sábado, 11 de abril de 2020

Burr, de Gore Vidal

Pese a que su nombre lo tenía muy escuchado, descubrí a Gore Vidal recientemente con la lectura de "Creación", que me encantó. Estaba claro que iba a leer más cosas de este novelista-historiador-periodista y político de filiación democráta. Y opté por empezar con su serie sobre la historia de Estados Unidos, de 7 novelas, de las que ésta es la primera (aunque no la que escribió primero) y, según dicen, la más popular del autor.

El problema es que me ha resultado un poco rollo. ¿A qué se debe? No lo tengo muy claro, porque el estilo de Vidal es bueno, aún sin llegar a la calidad del citado arriba, y la narración se hace ligera. Una de las razones podría ser la estructura que ha dado a la novela. Si bien el protagonista es el coronel Burr, el narrador es un periodista, Charlie Schuyler, Old Patroon como seudónimo. Pues bien , la novela alterna los episodios biográficos del primero con la vida del segundo, y esta última es de nulo interés (quizá se salvan la visita a un Washington DC en construcción y el epílogo en Amalfi, pero claramente no por él). Pero, además, ello añade algo de confusión, pues hay dos narraciones en primera persona: la de Schuyler, la principal, y la de Burr, en los momentos en que Schuyler recoge las memorias del coronel.

Por otro lado, también podría ser porque los acontecimientos son generalmente inanes, y con personajes de andar por casa. De esto la culpa no la tiene Vidal, si no la propia historia de EEUU, que da poco de sí. Una prueba sería esta novela histórica; otra, la serie Deadwood, muchos de cuyos personajes son también históricos, por mucho que eso pueda parecer increíble al lector.

Burr comienza su leyenda con una campaña militar en Canadá, en la que hace un amago de rescatar a una víctima, y termina de héroe con 21 años. Ello es seguido por algunas acciones destacadas en la guerra de la Independencia (la batalla de Monmouth Courthouse) y poco más. A partir de ahí se desarrolla su carrera política, dominada siempre por la figura del tercer presidente de los EEUU y redactor de su Constitución, Thomas Jefferson.

Quizá lo mejor de la novela es la desmitificación de estos personajes: Jefferson, Madison, Hamilton o el propio George Washington. Vidal nos los presenta como individuos más o menos brillantes, persiguiendo sin demasiado escrúpulo sus intereses. Por ejemplo, del general Washington, el semidios como todos lo veían, nos dice que "But though Washington could not defeat the enemy in battle, he had a fine talent for defeating rival generals in the Congress. At the end he alone was at the pinnacle, as he intended from the beginning." Vamos, que el mito de héroe se lo construyó como político.

Para Jefferson guarda varios invectivas, de las que rescato la siguiente: "Proclaiming the unalienable rights of man for everyone (excepting slaves, Indians, women and those entirely without property), Jefferson tried to seize the Floridas by force, dreamed of a conquest of Cuba, and after his illegal purchase of Louisiana sent a military governor to rule New Orleans against the will of its inhabitants."

Eso sí, le reconoce mejores capacidades imperiales que al mismísimo Napoleón: "Yet, finally, who was more truly imperial? Bonaparte with his military conquests now vanished? Or Jefferson with his strategic acquisitions that endure to this day?"

Según parece, Burr tuvo en su mano ser presidente de los EEUU, pero cedió el puesto graciosamente a Jefferson, quien se lo pagaría andando el tiempo con una demanda judicial que casi da con el coronel en el cadalso. Entre medias, tenemos debates muy americanos y poco extrapolables, que quizá sean otra causa de que la novela no me haya apasionado. Por ejemplo, el federalismo vs los Estados, y el derecho de secesión, enmarcado en la lucha de los partidos políticos de la época: Federalistas y Republicanos. O la relación entre Tribunal Supremo y legislativo.

Los episodios culminantes de la novela son, por un lado, el juicio a Burr promovido por Jefferson, acusándole de traición por promover la secesión de los estados occidentales (en ese momento, hasta Louisiana), cuando lo que parece es que Burr lo que quería era conquistar México a los españoles (a quiens los americanos llaman los Dones). Por otro lado, el duelo con Hamilton en que éste es derrotado y fallece. Ninguno me parece de excesivo interés, y no pasarían de anecdóticos en la historia de cualquier país europeo o asiático.

Desde el punto de vista cómico, el mejor momento es el análisis frenológico que hace un eminente "científico" austriaco del cráneo de Van Buren (candidato a la presidencia de EEUU en los momentos en que el periodista está haciendo su investigación). Para el que no lo sepa, la frenología es la "ciencia" que explica cómo la forma de la cabeza condiciona nuestra personalidad. No hay que perderse la propuesta de dispositivo para modelar la creatividad de los infantes.

No es el único momento divertido, pues Vidal domina el arte de la ironía, y Burr actúa como eficaz canalizador de la misma. Aquí una muestra, precisamente en la toma de Quebec antes aludida: "When consulted in a democratic way, the American soldier invariably chooses retreat."
Aunque también para sus conciudadanos tiene Vidal algo que decir, como buen ungido de la izquierda: "For the average American freedom of speech is simply the freedom to repeat what everyone else is saying and no more."

No puedo recomendar esta lectura, salvo que a gente muy interesada en la historia de los EEUU. Quizá ellos sí le vean todo el valor, e incluo sean capaces de explicármelo. Cierro con este sorprendente consejo de autoayuda, que le dice alguien al periodista:
"Never do today what you can do tomorrow because who knows what may turn up.

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