Tenía curiosidad por conocer cuál era el modelo económico que nos iba a imponer ZP con la idea de salvar España y el mundo a su medida. Así que, en cuanto tuve oportunidad, me eche un vistazo al resumen pdf que el el gobierno ha publicado con el contenido de la renombrada ley. Se me presentaba una inmejorable oportunidad de criticar con la teoría económica austriaca la medida estrella del gobierno.
Tras leerlo, uno no sabe si reir o llorar. Llorar porque esa ley demuestra la capacidad de nuestros actuales gobernantes PSocialistas, que queda así demostrado ser nula. Reir porque, con esta ley, poco más van a fastidiar la economía de los españoles, ya que no hay nada relevante. En todo caso, nada que poder analizar con teoría económica.
La cacareada ley es un sumatorio asistemático de las ideillas y ocurrencias que han tenido los señores del gobierno en los últimos meses. Digo sumatorio, quizá debería decir colección, porque una suma supone elementos homogéneos (no se pueden sumar peras con manzanas), y aquí no hay nada homogéneo, cada cosa es de su padre y de su madre.
Incluyen la reforma de las entidades reguladoras, lo del Mega para el servicio universal, la publicación de la retribución de los directivos de las cotizadas, y alguna chorrada más. Nadie se ha parado a pensar (afortunadamente) en una actuación conjunta. Esto ha pasado por los ministerios, cada uno ha hecho sus propuestas, y la Salgado ha hecho "copy-paste" y lo ha metido en el mismo documento. Lo mismo que hacen los inútiles cuando lideran un equipo para hacer un informe: no dan más de sí, y no son capaces de integrar propuestas en alguna dirección.
Eso sí, grupos crean unos cuantos:
- Grupo especial de evaluación del gasto que analizará, tanto los programas de gasto, como la estructura y procedimientos de los diversos ministerios y organismos públicos, y realizará recomendaciones para incrementar su eficiencia.
Este es mi preferido: para reducir gastos, empezamos incrementándolos con un "grupo".
- Mesa de Movilidad Sostenible como órgano consultivo, asesor y de cooperación de todos los agentes vinculados a la movilidad.
- Conferencia Sectorial de Energía como órgano de coordinación entre el
Estado y las Comunidades Autónomas en materia de preparación, desarrollo y aplicación
de la planificación estatal sobre energía.
Hay mucha estupidez metida en esta ley. Pero sí me he de quedar con una, opto por lo de la morosidad. Esta Ley LUCHA contra la morosidad de las Administraciones. "Se obliga a las Administraciones a abonar el pago en los treinta días siguientes a la expedición de las certificaciones de obras, a partir de 2013".
A ver si nos enteramos: la morosidad de las AAPP no se resuelve con una ley. Ya la hay. El problema es que las AAPP no cumplen la ley, ni la van a cumplir, aunque lo pongan en 10 días. ¿Por qué? Porque ess es el interés general.
domingo, 29 de noviembre de 2009
sábado, 28 de noviembre de 2009
El valor de los inmuebles del centro de Madrid
Hace ya tiempo que las empresas de este país huyeron de los centros de la ciudadades, y, en particular, del de Madrid. Allí, en todo caso, dejan edificios emblemáticos, no usados ya para cobijar sus trabajadores, sino como tiendas o salas de exposiciones. Y es que estas empresas se dieron cuenta de qué al valor inmobiliario del centro, era más rentable enajenar sus sedes, y sacar lo que pudieran a las afueras, al extra-radio, donde los inmuebles son más baratos. De esta forma, ponen en valor sus activos, y ahorran gran cantidad de costes, sobre todo de oportunidad (en el caso de que los edificios fueran suyos).
¿Y quiénes se quedaron con estos inmuebles? Un paseo por el centro de Madrid da rápida respuesta: nuestras queridas administraciones públicas. Por la calle de Alcalá se suceden sedes ministeriales y de organismos públicos, culminando con el Banco de España y la flamante nueva sede del ayuntamiento de Madrid. Pero, con más modestia quizá, esta calle también cobija la CNE, el ministerio de Igualdad, algo de prisiones, el ministerio de Cultura, y diversas administraciones de la Comunidad de Madrid.
