lunes, 30 de mayo de 2016

España, más allá de lo conseguido, de Jesús Banegas

Se trata de un ensayo de visión optimista sobre el pasado, presente y futuro de España. Construyendo sobre las virtudes y esplendores del pasado, a las que dedica el capítulo inicial, el autor revisa los males que nos aquejan, y encuentra que ninguno es insuperable, atendiendo a obstáculos similares o peores vencidos en otros momentos aciagos de la historia de España. Es más, Banegas nos propone exhaustivas solucione para cada uno de los problemas que analiza e investiga.

Lo mejor del libro son, por un lado, las brillantes reflexiones que de vez en cuando en él aparecen, y, por otro, la gran cantidad y variedad de lecturas que lo soportan. Don Jesús es un lector empedernido y de amplio espectro, que no discrimina por razón alguna, y lee de todo. Incluso, me consta que ha leído mi libro sobre análisis económico de la regulación de las telecomunicaciones. Ello se nota en la lectura, pues las fuentes que dan pie a sus ideas son variadísimas, desde Kuhn a Hayek, pasando por Jared Diamond, Galbraith o Fukuyama, por citar algunos. Así pues, la propia lista de referencias de este libro tiene un gran valor en sí mismo, por la selección que supone en el ámbito del conocimiento.

El libro está muy bien escrito. No obstante, el autor, en su faceta más pura de ingeniero, abusa en exceso de las listas, de los bullet points. Nos propone listas de síntomas, listas de cualidades y listas de remedios, demasiadas listas para un ensayo. Pero, sorprendentemente, no restan facilidad a la apasionante lectura. Por otro lado, y esto sí es más crítico, hay momentos en que el hilo conductor no está claro, y uno tiene la sensación de estar leyendo una secuencia de las estupendas columnas que periodicamente publica en diversos medios, sí, brillantes por separado pero sin quedar claro su nexo común.

Y, en cuanto al fondo, no ocultaré que tengo bastantes puntos de desacuerdo con las tesis planteadas, aunque también es cierto que posiblemente esté de acuerdo con más puntos que lo contrario. Pero como lo que mola es debatir, llamaré brevemente la atención sobre aquellos aspectos que no comparto y que, incluso en algún caso, parecen mostrar inconsistencias internas.

En primer lugar, el papel de la innovación. Banegas vincula innovación a tecnología, y parece por tanto desdeñar miles de pequeñas innovaciones que los empresarios españoles hacen constantemente en su negocio. La innovación que le gusta a don Jesús es la Schumpeteriana, la que cambia el paradigma, pero afortunadamente hay mucha más innovación tranquila que merece la pena, aunque muchas veces no se pueda registrar en el sistema de patentes. Estoy seguro de que la industria turística en España es de las más innovadoras del mundo, pero, claro, no se puede patentar la inclusión de un nuevo plato en el desayuno, o la incorporación de nuevas actividades de entretenimiento para niños al calendario del hotel.

Por otro lado, creo que una de las lecturas que debería hacer don Jesús es el excelente "Against Intellectual Monopoly", de Boldrin y Levine, y entonces pondría en duda las supuestas virtudes de los sistemas de patentes, tanto en nuestro país como en el resto del mundo.

El autor defiende a ultranza el modelo de educación pública y, con menos fervor, el de la sanidad pública. También se muestra sorprendentemente optimista con las pensiones públicas. Me temo que en estos aspectos el autor rinde sus ideas a la necesidad de ser politicamente correcto, que viene siendo leit motiv de sus tareas representativas en la CEOE, a las que ha dedicado parte de su carrera.

