sábado, 24 de abril de 2010

El rescate de Grecia, o cómo nos siguen estafando

Como era cuestión de tiempo, a nadie le debería sorprender que el gobierno griego haya dado la voz de alarma oficial, para que sus socios de la CE, y el FMI vayan a su rescate. Ya anticipo que este rescate no conducirá a nada, más que a poner más al borde de la picota a los socios de la Unión Europea. De la misma forma que los rescates de los bancos de hace menos de dos años lo único que hicieron fue poner al borde de la quiebra a los Estados, como lo prueba esto mismo de Grecia.

Así que aprovecharé esta entrada para dejar claras algunas cosillas de cómo debemos ver los individuos normales esta circunstancia. Comenzamos: los demas países, entre ellos España, le van a soltar pasta a Grecia a tipos de interés por debajo de los que alcanza ahora mismo en el mercado. En plata: los contribuyentes de estos países se van a ver forzados a prestar dinero a los políticos griegos a un tipo de interés al que nadie en su sano juicio se lo prestaría. Buen comienzo, verdad?.

El dinero que va a fluir de estos otros países se va a usar para pagar a los parados, a los funcionarios, y a los jubilados griegos, amén de los caprichos de los políticos de aquel país. Por tanto, no se está metiendo en ninguna actividad de la que quepa presumir que va a salir dinero que permita devolver la deuda contraida (lo que ocurre siempre con los préstamos a los gobiernos, dicho sea de paso).

Así que se está dando dinero a los griegos a fondo perdido. ¿Qué se les exige a cambio? ¿Cuál es la forma de garantizarse que los griegos devolverán el dinero? Pues se supone que un compromiso de determinadas reformas estructurales y recortes presupuestarios (o subidas de impuestos) que permitirían a la economía griega salir de la crisis, y al estado griego cobrar impuestos suficientes para devolver el préstamo.

Si el estado griego tuviera vocación real de hacer esos cambios, ya los habría hecho, pues lo estaba viendo venir en los mercados: nadie le estaba soltando pasta a interés razonable porque no se fían de ellos. Y eso que los mercados tienen el poder de disciplinar férreamente sus iniciativas, por la sencilla vía de que, tachán, TE DEJAN DE PRESTAR PASTA.

Así que si los mercados no han conseguido disciplinar al estado griego, ¿por qué lo van a conseguir unos cuantos burócratas, por muy alemanes que sean? No lo dude nadie: se llegará a componendas para falsear la situación ante los ciudadanos europeos. Pero lo cierto es que, a la hora de la verdad, al estado griego habrá que soltarle más y más pasta para que no se hunda. ¿Qué va a hacer Alemania? ¿Imponerle sanciones si no cumple? ¿Meter a los tanques para asegurarse que lo hace?

Y tampoco olvidemos otra cosa: el dinero que llegue a los griegos, lo hace de otros países. Estos, a su vez, lo buscan de los mismos mercados que ahora se lo niegan a aquel estado. Por tanto, los prestamistas, sí, se lo dejaran a España para que ésta se lo dé a Grecia, pero subirán las exigencia de rentabilidad a España. No creo que los mercados se dejen engañar por esta pantalla, por mucho que esté Alemania en ella.

Así que, señoras y caballeros, parte de nuestro dinero se ha decidido que tiene que ir para los lujos de la casta política griega. A ello se une con entusiamo la clase política española, sabedora que puede ser la siguiente que precise del dinero del ciudadano alemán.

A ver si pega el petardazo el tinglado de una vez, y nos dejan a los individuos normales algo de tiempo para rehacer nuestro futuro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoje, Grecia
Amanhá....Espanha?

Anónimo dijo...

Y mientras los pequeños empresarios buscándonos la vida para salir de esta. Hacienda apretando como nunca, y los bancos sin soltar ni los buenos días. No tenemos liquidez necesaria para continuar con los negocios y menos aún para abrir nuevos, porque los bancos ( y las malditas cajas) están monetizando deuda pública para que nuestros politicastros se lo gasten en chorradas y "salvando" a países con dirigentes igual de corruptos.
Esto es un desatino. Basta ya.

Gracias por la entrada, sr. Ferhergón.
Saludos.