No podía ser de otra forma. Aquellas entidades cuyos clientes no tienen opción ha dejar de pagar por una sede en el centro, son los adquirientes o usuarios de los inmuebles. Las empresas no se lo pueden permitir. Esto es, los clientes no toleran e extracoste que estos lujos conllevan. Y se salen con sus trabajadores a otras áreas. No ocurre lo mismo con las administraciones, cuyos costes los padecen los ciudadanos sin posibilidad de disciplinar. Así que para los presidentes o jefes de estas entidades, lo guay es tener el edificio en el centro. A nadie tienen que rendir cuentas. Y nuestro centros se populan de admisnitraciones públicas. Qué triste imagen para una ciudad pujante como parece ser Madrid.
Pero la reflexión va un poco más allá: si los únicos adquirientes/usuarios de estos inmuebles son las administraciones, que, por definición, no saben valorar los recursos del mercado, entonces, ¿quién hace que los precios de los inmuebles del centro sean tan caros que hay que salirse fuera? ¿Será posible que sean las propias administraciones las que con nuestros impuestos estén empujando estos precios hacia arriba, de forma que las empresas y trabajadores que pagamos los mismos nos veamos obligados a trabajar en las afueras? Sería una más de las paradojas que nos envuelven.
Más fácil es la explicación de "grupos de presión". Esto es, de alguna forma, la forma de poner en valor estos activos es "convencer" a la administración pública de que compre esos edificios a un precio que nadie en su juicio pagaría.
¿Y quiénes se quedaron con estos inmuebles? Un paseo por el centro de Madrid da rápida respuesta: nuestras queridas administraciones públicas. Por la calle de Alcalá se suceden sedes ministeriales y de organismos públicos, culminando con el Banco de España y la flamante nueva sede del ayuntamiento de Madrid. Pero, con más modestia quizá, esta calle también cobija la CNE, el ministerio de Igualdad, algo de prisiones, el ministerio de Cultura, y diversas administraciones de la Comunidad de Madrid.
No podía ser de otra forma. Aquellas entidades cuyos clientes no tienen opción ha dejar de pagar por una sede en el centro, son los adquirientes o usuarios de los inmuebles. Las empresas no se lo pueden permitir. Esto es, los clientes no toleran e extracoste que estos lujos conllevan. Y se salen con sus trabajadores a otras áreas. No ocurre lo mismo con las administraciones, cuyos costes los padecen los ciudadanos sin posibilidad de disciplinar. Así que para los presidentes o jefes de estas entidades, lo guay es tener el edificio en el centro. A nadie tienen que rendir cuentas. Y nuestro centros se populan de admisnitraciones públicas. Qué triste imagen para una ciudad pujante como parece ser Madrid.
Pero la reflexión va un poco más allá: si los únicos adquirientes/usuarios de estos inmuebles son las administraciones, que, por definición, no saben valorar los recursos del mercado, entonces, ¿quién hace que los precios de los inmuebles del centro sean tan caros que hay que salirse fuera? ¿Será posible que sean las propias administraciones las que con nuestros impuestos estén empujando estos precios hacia arriba, de forma que las empresas y trabajadores que pagamos los mismos nos veamos obligados a trabajar en las afueras? Sería una más de las paradojas que nos envuelven.
Más fácil es la explicación de "grupos de presión". Esto es, de alguna forma, la forma de poner en valor estos activos es "convencer" a la administración pública de que compre esos edificios a un precio que nadie en su juicio pagaría.
miércoles, 25 de noviembre de 2009
La ilusión de los servicios que nos suministra el gobierno
Es muy difícil que la gente vea la realidad que ocultan los gobiernos y sus servicios, pero no por ello hay que seguir intentando iluminar a los obnubilados. Y creo la reciente peripecia del Alakrana ofrece una nueva oportunidad para forzar a los ciegos a ver.