Solo diré al respecto que me parece incoherente defender el emprendimiento como principal fuerza motora de la economía y la sociedad, y sin embargo pretender excluir del mismo ni más ni menos que a la actividad de juzga primordial el autor para el desarrollo de las personas: la educación. Como pasa con cualquier actividad humana, su desempeño solo mejora si está sujeta a las presiones de la competencia, algo que no ocurre en el modelo de educación pública, pagado con nuestros impuestos.
Al respecto, creo que el autor infraestima el conocimiento empresarial, el que se adquiere mediante prueba y error en las actividades de emprendimiento, frente al conocimiento reglado que se imparte en escuelas y colegios. Es evidente que éste último puede incrementar la productividad de las personas, pero es el otro el único que realmente hace progresar a las sociedades. El ejemplo de la educación en determinados países comunistas, también traído por don Jesús, es especialmente ilustrativo.

En suma, un libro de interesante y de amena lectura, que proporciona una visión constructiva y positiva para superar los problemas que ahora aquejan a nuestro país, y que, como no puede ser de otra forma, despierta intensas ganas de debatir sobre las ideas expuestas. Enhorabuena, don Jesús!

jueves, 26 de mayo de 2016

Homo Faber, de Marx Frisch

Releo este libro ahora en alemán. Con menos de 20 años lo leí en español, y confieso que ni fu ni fa. De hecho, no recordaba absolutamente nada de su contenido, salvo que el protagonista es ingeniero, que en el fondo fue la razón por la que mi madre me lo regaló.

Al releerlo, me encuentro un libro muy bien trazado y escrito, pero que sigue sin justificar, para mí, el grado de clásico que alcanzó en su momento entre los lectores alemanes. De hecho, pensaba que habría bastante más reflexión y filosofía en él de la que luego he encontrado, ausencia que lleva este libro casi al género de literatura de viajes.

El protagonista, Walter Faber, es un ingeniero extremadamente racional y materialista, para el que el azar no existe, y solo la probabilidad y la estadística (por cierto, que en este contexto cita inesperadamante ni más ni menos que a Ludwig von Mises). Herr Faber trabaja como ingeniero montando turbinas allá donde las necesidades de su empresa le manden.

Tras una serie de aventuras y desventuras, que le llevan desde New York a las ruinas de Palenque en el Yucatan, pasando por algunos contratiempos de diversa índole, le tenemos viajando de vuelta a Europa en un barco.

Y aquí conocerá a una muchacha que, tachán, resulta ser su hija, en la línea del mejor culebrón que imaginarse pueda. Esto es algo que el protagonista se apresura a revelarnos en la narración, aunque no lo aprenderá hasta mucho más adelante y en circunstancias trágicas. Infatuado por la muchacha, decide acompañarla en un periplo a Italia conduciendo un coche prestado, una vez el barco llega a puerto. De Italia saltarán a Grecia, lugar de residencia de la muchacha con su madre, que obviamente fue amante de Walter. Y aquí tiene lugar el desenlace con el que culmina la historia.

En este viaje, destaca la preciosa escena en que la pareja (padre e hija en posible relación incestuosa, aunque el autor no llega a ser explícito al respecto) contempla el amanecer desde Acrocorinto, y realizan un juego de metáforas, en que cada uno de ellos evoca aquello a lo que le recuerda algún aspecto del paisaje. Por supuesto, las que propone la muchacha son románticas, en contraposición con las técnicas y "frias" de Faber. Espectacular escena que posiblemente supone un resumen de la novela, la confrontación entre lo material y lo espiritual.

Ahora bien, lo más llamativo de la narrativa de Frisch es la forma en que salta hacia atrás y hacia delante en el tiempo en su narración, que no es ni mucho menos lineal. De hecho, el periplo franco-italiano no se nos revela prácticamente hasta el final de la narración, mucho después de que nos cuente eventos que ocurrieron tras él.

En fin, he disfrutado de esta relectura, sin duda, aunque no considero esta lectura como imprescindible o similar.

martes, 24 de mayo de 2016

Mi ranking de las capitales de la Unión Europea (actualización)

Aprovecho hoy que no tengo libro terminado para actualizar el ranking de referencia, que hice hace ya la friolera de 4 años (no me parecía que hubiera pasado tanto tiempo).

