jueves, 30 de diciembre de 2021

No hay apocalipsis ("Apocalypse Never"), de Michael Shellenberger

La lectura de este libro me ha parecido interesantísima, he aprendido mucho y de una fuente que me parece bastante fiable y creíble. Y eso que el comienzo me pareció bastante renqueante, y, en general, no me gusta cómo escribe el autor, un estilo tosco y poco fluido. Pero, como decía una nota de las cartas de S Pablo (otro que también escribe de pena), el poder de su convicción y, en este caso, datos, supera todas las barreras literarias.

Lo primero que hay que decir es que Shcllenberg es un ecologista y bien comprometido, de los que empezaron cuando eran pequeñitos y han pasado por múltiples etapas en el proceso, pero siempre con el objetivo vital claro. El amor que tiene por la naturaleza y por la gente se refleja en muchos pasajes del libro, y especialmente cuando habla de los habitantes del Congo, humanos o no. Y precisamente por su compromiso, ha hecho de la ciencia su principal herramienta, ya que es la única vía que ve para conseguir la conservación del medio ambiente.

Su conclusión vital es que desarrollo económico, energético y medioambiental van de la mano, que no se puede hacer uno contra el otro, que es imposible, y por eso su libro concluye de forma lapidaria: "Environmental humanism will eventually triumph over apocalyptic environmentalism, I believe, because the vast majority of people in the world want both prosperity and nature, not nature without prosperity." Esta conclusión vital de Shellenberg es coherente con las enseñanzas de la teoría económica: el mercado libre es la forma en que se satisfacen las necesidades humanas al menor coste posible, y eso tiene que tener repercusión en la naturaleza, pues una necesidad satisfecha a menor coste, necesariamente supone un menor consumo de recursos. Shellenberg aporta numerosos ejemplos de esto en su libro, aunque sin referirse en ningún momento a la teoría económica que lo sustenta.

Por ejemplo, de los plásticos nos dice que son una forma mucho más barata de satisfacer necesidades humanas que antes requerían mayor consumo de recursos naturales (peines de huesos de ballena o de márfil, por ejemplo). Así,  "The plastics parable teaches us that we save nature by not using it, and we avoid using it by switching to artificial substitutes."

En todo caso, el ejemplo por excelencia, y al que un tratamiento más completo va a dar, es, no podía ser de otra forma, el de la energía. Para empezar, "How wealthy we are is thus reflected in the amount of energy we consume. The average Congolese person consumes the energy equivalent of 1.1 kilograms of oil per day (kg/day). The average Indonesian consumes the energy equivalent of 2.5 kg/day. The average U.S. citizen consumes 19 kg/day." Siendo así, la clave para mejorar el bienestar es el abaratamiento de la energía. 

¿Y qué energía tiende a ser más barata? La solución es clara y coherente, una vez más, con lo recién dicho de teoría económica: aquella que tiene una mayor "densidad energética", esto es, que produce más watios por unidad de masa empleada. Lógica y necesariamente, la energía más barata será también la que tenga un menor impacto medioambiental, por la misma razón que es la más barata. Y así queda explicado algo que intuitivamente nos llama mucho la atención: ¿cómo puede ser que los enormes huertos solares, o los paisajes repletos de molinillos, sean más respetuosos con el medio ambiente que una central nuclear que solo echa humo blanco al aire, y ocupa muchísimo menos espacio por Watio producido (que además no depende del clima ni de la hora del día)? 

Efectivamente, nos explica Shellenberg apoyado en multitud de datos científicos y técnicos, no es así: las energías renovables dañan más el medio ambiente que la nuclear y las solares o eólicas, más que las hidroeléctricas. El criterio es siempre el mismo: densidad energética del combustible. "The fact that the energy density of fuels, and the power density of their extraction, determine their environmental impact should be taught in every environmental studies class."

