Otro clásico de esos que hace falta leer para completar listas, en la línea de los recientemente leídos Frankenstein e Historia de dos ciudades. Bueno, no es solo completar listas, si no hacerlo con la garantía de que se trata de lectura de obras clásicas que han sobrevivido al paso del tiempo, y que por tanto algo tendrán que las hagan merecedoras de lectura.
Lo que pasa es que no vivimos tiempos normales, y el fenómeno Woke invade todo tipo de listas y clásicos, así que una obra como la presente está sujeta a evidente sospecha, tanto por su temática como por ser señora, y además reputada feminista según parece, su autora. Es una pena lo que digo, pero es con lo que nos toca lidiar día a día, y el tiempo que tenemos no es infinito.
Pero dejemos de lado las sospechas, y vayamos con la obra, que para eso la he leído. La novela tiene dos partes claramente diferenciadas, escritas en distintos momentos de madurez de la autora, y con temáticas bastante distintas, pese a tratar sobre la misma familia.
La primera parte se corresponde con la novela original y fue con la que Alcott cimentó su fama. Se trata de una historia tendente a infantil, en que se nos cuentan las aventuras y desventuras de las cuatro hermanas March, Meg, Jo, Beth y Amy, en su infancia-adolescencia. Las March viven lindando en la pobreza puesto que el padre está luchando en la guerra civil, pese a haber sido una familia de medios. El quinto en discordia es el vecino Laurie, que este sí tiene medios, y se hará gran amigo de las hermanas, especialmente de Jo (por cierto, alter ego de la autora en la novela).
Esta primera parte tiene cierto tono de historia moralista ("they agreed to stop complaining, to enjoy the blessings already possessed, and try to deserve them, lest they should be taken away entirely, instead of increased"), quizá en oposición a Tom Sawyer y Huckleberry Finn, más de travesuras y costumbrista. Asi, "The Pilgrim's Progress" está continúamente en boca de los protagonistas y en referencias incluso de títulos de los capítulos. Dicha novela nos cuenta el viaje iniciático del peregrino hasta conseguir la perfección. Las March juegan a superar los mismos episodios que plantea la citada novela.
En cuanto al estilo, no da demasiado de sí. Es una literatura simple, sin ser infantil, pero sin grandes excesos estilítiscos, muy lejana de la riqueza de otros autores de la época. Vamos, que la primera parte me parece una cosa insustancial y prescindible. Rescato, eso sí, una referencia al dinero papel al que las March se refieren despectivamente como "rag money", capacidad crítica completamente perdida en la actualidad.
En cambio, la segunda parte es otra cosa, desde la primera frase: "In order that we may start afresh and go to Meg’s wedding with free minds, it will be well to begin with a little gossip about the Marches. And here let me premise that if any of the elders think there is too much “lovering” in the story, as I fear they may (I’m not afraid the young folks will make that objection), I can only say with Mrs. March “What can you expect when I have four gay girls in the house, and a dashing young neighbor over the way?”"
Aquí sí tenemos una escritora madura que maneja sus recursos con sabiduría y gusto, y sí nos va a deleitar con frases de nivel, Además, la historia cobra en madurez con el crecimiento de las protagonistas, sin olvidar alguna que otra tragedia (la muerte de Beth tras la enfermedad que sacrificadamente contrae en la primera parte al visitar a una familia pobre). Para desgracia de las feministas, May Alcott las traiciona una y otra vez, al polarizar toda la acción en el emparejamiento de las tres supervivientes ("To be loved and chosen by a good man is the best and sweetest thing which can happen to a woman, and I sincerely hope my girls may know this beautiful experience."); bueno, estrictamente, en los de Jo y Amy, toda vez que a Meg nos la casa nada más empezar la segunda parte, para que podamos conocer sus cuitas como madre, que también son de interés.
Porque esta segunda parte, en el fondo, no es más que una precursora de las películas románticas, en la que asistiremos a la resolución del triángulo amoroso Jo-Laurie-Amy, que supongo era lo que más interesaba a las lectoras de la primera novela (y perdón por la mala leche del comentario).
Como pruebas de la madurez de Alcott tenemos el uso bastante frecuente de la ironía: "On Monday morning the weather was in that undecided state which is more exasperating than a steady pour. It drizzled a little, shone a little, blew a little, and didn’t make up its mind till it was too late for anyone else to make up theirs."; "As he glanced from Jo to several other young people, attracted by the brilliancy of the philosophic pyrotechnics, he knit his brows and longed to speak, fearing that some inflammable young soul would be led astray by the rockets, to find when the display was over that they had only an empty stick or a scorched hand.".
O esta, que se puede referir perfectamente a la primera parte de la novela: "“People want to be amused, not preached at, you know. Morals don’t sell nowadays;” which was not quite a correct statement, by the way." Y también a muchas series woke que se dedican a darnos lecciones de cómo hay que tratar a la gente, o directamente a regañarnos por ver el mundo de forma distinta a como lo ve el guionista.
Aunque a mí lo que más me ha gustado es la forma en que busca la complicidad del lector en ocasiones, diciéndole cosas fuera de los sucesos que está contando: "Men seldom do, for when women are the advisers, the lords of creation don’t take the advice till they have persuaded themselves that it is just what they intended to do" o "Don’t laugh at the spinsters, dear girls, for often very tender, tragic romances are hidden away in the hearts that beat so quietly under the sober gowns, and many silent sacrifices of youth, health, ambition, love itself, make the faded faces beautiful in God’s sight.""
La lectura de Mujercitas se me ha hecho demasiado larga. La primera parte, que ocupa la mitad más o menos de la novela, se me ha hecho inane y cansina. Casi no pasa nada, salvo el constante recuerdo de lo pobres que son las March, pese a que su vida parece transcurrir con absoluta normalidad y no hay ninguna de las apreturas que asolan a los personajes, por ejemplo, de Dickens. En cuanto a la segunda, cae prácticamente en el género romántico, por lo que tampoco me podía resultar apasionante, pese a estar considerablemente mejor escrita. Echo mucho de menos en ambas partes detalles costumbristas de cómo era la vida en la época, algo sobresaliente por ejemplo en La casa de la pradera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario