jueves, 31 de diciembre de 2020

Les rapines du duc de Guise, de Jean d'Aillon

La novela histórica es un género apasionante, dudo que haya mejor lectura que una buena novela histórica, no digamos ya si tiene elementos épicos. Si, además, es de un periodo relativamente desconocido para mí, se alinean todos los incentivos y me resulta muy difícil resistirme. Jean d'Aillon es un economista metido a escritor de suspense, que ambienta sus novelas en Francia en determinados periodos históricos. Sin llegar a ser Santiago Posteguillo, hace bien su trabajo y esta novela es amena y se lee con interés.

Estamos en 1585, y los acontecimientos de la novela tienen su origen en la fiesta de S Bartolomé, en la hubo una matanza de hugonotes-protestantes a manos de los católicos franceses, una especie de genocidio religioso. El autor recoge algunas de las terribles escenas que se debieron de producir, para dejar claro por qué desde ese momento existía una grave tensión en Francia por causa de la religión.
Son los albores de la guerra de los tres Enriques: Enrique III, rey de Francia y último de los Valois; Enrique Guise, de Lorena, pretendiente al trono con soporte popular de los católicos y apoyado por nuestro Felipe II; y Enrique de Navarra, líder de los protestantes y legítimo sucesor. Enrique III, muy debilitado. se veía forzado a simular apoyar a Guise en contra del legítimo Enrique de Navarra. Se resume así la situación, en palabras del autor, cogidas de una canción: "Henri veut, par Henri, déshériter Henri."

En este contexto, la intriga que nos propone la novela tiene base, tachán, en un fraude fiscal, ni más ni menos. Resulta que los ministros de Enrique III han podido constatar una considerable reducción en sus ingresos fiscales, lo que debilita aún más la posición del monarca, pero es imposible detectar la causa. Así que encargan la investigación a uno de los oficiales, Hauteville, y con su asesinato comienza la trama. En ella se verán involucrados los tres bandos contendientes: por un lado, tenemos a Cassandre, superviviente de San Bartolomé, y con su padre, Mornay, al servicio de Enrique de Navarra. 

Por otro lado, tenemos a Nicolás Poulain, otro oficial y cuyas memorias inspiran esta novela, infiltrado en la Santa Unión, pero fiel al rey Enrique. Esta santa unión es una alianza de numerosos ciudadanos parisinos (aunque se extiende en organizaciones similares a otras ciudades) con la idea inicial de protegerse frente a la temible venganza de los hugonotes, pero que pronto revela su verdadera naturaleza de apoyo urbano a Enrique de Guise. Y por último tenemos a Olivier Hauteville, hijo del asesinado y que retomará las pesquisas iniciadas por su padre, tras verse prisionero acusado, precisamente, de su muerte.

Basta de la trama por el momento, aunque luego hablaré algo del fraude fiscal. D'Aillon es muy riguroso en sus descripciones, fijándose en numerosos detalles, de interés variable para el lector según lo que vaya buscando. Por ejemplo, las armas que llevaban o cómo las usaban, es de poco interés para mí. En cambio, los trazos de la estructura administrativa del gobierno francés, que nos da sobre todo al principio de la novela, me han resultado apasionantes. O sea, que cuando digo "oficiales" más arriba, soy yo, porque D'Aillon dice su cargo concreto dentro de dicha estructura, y nos revela sus competencias.

Ejemplos: "la principale différence entre les magistrats des villes et les prévôts des maréchaux était que ces derniers jugeaient en dernier ressort." "La nuit, le guet bourgeois et celui du chevalier du guet veillaient à la sécurité des Parisiens. Le premier tirait son origine du privilège des bourgeois de Paris à se défendre eux-mêmes ; ils organisaient donc des rondes et surveillaient les portes de la ville. Le second, le guet royal, dépendait du gouverneur de Paris."