Un dato curioso, soportando también la tesis anterior, ante por unos derroteros quizá inesperados: ¿qué contamina más, un automóvil o un carro de caballos? Siguiendo el criterio anterior, nos da el contraintuitivo resultado de que el automóvil. Y así efectivamente es, cuando comparamos caballos y coche para un mismo recorrido o uso. Nos cuenta Shellenberg: "Horse-drawn carriages made New York City unlivable in the years before the introduction of the automobile. The streets were dirty and dusty and stank of urine and feces, which brought flies and disease. Petroleum-powered vehicles allowed for much higher power densities with much less pollution."

Observa Shellenberg que con el tema energético la sociedad ha caído otra vez en el mito del naturalismo, de que las energías renovables son mejores porque son naturales "Just as people imagined “natural” products from tortoiseshell and ivory to wild salmon and pasture beef are better than “artificial” alternatives, people imagine that “natural” energy from renewables like solar, wood, and wind is better than fossil fuels and nuclear." Pero ya hemos visto que la ciencia desmonta el mito, y que desde todos los puntos de vista, incluido el medioambiental, son mejores las alternativas artificiales que las naturales.

Esta, por supuesto, es la explicación benevolente. Para una explicación menos ingenua, y seguramente más realista, Shellenberg nos habla de muchos ecologistas de pro, tanto individuales como organizaciones. Entre otros, Al Gore, o un tal Brown activista contra las nucleares. Entre las organizaciones, tenemos a Greenpeace y a otras americanas. Nos llevaremos la (relativa) sorpresa, que detrás de estos tipos y organizaciones suele haber empresas de combustibles fósiles, haciendo campaña para que las nucleares se cierren. Claro, la de pasta que puede ganar esta gente si toda la energía generada por nucleares o hidroeléctricas se tiene que generar con combustibles fósiles. Y, a su vez, tenemos a los fabricantes de molinilllos y solares (entre otros, ese personaje lleno de sombras llamado Elon Musk) haciendo lo propio con las fósiles. Mucho dinero en juego y mucha aparente corrupción política, sobre todo en las administraciones Demócratas de los EEUU.

Shellenberg no se conforma con documentar la situación a la que hemos llegado, Además, trata de buscar explicaciones sociológicas y psicológicas a las actitudes de la gente. Ya hemos visto cómo da una explicación basada en el mito del naturalismo. Me ha gustado especialmente esta reflexión que hace sobre el Neomalthusianismo, y cómo esta corriente de pensamiento se empeña en atacar las tecnologías que hacen inválidas sus profecías catastrofistas. Empezando por el propio Malthus, quien "had to attack birth control to predict overpopulation." y siguiendo con Holdren and Ehrlich, que predecían que todos moriríamos de hambre, y "had to claim fossil fuels were scarce to oppose the extension of fertilizers and industrial agriculture to poor nations and to raise the alarm over famine." En la actualidad, el testigo lo han recogido los activistas del cambio climático que  "have to attack natural gas and nuclear energy, the main drivers of lower carbon emissions, in order to warn of climate apocalypse."

Este es un libro escrito por un activista ecologista. Explica con base científica la magnitud real del cambio climático, y las formas prácticas de combatirlo. Y nos llevamos la sorpresa de siempre cuando hay políticos por medio: las soluciones impulsadas por esta gentuza van, como siempre, en contra de la sociedad y del medio ambiente al que dicen proteger. Como es "de siempre", no es una sorpresa, pero es interesante verlo constatado por alguien que sí parece creer (o haber creído) en la política para resolver esta clase de problemas.

Para los que ya sabíamos que la política nunca es solución, es refrescante ver los argumentos científicos y técnicos que se dan a favor de dejar que los mercados funcionen sin interferencia política, aunque en ningún momento Shellenberg lo diga así y quizá ni siquiera lo piense. Muy instructiva y muy recomendable lectura.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

El enigma de la habitación 622 ("L'énigme de la chambre 622"), de Joël Dicker

Con esta novela me pasó algo curioso, propio del nuevo mundo digital, y es que pensé que la estaba leyendo cuando realmente algunos listillos habían deslizado otro texto bajo el mismo título. La novela apócrifa era verdadera basura, y aquí dejé su reseña. En los párrafos iniciales revisados, me prometía leer la verdadera novela, y me reservaba posibles referencias deprecatorias hacia el autor, como las allí proferidas de forma injusta, hasta la lectura. Evidentemente, en mi fuero interno, no pensaba que la novela de Dicker pudiera ser tan mala como esta bazofia, o sea, que me iba a poder ahorrar los improperios.

