Uffff, por fin. Qué placer ver que ya he acabado esta novela, creí que no lo haría nunca. Alguno me dirá que por termino los libros incluso aunque no me gusten. Y poco podré argumentar a favor de hacerlo, pero el caso es que yo lo hago. Me gusta terminar lo que empiezo, aunque sea con sufrimiento. No sería la primera vez que dicha persistencia tiene recompensa: me acuerdo lo que me constó terminar el capítulo introductorio de El Señor de los Anillos, el libro que estaba destinado a ser mi preferido de todos los que he leído (de momento) y que habría de leer cinco veces.
En fin, el caso es que este libro, que me dejó de interesar relativamente pronto, ha supuesto un reto adicional por el hecho de leerlo en alemán, y además no ser especialmente fácil la escritura del autor.
Una de las razones por las que he tratado de aprender alemán es para leer sus obras clásicas en versión original. Ello explica que me embarcara en esta lectura de Goethe, del que ya leí el genial Faust y también Werther, que me gustó bastante menos. Por otro lado, esta obra la tenía conceptuada, erróneamente, como una novela al estilo de Tom Jones o las picarescas.
No es así, claro. Se trata de una novela al estilo clásico, pero con una fuerte carga romántica y sin ningún tipo de concesión a la sonrisa. Se puede estructurar en tres partes claramente diferenciadas, donde la segunda interrumpe la historia del protagonista y sirve de transición para un giro argumental. La primera se enfoca en el teatro alemán y la compañía que trata de poner en funcionamiento el protagonista; la segunda parte es el diario de una dama de fuertes convicciones religiosas; en la tercer parte, nos encontramos de nuevo a Wilhelm Meister, pero ya tras haber abandonado sus pretensiones teatrales. Esta última sirve un poco para explicar el origen de los distintos personajes que han aparecido en la primera, a base de las típicas historias turbulentas propias del género romántico (y que personalmente encuentro muy aburridas a estas alturas de vida de lector).
Lo más interesante está en la primera parte, y no tanto por los sucesos que ocurren, como las reflexiones que se producen. Como digo, en esta parte Wilhelm Meister trata de establecer una compañía de teatro, pasión que tiene su origen en unos títeres que le regalaron sus padres de niño.
Con esta disculpa, Goethe aprovecha para compartir, en medio de las vicisitudes de la compañía, diversas reflexiones relacionadas con el teatro.
En ocasiones, las reflexiones son las especificidades del teatro alemán respecto al de otros países. Se nota aquí el nacionalismo de Goethe, pues este tipo de comentarios no suelen aparecer en otras novelas de tinte similar. Por ejemplo, el Quijote no tiene reflexiones sobre la idiosincrasia española, ni tampoco las recuerdo en obras francesas o inglesas. Pero aquí sí aparecen. Curioso. Parece ser un fenómeno general de la literatura alemana, pues no es la primera vez que lo detecto.
También tiene una interesante diatriba sobre las diferencias entre el desarrollo de una novela y el de un drama teatral. A mí lo más atractivo me ha resultado, aunque confieso que no habré entendido mucho al respecto, es todas las discusiones y reflexiones que surgen cuando están preparando la escenificación de Hamlet, tanto sobre la propia obra en sí, como sobre Shakespeare, como sobre las diferencias del teatro inglés y el alemán.
Hay reflexiones fuera del ámbito del teatro, como las diferencias entre la burguesía y la aristocracia alemana (una vez más, lo alemán), o una discusión sobre el destino a poco de empezar la novela. En todo caso, no hay demasiada diatriba para lo que yo esperaba. La mayor parte de la novela consiste en la narrativa de lo que ocurre o de lo que ha ocurrido, esto es, historias que se cuentan unos personajes a otros.
Lo siento, no me ha gustado, me he aburrido. La obra de Goethe pasa al frigorífico de momento, ya veremos si encuentro tiempo en el futuro para volver a él. Por supuesto, añado disclaimer, quizá no me ha gustado porque no la he entendido bien, dado que era un alemán, si bien no demasiado complejo en vocabulario, sí de frases largas y convolutas.
martes, 30 de octubre de 2018
lunes, 22 de octubre de 2018
The Poisoned Bride and other Stories, de Robert van Gulik
Esta novela es sorprendente por las razones que ahora explicaré. Son lecturas como ésta las que justifican explorar nuevos autores y lecturas, no cortarse en el surtido de pruebas, salir de nuestra zona de confort.
Van Gulik es un diplomático holandes y buen orientalista. Durante su prolongada estancia en el Pacífico dedicó parte de su tiempo a traducir del chino al inglés un montón de novelas policíacas chinas, en particular, la colección protagonizada por el Juez Dee, de la cual ésta es la primera entrega.
La novela original china es del siglo XVIII, de autor desconocido. Sin embargo, el juez Dee es un personaje real, cuyas hazañas se produjeron en el siglo VIII, durante la dinastía Tang.Van Gulik nos aclara en su magnífico prefacio, que ello no debería ser demasiado obstáculo para que el autor (no lo olvidemos, siglo XVIII), reflejara bien las condiciones, modo de vida y código penal chino, pues éstas apenas habrían variado en ese tiempo.