Desde entonces he tenido oportunidad de ver las dos capitales que me faltaban, Ljubljana y Bratislava, y además se ha incorporado Croacia a la UE, por lo que procede incluir Zagreb en la clasificación. Por otro lado, he tenido oportunidad de re-visitar algunas de las capitales, y me parece de justicia re-clasificar Atenas a la luz de una visita reciente. De todas formas, habida cuenta de las capitales que incluyo ahora, no caben variaciones no ya en el top 10, ni siquiera en el top 15. No era en vano que no había priorizado ver esas capitales, aunque tampoco por ello iba a desdeñar la oportunidad de conocerlas.

Aquí os dejo la nueva lista, del 28 al 15

28 – NICOSIA

27 – HELSINKI

26 - BRATISLAVA






Poquita cosa que ver. Es la típica ciudad de provincias del imperio austrohungaro, aunque debía de ser más pobre que otras que ahora no son capitales de país. Encima, tiene separado el castillo del casco antiguo por un puente moderno de verdad, con sus cuatro carriles, por lo que desintegra el casco para el peatón. Sí, el típico puente que se ve en el mapa y del que uno piensa que obtendrá vistas espectaculares es en realidad una autovía. Lo mejor es la Iglesia Azul, que ni siquiera está en el casco histórico.

25 – COPENHAGUE

24 – DUBLIN


23 – BUCAREST

22- ZAGREB

Otra ciudad austrohungara, con su anillo de edificios imperiales, pero aderezada con un casco histórico más medieval. No está mal, pero sin grandes cosas.


21 – RIGA

20 – SOFIA

19 - ATENAS

La crisis le ha sentado bien a Atenas, al menos desde el punto de vista estético. Está más cuidada que en mi primera visita, y tiene algunos paseos con cierto sabor en la colina de la acrópolis, que antes eran simplemente un chabolar (o parecía).

18 - LJUBLJANA

Tercera capital que añado al ranking, tercera típica ciudad austro-hungara, con su castillo en lo alto y su anillo de edificios imperiales. Pero en este caso el anillo lo constituye un canal, cruzado en su punto principal por un precioso conjuntos de puentecillos. Por otro lado, tiene un palacio y una iglesia de impresionante originalidad. Ambas vistas la dotan de ese margen de ventaja que la sitúa por encima de Zagreb y Bratislava.



17 - LUXEMBURGO

16 – AMSTERDAM

lunes, 23 de mayo de 2016

Las tribulaciones del último de los Sijilmassi ("Les Tribulations du dernier Sijilmassi"), de Fouad Laroui

Tercer libro del autor que me leo en los últimos tiempos, y posiblemente hasta aquí llegué mi recorrido. Digamos que el libro está bien, Laroui es un gran escritor, pero todo lo que resultó sorprendente cuando leía "Une année chez les Français", ahora pierde esa frescura por no ser nuevo, y el libro tiene un interés más menguado.

Nos cuenta la historia del último de los Sijilmassi, un exitoso ingeniero de ventas (curioso que haya coincidido en el tiempo esta lectura con la de Homo Faber, cuyo protagonista es también ingeniero), que un buen día volando hacia Indonesia se plantea que qué hace él volando a esas velocidades absurdas, y se replantea consecuentemente su vida. Lo que hace radicalmente, ya que como primera medida se va andando desde el aeropuerto de Casablanca a la ciudad, algo que sorprende absolutamente a todos los conductores que tratan de recogerle de la carretera, e incluso a la propia policia.

A continuación ocurre un esperado episodio con su mujer, que trata de evitar infructuosamente las locuras de su marido. Divertidísimo el diálogo en el que el protagonista le dice que ha tenido una "epifanía" en el avión, y la otra le pregunta que quién es esa tía.