Ay, qué equivocado estaba. Y esta vez espero haber leído de verdad la obra de Dicker. De hecho, me he asegurado buscando otras reseñas. Esta novela, sin ser tan mala como la apócrifa, es verdaderamente lamentable, una estafa del escritor a sus lectores, o quizá de la editorial, no lo tengo claro. Sí, ya sé que llueve sobre mojado, pero es lo que hay. Tengo la sensación que haber leído un libro escrito por un niño de 13 o 14 años (con todos los respectos hacia esa franja de edad, pero también es claro que normalmente no tienen la madurez para desarrollar la trama de una una novela para adultos). Y quizá no vaya desencaminado: quizá, presionado por la editorial, Dicker desempolvó estos escritos abandonados y se los endosó como literatura, y coló, porque lo que buscaba el editor era solo el nombre del escritor en la portada. Yo qué sé.

De que la novela va a ser mala uno se apercibe bastante pronto. Yo creo que en las primeras 50 páginas ya te das cuenta de que eso no es serio. Y, aún así, sin esperanza de que la cosa mejorara, me he zampado las 600 o 700 que debe de tener el tomo. Por lo menos he practicado francés.

Se trata de la investigación que el autor ( el propio Joël) aborda con una conocida de un crimen cometido hará unos cuantos años en la habitación 622 del hotel Verbier, Los principales protagonistas son dos banqueros, uno de familia, Macaire, y otro sobrevenido, Lev, y la mujer-amante de ambos, Anastasia, de la nobleza rusa. La trama se construye sobre el triángulo amoroso entre estos personajes, y sobre la rivalidad de los dos masculinos para hacerse con la presidencia de la empresa bancaria familiar.

En el momento en que Macaire argumenta ante el accionista principal, Tarnogol, que él tiene que ser el presidente por que Lev siempre llega tarde al trabajo y nunca está en su oficina cuando se le busca, ya tenemos un claro indicio de lo que cabe esperar de la narración. Y, efectivamente, no habrá sorpresas al respecto.

Es más, y ojo que voy con spoiler, el nudo decisivo de la trama consiste en que, espera, dejo pasar más palabras y hasta una línea para que nadie lea el spoiler sin querer. Bueno, ahora así: consiste en que Lev es realmente también otros personajes de la novela, de los que se disfraza y a los que da vida, entre ellos el propio Tarnogol. O sea, el plan es que Tarnogol nombre a Lev presidente de la banca y a continuaciòn se lo trague la tierra.

Otro de los aspectos absurdos de la trama: resulta que Macaire forma parte del P30, un servicio secreto suizo que se dedica a anticipar posibles denuncias de blanqueadores de dinero en las entidades suizas. Repito, a prevenir que los nombres de posibles delincuentes con dinero en Suiza sean denunciados. Como lo digo. Que esto sea a su vez una superchería de Lev para con Macaire no le quita intento de verosimilitud. Por cierto, que en una de sus misiones en Madrid, se encontrará con un informático, un tal Pérez, "au musée du Prado, devant le tableau de Goya Tres de Mayo"Sí, yo también me quedé sin palabras. 

Creo que esta novela no merece lectura ni muchas más líneas en esta entrada. Es más, la consecuencia de esta novela debería de ser la marginación de su autor, de quien me prometo no volver a leer nada. Y eso que me ha parecido uno de los autores francófonos contemporáneos más interesantes, y tampoco hay tantos (al menos, yo no conozco).