De hecho, uno de los grandes atractivos para mí ha sido poder experimentar como toman vida los distintos patios, pabellones y edificios en que se estructuran los edificios clásicos chinos, así como constatar el uso de campanas y tambores que en todos los lugares tienen su torre.
Van Gulik también nos explica en la introducción la estructura de la novela policíaca china y su finalidad, nada que ver con su contraparte occidental. En la novela china, no hay incertidumbre sobre el culpable, que se conoce desde el principio. Lo que interesa al autor es describir exhaustivamente de qué forma se le ha descubierto y documentar bien el proceso, de forma que sirva para enseñanza y ejemplo de otros jueces. Es por ello también que sus protagonistas son siempre jueces reales de reconocida fama. Además, la narración no termine con la identificación y arresto del culpable, sino que prosigue con su juicio y termina con la ejecución de la condena.
También nos introduce Van Gulik al código penal chino y al procedimiento judicial, una vez más bastante diferente del occidental. El "detective" de la novela china no tiene reparos en usar la tortura para extraer la confesión de sus sospechosos, a los que también suele tratar de forma despectiva. A cambio, está sujeto él mismo a los rigores de la ley, por lo que cualquier desmán en sus investigaciones puede ser severamente castigado, incluso con la pena de muerta (suya y de sus ayudantes). Es quizá este compromiso constante en sus acciones lo que más interesante resulta en la novela comentada.
En cuanto a la traducción del chino, he de decir que parece buena. No tengo criterio, por supuesto, pero el estilo suena, por decirlo de alguna forma, a cómo debían de escribir los chinos. Es un inglés algo ampuloso, pero normalmente preciso. Está bien escrito en todo caso, y eso es mérito de Van Gulik.
En suma, Van Gulik triunfa en sumergirnos en la China del siglo VIII con el estilo narrativo del siglo XVIII. Gracias a ello, podremos comparar una posada china del siglo VIII con las medievales europeas (por ejemplo, gracias a las descripciones que proporcionan las novelas picarescas) y entender el grado de avance de la civilización china de la época. También podremos asistir con todo lujo de detalles a las diferentes sesiones de los juicios (torturas incluidas) o a la procesión de los condenados una vez terminado el juicio.
En cuanto a la historia en sí, se trata de relato imbricado de tres casos independientes, que son abordados de forma simultánea en el tiempo por el equipo de Dee. Insisto, porque el título puede resultas confuso, no se trata de tres cuentos diferentes, sino de una sola novela sobre los tres casos. Ello da una idea también de la capacidad narrativa del autor, capaz de conducir al lector a través de las complejidades de tres casos distintos sin perderlo en el camino.
También añado, como explica Van Gulik, que la novela china original es excepcional en varios sentidos. Primero, el ya apuntado de que imbrica tres casos. Segundo, los culpables no se conocen hasta que se resuelve el caso (o sea, como en la tradición occidental). Tercero, prescinde de los detalles administrativos y prolijos que documentan otras novelas chinas. Todo ello la hace muy atractiva al lector occidental.
La novela debió de ser un éxito, pues dio lugar a una serie de casos del mismo juez, con numerosas entregas. Yo, por mi parte, sí quiero recomendar la lectura de este libro: por las razones anteriormente apuntadas, creo que mucho tipo de lector lo va a encontrar interesante. Lo que no puedo garantizar es que lea en el futuro algún otro libro de la serie, porque el tiempo es finito y los libros no lo parecen.
Van Gulik es un diplomático holandes y buen orientalista. Durante su prolongada estancia en el Pacífico dedicó parte de su tiempo a traducir del chino al inglés un montón de novelas policíacas chinas, en particular, la colección protagonizada por el Juez Dee, de la cual ésta es la primera entrega.
La novela original china es del siglo XVIII, de autor desconocido. Sin embargo, el juez Dee es un personaje real, cuyas hazañas se produjeron en el siglo VIII, durante la dinastía Tang.Van Gulik nos aclara en su magnífico prefacio, que ello no debería ser demasiado obstáculo para que el autor (no lo olvidemos, siglo XVIII), reflejara bien las condiciones, modo de vida y código penal chino, pues éstas apenas habrían variado en ese tiempo.
De hecho, uno de los grandes atractivos para mí ha sido poder experimentar como toman vida los distintos patios, pabellones y edificios en que se estructuran los edificios clásicos chinos, así como constatar el uso de campanas y tambores que en todos los lugares tienen su torre.
Van Gulik también nos explica en la introducción la estructura de la novela policíaca china y su finalidad, nada que ver con su contraparte occidental. En la novela china, no hay incertidumbre sobre el culpable, que se conoce desde el principio. Lo que interesa al autor es describir exhaustivamente de qué forma se le ha descubierto y documentar bien el proceso, de forma que sirva para enseñanza y ejemplo de otros jueces. Es por ello también que sus protagonistas son siempre jueces reales de reconocida fama. Además, la narración no termine con la identificación y arresto del culpable, sino que prosigue con su juicio y termina con la ejecución de la condena.
