martes, 11 de septiembre de 2018

Creación ("Creation"), de Gore Vidal

Me sonaba bastante el nombre de esta autor, pero, no sé por qué, no lo había asociado nunca a novela histórica. Viendo la carrera tan variada y completa que ha llevado, no me extraña.

El caso es que esto de la novela histórica tampoco se le da mal. Esta novela constituye un ejemplo, si bien algo atípico, como ahora se verá. En Creation, Gore Vidal nos lleva a la época de la Grecia clásica (500 antes de Cristo aproximadamente), pero esto es solo el comienzo y despista sobre lo que se nos va a contar. Porque lo cierto es toda la "acción" (es un decir) trasncurre entre Persia, China y la India.

El protagonista, Cyrus Spitama, es un alto funcionario persa y descendiente de Zoroastro, que está pasando su vejez en Grecia, y aprovecha para contar su vida a Demócrito, quien la anotará con fruición. Pero tampoco es realmente la vida de Spitama el foco de la novela, sino unos cuantos de sus episodios, en los que tuvo oportunidad de tratar con los grandes personajes de la filosofía y la religión de la época, entre otros tópicos, sobre el que da título a la novela.

Así pues, empezamos con lo que parece va a ser una novela histórica en sentido tradicional, con las intrigas entre los estados griegos y persas. En esta parte de la narrativa, luce el estilo irónico del autor, sobre todo en las invectivas que Spitama mete a los griegos, con una diana dedicada especialmente a Herodoto. No sé si es algo personal de Vidal contra Herodoto, o simplemente un entretenimiento.

En cuanto empieza a contar su vida a Democrito, si bien se mantiene el estilo irónico , parece que se va a tratar de una novela más costumbrista, centrada en el modo de vida de los persas, o de los pueblos que vaya visitando. Aquí se incardinan las descripciones de Susa, el palacio de Dario, de Babilonia o incluso se los primeros compases de su viaje por India (Varanasi). O la observación de que los griegos son los eunucos más buscados "since Greeks are the most reluctant to be castrated".

Pero tampoco tarda en abandonar este interés para centrarse en lo que realmente es el foco de la novela: Los encuentros de Cyrus con los filósofos indios y chinos de la época. En su primer viaje, el que le lleva a Varanasi, Rajagriha y Shravasti, tendrá oportunidad de encontrarse y mantener interesantes conversaciones con el propio Buda, Sariputra, Mahavira (fundador del jainismo) y Gosala (discípulo de éste y fundador de otra secta). Junto con las enseñanzas sobre estas corrientes filosóficas, el protagonista trata de buscar la explicación que dan para la Creación, algo que le interesa especialmente como sucesor de Zoroastro.

 
Tras cierto intermedio enfocado de nuevo en las intrigas persas, en concreto la sucesión de Dario por Jerjes, le toca viajar de nuevo, esta vez a China, en un viaje considerablemente más accidentado y largo que el indio. Pero, una vez más, a Vidal no le interesan tanto estas aventuras como los encuentres que mantiene con el maestro Li (fundador del taoismo) y con Confucio. Es este último el que más parece impresionar a Cyrus-Gore Vidal. Respecto al taoismo, se trata de no hacer nada que no sea armónico (el wu-wei). En cambio, el confucianismo es algo bastante más raro y quizá complejo. Para Confucio, lo relevante es mantener la tradición y las costumbres asi como el respeto por los ancestros, y esto es lo que hace que el príncipe sea bueno. Al parecer, Confucio tuvo un gran prestigio en su época y ninguno de los príncipes estaba cómodo haciendo cosas sin su beneplácito.
 
Entre las enseñanzas más curiosas de Confucio está la relacionada con los guerreros y sirvientes de terracotta (como los de Xian). Los emperadores querían hacerse seguir por su corte también al reino celestial. Para evitar el enorme gasto de muertes que ello suponía, Confucio les hizo ver que la carne era como la arcilla, y que cuando se enterraba, en pocos meses perdía su utilidad (léase, las doncellas se volvían feas, los guerreros, inservibles). Por ello, era mejor que el séquito se construyera en terracotta (cerámica), en vez de simplemente arcilla.

Son también llamativos los comentarios económicos que hace Vidal en algunos momentos de la novela, por boca de Cyrus. Por ejemplo, una cosa que le llama mucho la atención es que los tipos de interés fueran similares en países tan distantes y mal comunicados como eran en la época Persia, China e India. Esto es consistente, prima facie, con lo que cabe esperar según la teoría económica austriaca, aunque se tienen que dar otras condiciones.
 
Y respecto a los impuestos, Gore Vidal cita a Confucio:  "“Worse,” he had said, “by taking so much for the state, you reduce everyone’s ability to create more wealth. Even the bandit in the forest never takes more than two thirds of a merchant’s caravan. After all, it is to the bandit’s interest that the merchant prosper so that there will always be something for him to steal.

Con todo, lo que quizá llame más la atención del lector de este libro sea la inversión de la perspectiva. Estamos acostumbrados a aproximarnos al imperio Persa desde Grecia. Esta perspectiva nos los muestra típicamente como bárbaros y retrógrados, respecto a la finura de la cultura clásica y su rol de cuna de la civilización. Aquí la perspectiva es la contraria, esto es, cómo podían ver los Persas a Grecia. Y la sorpresa es que Grecia para ellos era una especia mosca cojonera, a la que apenas prestaban atención, una pequeña provincia en los confines del imperio aportando más problemas que riqueza. Y, ni mucho menos cuna de una civilización, sino maestra en intrigas y en replicar a pequeña escala la grandeza persa.

Para que la cura de humildad sea aún mayo, solo hay que acercarse con Cyrus Smitana a las civilizaciones orientales coetáneas. La comparación del mundo clásico europeo con India y, no digamos ya, con China, deja a nuestros ancestros a la altura del betún. Queda para la reflexión el papel que el cristianismo pudo tener en que eventualmente Europa hiciera el sorpasso desde una posición tan rezagada.

Termino con dos frasecillas, no sin antes confesar que este libro me ha gustado mucho, hasta el punto de que ya me estoy haciendo con La Crónica Americana de este autor, que espero leer a no mucho tardar. Venga, las frasecillas:
- "No man ever knows when he is happy;  he can only know when he was happy"
- "All the suffering in the world begins with a disagreement between men as to what is good or bad." (ésta enlazando con algunas de las ideas de Jordan Peterson en el libro comentado en el anterior post).

1 comentario:

JFM dijo...

Gore Vidal es un izquierdista de manual asi que lo extraéno habiese sido que tuviese una buena palabra hacia Grecia y Occidente