martes, 31 de diciembre de 2019

Imposturas Intelectuales (Impostures Intellectuelles), de Alan Sokal y Jean Bricmont

En 1996, uno de los autores de este ensayo, el físico Alan Sokal, envió a una revista seria de estudios culturales un artículo de cachondeo, paradiando el estilo de los filósofos y científicos postmodernistas. En él básicamente se acumulaban chorradas sin sentido pero eso sí con gran número de citas sesudas y terminología científica. Ante su sorpresa (¿o no?) el artículo fue publicado. Unos años después, con la ayuda de Jean Bricmont, publicó este ensayo para profundizar en el tema y detallar y analizar a algunos de los autores postmodernos más conocidos.

Yo me tropecé con la referencia en un escrito de Revel, y me llamó la atención de inmediato, en parte por qué pense que el objetivo de la crítica sería también la teoría económica. En esto me equivoque: la crítica va contra la filosofia, la sociología y otras ciencias sociales, y sobre todo a la visión postmoderna que tienen de la ciencia.

El ensayo se construye a base de textos bastante largos de los autores criticados (ahora doy la lista), que inmediatamente son analizados, aportando explicaciones de los conceptos científicos que aquellos citan cuando es necesario. La lista de autores "deconstruidos" no tiene desperdicio, con nombres tan conocidos como Lacan, Bruno Latour, Baudrillard, Deleuze, Guattari o Bergson, y otros menos para mi, como Irigaray, Kristeva o Paul Virilio. En el fondo, lo que es lamentable es que estos verdaderos impostores intelectuales sigan gozando de fama y renombre, en muchos casos adquiridos precisamente mediante estos escritos cripticos, por no decir arcanos, a la par que irrelevantes.

Junto a este desenmascaramiento, los autores incorporan algunos capítulos de disgresión sobre aspectos relacionados con la epistemología de las ciencias, que son ciertamente interesantes de leer, pero tampoco aportan nada especial. El crux de su aportación es, necesariamente, la crítica a los autores arriba citados.

Yo pensaba que estas críticas serían divertidas, vamos, de partirse de risa. Pero no es así, no puede ser así. ¿Por qué? Porque los textos criticados son de por sí absurdos: uno los lee y se queda igual, pero no porque no los entienda, sino porque no hay nada que entender. Son como letanías budistas o coránicas. Es comprensible que alguien pueda quedar ofuscado por la terminología física y matemática utlizada; pero en cuanto uno tiene unos mínimos conocimientos de estas disciplinas, resulta obvio que están escribiendo cosas sin sentido. Por eso, Sokal y Bricmont no encuentran demasiado material que criticar: explican los conceptos físicos o matemáticos utilizados, y, a continuación, su crítica es siempre la misma: ¿qué relación hay entre tales conceptos y los filosóficos/sociológicos a los que se pretenden aplicar?

Es más, parece que muchas veces esa relación se basa puramente en la terminología. Un ejemplo fácil es las referencias de Lacan a los números irracionales relacionándolos con la posible irracional del ser humano!!! Hay que ser imbécil o sinvergüenza. El otro bastante manido es utlilizar la teoría de la relatividad para justificar todo tipo de relativismo. Claro, como los nombres se parecen...

Según Sokal y Bricmont, lo que pretendían estos autores postmodernistas era simplemente ocultar de la gente el vacío de sus ideas mediante referencias a conceptos complicados de las disciplinas científicas. Y la publicación del artículo de Sokal es la prueba palmaria que deja al emperador desnudo (palabras de los autores): "l'aspect comique de l'incident Sokal est qu'il suggère que même les postmodernes ne comprennent pas réellement ce qu'écrivent leurs col- lègues, et qu'ils se déplacent à travers les textes en passant d'un nom ou mot familier à un autre, comme une grenouille qui traverse un étang boueux en sautant sur les nénuphars".