También nos introduce Van Gulik al código penal chino y al procedimiento judicial, una vez más bastante diferente del occidental. El "detective" de la novela china no tiene reparos en usar la tortura para extraer la confesión de sus sospechosos, a los que también suele tratar de forma despectiva. A cambio, está sujeto él mismo a los rigores de la ley, por lo que cualquier desmán en sus investigaciones puede ser severamente castigado, incluso con la pena de muerta (suya y de sus ayudantes). Es quizá este compromiso constante en sus acciones lo que más interesante resulta en la novela comentada.
En cuanto a la traducción del chino, he de decir que parece buena. No tengo criterio, por supuesto, pero el estilo suena, por decirlo de alguna forma, a cómo debían de escribir los chinos. Es un inglés algo ampuloso, pero normalmente preciso. Está bien escrito en todo caso, y eso es mérito de Van Gulik.
En suma, Van Gulik triunfa en sumergirnos en la China del siglo VIII con el estilo narrativo del siglo XVIII. Gracias a ello, podremos comparar una posada china del siglo VIII con las medievales europeas (por ejemplo, gracias a las descripciones que proporcionan las novelas picarescas) y entender el grado de avance de la civilización china de la época. También podremos asistir con todo lujo de detalles a las diferentes sesiones de los juicios (torturas incluidas) o a la procesión de los condenados una vez terminado el juicio.
En cuanto a la historia en sí, se trata de relato imbricado de tres casos independientes, que son abordados de forma simultánea en el tiempo por el equipo de Dee. Insisto, porque el título puede resultas confuso, no se trata de tres cuentos diferentes, sino de una sola novela sobre los tres casos. Ello da una idea también de la capacidad narrativa del autor, capaz de conducir al lector a través de las complejidades de tres casos distintos sin perderlo en el camino.
También añado, como explica Van Gulik, que la novela china original es excepcional en varios sentidos. Primero, el ya apuntado de que imbrica tres casos. Segundo, los culpables no se conocen hasta que se resuelve el caso (o sea, como en la tradición occidental). Tercero, prescinde de los detalles administrativos y prolijos que documentan otras novelas chinas. Todo ello la hace muy atractiva al lector occidental.
La novela debió de ser un éxito, pues dio lugar a una serie de casos del mismo juez, con numerosas entregas. Yo, por mi parte, sí quiero recomendar la lectura de este libro: por las razones anteriormente apuntadas, creo que mucho tipo de lector lo va a encontrar interesante. Lo que no puedo garantizar es que lea en el futuro algún otro libro de la serie, porque el tiempo es finito y los libros no lo parecen.
miércoles, 17 de octubre de 2018
La tectónica de los sentimientos ("La Tectonique des Sentiments"), de Éric-Emmanuel Schmitt
Se trata de una obra de teatro bastante conocida, llevada numerosas veces al escenario, y con un título difícil de olvidar. Ya me apresuro a anticipar, como siempre que hago cuando leo teatro, que es difícil apreciar la calidad de la obra simplemente a partir de la lectura, y que es posible que las percepciones así obtenidas cambien mucho si se ve la obra bien representada.
En todo caso, yo lo que he hecho es leerla. Lo primero que me llama la atención es que las acotaciones son narradas, lo que permite al autor deslizar algún apunte algo más psicológico para el comportamiento de los actores. Vamos, que no se limita a decir que el tal personaje entra.
La trama me ha parecido algo insulsa. Los protagonistas son Richard y Diane, una pareja de amantes que llevan su relación a una crisis de una forma un tanto absurda. De resultas de la misma, Diane encarga a un par de prostitutas rumanas que encandilen al tal Richard, no se sabe si por caridad o por venganza. Eline, la más joven, tendrá que enamorarle, mientras que la otra se hará pasar por la madre de Eline.
Tampoco me han parecido de interés los diálogos que la construyen. Apenas hay reflexiones de los personajes sobre lo que les sucede. Quizá se salva el siguiente diálogo, en relación sobre si los padres son quienes mejor conocen a sus hijos:
"Amar no es conocer."
RICHARD (confirmando): "Amar es privilegiar. Todo lo contrario de la ciencia, más bien el comienzo de la ceguera"
El final de la historia es predecible y no lo destriparé más, en parte porque tampoco tiene demasiado interés. Si lo tiene en cambio el epílogo de la obra, en que Schmitt explica esto de la tectónica de los sentimientos, contraponiéndolo a los "mapas" de los sentimientos. Schmitt ve el tema de los sentimientos más similar a los choques que ocurren entre las placas tectónicas, que flotan libremente en la corteza de la tierra, dando lugar a estallidos imprevisibles (volcanes, terremotos...). Estos sucesos reconfiguran el terreno hasta alcanzar una nueva estabilidad, en la que la vida puede seguir por un tiempo, de nuevo como si no hubiera pasado nada. Frente a esta tectónica, los mapas son algo más previsible y transitable.
