lunes, 16 de septiembre de 2019

Orange is the New Black, de Piper Kerman

Tras haber concluido la serie, con una excelente séptima temporada, se me ocurrió echar un vistazo al libro en el que se inspira. En él se describe la experiencia de la autora, Piper Kerman, que tuvo que pasar algo más de un año en una cárcel de mujeres como convicta (que quede claro, no como periodista). Esta Piper es también la más protagonista de la serie, aunque como es una serie muy coral tampoco arrasa con su tiempo en pantalla.

Y, la verdad es que la serie es mucho más interesante que vida en la prisión de la señora Kerman, por suerte para todos los implicados. Para todos, menos para el lector, que va a encontrar pocos argumentos de entretenimiento en este libro. Los que están, esos sí, bien distribuidos, al principio y al final.

El principio resulta interesante porque Kerman nos explica de primera mano como pudo ser que una tipa como ella terminara en prisión, además 10 años después del delito. O sea, terminó en prisión por pecadillos de juventud en un momento en que tenía una vida hecha y ajena a lo que entonces ocurrió. Kerman lo describe con dos conceptos legales: exigencia (a los jueces) de sentencias mínimas en casos de narcotráfico, y delito de conspiración. Por conspiración se entiende agrupación de varias personas en el delito, y según parece multiplica las penas. Eso, unido a que los jueces tienen que poner una pena mima, hace que la gente termine con 7 años de cárcel por haber tenido dinero de drogas en su domicilio (no el caso de Piper, que fue ligeramente más activo).

Nuestra heroína se libra de tan abultada y desproporcionada pena, por contar con la adecuada asistencia legal, lo que termina llevándole a una pena de 15 meses. Pero eso no es lo que le pasa a la mayor parte de la gente en situación similar, que sí termina con grandes penas por "delitos" ridículos (la referencia a Jan Valjean, con permiso de Elvira Roca, es inevitable). La primera reflexión que me surge vuelve a ser la ineficiencia e injustica que supone la prohibición de drogas: aquí tenemos un ejemplo de cómo pagan los de siempre, las clases bajas y medias son las más perjudicadas por las leyes que supuestamente les protegen.

La segunda reflexión tiene que ver con el contenido del libro. Y es que, nos informa Kerman, más de 90.000 presas en EEUU lo son por delitos relacionados con drogas sin violencia, frente a unas 40.000 por otro tipo de delitos. En estas condiciones, el ambiente que se encuentra Kerman en la prisión va a ser más el de un internado, y de hecho la narración es reminiscente en cierta forma de las novelas de colegio. Con la salvedad de que se supoe que nos está contando su estancia en prisión, no en un colegio. Nos dice: "There was less bulimia and more fights than I had known as an undergrad, but the same feminine ethos was present—empathetic camaraderie and bawdy humor on good days, and histrionic dramas coupled with meddling, malicious gossip on bad days."

Así pues, la parte mollar del libro consiste en una sucesión de anecdotas de lo ocurrido, la mayor parte carentes de interés por ser más propias de colegio que de prisión. ¿Es relevante su visita al lago a pintar, o la celebración que hicieron de la victoria de los Red Sox?¿O cómo hacen yoga?¿O los rasgos de carácter de guardias y prisioneros? Kerman se queja de vez en cuando de la asimetría de poder, la frustración, pero lo cierto es que apenas aporta ejemplos de sufrimiento.

Es más, nos encontramos con un constante flujo de compañeras abandonando la prisión (cosa que no ocurre en la serie) y otro constante flujo de visitas de familiares, amigos y marido futuro (cosa que tampoco ocurre). Así las cosas, lo más interesante pasa a ser tratar de identificar los personajes del libro con los de la serie, cosa que resulta muy difícil por apenas haber comunalidades. Se identifica con claridad a la rusa Red (en el libro, Pop) y poco más (la monja, la yogi). Las referencias al lesbianismo y al sexo en prisión son también escasas, y de hecho Kerman no se identifica como lesbiana, algo que sí hace en la serie. El momento más duro de su estancia es uno en que Joel Luschek (mi personaje preferido en la serie, aunque no sea tan simpático en el libro) hace una broma psicalíptica sobre Piper engrasando un cabo de cables, de contenido fácilmente previsible y por lo mismo incapaz de causar escándalo.

Llama la atención el gran papel que juega la religión en la vida de las presas, algo que tampoco queda bien reflejado en la serie, aunque sí salga el tema puntualmente. En el libro, la cosa es constante, hasta el punto de que la propia Kerman "understood that faith could help people see beyond themselves, not into the abyss but into the street, into the mix, to offer what was best about themselves to others." ("comprendí que la fe podía ayudar a la gente a ver más allá de ellos mismo, no en el abismo sino en la calle, hacia la mezcla, para ofrecer lo mejor de ellos a los otros").

También me quedo con otra de las lecciones aprendidas por la autora: "Judging others held little appeal to me now, and when I did it, I regretted it." ("Juzgar a otros me resultaba poco atractivo ahora, y cuando lo hacía, me arrepentía"). Y, por supuesto, con la explicación del nombre de la serie, que quiere decir que el naranja es el color de moda (cuando de algo se dice que es el "new Black" es que es lo que se lleva).

Y por estos pagos hubiéramos seguido, si no fuera porque en un momento dado a la protagonista la trasladan de prisión, primero a Oklahoma y luego a Chicago, para poder participar en el juicio del capo de las drogas que la metió, indirectamente, en el lío, momento en que se encontrará con su ex-partner (como también ocurre en la serie). Aunque el reencuentro empieza con algo de tensión, pronto se difuminará como cabe esperar del tono del libro. Lo interesante es que estas dos nuevas prisiones sí parecen prisiones de verdad en vez de un colegio. Es la descripción de esta estancia la que es más conforme a lo que se espera de este libro. Lo paradójico es que, en Chicago, la mayor parte de las compañeras  no son realmente convictas (lo que sí ocurre en la primera prisión), pero en cambio la situación es mucho más hostil.

Por último, cabía esperar alguna reflexión sobre la reincorporación de las presas a la sociedad. En la serie, se suscita y trata el problema, tanto con Piper como con otras prisioneras, y en diversas temporadas. La sensación tras ver la serie es que es un verdadero problema, lo que se acumularía sobre el dato anterior de que muchas convictas lo son casi por accidente. En todo caso, a Piper le aguarda un trabajo bien remunerado a la salida, que imagino sigue ejerciendo, por lo que es poco sensible al tema.

Más interesante es constatar la existencia de las llamadas "Halfway houses", que aunque no se describen, el nombre da a entender que facilitan la integración de las exconvictas proporcionándoles residencia en barrios normales como trampolín para buscarse la vida (precisamente, es la residencia el problema más grave que confrontan las exconvictas de la serie).

En suma, este libro ni fu ni fa. El que espere encontrar lo de la serie se va a llevar una decepción, con el agravante de que la experiencia real parece ser bastante más aburrida. Siento resumirlo así, pero esto no es más que las andanzas de una niña pija por prisión, y tiene el nivel de profundidad que cabe esperar del perfil. Joe, al final he tomado manía a Piper!




Halfway House Con Air lo más auténtico Chicago prisión de verdad, pero no convictos

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