viernes, 29 de marzo de 2019

Los mejores ángeles de nuestra naturaleza ("The better angels of our nature"), de Steven Pinker

Estamos ante uno de esos mega-ensayos que labran la fama de su autor, aunque creo que el prestigio de Pinker precede a esta obra. En ella, Pinker se embarca en una tarea aparentemente trivial, al menos en su primera y más voluminosa parte: demostrar que la violencia ha disminuido a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, a él no se lo parece, pues asevera que mucha gente pone en duda que en la actualidad el mundo sea menos violento que en el pasado. 
"By the standards of the mass atrocities of human history, the lethal injection of a murderer in Texas, or an occasional hate crime in which a member of an ethnic minority is intimidated by hooligans, is pretty mild stuff. But from a contemporary vantage point, we see them as signs of how low our behavior can sink, not of how high our standards have risen"
 
Por supuesto, Pinker no se conforma con demostrar empíricamente esa realidad, sino que trata de explicarla científicamente a partir de la psicología, atendiendo en concreto a cinco fuerzas malignas (violencia como instrumento, dominio, venganza, sadismo e ideología) y los cuatro "mejores ángeles" (empatía, autocontrol, moral, razón) que han ido venciendo a las cinco primeras.

En cuanto a la disminución de la violencia, Pinker identifica seis tendencias practicamente sucesivas, a las que denomina pacificación, civilización, humanismo, Paz Larga, Paz Nueva y Derechos Humanos. La explicación concreta la dejo para los que lean el libro, junto con las exhaustivas estadísticas con las que, de forma bastante amena, va demostrando cómo la violencia se ha reducido en todas las dimensiones que podamos imaginar (no solo muertes, sino mutilaciones o incluso bullying).

La brevísima sintésis de las ideas expuestas por Pinker debe terminar con las cincos fuerzas históricas, según él exógenas, que explicaría el surgimiento de las tendencias anteriores, a saber: el Leviathan (el Estado según lo llamaba Hobbes), el comercio, la "feminización", es cosmopolismo y la razón. Estas cinco fuerzas serían el nexo entre la psicología humana y las tendencias de pacificación.

A partir de aquí, me zambullo en un laberinto de miles de ideas, muchas de ellas interesantísimas, de las que no puede hacer un repaso sistemático, como realmente merecerían. Por supuesto, el tema más preocupante desde una perspectiva de teoría económica y anarcocapitalista, es la importancia que tiene para Pinker el Leviathan a la hora de explicar la reducción de la violencia, superior incluso a la del comercio. No es momento aquí de hacer un análisis detallado de la afirmación de Pinker y matizarla o refutarla: baste decir que conforme avance en la lectura, se me ocurrieron argumentos para desmontar tan preocupante afirmación, y que pocas páginas después, ya me había quedado tranquilo. Por ejemplo, ¿es Leviathan los jueces de los hebreos? Yo no lo creo, pero Pinker sí. Digamos que para él el Estado es algo mucho más amplio que para mí, aunque lo asimile al monopolio de la violencia.

Tenemos también la inevitable porción de leyenda negra (350.000 muertos por la Inquisición?), aunque cuando identifica las 21 mayores calamidades de la historia ninguna queda trazada a España, y eso que conquistamos un continente entero.
 
Tampoco estoy muy cómodo con los análisis econométricos que cita en determinados momentos. Aunque él también es crítico, lo cierto es que la violencia procede, como la economía, de la acción humana, por lo que instrumentos econométricos tienen evidentes limitaciones a la hora de explicar la causalidad de, por ejemplo, las guerras. Además, ¿existen tantas instancias como para poder hacer un análisis medianamente riguroso? 

Pinker se refiere varias veces a los principios de Kant para la paz, que aquí dejo para mi desmemoria: comercio, democracia, ciudadanía universal y ley internacional. Como se observa, muy relacionados con las cinco fuerzas pacificadoras, y además con el comercio precediendo a la democracia (ie. el Leviathan).