En todo caso, yo lo que he hecho es leerla. Lo primero que me llama la atención es que las acotaciones son narradas, lo que permite al autor deslizar algún apunte algo más psicológico para el comportamiento de los actores. Vamos, que no se limita a decir que el tal personaje entra.
La trama me ha parecido algo insulsa. Los protagonistas son Richard y Diane, una pareja de amantes que llevan su relación a una crisis de una forma un tanto absurda. De resultas de la misma, Diane encarga a un par de prostitutas rumanas que encandilen al tal Richard, no se sabe si por caridad o por venganza. Eline, la más joven, tendrá que enamorarle, mientras que la otra se hará pasar por la madre de Eline.
Tampoco me han parecido de interés los diálogos que la construyen. Apenas hay reflexiones de los personajes sobre lo que les sucede. Quizá se salva el siguiente diálogo, en relación sobre si los padres son quienes mejor conocen a sus hijos:
"Amar no es conocer."
RICHARD (confirmando): "Amar es privilegiar. Todo lo contrario de la ciencia, más bien el comienzo de la ceguera"
El final de la historia es predecible y no lo destriparé más, en parte porque tampoco tiene demasiado interés. Si lo tiene en cambio el epílogo de la obra, en que Schmitt explica esto de la tectónica de los sentimientos, contraponiéndolo a los "mapas" de los sentimientos. Schmitt ve el tema de los sentimientos más similar a los choques que ocurren entre las placas tectónicas, que flotan libremente en la corteza de la tierra, dando lugar a estallidos imprevisibles (volcanes, terremotos...). Estos sucesos reconfiguran el terreno hasta alcanzar una nueva estabilidad, en la que la vida puede seguir por un tiempo, de nuevo como si no hubiera pasado nada. Frente a esta tectónica, los mapas son algo más previsible y transitable.
martes, 16 de octubre de 2018
Las cruzadas vistas por los árabes ("Les croisades vues par les arabs"), de Amin Maalouf
Amin Maalouf es mi escritor contemporáneo en francés favorito. Me he leído todas sus novelas, y tenía este aparacado sin leer por haberle conceptualizado como un ensayo. Así que ya era hora de que completara mi colección.
Lo cierto es que no es un ensayo, sino un libro de historia, como su propio nombre indica a quien se pare un poco más en el título. El aspecto diferencial es que sus fuentes son los historiadores árabes de la época, en vez de las más tradicionales fuentes occidentales. Por lo demás, se trata de un libro muy similar en estilo a las crónicas de José Javier Esparza sobre la reconquista en España: se trata de una narración policéntrica y en la que se presta también atención a las conexiones con regiones y pueblos limítrofes, como puede ser Bizancio (Roum), Venecia, los Asesinos y, sobre todo, los mongoles.
En suma, una verdadera delicia de leer, pues combina esa preciosa narrativa característica del escritor libanés con el interés histórico de los acontecimientos que nos cuenta. Los protagonistas son, por supuestos, los príncipes árabes, empezando por Kilij Arslan (de la dinastía seleucida), y terminando con el mameluco Baibar, que termina expulsando a los cruzados de su último bastión en Tierra Santa, la ciudad de Acre. Por el camino, conoceremos a los tres principales artífices de que se diera la vuelta a la tortilla: Zinki, Noureddin y Saladino.
La situación que describe Maalouf, muchas veces con cierto pesar, es similar a la que cabe imaginar en la Reconquista, tal como nos cuenta Esparza. Y es que no había un frente común islámico frente a los cristianos, ni al revés. Lo que hay es, lo de siempre en la relaciones humanas: intereses individuales contrapuestos, que buscan las alianzas que más les convienen en cada momento. Así, no son raros los casos de enfrentamientos mixtos cristianos-musulmanes contra ejércitos de composición idéntica. Cuando el príncipe árabe de turno llama a la Jihad no lo hace por castigar al infiel, sino por recuperar un territorio perdido para lo que le sería cómodo contar con soldados fanáticos. Los Asesinos se alían tanta veces o más con los cruzados que con los islámicos: al ser una secta chiita, odian más a los sunitas que al invasor. Las relaciones con Bizancio-Roum son igualmente complejas: a veces combaten de la mano de los franj, pero otras se muestran irreconciliables (por ejemplo, en lo referente a Antioquía). Y cuando aparecen en escena los mongoles, momento crítico para el Islam, no sorprende que su alianza natural sea con los franj, en la otra parte de la pinza.
Junto al relato histórico, Maalouf deja algo de espacio para algunas reflexiones sobre la vida y costumbres en cada "bando". Así, los historiadores árabes encuentran brutales diferencias en los sistemas judiciales (el respetado cadí árabe, vs las ordalías de los franjs), la aplicación de la medicina (con algunos ejemplos espeluznantes por parte de los franj) y otros aspectos. Al mismo tiempo, reconocen que los derechos de los franjs estaban mejor reconocidos que los de los árabes, lo que tiene una consecuencia decisiva: en todos los años de las Cruzadas apenas se produjeron conflictos sucesorios en los reinos de los franj, mientras que los mismos eran una constante en el territorio islámico, lo que paralizaba en numerosas ocasiones los esfuerzos de reconquista.
