Desde hace unos años, esta novela clásica aparece en la lista de los tops en literatura inglesa, y sé que se lee en institutos. Es curioso, porque nunca la había visto antes, y su lectura me parecía que tenía poco que aportar: novela de terror blockbuster gracias a las múltiples versiones en cine y teatro, y a todas las encarnaciones que ha tenido el monstruo.
El caso es que no podía dejar de leerla ante la continúa recomendación. Y por fin cayó. Me he encontrado una novela romántica de una mediocridad apabullante, y me temo que la explicacion que encuentro a su inclusión en dichas listas es de igualdad de género, que hay que incluir escritoras en las mismas, porque Jane Austin sola no es suficiente.
Siento ser tan duro, pero es que me ha decepcionado esta novela, y eso que iba sin demasiadas expectativas, básicamente me conforma con enterarme de forma oficial de la historia del monstruo (todo el mundo sabe que Frankenstein es el apellido del tipo que lo crea, y no llega a dar ningún nombre a su creación infernal).
Empezando por el estilo de escritura, es lo que cabe espera del género romántico, dominado por la exageración continua y las emociones extremas ante la mínima chorrada. Claro, esto cuando escribes como Victor Hugo, es muy aceptable. Si no llegas a esos niveles, a mi tiende a hacérseme insoportable, no solo en Shelley sino en otros autores, principalmente alemanes. Es un mal comienzo: repasando fragmentos subrayados, apenas tengo alguno que me haya llamado la atención por su calidad literaria.
Lo que nos deja al pairo de la historia para sacar provecho de esta lectura. Reto difícil, porque ¿quién no conoce la historia de Frankenstein? Hay sorpresas, por supuesto, pero el problema de fondo es que la historia es absurda, y no por la asunción de ciencia ficción de que el hombre pueda crear vida: eso se acepta y, en el fondo, es la gran aportación de esta novela. No es por eso.
Veamos de qué va la vaina: Victor Frankenstein, tras intensas investigaciones, es capaz de dar vida a una criatura (en la ciudad alemanda de Ingolstadt, por cierto). Sin embargo, inmediatamente se arrepiente de su obra, y ésta huye sin que volvamos a saber nada de ella. No hay ningún episodio de búsqueda de miembros u órganos como sí ocurre en todas las versiones de cine que conozco, y de hecho apenas se describe el milagro.
Victor nos sigue contando su historia, y hasta dos años después no se vuelve a cruzar con la criatura, en las afueras de Ginebra, ciudad natal del protagonista y a la que retorno. No me digan que no es casualidad. Será en un paseo por el Montblanc y el mar de hielo cuando se encuentre de nuevo a su creación, que ahora sí, le contará con todo detalle su vida desde que le creó. Y no vean cómo casca la criatura, que parece la misma Mary Shelley o su amigo Lord Byron. Es en esta parte donde aparecen los conocidos episodios de la vida del monstruo, jugando con la niña y con el ciego. Pero es que es tan inverosimil que la criatura haya aprendido a hablar y leer, y razonar por su cuenta...
Es tras esta narración dónde aparece la parte más interesante de la novela, las reflexiones sobre la relación entre creador y obra creada, la responsabilidad de aquel para con éste: "Oh, Frankenstein, be not equitable to every other, and trample upon me alone, to whom thy justice, and even thy clemency and affection, is most due. Remember, that I am thy creature; I ought to be thy Adam; but I am rather the fallen angel, whom thou drivest from joy for no misdeed."
El monstruo amenazará a Victor con dañar a sus seres queridos sino le da una compañera, tras haber constatado que nadie le acepta y esta solo en el mundo. O sea, que lo de la novia de Frankenstein se lo inventó también Shelley. Alguna frase de las proferidas por el monstruo es excelente: "Remember that I have power; you believe yourself miserable, but I can make you so wretched that the light of day will be hateful to you. You are my creator, but I am your master;—obey!”"
Pero Victor no lo hará por razones diversas, y la criatura llevará a cabo su venganza, transformándose así en el verdadero monstruo que el protagonista estaba forzando. Y entonces Frankenstein, que hasta ese momento temía al bicho, decide que le va a perseguir por todo el mundo hasta darle caza. Eso nos lleva por toda Europa hasta Siberia (por increible que parezca), y es allí por fin donde terminará la historia, cuando Victor es recogido por el barco de Walton que está encajonado entre los hielos del océano Ártico. Victor cuenta su historia a Walton (en realidad, el libro es esta narración), y tras ello muere. dejando la historia preparada para una segunda novela en que Walton continuaría la persecución del monstruo, se supone.
Como se ve, la trama es un puro coladero. Los críticos valoran también dos aspectos de la novela: 1) las numerosas referencias a obras clásicas, especialmente Lost Paradise, pero también obras de otros poetas románticos; 2) Las descripciones de los lugares visitados por Frankenstein, que es cierto que en esta novela hay mucho viaje. Estas descripciones provienen de la propia experiencia de los viajes de la autora, según parece. A mí ambos aspectos me parecen muestra de pereza de una señora que se ve obligada a llevar una historia corta hasta una extensión de novela. Por cierto que es la propia Shelley la que explica en el prefacio cómo se gestó la novela, en la famosa reunión de poetas en Suiza.
Yo, la verdad, no encuentro nada que haga esta lectura especialmente recomendable. Le pongo un tick, y a por otra cosa que merezca la pena.
Antes, un par de extractos con reflexiones que me han llamado la atención.
Primero, sobre emprendimiento: "if no man allowed any pursuit whatsoever to interfere with the tranquillity of his domestic affections, Greece had not been enslaved; Caesar would have spared his country; America would have been discovered more gradually; and the empires of Mexico and Peru had not been destroyed."
Y esta segunda sobre la vida del viajero, que, como digo, Shelley conocía por experiencia propia:"But he found that a traveller’s life is one that includes much pain amidst its enjoyments. His feelings are ‘for ever on the stretch; and when he begins to sink into repose, he finds himself obliged to quit that on which he rests in pleasure for something new, which again engages his attention, and which also he forsakes for other novelties". Qué cierto.