Así las cosas, se trata de un ensayo difícil de leer, y poco divertido, pese a su origen inicialmente burlesco. De hecho, lo más divertido es realmente el artículo original del Sokal, titulado Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity, que se incorpora al ensayo como apéndice. Y es que Sokal no puede ocultar su formación de físico y, claro, su artículo es bastante claro, en comparación con los textos de los autores que cita. Al ser más claro, es mucho más fácil entender lo que dice y, claro, descojonarse con él (que no de él). Algunos extractos (los doy directamente traducidos; total, yo he leído la traducción al francés del artículo, originalmente en inglés):
- "La constante de Euclides y la constante G de Newton, que antes se creían constantes y universales, se percibe ahora dentro de su inevitable historicidad"
- "El concepto mismo de geometría se vuelve relacional y contextual"
- "Un criterio simple para que una ciencia sea admitida como postmoderna es que sea liberada de toda dependencia del concepto de la verdad objetiva"
- "La teoría feminista debe ser desarrollada como teoría estratégica, no como teoría verdadera o como teoría falsa"
- "Finalmente, la ciencia postmoderna ofrece una poderosa refutación al autoritarismo y elitismo inherente a la ciencia tradiconal, así que una base empírica para una aproximación democrática al trabajo científico"

La verdad es que yo ni me planteo ni me planteaba leer a ninguno de los autores citados. Y seguramente tampoco hubiera leído este ensayo de saber que era una crítica al postmodernismo. No puedo perder el tiempo con cosas tan absurdas. Lo que no sé es si seguirá habiendo mucho departamento universitario e intelectualoide dedicado a esta basura, aunque me temo que pueda ser que sí.

Para no cerrar el año de una forma tan negativa, dejo esta divertida referencia a una tal Irigaray, quien parece sostener que "la mécanique des fluides est sous-développée par rapport à celle des solides parce que la solidité est identifiée (selon elle) aux hommes et la fluidité aux femmes." ("La mecánica de fluidos está infradesarrollada respecto a la de los sólidos porque la solidez se identifica con el varón y la fluidez con las mujeres", traducción propia). Disfruten del 2020.

lunes, 23 de diciembre de 2019

Mi dieta cojea, de Aitor García Sánchez

Aquí me tenéis, leyendo un libro sobre nutrición antes de las Navidades. Quien lo hubiera dicho. No es que el tema no me interese, es más bien que nunca me he hecho con un libro sobre el tema. Lo que pasa ahora es que, con Kindle e Internet, te recomiendan un libro, sobre este u otro tema, e inmediatamente lo puedes tener a tu disposición, con lo que las probabilidad de leerlo sube exponencialmente.

Este libro viene recomendado por un par de amigos, uno de ellos experto en nutrición. Esa es la principal fuente de la confianza que me dan libro y autor. Y he de empezar diciendo que el libro es malo: quien espere encontrar literatura, que no lea el libro. El autor utiliza palabras inexistentes (como "palatable"), construye mal las frases (lo de sujeto y predicado se le ha olvidado), no coordina bien pronombres ("atribuimos al producto ... sin pararse a pensar...") y abusa de algunos adjetivos (los alimentos le parecen poco o muy "interesantes").

Pero, bueno, como el objetivo es más bien ilustrarnos un poco en el tema de la nutrición, ello no obstaculizará a nadie la lectura. Así que nos metemos de lleno en el fondo del asunto. Aquí hay otro punto crítico: García apenas justifica las aseveraciones que hace. Hombre, alguna razón sí da, pero nada especialmente convincente y más bien arbitrario. A su favor juegan, por un lado, la recomendación de mi amigo experto; y, por otro, las referencias de literatura científica que cita al final del libro en apoyo de cada capítulo. O sea que le daremos el beneficio de la duda y nos centraremos, ahora ya sí, en el fondo.

La obra es estructura en una serie de enunciados falsos que todos hemos oído alguna que otra vez, y que el autor pretende desmontar o al menos clarificar. Por ejemplo, "el desayuno es la comida más importante del día" o "hay que comer de todo", o "hay que evitar las grasas". Es a partir del análisis de estos mitos de donde surgen las enseñanzas, al menos para mí.