Poco después, el protagonista se traslada a la aldea de su infancia donde retoma posesión de su casa ancestral, con el intento de dedicarse a la meditación y dejar de vivir a velocidades absurdas. Aunque, como dice él, basta que uno decida ralentizar en la vida para que se precipiten los acontecimientos. Entre otros, el hilarante en que uno de los vecinos vende agua del pozo (sin agua) de la casa como agua bendita, con barakka del protagonista.

Más o menos esto es lo que da de sí la trama argumental. Por supuesto, el relato va muy aderezado con las explicaciones de palabras que tanto parecen gustar al autor, aspecto con el que ya llamó mi atención en la que es su mejor obra, la ya citada más arriba "Une année chez les Français". Y también con extractos filosóficos de algunos pensadores árabes (para mí desconocidos) que anticipan en siglos algunos pensamientos occidentales que posteriormente triunfaron.

Lo último destacable en este libro es que aparece con nitidez el perfil anarquista del autor, algo que ya se parecía adivinar en las otras obras que he leído de él. Aquí confiesa abiertamente que "El Estado gana siempre, son una banda de hombres armados".

Otras dos frases que me han gustado: "(Para los alemanes) El cielo está vacio, salvo por los aviones".
"El desdén que puede sentir lo vertical por lo horizontal" (El que está de pie haciendo, frente al que está tumbado).

Se trata, en fin, de un libro agradable de leer, con algunos descubrimientos, pero que resulta menos sorprendente y fresco para el que ya conozca al autor.

viernes, 13 de mayo de 2016

Estampas de la vida en León durante el siglo X, de Claudio Sánchez-Albornoz

Se trata de un librito muy corto que, como refleja, el título recoge de forma muy descriptiva diversos momentos habituales de la vida cotidiana en León en los años del fin del primer milenio. Lo especial es que prácticamente cada uno de los detalles que componen las escenas está, supuestamente, prolijamente documentado en fuentes históricas. (Digo supuestamente no para poner en duda al autor, sino porque la versión que he tenido oportunidad de leer únicamente recoge las estampas).

La lectura de este libro es la primera consecuencia de la curiosidad que se me ha despertado tras concluir la trilogia de Esparza sobre la Reconquista. Esta curiosidad se dirige sobre todo a las instituciones y costumbres de la época que a los eventos históricos. ¿Por qué? Porque desde el punto de vista de teoría económica el gran poder que tuvieron Castilla, Aragón y posteriormente España, solo se puede explicar por una gran libertad en los momentos precedentes. Y ello supone conocer las instituciones, tratando de comprender el grado de protección que tenía la propiedad privada en esos momentos.

El librito se lee como un soplo, y, sin llegar a ser apasionante, sí es entretenido. Su principal defecto para el lector casual es el abuso (comprensible) que hace de los vocablos de la época para las distintas descripciones. Por ejemplo, las enumeraciones son terribles, porque es posible que el lector desconozca de qué objetos está hablando el autor. Imagino que en la versión integral del libro habrá un glosario para estos términos, pero no en la que yo he leído.

El libro empieza con un interesante prólogo de Menéndez Pidal sobre el lenguaje en aquella época. A continuación, ya el autor, nos cuenta una breve historia de la ciudad de León hasta el siglo X, cómo sus murallas fueron reconstruidas por algún rey astur tras un par de siglos de abandono. Y tras ello, empiezan las estampas.

Asistimos a una escena en el mercado, en qué veremos qué mercaderías se transan y de qué forma se mantiene el orden (incluida una ruptura de la "paz del Rey"). Aquí podremos observar que, en efecto, había libertad de moneda y que el rey leonés no tenía monopolio en la acuñación de moneda (al contrario de lo que ocurre hoy en día). El hecho de carecer de moneda propia suele ser visto por los historiadores como algo negativo; desde el punto de vista de un economista, es un claro indicio de libertad.

