martes, 1 de marzo de 2022

How Innovation Works, de Matt Ridley

Matt Ridley es un Lord inglés que en sus numerosos ratos de ocio se dedica a la investigación y divulgación. Su libro más conocido, traducido incluso al español, es El Optimista Racional, que no he leído. Su aproximación a los temas y su curiosidad le dotan de una amplia cultura, que demuestra sobradamente en este libro.

El objetivo de Ridley es tratar de entender cómo se produce el elusivo, pero permanente, fenómeno de la innovación. Y para ello se va a la evidencia empírica, investiga y lee mucho, y de resultas no saca este ensayo, repleto de interés y de historias. Porque lo que hace Ridley es contarnos la historia de numerosas invenciones, algunas muy relumbronas (energía nuclear, los teléfonos móviles, la ingeniería genética) y otras más modestas (el número "cero" o la S del water), pero todas con espectacular impacto en la humanidad. 

Así las cosas, estructura sus historias de la innovación en torno a los temas de energía, salud, transporte, comida, TIC, "baja tecnología" e innovación prehistórica. Sus observaciones le llevan a concluir que la innovación rara vez es un acto singular, por mucho que el sistema de patentes y la mitología nos lleven a identificar inventores de las cosas. En la gran mayoría de los casos, las innovaciones proceden gradualmente, con múltiples protagonistas, a base de mucho trabajo de prueba y error. Es habitual que varias personas trabajando independiente inventen algo casi al mismo tiempo. "Innovation is not an individual phenomenon, but a collective, incremental and messy network phenomenon."

Dejo aquí el párrafo resumen de la invención del motor de combustión interna, como ejemplo: "So who invented the motor car running on an internal-combustion engine? Like the steam engine and (as I will show later) the computer, there is no simple answer. Ford made it ubiquitous and cheap; Maybach gave it all its familiar features; Levassor provided crucial changes; Daimler got it running properly; Benz made it run on petrol; Otto devised the engine’s cycle; Lenoir made the first crude version; and de Rivaz presaged its history. And yet even this complicated history leaves out many other names: James Atkinson, Edward Butler, Rudolf Diesel, Armand Peugeot and many more."

Ridley da un papel fundamental a la energía: "Yet energy itself does deserve to be singled out. It is the root of all innovation if only because innovation is change and change requires energy." He aprendido a valorar la energía y la importancia que tiene más allá de la obvia y directa que todos conocemos, en parte también gracias a la reciente lectura de Schellenberger. Así que me parece muy relevante el indicador sintético que nos propone Ridley para nuestro bienestar, en línea con el que proponía Schellenberger en su obra (consumo de energía per-capita): "A minute of work in 1880 on the average wage could earn you four minutes of light from a kerosene lamp; a minute of work in 1950 could earn you more than seven hours of light from an incandescent bulb; in 2000, 120 hours."

Una parte importante de las historias tiene que ver con los obstáculos para sus esfuerzos que los emprendedores encontraron. Por supuesto, algunos venían de competidores, pero los más importantes y costosos de superar venían, se puede adivinar fácilmente, de Gobiernos y sus regulaciones. No me detendré en ellos, salvo que para centrarme en los "éxitos" de nuestra Comisión Europea. A Ridley le preocupan especialmente, porque entiendo que escribe el libro en tiempos previos al Brexit. Y para no hablar de las TICs, que es donde siempre estoy, cojo otro análisis dedicado a la biotecnología, pero que es tal cual extrapolable: "Whereas America had taken out 872 patent families and China 858, the EU had only taken out 194 and the gap was growing. They concluded: ‘It would be a delusion not to consider the GMO bans in Europe as having had a strong negative impact on the future of biotechnology on the continent." O sea, no solo nos quedamos atrás en IA (Inteligencia Artificial), 5G y plataformas, sino básicamente allá dónde mires.

Relacionado con ello, Ridley también tiene unas palabras para el mito creacionista de que, de alguna forma, los Gobiernos están detrás y dirigen los esfuerzos de innovación (la hipótesis de una tal Mazzucato, con gran predicación en nuestros políticos, ver aquí, por ejemplo). 

Y es que "Technology is absurdly predictable in retrospect, wholly unpredictable in prospect. Thus predictions of technological change nearly always look very foolish.". Por eso, es simplemente imposible realizar un esfuerzo planificado para conseguir innovaciones.

La innovación, demuestra Ridley, ha sido, es y será clave para la prosperidad de la humanidad. ¿Y cómo se consigue que haya innovación? La receta es muy sencilla: hace falta libertad, para intercambiar ideas, para equivocarse, para probar cosas. Ambas ideas las resume Ridley en un frase preciosa: "Innovation is the child of freedom and the parent of prosperity."

Este ensayo es magnífico, su lectura es un verdadero deleite, tanto por lo bien escrito que está como por lo instructivo que resulta. Lo recomiendo sin ambigüedad.

Eso sí, tiene un pequeño problema, un incordio, que ya detecté en la obra de Mignardi y McCloskey antes citada: su desprecio, implícito y explícito por lo español, como si el imperio español no hubiera aportado nada a la humanidad y fuera solo una rémora. Me parece increíble que no haya mención a la innovación llevada a cabo por los descubridores y conquistadores de todo un continente.

En esta recopilación  que hace de imperios, falta uno de unos 300 años: "The Egyptian, Persian, Roman, Byzantine, Han, Aztec, Inca, Hapsburg, Ming, Ottoman, Russian and British empires all bear this out." Aunque a lo mejor es para bien, y excluye al español de los defectos que encuentra en todos los demás. No lo creo, simplemente lo ignora, o lo desconoce.

Claro que esta frase es la que probablemente se lleve el premio gordo a su ignorancia al respecto de España. Está hablando de la invención de una locomotora y nos dice que su inventor la llamó "Salamanca after the Spanish battle in which...". O sea, se llama Salamanca por una batalla y no por la ciudad en cuya cercanía transcurrió la misma y cuna de una de las universidades más importantes de los siglos XIV a XVII. Regustillo amargo tras una excelente lectura. Estos Lores ingleses...




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