¿Cuáles son los enemigos de la buena nutrición? El autor no tiene duda: "Alimentos concentrados que nos den mucha energía, pero a la vez pocos nutrientes de interés fisiológico. Por poner cara a los culpables, hablamos de los dulces, de la bollería, de los refrescos, del alcohol, de los derivados refinados...;" (Obsérvese lo del "interés" fisiológico). Asimismo, hay que evitar los productos derivados y ultraprocesados, aunque no llega de definirlos. El alcohol es desaconsejable en todo caso: "El alcohol es teratogénico, neurotóxico, adictivo, inmunosupresor, perjudicial para el sistema cardiovascular, carcinogénico y aumenta el riesgo de muerte."

Para García, lo ideal sería seguir las indicaciones del apetito. El problema es que esas señales puramente hormonales se ven confundidas en el ambiente "obesogénico" que vivimos, en parte porque la alimentación ha pasado a ser "un acto social más que biológico". Así pues, hay que seguir pautas externas, como las que dan muchos interesados.

Las del autor son claras, y las resume en sus conclusiones, que me permito copiar tal cual:
¿QUÉ DEBO COMER EN ABUNDANCIA? Verduras y hortalizas. Frutas. 
¿QUÉ ES GRASA DE CALIDAD? Frutos secos. Aceites saludables. 
¿QUÉ ES PROTEÍNA DE CALIDAD? Legumbres. Huevos. Carne sin procesar (limitar). Pescado sin procesar. Lácteos (limitar). 
¿QUÉ BEBO? Agua en abundancia. Acompañe con infusiones si lo desea. 
¿QUÉ DEBO EVITAR? Productos alimentarios que aunque sean comestibles no sean materias primas.


Tres temas me han llamado especialmente la atención, y espero que lo que nos dice el autor esté bien contrastado:
- La importancia de la saciedad y adherencia de los alimentos a la hora de definir nuestra dieta. De nada vale comer algo con pocas grasas pero sin efectos saciantes que nos forzarán a comer más; o algo con pocas grasas que no nos gusta.
- Las ventajas de comer cereales integrales y, en particular, pan integral: "Nos saciaría más. No se elevaría tanto el azúcar en sangre; se amortigua la glucemia. Reduciría el tiempo que otros compuestos indeseables están en contacto con el organismo."
- Relacionado con el anterior, las trampas en los etiquetados y declaraciones. De hecho, en el caso del pan integral el autor llega a dar unas pautas concretas para evitar la confusión. Y a fe que son útiles como puede comprobar yo mismo este fin de semana tratando de comprar pan verdaderamente integral.
 
En su análisis de los mitos, García no ahorra críticas a la industria alimentaria cuando investiga las razones por las que determinados mitos se han instalado en el imaginario colectivo. Los desmenuza bien y es muy interesante para mí, por las relaciones evidentes con el mundo de la regulación y del lobby. Es muy crítico con las ambigüedades que los gobiernos permiten a la hora de etiquetar los alimentos (por ejemplo, qué es un alimento natural).

Sin embargo, en el autor transluce un deje socialista en determinados momentos, como cuando afirma que en España, con la crisis económica, "2,2 millones de menores en España viven en la pobreza, lo que supone malnutrición.Casi un 5 % de la población española no puede afrontar la alimentación de su día a día". Y, claro, propone la solución al problema en el Estado, al que encarga también una verdadera revolución alimentaria ("¿Por qué invertimos dinero en tratar enfermedades evitables pero no en impedir que las personas lleguen a tener factores de riesgo cardiovascular?").
 
Resulta curioso que no se dé cuenta de la paradoja: ese ente que es incapaz siquiera de conseguir un buen etiquetado para los alimentos, ¿cómo va a resolver el supuesto problema de hambre en España? ¿Y qué revolución se puede esperar de ellos?

No me atrevo a recomendar este libro. A mí me ha parecido útil e interesante, aunque mal escrito. Pero confieso que su utilidad descansa en la autoridad de los terceros que me lo han recomendado. Yo no tengo criterio para ver si este señor dice cosas serias o tonterías, aunque suenen razonables.
 

jueves, 19 de diciembre de 2019

Identity Crisis, de Ben Elton

Como ya he dicho en otras entradas del autor, Ben Elton es mi autor inglés cómico contemporáneo preferido (jajaja, cuanto más categorizo, más posibilidades tengo de decir que un escritor es mi preferido). Así que en cuanto me entero de que ha sacado alguna novela, trato de hacerme con ella y leerla a la mayor brevedad. Ha sido el caso de esta Identity Crisis, recién publicada. Por medio veo que también ha sacado en libro los guiones de la magnífica serie Upstart Crow, gracias a los cuales me garantizaré que no me pierdo ninguno de los chistes que cada capítulo acumula, por no decir solapa.