Curiosamente, y esto abona mi hipótesis de escritura adolescente, hay al comienzo de la obra unos pasajes interesantes sobre la naturaleza de la escritura y de la literatura, muy en la línea del caso Quebert, que reflejen mayor madurez del escritor, que habría redactado esta envoltura para una obra de otro modo inaceptable: 

"Les gens considèrent souvent que l’écriture d’un roman commence par une idée. Alors qu’un roman commence avant tout par une envie : celle d’écrire."

"Or, une intrigue, comme son nom l’indique, doit être constituée de questions. Commencez par poser votre trame de façon interrogative"

Por último, una frase en la que Dicker o, al menos su editor en esta ficción, Bernard, concluye que las series son el nuevo cine, algo con lo que cada vez más gente está de acuerdo: "Il avait pris conscience de la prépondérance des séries modernes sur le cinéma, puisqu’elles en avaient désormais les moyens, les réalisateurs, les acteurs, avec le bénéfice d’une durée étendue. En voyant les premières images de notre série, Bernard me dit : « La série, c’est le nouveau cinéma. »".
Evidentemente, nada de esto redime a Dicker ante mis ojos. Un escritor menos para mí.


 

martes, 14 de diciembre de 2021

El dinero, de Carl Menger

Por razones diversas, por fin llegó la hora de leer alguna de las obras del fundador de la escuela austriaca, el gran Carl Menger. No sé muy bien por qué aún no había leído nada de él, aunque supongo que será porque estaba esperando a poder leerlo en alemán, lo que a su vez influía en que me diera pereza leerlo. Otra razón, quizá más directa, es que no esperaba encontrar en su lectura nada que no hubiera aprendido ya en sus sucesores, Rothbard, Mises o Böhm-Bawerk a quienes sí he leído extensa e intensamente.

Bueno, en todo caso, por fin le llegó la hora. Me apresuro a afirmar que no lo he leído en alemán, como revela el nombre de la entrada, en que no aparece el título en la lengua original, hago que hago siempre con los libros que leo sin traducir. Y rápidamente añado que no me pesa haberle leído traducido, porque me da la impresión de que la traducción es bastante buena y precisa. Adicionalmente, la edición que he leído incorpora un prefacio con la mitad de la extensión del ensayo de Menger, escrito en español, y que es tan interesante como la propia obra del austriaco, en parte por incidir sobre los puntos diferenciales de la doctrina de Menger en el momento en que lo escribe.

Desde el punto de vista sustantivo, no me parece que haya aprendido nada relevante con esta lectura. La principal idea que nos trasmite Menger es que el carácter original, derivado de su evolución y constatable por la historia, del dinero es "su función de intermediario de uso general en el intercambio de bienes". A partir de esta idea, Menger se enreda en explicar errores comunes relacionados con el sistema monetario y la concepción más moderna del dinero, errores que siguen a la orden del día en el mainstream y en el imaginario popular. O sea, son errores que es muy importante desmontar y a lo que contribuye la lectura pausada de esta obra, pero que a mí personalmente no me aporta nada, porque (creo) ya había entendido esos errores a grandes rasgos. Ello me ocasiona que la lectura se me haga un poco tediosa para alcanzar unas conclusiones que ya tengo asimiladas.

Ojo, no digo que dichas reflexiones no me hayan aportado nuevas perspectivas. Lo digo más bien en el sentido incremental: el valor añadido que me da esa perspectiva adicional no me compensa el esfuerzo que me supone la lectura.

Sí hay en cambio una nota positiva en la lectura de Menger que quiero destacar, y es su perspectiva esencialmente dinámica del proceso económico, que además basa en unos enciclopédicos conocimientos históricos, si hemos de creer que conoce todas las referencias que cita. Es sin duda esta visión mengeriana lo que me ha sorprendido y más me ha resultado provechoso de esta lectura, insisto, aunque los resultados los conociera ya de leer a otros autores de la escuela austriaca.