La mayor parte de la gente cree en un estado que garantiza sus supuestos derechos, que le va a soportar en caso de necesidad, al que puede acudir cuando necesita justica o sanidad, que es su garante definitivo cuando llegue la jubilación. Todos necesitamos ese marco de pretendida certidumbre para seguir adelante. Pero la realidad es completamente distinta.
Lo único seguro en relación con el estado es que nos quita parte de la riqueza que generamos para usarlo según sus designios. Todo lo demás está sujeto a tanta o mayor incertidumbre que la vida normal. Y eso pese a todas las constituciones, leyes y normas de todo tipo que pretenden garantizarnos cosas. Eso no es más que propaganda, sabia y profusamente diseminada por todos los poros que abrimos a la sociedad que nos rodea: medios, universidades, colegios, políticos...
Pero la realidad es muy tozuda. Y cuando las cosas se complican, todos padecemos en nuestra carne la crudeza de los servicios públicos. ¿No es una función indiscutible del estado la defensa de los ciudadanos? ¿No le pagamos montones de impuestos para que nos defienda de enemigos interiores y exteriores? ¿No es quizá ésta la función por excelencia del estado, la razón última de que estemos agrupados como sociedad, nuestra mutua defensa? Si el estado falla en esto, ¿en qué podremos esperar que funcione?
Pues ahí lo tenemos en toda su magnitud, el desastre que supone el estado en las cosas más nimias. La defensa pública funciona siempre, menos cuando tiene que funcionar. Es un concepto abstracto: el estado me protege del enemigo. Y seguimos adelante, mientras no tengamos enemigo. Porque el día que realmente lo tenemos, estamos solos ante el peligro.
El caso del Alakrana es la enésima prueba más. Unos marineros por el Índico pescando; llegan unos cuantos mataos somalíes con sus metralletas, los capturan, y el estado se muestra completamente incapaz de rescatarlos y castigar a los delincuentes para que no vuelvan a hacerlo. Y eso que Somalia es, my God, una anarquía, imposible vivir allí.
Nada, ninguna alternativa. Los marineros supuestamente protegidos por el estado español se pasan más de 40 días en la indefensión absoluta, en manos de un grupúsculo que cuenta con la millonésima parte de los recursos de la agencia contra la que se enfrentan. Y menos mal que consiguen publicidad en los medios, que si no, se quedan secuestrados para los restos, con nuestro estado de escaqueo. Cada vez que veo algo de esto en la tele, tiemblo de pensar en todas las personas cuyo caso similar no ha sido capaz de atraer la atención mediática y que, por tanto, se quedan realmente solas ante el peligro.
Y prefiero no hablar del método utilizado para obtener la libertad de los ciudadanos protegidos, que no hace más que incrementar el riesgo de que otros ciudadanos protegidos necesiten de esa protección.
En fin: el Alakrana es otro baño de realidad sobre la inoperancia de los gobiernos. A ver si unas cuantas personas más se dan cuenta y poco a poco cambia el mundo.
La mayor parte de la gente cree en un estado que garantiza sus supuestos derechos, que le va a soportar en caso de necesidad, al que puede acudir cuando necesita justica o sanidad, que es su garante definitivo cuando llegue la jubilación. Todos necesitamos ese marco de pretendida certidumbre para seguir adelante. Pero la realidad es completamente distinta.
Lo único seguro en relación con el estado es que nos quita parte de la riqueza que generamos para usarlo según sus designios. Todo lo demás está sujeto a tanta o mayor incertidumbre que la vida normal. Y eso pese a todas las constituciones, leyes y normas de todo tipo que pretenden garantizarnos cosas. Eso no es más que propaganda, sabia y profusamente diseminada por todos los poros que abrimos a la sociedad que nos rodea: medios, universidades, colegios, políticos...
Pero la realidad es muy tozuda. Y cuando las cosas se complican, todos padecemos en nuestra carne la crudeza de los servicios públicos. ¿No es una función indiscutible del estado la defensa de los ciudadanos? ¿No le pagamos montones de impuestos para que nos defienda de enemigos interiores y exteriores? ¿No es quizá ésta la función por excelencia del estado, la razón última de que estemos agrupados como sociedad, nuestra mutua defensa? Si el estado falla en esto, ¿en qué podremos esperar que funcione?