Por cierto, un detalle para el contraste con la situación actual. Nos dice Maalouf que en aquella época, en Aleppo, "Las familias modestas compran sus platos preparados en el zoco; solo los ricos se pueden permitir cocinar en sus casas" (Traducción propia)
Termina el libro con una conclusión y reflexión del autor, que quizá pueda ayudar a comprender la actitud islámica en el conflictivo Oriente Próximo. Y es que, según Maalouf, los árabes siguen teniendo las cruzadas como referencia vital (recoge diversos ejemplos contemporáneos), algo que dejo de ocurrir hace mucho tiempo en Occidente. ¿Por qué se quedo anquilosada una civilización que en esos momentos parecía mucho más avanzada que la de sus invasores? Quizá la respuesta esté hace dos párrafos.
A estas alturas, no creo estar descubriendo Maalouf a nadie, así que es ocioso recomendar este libro, o no hacerlo, puesto que los lectores de Maalouf seguro que lo habrán leído tiempo ha. La recomendación más que del libro, sería del autor: si no lo conoces, gran oportunidad para empezar a hacerlo. Luego te esperan Samarcande, Les jardins de lumière, Léon l'Africain, Le rocher de Tanios o Le Periple de Baldasarre, entre otros. Ah, y si puedes, léelo en francés, porque este señor escribe como los ángeles.
Lo cierto es que no es un ensayo, sino un libro de historia, como su propio nombre indica a quien se pare un poco más en el título. El aspecto diferencial es que sus fuentes son los historiadores árabes de la época, en vez de las más tradicionales fuentes occidentales. Por lo demás, se trata de un libro muy similar en estilo a las crónicas de José Javier Esparza sobre la reconquista en España: se trata de una narración policéntrica y en la que se presta también atención a las conexiones con regiones y pueblos limítrofes, como puede ser Bizancio (Roum), Venecia, los Asesinos y, sobre todo, los mongoles.
En suma, una verdadera delicia de leer, pues combina esa preciosa narrativa característica del escritor libanés con el interés histórico de los acontecimientos que nos cuenta. Los protagonistas son, por supuestos, los príncipes árabes, empezando por Kilij Arslan (de la dinastía seleucida), y terminando con el mameluco Baibar, que termina expulsando a los cruzados de su último bastión en Tierra Santa, la ciudad de Acre. Por el camino, conoceremos a los tres principales artífices de que se diera la vuelta a la tortilla: Zinki, Noureddin y Saladino.
La situación que describe Maalouf, muchas veces con cierto pesar, es similar a la que cabe imaginar en la Reconquista, tal como nos cuenta Esparza. Y es que no había un frente común islámico frente a los cristianos, ni al revés. Lo que hay es, lo de siempre en la relaciones humanas: intereses individuales contrapuestos, que buscan las alianzas que más les convienen en cada momento. Así, no son raros los casos de enfrentamientos mixtos cristianos-musulmanes contra ejércitos de composición idéntica. Cuando el príncipe árabe de turno llama a la Jihad no lo hace por castigar al infiel, sino por recuperar un territorio perdido para lo que le sería cómodo contar con soldados fanáticos. Los Asesinos se alían tanta veces o más con los cruzados que con los islámicos: al ser una secta chiita, odian más a los sunitas que al invasor. Las relaciones con Bizancio-Roum son igualmente complejas: a veces combaten de la mano de los franj, pero otras se muestran irreconciliables (por ejemplo, en lo referente a Antioquía). Y cuando aparecen en escena los mongoles, momento crítico para el Islam, no sorprende que su alianza natural sea con los franj, en la otra parte de la pinza.
Junto al relato histórico, Maalouf deja algo de espacio para algunas reflexiones sobre la vida y costumbres en cada "bando". Así, los historiadores árabes encuentran brutales diferencias en los sistemas judiciales (el respetado cadí árabe, vs las ordalías de los franjs), la aplicación de la medicina (con algunos ejemplos espeluznantes por parte de los franj) y otros aspectos. Al mismo tiempo, reconocen que los derechos de los franjs estaban mejor reconocidos que los de los árabes, lo que tiene una consecuencia decisiva: en todos los años de las Cruzadas apenas se produjeron conflictos sucesorios en los reinos de los franj, mientras que los mismos eran una constante en el territorio islámico, lo que paralizaba en numerosas ocasiones los esfuerzos de reconquista.
Por cierto, un detalle para el contraste con la situación actual. Nos dice Maalouf que en aquella época, en Aleppo, "Las familias modestas compran sus platos preparados en el zoco; solo los ricos se pueden permitir cocinar en sus casas" (Traducción propia)
Termina el libro con una conclusión y reflexión del autor, que quizá pueda ayudar a comprender la actitud islámica en el conflictivo Oriente Próximo. Y es que, según Maalouf, los árabes siguen teniendo las cruzadas como referencia vital (recoge diversos ejemplos contemporáneos), algo que dejo de ocurrir hace mucho tiempo en Occidente. ¿Por qué se quedo anquilosada una civilización que en esos momentos parecía mucho más avanzada que la de sus invasores? Quizá la respuesta esté hace dos párrafos.