Hay que reconocerle a Elton el don de la oportunidad. La temática del libro no puede ser más actual, como el título invita a pensar. Tenemos las redes sociales, la creciente fragmentación social en grupos identitarios por criterios diversos (raza, sexo, incluso nación) e incluso un referendum a la Brexit, en este caso, para decidir si Inglaterra se separa de Reino Unido. Vamos, que cuando uno empieza a leer el libro no puede evitar relamerse de gusto ante lo que un tipo como Ben Elton puede hacer con el tema.

Podría haber hecho con el tema. Pero no llega a hacer. Me temo que a Elton también le dé miedo el salirse de la corrección política, y no acaba de ser tan punzante como quisiera (?). Habría que ver si Tom Sharpe si hubiera cortado tanto, o se la hubiera jugado de verdad ridiculizando todas estas tendencias que nos tienen a la mayoría hasta el pelo, pero de la que nos cuesta abstraernos dada su preeminencia en las redes sociales y, en consecuencia, en los medios y en las conversaciones con nuestros prójimos.

Así que Elton nos ofrece la típica novela de detectives, en que el policía protagonista tiene que investigar un asesinato (que rápidamente se convierte en serie de asesinatos) con ayuda de sus subalternos (la chica, por supuesto, lesbiana casada). El suceso e investigación se enmarcan en una Inglaterra sujeta al debate sobre su pertenencia a UK, y en paralelo a un reality de gran éxito; la trama incluye también fake news y el manejo de las redes sociales para manipular a la opinión pública.

De hecho, es una constante en la novela tratar de anticipar como reaccionarán las redes (lo que llama sardónicamente Elton "conversación nacional") ante las cosas que ocurren y las cosas que se dicen. Lo que nos transmite Elton es que aquello es una lotería, y es imprevisible saber lo que le va a parecer bien y lo que va a parecer mal ("Sit on your arses until the collective lunacy of the internet decides which witch it wants to burn.". Y no deja de ser cierto, lo que me lleva a pensar que estamos en un movimiento pendular, y que a no mucho tardar estaremos en el otro punto, en que básicamente a la gente le importe una mierda lo que se diga en las redes sociales. De hecho, al protagonista, el detective Matlock, le llama la atención que la vida en Londres sea tan pacífica en paralelo a la guerra desatada en las redes sociales, lo que muestra el grado de desconexión entre una y otras. "The entire population appeared to be itching for a fight because everybody else afforded them insufficient respect. At least, they were once they got on the net."

Elton, como no puede ser de otra forma, tiene algunos hallazgos divertidos y ahora citaré algunos. En todo caso, la sensación que tengo es que en cierto momento la novela se le va de las manos (sobre todo con la progresión de asesinatos) y que termina pidiendo la hora y haciendo casi un Deux-ex-Machina para concluirla.

En cuanto a los hallazgos, se concentran en los primeros capítulos. Y algunos que me a mí me parecieron originales, al comentarlos en mi entorno, resulta que no lo eran tanto: por ejemplo, el caso de la feminista recalcitrante que se opone a que los hombres puedan elegir ser mujeres: "What I do deny is the idea that biological males can, must and should be defined legally as women simply because that is what they claim they are and that I, as a biological woman, have no right to offer a contradictory point of view.". O esta hiperbólica amenaza ("Grandmothers, it seemed, were terrified for the future of their grandsons. Mothers warned their boys never even to talk to girls for fear of being sent to prison.") que ya nos está pasando por la cabeza a muchos al ver recientes sentencias sobre supuestas violaciones.

Aquí dejo los que me parecieron mejores:
- "I wouldn’t for a moment wish to appear sexist by suggesting that women can’t be as mean and nasty as men."

