lunes, 6 de febrero de 2017

¡Estamos desbordados! ("Absolument dé-bor-dée"), de Zoé Shepard

Tengo dudas sobre si todos los libros que leo merecen un comentario, siquiera en este modesto blog. El libro que acabo de leer es de los que suscitan estas dudas. Es un libro mediocre e insulso, sin nada destacable, pero al que de todas formas dedicaré unas líneas. Quieras que no, la autora consiguió que se publicara, algo que muchos envidiamos.

El libro me atraía por consistir en una parodia de la vida funcionarial, algo con gran tradición literaria en Francia, con notables obras de Honoré de Balzac o el imprescindible "Messieurs, les rond-de-cuir", de Georges Courteline. Desafortunadamente, este librito no está ni de lejos a esa altura.

Básicamente, la autora nos cuenta alguna de sus experiencias al incorporarse a la vida funcionarial en una administración territorial del país galo. Dicha narración la adereza de comentarios agudos sobre las situaciones, tratando de buscar la sonrisa.

Los problemas son muy variados. En primer lugar, las anecdotas que nos cuenta no tienen nada de especial, es una serie de sucesos normales dentro de la vida laboral de cada uno, que igual a ella le resultan extraños porque, claro, se acaba de incorporar al curro.

En segundo lugar, la gracia la busca tratando de dejar a las personas que se encuentra como si fueran tontos, todos son tontos en este libro menos ella. O sea, que se trata de recoger anécdotas en las que se pueda burlar de sus compañeros, jefes y, en general, de la gente con que trata. Al respecto, por ejemplo, es muy revelador el viaje a China: ¿qué ocurre, que el taxista es también funcionario? Ello termina causando que uno tome manía a la autora.

A esto hay que añadir que ni siquiera se trata de una funcionaria con experiencia. Es el primer año de trabajo de una joven de 27 años recién salida de su oposición. Y, sin embargo, tiene maneras de saberlo todo ya sobre el mundo y la vida.

Por último, el libro ni siquiera cuestiona la estructura funcionarial o administrativa. Se da por supuesto que todo lo que hace (lo poco que según ella hace) es necesario. No se mete con la posible corrupción de la administración, y le parece maravilloso lo de las 35 horas de jornada, o poderse coger una excedencia de 6 meses más dos de vacaciones (!) para irse con una ONG a Senegal.

Nada recomendable, salvo para practicar un poco el francés contemporáneo. Y espero que la autora tenga ya la suficiente experiencia como para saber que hay que respetar a los compañeros, aunque no sean tan listos como ella.

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