A estas alturas, no creo estar descubriendo Maalouf a nadie, así que es ocioso recomendar este libro, o no hacerlo, puesto que los lectores de Maalouf seguro que lo habrán leído tiempo ha. La recomendación más que del libro, sería del autor: si no lo conoces, gran oportunidad para empezar a hacerlo. Luego te esperan Samarcande, Les jardins de lumière, Léon l'Africain, Le rocher de Tanios o Le Periple de Baldasarre, entre otros. Ah, y si puedes, léelo en francés, porque este señor escribe como los ángeles.
lunes, 8 de octubre de 2018
Darknet, de Mathew Mather
Es un autor para mi desconocido, al que llego por recomendación de un amigo, por sus thrillers basados en el uso de las nuevas tecnologías, de esas que están tan de moda como Bitcoin, Inteligencia Artificila o los drones.
Y lo cierto es que aparte de un sugerente planteamiento basado en las mismas, poco más tiene que ofrecer esta novela al lector. Es una novela bastante mala, y que empeora conforme se acerca al final, que el autor es solo capaz de resolver mediante un Deus ex-Machina de libro (nunca mejor dicho, era una invención de los trágicos griegos para resolver sus tramas).
Como digo, el planteamiento es prometedor: se inspira en el funcionamiento de las corporaciones autónomas, que sería empresas que actúan de acuerdo a una programación previa y con objetivos prestablecidos, para conseguir lo cual se apoyan en cualquier tipo de recursos. Por ejemplo, si necesitan llevar a cabo una actividad humana, contratarán vía Internet a alguna persona que lo haga.
En torno a este núcleo, cobra sentido en la trama el uso de criptomonedas, la aplicación de inteligencia artificial a determinadas decisiones, las gafas de realidad aumentada, o el "spoofing", consistente en que una máquina se hace pasar por una persona concreta, cuyos datos vitales a conseguido por Internet, para interactuar con otra.
En fin, que sí, que muy imaginativo y tal, pero que al final se resuelve en una trama mediocre, que concluye en una serie de escenas en que ya no se sabe lo que está pasando, incluidas teorías conspiranóicas y posibilidades de crear y deshacer sistemas económicos a fuerza de click.
De lo poco interesante que he encontrado en este novela está la referencia a la psicopatía: según uno de los protagonistas, solo se puede triunfar en la vida si eres un poco psicópata (ie, eres indiferente a los sentimientos de los demás e inmune a los remordimientos), aunque no ecualiza psicopatía con violencia. Y también una frase con cierta carga de ironía: "Everyone should have their own leader of the free world", tras crear una instancia del presidente de los USA en un ordenador.
Por cierto, el autor desbarata una oportunidad magnífica en el capítulo 19, que por un momento pensé que había hecho aposta, y hubiera rayado en lo genial. El capítulo empieza con uno de los protagonistas diciendo "Another cup and I'll explode" (Otra taza y exploto); lo gracioso es cómo termina este personaje al final de ese capítulo. Hubiera sido de quitarse el sombrero con el recurso estilístico adecuado.
Nada, este libro carece de interés, incluso aunque seas un friqui de las nuevas tecnologías y la ciencia ficción. Hay demasiado poco de aquellas como para justificar la lectura.
Y lo cierto es que aparte de un sugerente planteamiento basado en las mismas, poco más tiene que ofrecer esta novela al lector. Es una novela bastante mala, y que empeora conforme se acerca al final, que el autor es solo capaz de resolver mediante un Deus ex-Machina de libro (nunca mejor dicho, era una invención de los trágicos griegos para resolver sus tramas).
Como digo, el planteamiento es prometedor: se inspira en el funcionamiento de las corporaciones autónomas, que sería empresas que actúan de acuerdo a una programación previa y con objetivos prestablecidos, para conseguir lo cual se apoyan en cualquier tipo de recursos. Por ejemplo, si necesitan llevar a cabo una actividad humana, contratarán vía Internet a alguna persona que lo haga.
En torno a este núcleo, cobra sentido en la trama el uso de criptomonedas, la aplicación de inteligencia artificial a determinadas decisiones, las gafas de realidad aumentada, o el "spoofing", consistente en que una máquina se hace pasar por una persona concreta, cuyos datos vitales a conseguido por Internet, para interactuar con otra.
En fin, que sí, que muy imaginativo y tal, pero que al final se resuelve en una trama mediocre, que concluye en una serie de escenas en que ya no se sabe lo que está pasando, incluidas teorías conspiranóicas y posibilidades de crear y deshacer sistemas económicos a fuerza de click.