Posteriormente, el autor nos lleva a palacio, donde asistimos a ciertos conciliábulos. Y luego tendremos una llamada a armas con el objetivo de anticiparse a los ataques de los musulmanes en las frontetas. Finalmente, nos lleva don Claudio a una casa humilda y a una espléndida corte (o palacio). También tendremos oportunidad de interactuar con personajes de toda condición. Y, como no, a un par de comidas.

En definitiva, interesante librillo, muy descriptivo, y con algunas aportaciones interesantes sobre el marco institucional en León. Como su lectura no llega a la hora, uno no sufre demasiado coste de oportunidad si no le gusta.

jueves, 12 de mayo de 2016

El proceso (Der Prozess), de Franz Kafka

Posiblemente esta era la obra de Kafka que más ganas tenía de leer. El título me evocaba una apasionante historia sobre un personaje envuelto en un proceso judicial, sin entender los trámites, ni lo que le estaba pasando, y una situación sin aparente salida, bloqueado por todos los intringulis administrativos y procesales a los que rara vez nos asomamos. Y el paso de la sorpresa, a la confianza, y a la eventual desesperanza con seguramente trágico resultado. Vamos, la historia de un personaje en medio de una situación, cómo describirla, claro, Kafkiana.

Sin embargo, no es eso lo que me he encontrado. Sí, Joseph K. se enfrenta a un proceso judicial del que no sabe nada. El comienzo es parecido al de la Metamorfosis, solo que el protagonista en esta ocasión no se transforma en escarabajo, sino que se encuentra con un par de tipos en su pensión.

A partir de aquí, poco o nada se nos cuenta del proceso, no ya de su posible motivación (y esto sí es puramente kafkiano, estar atrapado en un proceso cuya causa se desconoce), ni siquiera de su tramitación.

Lo que hace el señor K. es dedicarse a hablar con gente, por razones diversas, sobre sus preocupaciones y en algún caso, sobre su proceso. Empieza hablando una vecina para pedirle disculpas por haber irrumpido en su habitación por la mañana, algo que habían hecho los funcionarios que venían a informarle del inicio del proceso (ni siquiera a detenerle). Luego se va de visita al sitio donde se lleva a cabo la tramitación, y conoce a la mujer de uno de los funcionarios, por cuya casa (!) se entra a la citada oficina.

Posteriormente, un familiar, su tío, le pone en contacto con un abogado enfermo, con el que tendrá oportunidad de charlar sobre las peripecias procesales en las que tiene tanta experiencia. Como dichos abogado está al cuidado de una tal Leni, también tiene oportunidad de conversar con ésta, no recuerdo muy bien de qué, aunque algo de relación sexual aparece. Luego conoce a un empresario que tiene contratado al abogado, y que duerme en la casa del mismo para garantizarse estar presente en caso de que el proceso avance.

Y de remate se va a la catedral de la ciudad con la idea de hacerle un tour guiado a un cliente italiano del banco en que trabaja. Por supuesto, el italiano no se presenta, pero sí aparece un monje que le cuenta una extraña historia simbólica sobre la ley, desde el púlpito eso sí. Posteriormente, el monje le explica a K. el significado de la historia y se tiran un rato dándole vueltas al tema.

Pero del proceso, nada. Curiosamente, sí termina la historia como yo hubiera esperado, con la muerte del protagonista, aunque no en condiciones extremadamente trágicas. Sí inexplicadas.

En fin, ahí queda El Proceso. Todavía tengo pendiente leer El Castillo: sí éste no llega a entusiasmarme, se habrá acabado mi periplo kafkiano.

miércoles, 11 de mayo de 2016

Depresión, Guerra y Guerra Fría: Estudios de Economía Política (Depression, War and Cold War), de Robert Higgs

Tenía pendiente leer algo de Higgs desde que el IJM le premió el año pasado. Higgs es un historiador-economista, cuya percepción de la realidad le viene más bien de la praxeología, aunque estos ensayos se basan en herramientas macroeconómicas.