- Battle Craft Britain Inc. had been forced by feminist academics to declare that King Alfred the Great was probably a woman.
- "What we need is a new term for survivors of assault who died." (en cuanto a que es políticamente incorrecto referirse a las enfermedades de las personas)
-  "Dave was in compliance, which meant he did law and shit.", una de mis preferidas, y repetida cada vez que salen los de compliance. Será porque conozco gente en este tipo de departamentos. 
- Un viaje a los periodistas:  "mainstream media, which now did the majority of its investigative journalism by looking at Twitter, Facebook and Instagram."
- Otro a los reality shows con celebrities.  "She decided to use entirely ordinary people and claim that they were celebrities in the hope that nobody would notice. Since nobody has ever heard of any of the celebrities that go on that type of celebrity show anyway, the ruse worked brilliantly."
- Y, por qué no, a los nacionalistas e independentistas: "Hamish was very much a ‘proud’ Scot, meaning he always travelled home from London, where he’d lived and worked since uni, for the regular Scottish independence referendums to vote YES and see his mum."

Y hay una cosa que no me gustó especialmente. Cuando Elton critica lo absurdo de dejarse llevar por los escándalos en la red para decidir el voto en el hipotético referendum, contrapone sistemáticamente los informes de los economistas avisando del daño que tal separación supondría. Digamos que dice, implícitamente, que esa es la información fiable y seria que habría que tener en cuenta para tomar decisiones como el Brexit (o el Eng-xit, en su caso). No sé, creo que debería haber sido un poco más crítico con estos economistas políticos, que al fin y al cabo también están defendiendo una posición interesada (¿quién financia estos estudios?).
 
 
 





martes, 3 de diciembre de 2019

El pintor de almas, de Ildefonso Falcones

Falcones es uno de los escritores grandes de nuestro tiempo en lengua castellana. Desde que leí La Catedral del Mar, cuando ya era una novela de éxito consolidado, o sea, mucho después de su publicación, he tratado de mantenerme al día con su obra. Disfruté enormemente con La mano de Fátima; algo menos con La reina descalza (no por mal escrita, sino por algunas escenas cuya lectura me agobió bastante), y bastante menos con Los Herederos de la Tierra, segunda parte de la magnífica opera prima. Por ello, tenía alguna duda sobre si leer esta última novela.

Las dudas quedaron borradas en cuanto la empecé. Falcones recupera la magia de sus grandes obras, las restantes, y  nos traslada, una vez más, a Barcelona. En esta ocasión, a la Barcelona de principios del siglo XX, donde todo el modernismo está en efusión, así como los movimientos anarquistas y republicanos característicos de la ciudad. Y es que da gusto leer una novela que es capaz de sumergirte en su historia y su periodo de tiempo nada más empezar, cosa que digo en contraste con Ken Follet, del que no hace mucho leí Fall of Giants, y que no consigue ni de lejos la magia de Falcones.

Los protagonistas son Dalmau, artista de talento, y Emma, muchacha de inclinación revolucionaria, trabajadora y algo buenorra. Y la historia que nos cuenta Falcones es básicamente los avatares de su relación. De hecho, la estructura narrativa va alternando la vida de uno y otro, aunque sin hacerlo explícito.

Se puede observar como el perfil de ambos personajes le permiten al autor introducir con mucha facilidad el contexto histórico de la época. Dalmau es el vehículo para contarnos las obras modernistas, sus contactos con los principales arquitectos de la época (Puig y Cadalfach, Muntaner y Gaudi, ahí es nada) y la vida de los burgueses e industriales, aunque también de los fondos más bajos con los trinxeraires, esos niños mendigos en la Barcelona de la época, y con claras reminiscencias de Los Miserables (pero con los que empezará y casi acaba su carrera como pintor de almas)
Por su parte, Emma nos dará entrada en los movimientos revolucionarios, en el anarquismo y en el partido republicano, orbitando en torno a un personaje como Lerroux. Ambos, además, se relacionarán con grupos de católicos a distintos niveles y por distintos motivos.

Todo ello pinta un panorama bastante realista (creo) y en todo caso apasionante, de la Barcelona de la época. Falcones no es completamente neutro en su narrativa, y opta por un estilo de lucha de clases, en que los ricos y los católicos se llevan los palos, mientras que los pobres y los obreros son generalmente explotados por la otra clase. A mí me hubiera gustado que no tomara partido, pero tampoco creo dicho partidismo sea obstáculo para disfrutar la novela.

