jueves, 20 de febrero de 2025

Ébano (Ashanti), de Alberto Vázquez Figueroa

De Vázquez Figueroa leí hace mucho tiempo cosas. Si no recuerdo mal, Tuareg lo leí, y creo que también es suya ¿Quién mató al embajador? (La verdad es que "creer" en la época de Internet es cosa de perezosos: ya he chequeado que realmente es suya, aunque prefiero dejar la redacción que me salió).

En su momento me parecieron unas novelas correctas, entretenidas, pero sin más capacidad para engancharme al autor y seguir leyendo cosas. Tenían, como tiene este, ese tono ingenúo de la novela española setentera y ochentera, en que los personajes tienen pocas dobleces y las cosas están más o menos claras a nivel psicológico, por lo que solo hay que centrarse en la aventura.

Esta me la he leído por su temática y subtítulo, puesto que acabo de volver de un viaje a la capital Ashanti (Kumasi, en Ghana) y he tenido tiempo en los largos trayectos para reflexionar sobre la esclavitud. Por cierto, dejo ya aquí caer que la potencia del imperio Ashanti se debió a que exclavizaban a las tribus vecinas para vendérselas a los comerciantes blancos.

El caso es que la historia que nos plantea don Alberto va precisamente de esclavitud en nuestros tiempos. Bueno, en sus tiempos (la novela es de 1974), espero que ahora la situación haya mejorado y ya no haya transporte de esclavos a través del Sahara.

El protagonista, David, fotógrafo, se casa con una hermosa negra, Nadia, atleta olímpica y con carrera universitaria (incidentalmente, descendiente de los Ashanti) y se va de luna de miel a hacer fotos por Áfirca. En un descuido por Camerún, la moza es capturada por un traficante de esclavos que se empeña en llevarla a través del Chad y Sudán a Arabia Saudi, donde espera obtener un buen precio por ella, y algo menos por los otros esclavos que la acompañan.

A partir de aqui, la novela traza en paralelo el recorrido de David en busca de su amada, y el de ésta en la caravana de esclavos. Ello dará lugar a grandes momentos en que se describe el África subsahariana, en los que se revela a Figueroa como un claro amante del continente.

"No completó la frase; habían sobrepasado un campo de cortas dunas, y ante ellos se abría lo que siglos atrás debió de ser un caudaloso y ancho río, y ahora no era más que una profunda depresión de escarpadísimas orillas y lecho pedregoso.—La Sekia…—señaló el targuí—. Aquello es Sudán."

"«las piedras que andan», rocas de cien kilos de peso que avanzaban dejando tras sí un ancho surco en la arena,"

¿Por qué hay gente que opta por vivir en lugares como el Sahará y hasta los ama? Una explicación muy de economía austriaca: "Los humanos somos seres extraños y, afortunadamente, muy diferentes los unos de los otros… Para la mayoría, este desierto no significa más que el último rincón del mundo, y esta lucha, un quijotismo trasnochado. Para mí, en el desierto he llegado a encontrarme a mí mismo,"

Es una lectura interesante, en la que no hay mucha sorpresa. El malo está claro: "Generaciones de sus antepasados habían recorrido África traficando en esclavos, sacándolos de sus pestilentes pantanos y sus húmedos bosques en los que apenas se diferenciaban de los animales, para convertirlos en seres humanos en los mercados de Zanzíbar, Jartum, o La Meca, y a nadie se le había ocurrido pensar jamás que lo que hacían no fuera justo a los ojos de Alá.". Y también lo está el desenlace, aunque la tensión se mantenga hasta la última página.

Me gusta esta reflexión, que quizá siga vigente, aunque no esté tan claro como en 1974: "Como un nuevo Mahoma nacido de las arenas del desierto, el petróleo es obra de la voluntad de Alá, para que recuperemos el esplendor de los tiempos pasados… Dominaremos el mundo sin necesidad de derramar sangre, y puedes estar segura de una cosa: no lo manejaremos peor de lo que está manejado ahora."

Por último, no puedo dejar de llamar la atención sobre la ironía de esta reflexión de Nadia, al hilo de lo que comenté hace unos párrafos: "Ella, Nadia, era ashanti, «coromantina», y no dejaría que la «melancolía fija» la venciera. Lucharía por su libertad hasta el último momento; hasta que no quedara oportunidad de escapar, y sólo entonces pondría fin a su vida, aunque fuera por el sistema de contener la respiración hasta asfixiarse."

En suma: nada especialmente relevante, pero sí una lectura entretenida e informativa. 

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