Digamos que hace algo que yo también he intentado alguna vez, con poco éxito: interpretas la realidad de forma correcta (a través de la praxeología) y a continuación tratas de poner tus conclusiones en una forma digerible al mainstream, por ejemplo, mediante evolución de macromagnitudes. Esto tiene una evidente inconsistencia interna, ya que si asumes que la praxeologia es la metodología correcta, entonces también sabes que no hay posible contraste empírico, y más a base de macromagnitudes cuya capacidad de medir algo es bastante dudosa.

En todo caso, esto es lo que trata de hacer Higgs. Su tesis principal de partida es que EEUU no salió de la crisis de 1929 gracias a la segunda Guerra Mundial. En torno a esta tesis central, postula que el New Deal fue la causa real de la prolongación de la crisis, y que el rebote económico se produjo realmente después del conflicto y como consecuencia del final de New Deal.

Dichas tesis las trata de mostrar, en varios ensayos, mediante la revisión y análisis de determinadas macromagnitudes, como el PIB, el IPC, la tasa de desempleo o diversos indicadores de inversión. Y, efectivamente, la evolución de las macromagnitudes sigue la que cabría esperar de sus hipótesis, que, por cierto, son las que tenderían a postular la mayor parte de los economistas austriacos. El problema es que, si uno tiene un gran escepticismo respecto a dichas magnitudes, le resultan igual de inverosímiles una vez ajustadas según los criterios propuestos por Higgs. Por lo cual, por esta vía no me parece que se pueda avanzar.

Más interesantes resultan las reflexiones, una vez más austriacas, sobre la imposibilidad de medir con los mismos criterios el PIB durante el periodo de guerra, en que los precios eran fijados unilateramente por el Gobierno y por tanto no se puede presumir que reflejen el valor de los bienes, que los usados en tiempos de paz. Idénticamente, se aplica al valor de las inversiones (en este caso, en armamento) que realiza el Gobierno por procedimientos negociados. ¿Cuál es el valor de la defensa? ¿Tiene que ver con el coste de las armas? ¿Es un producto final o un producto intermedio?

Y precisamente por mi escepticismo respecto al manejo de macromagnitudes, sea por economistas mainstream o por Austriacos, el capítulo (o los capítulos) que más interesantes me han parecido, y con diferencia, son los dedicados a explicar los manejos internos del Congreso de los EEUU. Estos sí son lectura imprescindible (y muy amena) sobre todo para aquellos que quieran seguir con solvencia la serie House of Cards.

En concreto, no os perdáis el capítulo 7: "Hard Coals make bad law: Congressional Paroquialism vs National Defence". Primero nos cuenta la teoría: cómo funciona el Congreso, cómo se posicionan los Congresistas para conseguir poder, de qué depende este poder, por qué se agrupan por distritos más que por partidos... Y luego lo lleva a la práctica, con el caso de cómo el Congreso (bueno, más en concreto, un par de Congresistas), consiguieron que el ejército americano estacionado en Europa estuviera consumiendo antracita durante casi 30 años. Y ello pese a la resistencia de algunos gobiernos europeos por la contaminación!!! Impresionante.

El capítulo 8 sigue una línea similar, aunque el caso práctico que cuenta es más difícil de seguir, porque tiene que ver con determinados tipos de avión.

En resumen, una lectura generalmente amena, pero prescindible, salvo el capítulo 7. Solo por este capítulo ha merecido la pena leer el libro.





martes, 10 de mayo de 2016

Santiago y cierra, España, de José Javier Esparza

Por fin terminé la trilogia de la Reconquista del señor Esparza. El presente retoma la historia justo donde lo había dejado el anterior, tras la batalla de las Navas de Tolosa. Y rápidamente nos hace entender la importancia de tal batalla y tal fecha, al mismo tiempo que la importancia del monarca Fernando III el Santo, cuya onomástica celebramos el 30 de mayo.

