el calendario de Oxford: Swithun, Dunstan, Blasius (que quizá fuera San Blas), Cuthbert, Frideswide, Evurtius, Etheldreda, Prisca, Machutus y Britius, me vienen a la memoria de mis años estudiantiles, porque son inolvidables."

Cierro ya, diciendo que esta novela está bien, aunque me gustó más Berta Isla, por lo que relativamente me ha decepcionado. De Marías no esperas una novela tan convencional, sino más reflexiones y frases matizadas y análisis psicológicos. Dejo aquí algunas otras que me han gustado, las dos primeras verdades como puños:
- "A las mujeres no se las toca, no se les pega, no se les hace daño físico y el verbal se les evita al máximo, a esto último ellas no corresponden."
-"Es propio de la juventud sentirse muy ocupada y ser egoísta, y no confiaba en que interrumpieran ninguna para verme." (cualquier con hijos en determinada edad saber que Marías acierta al 100%)
-"La ciencia, que tanto progresa y descubre, nunca ha dado con un método infalible para averiguar cuándo se es sincero y cuándo se miente, lo cual, al entender de un profano, parecería más sencillo que enviar naves a Marte o ejecutar cirugías a millares de kilómetros del paciente"

Y, por último, ahora sí de verdad, dos frases cortas brillantes:
-"todo existe para todos siempre, que nada se deja atrás enteramente. El pasado es un intruso imposible de mantener a raya."
"Cualquier conversación telefónica, cualquier llamada en ese plazo podría ser vital. Lo cual suele significar lo contrario, mortal."