Me encanta cómo cuenta la emergencia del dinero mediante un proceso espontáneo, hayekiano, de descubrimiento por parte de las sociedades, y cómo además lo documenta históricamente con montones de referencias. Insisto que no me lo esperaba. Y no es que Rothbard o Mises no incluyan la visión dinámica en sus tratados, pues dicha visión es precisamente el rasgo diferencial de la escuela austriaca. Por supuesto que lo incluyen, de ellos (y de Kirzner, y de Lachmann) lo he aprendido. Es, simplemente, que no lo cuentan de esa forma, sino de una más sistemática, más de tratado económico ortodoxo.

Y sin embargo, esta forma de explicar los fenómenos económicos que utiliza Menger me parece la más natural (de hecho, es la que utilizo yo también cuando me toca explicarlos, sin saber que así lo hacía Menger). Solo por ellos, quizá esté justificado que aborde, por fin, la lectura de las obras principales del autor, esos Grundsätze y esos Untersuchungen. Aunque no sea en alemán, como debiera. Bueno, ya veremos.

jueves, 2 de diciembre de 2021

A prueba de fuego, de Javier Moro

Como ya anticipé tras leer Senderos de Libertad, he aquí otra lectura de Javier Moro, que creo que es su última novela. Desafortunadamente, éste es bastante más flojito que los otros que he leído de él, aunque seguramente sea más por el tema que por el estilo del escritor, que no obstante sí se ve influido en esta ocasión por el tema.

La novela va de la vida de los dos arquitectos Rafael Guastavino, el padre y el hijo, que tuvieron un papel muy importante en la construcción de muchos edificios en distintas ciudades de los EEUU a finales del XIX y principios del XX. Como digo, construyeron muchos, pero pocos son conocidos por el público no especializado. Por ejemplo, la catedral de San Juan Divino en Nueva York, que es el edificio con el que escoge el autor comenzar la obra. Yo puede que estuviera, pero no la recuerdo, sinceramente. Y lo mismo me pasa con los edificios citados para Boston, otra ciudad que conozco.

Lo cual nos lleva al siguiente punto crítico: para valorar los méritos arquitectónicos de los Guastavino se requiere un cierto conocimiento técnico, que Javier Moro no acierta a transmitir. Sus explicaciones se quedan en un batiburrillo de tecnología (presillas, losetas, carga...) que, a mí al menos, no me dicen nada, una vez se superan las comparaciones más sencillas ("Este papel tan fino, según lo dobles, puede aguantar mucho más peso que el suyo propio"). Y como hay bastante de este tipo de pasajes, la cosa se me hace aburrida.

La vida personal de los Guastavino tiene mucha miga, sin duda, pero es que a mí tampoco me van las telenovelas. Sí, era un mujeriego, llegó a tener cuatro mujeres simultáneamente en distintos estatus de relación. Y sí, quizá esa se la causa de los problemas sentimentales del hijo, que, no obstante, se terminan resolviendo de forma bastante convencional. A ver, está bien contado y no te aburres, pero al final del día no es demasiado interesante.

Por ello, lo que más me ha gustado del libro es cómo refleja ese ambiente de finales de siglo XIX y principios del XX, uno de los momentos de la historia en que más riqueza se ha creado, porque quizá haya sido el momento de la historia en que más libertad ha habido. En la Nueva York de esos momentos "Por todas partes se levantaban edificios y estructuras de proporciones colosales. El tren elevado gozaba de tanto éxito que estaban construyendo una cuarta línea. Sus locomotoras de vapor echando nubarrones de humo blanco por encima de la calzada se convirtieron en una estampa típica de la ciudad.". Y nada de esto se hacía con impuestos o por la administración, porque apenes existía.

"—La confianza es la base de nuestro trabajo—dijo uno.—Los buenos negocios son los negocios en los que todo el mundo gana—dijo el otro." Aunque luego resulta que eran estafadores, lo que dicen revela el espíritu de la época: ilusión, ambición, ingenuidad. Y no solo en los EEUU: también hay referencias a Cuba, Argentina ("En aquella época, Argentina era el segundo país más rico del mundo y se levantaban opulentos edificios en Buenos Aires") y, cómo no, las Valencia y Cataluña de la juventud del padre. Por cierto, con especial referencia a la Lonja de Valencia que impresionó el espíritu de ambos protagonistas: "Así fue empapándose de ese «espacio magnífico», como fue descrita la Lonja, de esa «impecable maravilla» de la que mi padre decía que respiraba exactitud, proporción, elevación, grandeza."