Es apasionante la aplicación que hace de la teoría de juegos en diversos momentos de la obra. Por ejemplo, con las llamadas "guerras de atrición", en que el perdedor también tiene que pagar, y que por tanto aumentan los costes exponencialmente (claro, lo que ya has metido en ganar el juego lo pierdes si te retiras). Aunque, por ejemplo, al analizar las guerras, que normalmente son impulsadas por los gobernantes, no tiene en cuenta que estos no internalizan todos los "costes" de la guerra. Al contrario, externalizan la mayor parte de ellos, lo que es una explicación bastante razonable de porqué han sido tan destructivas las guerras del siglo XX, coincidentes con los albores de la democracia. Anteriormente, los reyes asumían, sino toda, una parte relevante del coste de la guerra que contribuía a disciplinarles: compárese con los costes en que incurren los gobernantes modernos.

Siguiendo con la teoría de juegos, me parece una aportación muy original el análisis que realiza en el último capítulo. En él, construye un "dilema del prisionero" / "Dilema del pacifista", y va analizando como las distintas fuerzas históricas han alterado los beneficios de la cuadricula, hasta hacer más deseable la cooperación (en este caso, la paz) que las alternativas de mutua denuncia. Creo que es un análisis que puede tener aplicaciones en otras áreas.

Siguiendo con el tema de derechos humanos, hay unas cuantas reflexiones provechosas, sobre todo para el actual exceso de corrección política, que él ve como haberse pasado de frenada: el movimiento de los derechos comienza para la protección de los individuos, pero no es capaz de parar una vez conseguidos estos objetivos, y nos dejan con el tabú de la corrección política. Algo parecido ocurre con la hiperprotección de los niños. Impagable el ejemplo de que la reedición de los vídeos de Barrio Sésamo tenía la etiqueta de "No apto para menores". Y es que también los incrementales de seguridad pueden tener retornos decrecientes e incluso negativos, una vez alcanzado cierto nivel.

Aun queda hablar del análisis psicológico, precisamente el área de especialidad de Pinker. En fin, es abrumador el número de análisis científicos que cita y en muchos casos describe. Los experimentos psicológicos son un área por descubrir y muy atractiva. Pinker no se limita a la psicología, sino que la vincula con la neurología. Sabed, por ejemplo, que los circuitos límbicos del sexo y de la violencia están entrelazados en nuestro cerebro: ¿a qué explica cosas? O que la testosterona actúa como regulador entre "mating" y "parenting" en los hombres, esto es, tiende a ir reduciéndose una vez el hombre tiene hijos.

Pinker nos habla del sesgo "self-serving", muy probado empíricamente; del mito del mal puro; de los sistemas de miedo, ira, búsqueda y dominio que se vinculan con las causas de la violencia; de cómo el tamaño del cortex orbital se relaciona con la pacificación, o de la ignorancia plural y el falso "enforcement". 

Son muy instructivos los pasajes relacionados con la moral y sus circuitos psicológicos. Aquí Pinker me ha descubierto a Alan Page Fiske, cuya obra cumbre "The structures of social order" espero leer en breve. Para Fiske hay básicamente cuatro estructuras morales: comunidad, autoridad, igualdad y mercado. Pues bien, Pinker asevera que "But that’s just the point: right or wrong, retracting the moral sense from its traditional spheres of community, authority, and purity entails a reduction of violence." Eso le lleva a preguntarse por las causas exógenas de haber pasado de esas estructuras iniciales a la actual dominada por la razón, que conlleva menos violencia. Y a preocuparse por la decadencia de la razón en nuestro tiempo, algo a lo que Pinker es especialemte sensible, como imagino que cualquiera que conozca el ámbito universitario, en que muchas veces la ideología está desplazando a la ciencia.
 
¿Cuál es la causa exógena? Pues sí debe de haberla, pues Pinke nos cuenta el conocido y contrastado empíricamente efecto Flynn. Al parecer, atendiendo a los test de IQ, se puede observar una tendencia creciente en la inteligencia de las personas, aislando por montones de variables. Como es evidente, al menos para mí, esto no puede ser por una mutación genética, tiene que deberse a la socialización.

Y al hilo de este tema, termino yo esta larguísima entrada, que espero sea apasionante de todas formas, con una cita textual que espero no resulte muy provocativa. Y la cito textualmente para que conste que no es mí, ni siquiera de Pinker:
"Bryan Caplan also looked at data from the General Social Survey and found that smarter people tend to think more like economists (even after statistically controlling for education, income, sex, political party, and political orientation). They are more sympathetic to immigration, free markets, and free trade, and less sympathetic to protectionism, make-work policies, and government intervention in business.". Vamos, que la gente lista suele ser más libertaria. No precuparse, lo contrario no es necesariamente cierto.

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