Más apabullante resulta el machismo rampante de la época, incluido entre anarquistas y republicanos. Utilizando a Emma como disculpa, Falcones nos lleva de nuevo a episodios tan desesperantes como los que sufre la "reina gitana" en su novela homónima. En este caso, los abusos a que se ve sometida Emma para poder mantener su puesto de trabajo, y que cobran especial virulencia con uno de los líderes republicano y, sobre todo, con uno de los cocineros. Creo que Falcones es un maestro en tratar de la discriminación de las mujeres y mostrarla en toda su crudeza. Y, precisamente por eso, se puede permitir un estilo neutro en la narración de estas barbaridades. Quizá la relación burguesía-clase obrera o anarquismo-catolicismo no sea de ese nivel de barbarismo y Falcones lo haya querido compensar perdiendo la neutralidad.

Porque, por ejemplo, en enfrentamiento anarquismo-catolicismo, para mí está claro que los animales eran los republicanos-anarquistas-lo que sea. Puede que los obreros se vieran marginados y hasta explotados por los burgueses y vieran en la iglesia un cómplice necesario, pero de ello a justificar la quema de iglesias o el robo y desecración de relicarios hay una gran distancia. O a pintar cuadros murales invitando a la quema de templos y violación de monjas. Sin embargo, Falcones no tiene problemas en calificar como día aciago para la libertad aquel en que es condenado a muerte el principal instigador de la quema de iglesias en la Semana Trágica. No lo hace uno de sus personajes, lo hace él. O insistir en que la industria catalana "tanto enriquecía a la burguesía como empobrecía a sus empleados" (algo contradictorio con la teoría económica salvo si hay regulación).

Como he dicho, Falcones es un excelente narrador de novela histórica. Pero en lo que es realmente magistral y sobresale sobre otros novelistas de su  nivel es en como incardina y narra acontecimientos históricos en su relatos. Gracias a Falcones, estos momentos se levantan en los ojos de lector y cobran una dimensión épica que seguramente tuvieron, pero que hoy nos cuesta apreciar desde la distancia.
Lo hace en La mano de Fátima con la expulsión de los moriscos y esas escenas en los campos de Sevilla; lo hace en La reina descalza con la partida de la flota de las Américas. Y lo vuelve a hacer en esta ocasión, con la guerra del Rif y la Semana Trágica, con la huelga de 1902 y con la creación de la Unión Repúblicana y la comida en el Coll. Aquí podremos disfrutar del mejor Falcones, como también en esos momentos realmente agobiantes de las vidas de los protagonistas, en las que parece que ya no hay marcha atrás ni salida posible.

A mí este libro me ha encantado. Además, sé que su autor ha sufrido literalmente para terminarlo, por una grave enfermedad, lo que me hace pensar que quizá no nos quede mucho más que leer de él. Eso me hace re-recomendarlo.

Como curiosidad final, dejo aquí la descripción de adulteraciones de alimentos que se hacían en la época y en cuya detección Emma era experta (y que demuestra que Falcones se curra el contexto histórico de sus novelas):
"El pan, pese a ser más caro que en la mayoría de las grandes ciudades europeas, se blanqueaba con sulfato de barita; el azúcar molido se mezclaba con polvo de carbonato de cal; los dulces y los pasteles se elaboraban con sacarina y se cargaban de yeso; el café en grano se fabricaba artificialmente"-

lunes, 2 de diciembre de 2019

La conquista social de la Tierra ("The Social Conquest of Earth"), de Edward O. Wilson

E.O. Wilson es un biólogo/antropólogo/filósoso bastante conocido en el ámbito y de bastante producción. Parece que su principal aportación científica tiene que ver con el estudio del comportamiento social de los seres vivos, especialmente en lo referente a insectos. En este libro, desarrolla los paralelismos entre estas "sociedades" y la sociedad humana, tanto de sus orígenes como de sus consecuencias, para explicar porque los seres humanos dominan el ámbito macro de la Tierra, de la misma forma que son los insectos los que dominan el ámbito micro.