En efecto, poco después de tal batalla, los ejércitos cristianos liderados por San Fernando terminarán de conquistar la península, dejando únicamente, aunque por más de 200 años, el reino de Granada, al que el monarca santo somete a vasallaje. Así pues, en la práctica, la Reconquista termina a mediados del siglo XIII.

Si esto es así, ¿qué nos cuenta Esparza en esta obra? Pues más bien anécdotas y cotilleos, la verdad. Este libro es el peor de los tres, ya que el autor no es capaz de mantener el avance fluído que le permitia justificar la narrativa en las dos previas entregas. Aquí nos deleita con una serie de capítulos más o menos relacionados, más o menos de interés, sobre diversas gestas, sucesos y personajes que convivieron en los últimos años de la Reconquista.

En realidad, esta estructura deslavazada se impone tras contarnos los reinados de Fernando III y su hijo Alfonso X, y se mantiene así hasta llegar prácticamente a los preámbulos de los Reyes Católicos, en concreto, al episodio de la Beltraneja.

 A cambio, el volumen presenta un contexto internacional bastante más amplio, especialmente que el de su predecesor. Por ejemplo, nos cuenta La Guerra de los 100 Años para poner en contexto el papel de Castilla y Aragón en la contienda, así como sus efectos sobre estos reinos, que culmina con la llegada de los Trastámara a España. Por cierto, con personajes que nada tienen que envidiar a los de Juego de Tronos, como el llamado Príncipe Negro, Duguesclin o Pedro el Cruel. También se nos abre la ventana del Vaticano, Avignon y las intrigas palaciegas de la Iglesia. O la eliminación de la Orden del Temple en conexión con el origen de los Capetos en Francia (conecta aquí con Les Rois Maudits, de imprescíndible lectura y también recomendado por George B. Martin).

Junto a ello, se incluyen un buen número de capítulos sobre diversas peripecias curiosas. Entre ellos, le dominio de la caza de ballenas por los Vascos; los orígenes y desarrollo de la Mesta (verdaderos cowboys de la época); la participación de Teobaldo de Navarra en las cruzadas; las hazañas de unos almogávares (soldados de frontera, otros cowboys dignos de Tarantino) por Grecia y Atenas, o de unos navarros en Albanía; o la embajada enviada por Castilla a Samarkanda para establecer lazos con el mogol Tamerlán y formar una pinza contra los turcos.

Y por supuesto, la evolución de los reinos de la península, incluido Portugal, durante el periodo considerado. Así como en entregas anteriores esta evolución está guiada por el enfrentamiento con los musulmanes, ahora son más bien los episodios domésticos de intrigas cortesanas, para cuya narración Esparza no tiene tanta maestría. Eso hace que resulten algo aburridos, además de perderte en algún caso con los nombres y su relevancia. Por esta vía conoceremos a María de Molina, Guzmán el Bueno, el infante Juan Manuel, Álvaro de Luna y a los infantes de Aragón, por ejemplo.

Entre las partes que más interesantes me han resultado están las dedicadas a la expansión de Aragón por el Mediterráneo, sobre todo por los llamados Libros del Consulado del Mar, en que se codifican los usos de navegación en cada una de las sedes a las que llegaban los comerciantes aragoneses. También la referida a la fundación de la Santa Hermandad, con la principal misión de proteger las rutas de los señores feudales que las asaltaban. Fue impuesta por los Reyes Católicos por un periodo de dos años y se financiaba con la sisa sobre las mercaderías. Dicho de otra forma, la protección de los caminos era sufragada por los comerciantes, algo que seguramente hubiera funcionado también en un régimen anárquico.

Por último, me temo que no puedo dejar de referirme al lamentable análisis que hace Esparza de la crisis económica sufrida por Aragón antes de la unificación con Castilla. Una vez más, se demuestra que los historiadores no tienen ni idea de economía, y el problema no es que sus interpretaciones sean erróneas, sino que influyen en las creencias de la gente, lo que al final tiene repercusiones.