De lo poco interesante que he encontrado en este novela está la referencia a la psicopatía: según uno de los protagonistas, solo se puede triunfar en la vida si eres un poco psicópata (ie, eres indiferente a los sentimientos de los demás e inmune a los remordimientos), aunque no ecualiza psicopatía con violencia. Y también una frase con cierta carga de ironía: "Everyone should have their own leader of the free world", tras crear una instancia del presidente de los USA en un ordenador.
Por cierto, el autor desbarata una oportunidad magnífica en el capítulo 19, que por un momento pensé que había hecho aposta, y hubiera rayado en lo genial. El capítulo empieza con uno de los protagonistas diciendo "Another cup and I'll explode" (Otra taza y exploto); lo gracioso es cómo termina este personaje al final de ese capítulo. Hubiera sido de quitarse el sombrero con el recurso estilístico adecuado.
Nada, este libro carece de interés, incluso aunque seas un friqui de las nuevas tecnologías y la ciencia ficción. Hay demasiado poco de aquellas como para justificar la lectura.
jueves, 4 de octubre de 2018
The Everything Store, de Brad Stone
Por si alguien no lo ha adivinado al leer el título, este libro va de la historia de Amazon desde su fundación hasta 2014, y de la biografía de su fundador, el señor Jeff Bezos. El autor, Brad Stone, es un periodista económico especializado que ha seguido las evoluciones de la empresa durante más de 15 años, así que poca gente mejor situada para contarnos la historia de la que es, a mi parecer, la empresa del momento.
Y mira que Amazon lleva tiempo en nuestras vidas! Yo, al menos, ya oí hablar de ella antes de la crisis de las Punto.com (allá por el año 2000) y no hubiera dado un duro por ella. Anda que no cayeron páginas webs en esa época. Pero, sorprendentemente para el observador casual, Amazon sí sobrevivió, y lo haría para convertirse en el fenómeno que todos conocemos en la actualidad, sineo el Kindle no precisamente en una de sus características menos meritorias.
Y digo sorprendentemente, porque desde mi perspectiva, no parecía diferente de otras de las empresas que estaban desapareciendo. Sin embargo, lo era, en gran parte por la voluntad del señor Bezos y su extraordinaria capacidad creativa y de trabajo.
El libro nos acompaña por este recorrido, que empieza antes de la creación de Amazon, con las hazañas de Bezos, que ya impresionan desde su más temprana edad (y tampoco se puede acusar a Stone de ser este libro un hagiografía). Como curiosidad, sabed que el apellido Bezos viene del padre adoptivo de Jeff, así que no tiene raíces gallegas ni nada parecido, como he visto que anunciaba algún periódico español. El padre natural de Bezos responde a un apellido bastante más nórdico.
Soprende que Bezos ya tuviera la visión del título nada más empezar con Amazon. Según nos cuenta Stone, lo de empezar con libros fue un mero accidente, porque Bezos ya tenía el objetivo de vender de todo, como ocurre con la actual Amazon. Lo cierto es que los libros eran una buena elección para explotar las diferencias que el comercio por Internet ofrecía, ya que permite un catálogo muy profundo que ninguna librería física se puede permitir. La elección fue un éxito: el sitio web se lanzó en junio de 1995, y poco después ya estaban desbordados por pedidos. Sorprende lo meteórico del éxito inicial de Amazon, consecuencia sin duda de su oportunidad. De los libros pasaría a productos similares (DVD, y luego juguetes y electrónica), siempre buscando el valor diferencial que ofrece no requerir tienda física.
Pero si bien el éxito meteórico pudo ser debido a la suerte, el desarrollo posterior de Amazon no puede explicarse tan simplemente, y aquí hay que acudir a las demás ideas de Bezos. Quien, por ejemplo, tenía claro desde el principio que el foco había de ser el cliente, el cliente y el cliente, y nada más que el cliente (y lo sigue siendo en la actualidad, según lo que se nos cuente en el último capítulo sobre los signos de interrogación). De ahí la búsqueda incesante de eficiencias en toda la cadena logística, y la obsesión por reducir los tiempos de entrega de los productos comprados hasta términos de ciencia ficción (no olvidar la iniciativa de entregas con drones). Los retos que esto supuso para lo logística de Amazon y las innovaciones que ello le exigió, se explican con gran detalle en el libro.
La obsesión de Bezos por el cliente llega hasta niveles de psicópata, según se explica en el libro y con testimonios de muchos de sus colaboradores. Trabajar en Amazon no parece ser precisamente una actividad relajada, sino más bien todo lo contrario. Bezos es exigente, frugal y agresivo en su búsqueda por llevar a Amazon al top del desempeño.
Una de las partes más interesantes de la historia de Amazon, y que está magníficamente tratada en el libro, es la de su metamorfosis en compañía tecnológica, à la Google, Apple o Facebook. No se olvide que su origen es el de un humilde vendedor, eso sí, con ambiciones. Y, sin embargo, ahora su mayor cuota de ingresos proviene de los Amazon Web Services. Pues bien, dicho tránsito está muy bien relatado, además como un proceso de descubrimiento, que es como nos gusta a los economistas. Igualmente interesante resulta el relato sobre la gestación del Kindle y sus colaterales, con mucha más historia y altibajos de los que imaginamos.
