viernes, 19 de enero de 2018

Fouché, de Stefan Zweig

Fouché es uno de esos personajes oscuros o secundarios, que resultan atractivos porque se cruzan en muchos momentos con personajes más conocidos. En el caso de Fouché, su vida está muy ligada a personajes como Napoleón o Robespierre, ambos sobradamente conocidos. Rara vez el lector encuentra disculpa para adentrarse en los recovecos de sus vidas, pero en el caso de Fouché las hay sobradas. La principal es la existencia de una biografía escrita por el eminente Stefan Zweig; al segunda, es que es un personaje intrigante y astuto, paradigma de maquiaveismo; y la tercera es que sobrevivió a la Revolución Francesa y como enemigo de Robespierre, lo que ya de por sí es indicio de su astucia.

Zweig escribe, una vez más, como los ángeles. Su estilo es el apasionado al que nos tiene acostumbrado en sus grandes obras, y llega a sus más altos registros en momentos críticos como el enfrentamiento Fouché-Robespierre, el elogio que hace del exilio para forjar a los grandes personajes, o el fragmento que describe la pasión de Napoleón, aunque sin duda la mejor de todas es la escena del reencuentro entre Napoleó y Fouché tras el retorno de áquel de su primer exilio en Elba. Espectaculares todas ellas.

Sin embargo, es un estilo que no acaba de funcionar, para mi gusto, en una biografía histórica. No sé, yo espero más hechos, más descripción, más análisis causal quizá, y menos floritura literaria. La sensación que da es que cuenta relativamente poco para la cantidad de literatura que lees. Y conste que he empezado afirmando que el libro está magníficamente escrito. Por otro lado, tampoco Zweig parece un narrador objetivo, y su inquina hacia el biografiado es evidente en muchos pasajes: todo lo que hace es oscuro, siempre busca su propio beneficio, traiciona por traicionar y si es a todo el mundo, mejor. Sin embargo, en determinados pasajes, como los del exilio, aperece una clara dimensión humana de Fouché; y en otros, como en las negociaciones con Inglaterra para la paz en contra de Napoleón, también aparece grandeza y sentido de estado.

Por lo demás, es que lo que cabría esperar, un recuento cronológico de la vida del protagonista, y sobre todo de su relación con los grandes personajes que marcaron los eventos históricos que vivió: la Revolución Francesa, el consulado, el imperio y la vuelta a la monarquía. Por aqui pasan Robespierre, Barras, Carnot, Lafayette, Talleyrand, Metternich, Josephine y, por supuesto, Napoleón, para cerrar con Luis XVIII.

Por supuesto, los episodios estrella son cómo sobrevive a Robespierre, quién le condena a muerte a su vuelta de Lyon, algo que parece imposible a la vista del record del amigo, y cómo engaña a un tipo como Napoleón hasta tres veces en temas fundamentales. Pero también son interesantes otros episodios menos conocidos, comos sus "hazañas" como Mitralleur de Lyon (matanzas y atentatos contra la iglesia) y sus actividades cuando le tocan horas bajas, especialmente en su ostracismo final a través de Praga, Linz y Trieste.

Otra cosa que tampoco conocía es que se le puede considerar el redactor del primer Manifiesto Comunista, aunque luego, como buen comunista, terminó forrado y además ennoblecido como Príncipe de Otranto. Por supuesto, esta riqueza no la ganó a base de negocios, sino más bien de comisiones en su etapa de proximidad a Barras (Directorio).

Es respecto de la corrupción que trata esta cita como os voy a dejar para terminar el post (sigue mi traducción)
"An allem kann man verdienen, wenn man nur flinke, freche Hände und Verbindungen zur Regierung hat. Aber unvergleichlich herrlich strömt eine Quelle vor allem: der Krieg"
(De todo se puede ganar dinero cuando se tiene una mano ligera y descarada, y relaciones con el Gobierno. Pero incomparablemente domina una fuente sobre todas: la Guerra)

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