Ah, y una reflexión final: Esparza construye su obra asumiendo España como fin, como si la existencia del reino de España fuera algo natural, y que las aguas solo volvieron a su cauce tras la Reconquista. Vamos, que España estaba predestinada a ser España. Discrepo de dicha visión: la propia historia que nos cuenta Esparza es la de una serie de individuos que querían expandirse territorialmente tanto cuanto pudieran, pues en aquella época se asociaba riqueza a territorio, al menos así parece. De hecho, cuando Portugal no puede expandirse en la Península (por sus pactos con Castilla), empezará a hacerlo por África; Aragón, hará otro tanto por el Mediterráneo; y la propia Castilla planeaba expandirse por África antes del descubrimiento de América, para lo que ya tenía pacto con Portugal. Que España sea lo que es ahora, no estaba escrito ni lo estará: es una puñetera casualidad.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Scoop, de Evelyn Waugh

Lo bueno que tiene arriesgar en las lecturas es que de vez en cuando encuentras sorpresas agradables. Y aunque el ratio sea bajo, al lector impenitente le compensan estos descubrimientos. El libro que comento posiblemente estaba en la misma lista de "100 mejores libros en lengua inglesa" (o similar) que "Lucky Jim" y "The Bottle Factory Outing", ambos comentados recientemente y que me resultaron indiferentes.


Por suerte, Scoop juega en otra liga, más cercana a Tom Sharpe o PG Woodehouse, y resulta tremendamente divertido, sobre todo si has visto recientemente algún episodio de Downton Abbey.

La historia no es original y sí bastante predecible: un tal Boot, de buena familia venida a menos, escribe una colaboración sobre naturaleza en un importante diario británico. Por una confusión, es enviado a cubrir los conflictos en el remoto país de Ismaelia. Allí le sucederán algunas aventurillas que le llevarán a triunfar en el sufrido mundo del periodismo internacional, contra todo pronóstico. Y vuelve a casa y siguen las confusiones.

Pero es que la historia es lo de menos. Lo importante es que con base en la misma, el autor aprovecha para burlarse de todos los elementos que la conforman: las familias nobiliarias (tipo los de Downton Abbey), la prensa, las corresponsalías internacionales, y la revoluciones sociales junto al imperialismo (en este caso, el británico). La novela ocurre, por ciero, en los años entre la primera y la segunda guerra mundial, con el transfondo del conflicto fascismo-comunismo.

La mayor carga de profundidad va, no obstante, contra los corresponsales y su modo de vida. Así, uno de ellos es capaz, tras perderse y acabar en la ciudad balcana equivocada, de desatar un episodio bélico en la misma a base de inventarse falsas noticias para justificar allí su estancia. Él mismo consigue que todos sus competidores se trasladen a una ciudad inexistente en Ismaelia, que aparece en los mapas solo por el orgullo de la familia de los dictadores, a base de inventarse noticias.

Otro momento divertido es la llegada del protagonista a la capital del país: allí se encuentra un sinfin de periodistas, ingleses y franceses, muertos de aburrimiento porque no pasa nada, y buscando la noticia (el scoop del título). Pues bien, uno de ellos parece haber descubierto algo, ante los celos de sus compañeros, quienes fracasan en descubrir de qué se trata. Al día siguiente nos enteraremos de que la noticia que se ha inventado es que el revisor del tren es un espía soviético.

Y no hay que perderse la discusión, completamente reminiscente de Downton Abbey, en que la familia Boot discute de qué forma la prima se va a trasladar a la casa de unos vecinos a pasar la noche. Termina llevándose el caballo en la furgoneta, para volver a día siguiente en caballo.

Este librito es muy divertido y muy agradable de leer. Un descubrimiento este Evelyn Waugh.