El libro es muy interesante, aunque tengo la sensación de que es sobre todo porque no conocía nada de la obra de Wilson, al menos nada directamente. Hay capítulos que parecen recauchutados de sus obras previas, retocados para una nueva finalidad; y también, en general, la sensación de que se repiten ideas, como si los capítulos de la obra hubieran sido escritos por separado y luego los hubiera juntado en el orden correcto. Por último, a veces se le va la pinza en algunas explicaciones, lo que hace que determinados párrafos sean un tremendo tostón.

Puestas de manifiesto estas críticas, lo cierto es que el libro es muy completo y riguroso. Trata cantidad de temas, pero de una forma bastante concisa, que te deja bastante claras las cosas (lo que no implica que el señor no pueda equivocarse).

Uno de los temas fundamentales en este libro es explicar cómo la teoría de la evolución puede explicar la aparición de seres vivos eusociales (o hipersociales). Para ello, Wilson aplicará su base de conocimientos procedente del estudio de insectos, y propone una tesis que parece generalmente aceptada. Se ha demostrado que todas las especies eusociales construyen nidos, y que la cohesión del grupo comienza con el reparto del trabajo para la defensa de ese nido (básicamente, que unos lo defiendan mientras otros van a por provisiones). Por tanto, la variación genética fundamental es aquella en los individuos de la nueva generación deciden quedarse en el nido, respecto a lo que hacen las especies no eusociales de buscar otro sitio para fundar el suyo.

Una vez tenemos en marcha estos grupos o tribus, se añade otro posible nivel evolutivo: la evolución por grupos, que convive con la evolución individual, dando lugar a una evolución multinivel. Wilson define de forma muy brillante esta tensión para el caso de los seres humanos:
"Individual selection is responsible for much of what we call sin, while group selection is responsible for the greater part of virtue.", pero sin olvidar que existe una regla de hierro de la evolución genética social: "Selfish individuals beat altruistic individuals, while groups of altruists beat groups of selfish individuals."
 
Wilson distingue la evolución grupal de los insectos y de los seres humanos. Así, en los grupos de insectos, todos los miembros del grupo tienen el mismo genotipo que la reina, o sea, son extensiones de la misma, sin variación genética. Aunque la lucha por la supervivencia se hace en grupo, la variación genética se produce solo en la reina. Por ello Wilson considera que en estos casos no hay evolución multinivel: digamos que el grupo es como un miembro más de la reina. La especialización del trabajo la explica Wilson mediante rasgos genéticos "plásticos", esto es, que admiten grados de variación en función del entorno. Así, según dichas condiciones, cada uno de los individuos del grupo de insectos pasa a especializarse en una u otra tarea. 

El tema de la plasticidad de determinados rasgos genéticos es también fundamental para explicar el comportamiento de los seres humanos (por ejemplo, los circuitos morales de que habla Haidt en The Righteous Mind). Wilson observa que el grado de plasticidad de un rasgo está también sujeto a las fuerzas evolutivas.

Explicado cómo los humanos llegaron a agruparse y a entrar en el filtro de la selección multinivel, el terreno que pisamos es más conocido, tras las recientes lecturas de Hansen-Simler y el otro Wilson. O.J. Wilson vuelve a explicar la causa del desarrollo de nuestro cerebro como competencia individual en la interpretación de las intenciones de nuestros congéneres. Y de aquí el salto a culturas, religiones y arte ya es bastante trillado, por lo que no me paro a recogerlo (aunque es cierto que OJ Wilson difiere en algunos detalles de lo tratado por los otros autores).
 
El autor dedica un espacio inesperado a atacar y desmontar la hipótesis de la "kin selection", que al parecer defendió él mismo en los años 70. Esta hipótesis explica el altruismo de los seres humanos en función de la distancia genética entre altruista y beneficiario. Los problemas empiezan por la propia definición de distancia genética. En todo caso, la explicación actual (selección multinivel) parece más convincente y es generalmente más aceptada.

Por supuesto que debería traer más cosas a esta entrada, porque la sabiduría del autor aflora por múltiples puntos y no solo por la trama principal. A mí el libro me parece muy recomendable, y lo es seguro si no has leído antes nada del autor. Me surgen dudas sobre si resultará tan atractivo a quien esté familiarizado con su trabajo.