Interesantes son también las referencias que hace a algunas de las costumbres del momento. Por ejemplo, un cortesano burgués prefiere que no se quede en su casa un conocido de su rango, porque, habiendo una sola cama, se vería obligado a compartirla con él y con su mujer. He aquí un detalle de un banquete: "Les potages et les pains à tremper, ce qu’on appelait les soupes, furent servis dans des écuelles en faïence." Asimismo, las relaciones con la vecindad juegan un papel importante en muchas de las acciones. Por ejemplo, los personajes se sienten más seguros ante las fuerzas legitimadas cuando están en presencia de sus vecinos, que les conocen ("Terrifié, Marteau opina, espérant seulement que dans la rue, il trouverait un moyen d’ameuter ses voisins"). Ello implica que cabe esperar resistencia ante un acto injusto, no solo del perjudicado, si no también de quienes lo conocen. Un gran contrapeso contra la actuación arbitraria de los poderes públicos que en la actualidad se ha perdido completamente.

Una de las escenas que más me han gustado es la descripción del trayecto del marqués d'O, aliado del rey, desde su Caen de residencia a Paris. D'Aillon nos cuenta con todo lujo de detalles los sitios en que para por las noches, y el grado de seguridad y confort que se espera en cada uno de ellos, algo fundamental a tener en cuenta por el viajero.

Volviendo a aspectos administrativos, es lógico esperar una gran atención al tema del dinero y de los impuestos, ya que el autor es economista y, además, la trama va de un fraude fiscal. Y no nos defrauda.
Sobre la moneda, "Bien qu’Henri III ait tenté d’imposer l’écu comme seule unité de compte, la monnaie d’usage restait la livre divisée en vingt deniers, eux-mêmes divisés en douze sols." Y sobre los depósitos bancarios, encontraremos todo lujo de detalles de su funcionamiento gracias a uno de los personajes, el banquero Sardini casado con una antigua componente del "escuadrón volante" de la reina madre Catalina de Médicis, al que se refiere en un par de ocasiones el autor, pero que sin duda constituye un episodio histórico digno de más conocimiento.

Y en cuanto a los impuestos, aquí tenemos sucintamente el origen de los mismos en Francia: "C’est en 1355 que le roi de France avait décidé que, dans chaque diocèse, trois élus des États (un pour chaque ordre) établiraient le montant de l’impôt nécessaire pour conduire la guerre contre les Anglais. Avec le temps, la taille – c’était le nom de cet impôt – était devenue définitive et les élus étaient devenus des officiers de la Couronne.

Es sobre esta "taille" que versa el fraude fiscal que habrán de investigar los protagonistas de la novela, para desgracia de un policía convencional como Poulain que "ne connais rien aux fraudes sur l’Épargne ou sur les impôts. Je préfère affronter des brigands de grand chemin l’épée à la main…" Cuantos policías actuales no pensarán lo mismo al ver cómo roban impunemente nuestros políticos...

No me resisto a contar la naturaleza del fraude, aunque pueda ser un poco "spoiler" (no lo es mucho, el lector lo conocerá mucho antes que los héroes de la novela). El punto de partida es que los nobles están exentos (cómo no) del pago de este impuesto. Por ello, era muy común (hecho histórico) la falsificación de cartas de nobleza, medio acreditativo para justificar la exención. Lo que hacen los defraudadores es sistematizar el procedimiento, generando falsas cartas de nobleza para muchos sujetos del impuesto a los que se lo cobraban, quedándose con estos ingresos y sin reflejarlos hacía arriba. O sea, cobran de la gente, pero dicen que no han cobrado y aportan la falsa carta de exención.

La novela es interesante por todo lo que digo, pero precisamente eso mismo contribuye a que la lectura no sea fluida. D'Aillon utiliza muchas palabras raras, hacía tiempo que no tenía que mirar tantas en el diccionario, a fin de reflejar mejor la realidad de la época. Pero eso causa al lector el inconveniente de una lectura difícil, nunca tediosa, pero sí complicada. Ya veis que no he sido capaz de retener ni los cargos exactos de los protagonistas, entre todos los que aparecen en la novela. En todo caso, veo que tiene un par de novelas más en el mismo contexto de la guerra de los Tres Enriques, y con los mismos protagonistas, así que seguramente las lea.

Dos frases lapidarias para cerrar, aunque no son directamente del autor, sino citas a su vez. No, no es muy florido el estilo de D'Aillon.
" Le tyran d’usurpation peut être assassiné et le tyran d’exercice peut être déposé, car c’est le peuple qui fait les rois," O sea, como la democracia.
"La vérité est si précieuse qu’elle doit être préservée par un rempart de mensonges."

1 comentario:

Mike rose �� dijo...

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