Pues ahí lo tenemos en toda su magnitud, el desastre que supone el estado en las cosas más nimias. La defensa pública funciona siempre, menos cuando tiene que funcionar. Es un concepto abstracto: el estado me protege del enemigo. Y seguimos adelante, mientras no tengamos enemigo. Porque el día que realmente lo tenemos, estamos solos ante el peligro.
El caso del Alakrana es la enésima prueba más. Unos marineros por el Índico pescando; llegan unos cuantos mataos somalíes con sus metralletas, los capturan, y el estado se muestra completamente incapaz de rescatarlos y castigar a los delincuentes para que no vuelvan a hacerlo. Y eso que Somalia es, my God, una anarquía, imposible vivir allí.
Nada, ninguna alternativa. Los marineros supuestamente protegidos por el estado español se pasan más de 40 días en la indefensión absoluta, en manos de un grupúsculo que cuenta con la millonésima parte de los recursos de la agencia contra la que se enfrentan. Y menos mal que consiguen publicidad en los medios, que si no, se quedan secuestrados para los restos, con nuestro estado de escaqueo. Cada vez que veo algo de esto en la tele, tiemblo de pensar en todas las personas cuyo caso similar no ha sido capaz de atraer la atención mediática y que, por tanto, se quedan realmente solas ante el peligro.
Y prefiero no hablar del método utilizado para obtener la libertad de los ciudadanos protegidos, que no hace más que incrementar el riesgo de que otros ciudadanos protegidos necesiten de esa protección.
En fin: el Alakrana es otro baño de realidad sobre la inoperancia de los gobiernos. A ver si unas cuantas personas más se dan cuenta y poco a poco cambia el mundo.
sábado, 14 de noviembre de 2009
Resurgir de las cenizas
Interesantísima crónica sobre una reciente estancia en Zimbabwe del autor, que he encontrado en un post de Mises. El autor revela en alguno de sus párrafos que no es precisamente de filiación austriaca, por lo que cuando dice "It is a great testament to what can be achieved in a free enterprise environment by the elimination of controls combined with the institution of new money that people trust. It needs to be money that their Government cannot create via the printing (or electronic) press." hay que darle el valor que se merece. De hecho, cuando habla aquí de "dinero en que la gente puede confiar" se refiere al dólar (jua).
Quizá lo más relevante es la rapidez del proceso. El proceso emprendedor es realmente meteórico, y en el caso de Zimbabwe parece quedar demostrado de nuevo. En febrero estaban en la pobreza más absoluta, y ahora las estanterías vuelven a rebosar de bienes. Sí, el proceso es obviamente traumático, pero una vez se deja al libre mercado actuar, las cosas se solucionan con mucha mayor rapidez de la que los gobiernos nos han enseñado a pensar.
Deberíamos perder el miedo a la libertad, aunque solo sea apoyándonos en la certeza de que los malos tiempos durarán poco, una vez se elimina la intervención. Y esto aplica a todas las áreas intervenidas: educación, sanidad, seguridad, justicia... Sí, el corto plazo sería duro, pero sería corto.
Bueno, ahí va el link. No os lo perdáis.
http://www.kitco.com/ind/Field/nov112009.html
Quizá lo más relevante es la rapidez del proceso. El proceso emprendedor es realmente meteórico, y en el caso de Zimbabwe parece quedar demostrado de nuevo. En febrero estaban en la pobreza más absoluta, y ahora las estanterías vuelven a rebosar de bienes. Sí, el proceso es obviamente traumático, pero una vez se deja al libre mercado actuar, las cosas se solucionan con mucha mayor rapidez de la que los gobiernos nos han enseñado a pensar.
Deberíamos perder el miedo a la libertad, aunque solo sea apoyándonos en la certeza de que los malos tiempos durarán poco, una vez se elimina la intervención. Y esto aplica a todas las áreas intervenidas: educación, sanidad, seguridad, justicia... Sí, el corto plazo sería duro, pero sería corto.
Bueno, ahí va el link. No os lo perdáis.
http://www.kitco.com/ind/Field/nov112009.html
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