Y tampoco hay que olvidar que Amazon es pionero en lo que ahora llamamos negocios de plataformas, con su conocido Marketplace, que tanto ha beneficiado y han sufrido muchos proveedores.
Mentiría si dijera que este libro es apasionante, pues no lo es. De hecho, me ha llevado varios meses terminarlo, a trancas y barrancas. Pero sí es interesante para comprender cómo surgió el fenómeno Amazon y cómo ha llegado a nuestros días. Digamos que es recomendable si te interesa el emprendimiento y la organización empresarial; no estoy tan seguro de que sea de interés como culturilla general.
Y mira que Amazon lleva tiempo en nuestras vidas! Yo, al menos, ya oí hablar de ella antes de la crisis de las Punto.com (allá por el año 2000) y no hubiera dado un duro por ella. Anda que no cayeron páginas webs en esa época. Pero, sorprendentemente para el observador casual, Amazon sí sobrevivió, y lo haría para convertirse en el fenómeno que todos conocemos en la actualidad, sineo el Kindle no precisamente en una de sus características menos meritorias.
Y digo sorprendentemente, porque desde mi perspectiva, no parecía diferente de otras de las empresas que estaban desapareciendo. Sin embargo, lo era, en gran parte por la voluntad del señor Bezos y su extraordinaria capacidad creativa y de trabajo.
El libro nos acompaña por este recorrido, que empieza antes de la creación de Amazon, con las hazañas de Bezos, que ya impresionan desde su más temprana edad (y tampoco se puede acusar a Stone de ser este libro un hagiografía). Como curiosidad, sabed que el apellido Bezos viene del padre adoptivo de Jeff, así que no tiene raíces gallegas ni nada parecido, como he visto que anunciaba algún periódico español. El padre natural de Bezos responde a un apellido bastante más nórdico.
Soprende que Bezos ya tuviera la visión del título nada más empezar con Amazon. Según nos cuenta Stone, lo de empezar con libros fue un mero accidente, porque Bezos ya tenía el objetivo de vender de todo, como ocurre con la actual Amazon. Lo cierto es que los libros eran una buena elección para explotar las diferencias que el comercio por Internet ofrecía, ya que permite un catálogo muy profundo que ninguna librería física se puede permitir. La elección fue un éxito: el sitio web se lanzó en junio de 1995, y poco después ya estaban desbordados por pedidos. Sorprende lo meteórico del éxito inicial de Amazon, consecuencia sin duda de su oportunidad. De los libros pasaría a productos similares (DVD, y luego juguetes y electrónica), siempre buscando el valor diferencial que ofrece no requerir tienda física.
Pero si bien el éxito meteórico pudo ser debido a la suerte, el desarrollo posterior de Amazon no puede explicarse tan simplemente, y aquí hay que acudir a las demás ideas de Bezos. Quien, por ejemplo, tenía claro desde el principio que el foco había de ser el cliente, el cliente y el cliente, y nada más que el cliente (y lo sigue siendo en la actualidad, según lo que se nos cuente en el último capítulo sobre los signos de interrogación). De ahí la búsqueda incesante de eficiencias en toda la cadena logística, y la obsesión por reducir los tiempos de entrega de los productos comprados hasta términos de ciencia ficción (no olvidar la iniciativa de entregas con drones). Los retos que esto supuso para lo logística de Amazon y las innovaciones que ello le exigió, se explican con gran detalle en el libro.
La obsesión de Bezos por el cliente llega hasta niveles de psicópata, según se explica en el libro y con testimonios de muchos de sus colaboradores. Trabajar en Amazon no parece ser precisamente una actividad relajada, sino más bien todo lo contrario. Bezos es exigente, frugal y agresivo en su búsqueda por llevar a Amazon al top del desempeño.
Una de las partes más interesantes de la historia de Amazon, y que está magníficamente tratada en el libro, es la de su metamorfosis en compañía tecnológica, à la Google, Apple o Facebook. No se olvide que su origen es el de un humilde vendedor, eso sí, con ambiciones. Y, sin embargo, ahora su mayor cuota de ingresos proviene de los Amazon Web Services. Pues bien, dicho tránsito está muy bien relatado, además como un proceso de descubrimiento, que es como nos gusta a los economistas. Igualmente interesante resulta el relato sobre la gestación del Kindle y sus colaterales, con mucha más historia y altibajos de los que imaginamos.
Y tampoco hay que olvidar que Amazon es pionero en lo que ahora llamamos negocios de plataformas, con su conocido Marketplace, que tanto ha beneficiado y han sufrido muchos proveedores.
Mentiría si dijera que este libro es apasionante, pues no lo es. De hecho, me ha llevado varios meses terminarlo, a trancas y barrancas. Pero sí es interesante para comprender cómo surgió el fenómeno Amazon y cómo ha llegado a nuestros días. Digamos que es recomendable si te interesa el emprendimiento y la organización empresarial; no estoy tan seguro de que sea de interés como culturilla general.
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