Ronald Coase es uno de los grandes economistas de la historia y con un merecido premio Nobel. En este volumen recopila algunos de sus artículos más famosos, y que a él le parecen más imporantes. Entre otros tenemos "The nature of the firm", "The problem of social cost" y "The lighthouse in economics". A ellos se une un par que no conocía: "The marginal cost controversy" y el sorprendente "Industrial Organization: A Proposal for Research".
Antes de entrar al fondo, hay que decir que leer a Coase es un placer; tiene el don de explicar las cosas con interés, que se une a su genialidad para proporcionar teorías elegantes a fenómenos económicos que sin él carecerían de ella. Además, como apoya sus razonamiento en la evidencia empírica, te cuenta montones de casos reales, algunos antiguos, que son a su vez apasionantes.
Para Coase, hay un tema común en todas sus aportaciones: la importancia que tiene la existencia de costes de transacción para explicar la realidad que observamos, lo que automáticamente conlleva una crítica para la mayor parte de la profesión económica, que prefiere obviarlos.
Es tal la importancia del fenómeno, que toda la teoría de la firma de Coase se sustena precisamente en la existencia de costes de transacción. Sin ellos, no haría falta organizar la actividad de la forma que lo hace la empresa, y es su existencia, la que comparada con el ahorro que supone internalizar la actividad explica la dimensión de la firma. La teoría de la firma de Coase ha resistido el tiempo y para mí es la mejor explicación de la existencia de empresas. Algo que, por lo demás y como reconoce Coase, parece no preocupar a los economistas, las dan por supuestas.
La otra gran aportación de Coase es su teorema, aunque ni a él (ni a mí) nos gusta su enunciado y su interpretación. En "The problem of social cost" Coase arremete contra Pigou y su solución para las externalidades económicas (externalidad: efectos que causamos en terceros con nuestra actividad de los que no sacamos ni beneficio ni perjucio; ejemplo típico, la contaminación). Lo que explica magníficamente Coase y con profusión de ejemplos estilizados y reales (sacados de la jurisprudencia inglesa) es que no existen externalidades unidireccionales, sino que siempre hay efectos mutuos.
La fábrica que contamina genera una externalidad al que vive en su proximidad, esta es "la que se ve". La que no se ve sería la que causa el residente a la fábrica por vivir en su cercanía por impedirle contaminar. Una vez se ven los dos lados de la moneda, lo que explica Coase es que en un mercado sin costes de transacción las partes siempre llegarán a la solución de máximo bienestar, exactamente igual que en un intercambio directo. Y ello con independencia del reparto inicial de "derechos" o de la decisión judicial. Esto último no en nada intuitivo.
El tema, por supuesto, es que en la realidad sí existen costes de transacción, por lo que el reparto inicial de derechos importa y mucho. Leyendo el artículo uno se da cuenta de que Coase lo dedica casi entero a explicar lo primero (al fin y al cabo, trata de argumentar que no tiene sentido intervenir para resolver la externalidad) y muy poco lo segundo, que sin embargo me parece lo más importante. Por cierto, el viaje que le mete a Pigou por su ejemplo de los ferrocarriles es de época. Es básicamente el mismo que le va a a pegar en el artículo del faro.
Este es muy sencillo: Coase constata que economistas de tanto prestigio como Stuart Mill, y sus némesis Pigou y Samuelson, afirman sin ambages que los faros son el ejemplo paradigmático de servicio que ha de prestar el Estado, pues no se puede cobrar. Ni corto ni perezoso, Coase se empolla la historia de los faros en Inglaterra y constata, como no podía ser de otra forma, que se han desarrollado con iniciativa privada y que, incluso en el momento de escribir, no es un servicio que suministre el Estado inglés y que, de hecho, lo pagan las navieras. Sorpresa! Se pregunta Coase como tipos tan sabios como los citados hacen estas afirmaciones, y se responde que evidentemente hablan sin saber de lo que hablan. "The system apparently favoured by Samuelson, finance by the government out of general taxation , has never been tried in Britain."
Y es que a los economistas mainstream les encantan los modelos, pero muy poco conocer la realidad que dicen explicar. Esta es la queja que transmite Coase en su propuesta para la Organización Industrial, y que le lleva a formular un programa que consiste, básicamente, en que los economistas estudien la microeconomía de los diferentes sectores económicos, pues sin ellos sus modelos son absurdos. Cualquiera que esté al tanto de la academia económica sabe que la propuesta de Coase cayó en saco roto, y hoy en día toda la teoría económica mainstream se construye a base de modelos estilizados y un desconocimiento del sector concreto modelado. Si estos modelos no tuvieran repercusiones, echaríamos unas risas, pero como las tienen (que se lo digan a MasMóvil y Orange con su reciente fusión), la cosa es terrible.
Como se observa, me ha encantado este libro, y eso que ya conocía sus capítulos principales. Aunque sea económico, yo creo que se puede disfrutar y aprender con él sin ser economista. Claro que a los no economistas no les preocupan demasiado las cosas que trata de explicar Coase.
No me despido sin rescatar una frase humorística de Coase, que citaré cada vez que tenga oportunidad: "In my youth it was said that what was too silly to be said may be sung. In modern economics it may be put into mathematics."