Me ha sorprendido el relevante papel que jugaban los españoles en Nueva York, con personajes como José Francisco Navarro, socio de Edison y parte integral de la alta sociedad neoyorquina. En la misma línea, se constata la visión tan positiva que tenían de España, como lo demuestra la exposición universal de Chicago, llamada "colombina" y en que el personaje de más tirón fue una princesa española (quien, no obstante, parece que dejó un mal sabor de boca). Compárese con la situación actual en que de allí parecen llegar tan solo insultos y desprecios al papel jugado por España en la empresa del Nuevo Mundo.

En el lado negativo, podemos observar el papel que empiezan a desempeñar las patentes en los negocios. No se olvide que una patente es un privilegio de monopolista sobre algo que un funcionario dice que tú has inventado. Movidas con ellas ha habido unas cuantas (la invención del teléfono, sin ir más lejos), y aquí se están plantando las semillas del sistema, del que ya se benefician los más espabilados: "A la vista de cómo nos estaba yendo con las que había registrado, no había duda. El mundo pertenecía a los dueños de patentes. Edison andaba ya por el millar… Así que yo también me puse a ello, y entre 1891 y 1892 deposité tres patentes a mi nombre, dos para forjados de techos y una de arcos tabicados.". Y eso que en aquel entonces tan solo concedían privilegio por 5 años!

Otro germen que aparece es el de Disney, aunque este es claramente más anecdótico. Resulta que el padre de Walt trabajó como capataz en los trabajos de Guastavino para la Expo de Chicago. Así nos lo cuenta don Javier: "Contratamos a un oficial pelirrojo, un irlandés llamado Elías Disney que conocía bien su trabajo y que añoraba su vida de campesino. Era un buen hombre, muy serio. Años más tarde, su hijo pequeño, Walt, se inspiró en lo que su padre le contó de la exposición para su propio reino de la magia, el famoso Magic Kingdom."

A todo esto, el título del libro de refiere a la cualidad ignífuga de las obras de los Guastavino, muy demandada en los EEUU tras el impacto que había supuesto el incendio de Chicago: "le conmovió la descripción de la destrucción de Chicago, los trescientos muertos, los nueve kilómetros cuadrados de ciudad arrasada, los diecisiete mil edificios calcinados, todo lo que la prensa contaba sobre el caso.". Esta fue la gran oportunidad de futuro que vislumbró Guastavino padre y que le compelió a marcharse de España a esa tierra prometida, aunque en su decisión también obraron causas mucho más personales, como bien contará Moro. Pero ya he dicho que esta parte de telenovela me ha interesado poquito.

Cierro con dos pasajes. Primero una reflexión filosófica: "Cuánto cambiarían las relaciones entre la gente si tuviésemos clara y bien presente la inevitabilidad de la muerte."

Y segundo, una pequeña puntada al nacionalismo catalán, en la persona de ni más ni menos que el gran arquitecto modernista Puig i Cadalfach, uno de los tres grandes con Gaudi y Muntaner, y todos ellos sucesores e influidos por los Guastavino. Resulta que el amigo Puig i Cadalfach fue quien bautizó a las bóvedas de los Guastavino como "bóveda catalana", "una expresión que permaneció y que se suele asociar con nuestro trabajo. Debía responder a la necesidad catalana de fraguarse una identidad nacional a través de la arquitectura, porque nosotros nunca la utilizamos." ¿Pues no había nacido en Valencia Guastavino?

No es este el mejor libro de Moro, y me cuesta recomendarlo. Yo creo que el lector promedio no lo apreciará tanto como aquel que tenga un cierto interés y conocimientos en arquitectura.