martes, 8 de septiembre de 2020

Vestidos de piedra ("Vêtus de pierre"), de Olga Forche

Sigo con literatura rusa. En esta ocasión, una escritora bastante desconocida de principios del XX, con la sospecha de que su desaparición se debe a que debió resultar inoportuna en algún momento a los mandatarios soviéticos, pues, según parece, fue uno de los grandes puntales de la literatura soviética. Aunque también podría ser esa la razón por la que ha pasado al olvido, cosa que me resultaría más extraña, pues la izquierda es fantástica creando ídolos.

Esta novela es ciertamente interesante, y se disfruta con su lectura, con independencia de cual fuera la filiación de doña Olga. La historia es narrada por uno de los protagonistas, Serguéi Roussanine, quien la está escribiendo en torno a 1920, en los últimos días de su vida, en que sobrevive mendigando por las avenidas de San Petersburgo tras el triunfo de la revolución. La historia se refiere a un amigo de su juventud, Mikhaïl Beidéman, revolucionario en tiempos del zar. El tercer elemento del triángulo es Vera Lagoutine, noble vecina de Serguei y co-revolucionaría con Mikhail.

El primer punto interesante es que nos describe el San Petersburgo post-revolucionario, desde la perspectiva de un antiguo militar muy venido a menos. Él pide "pour l’amour de Dieu (je n’emploie jamais la formule actuelle : « secourez un camarade en chômage»" ("por el amor de Dios (no empleo jamás la fórmala actual: socorred a un camarada en paro"). El panorama es bastante desolador, pese a la reciente aplicación de la NEP de Lenin. Y aunque Forche nos cuenta los fastos de una celebración del 1 de Mayo, lo que nos queda es a crisis, lo difícil que es hacerse con papel para escribir, que lleva a Serguei a esta declaración magistral: "Mais l’abus des digressions est ruineux pour mon écrit."

El segundo punto relevante de esta novela es la forma en que el narrador se inmiscuye completamente en el relato de los hechos supuestamente principales. Es por ello que conocemos el San Petersburgo revolucionario, y es por ello que teme que las disgresiones le impidan terminar su relato. Aquí un ejemplo: "Le lecteur s’étonne peut-être qu’en évoquant un instant décisif de ma vie, comme le début de ce chapitre le lui a laissé entendre, je puisse me complaire à détailler des conversations futiles. Et l’on en vient à se demander si j’ai vraiment retenu tout cela ou si je profite de l’occasion pour satisfaire mon penchant tardif d’écrivain en reconstituant de toutes pièces une soirée mondaine ?

El problema es que, a partir de la segunda parte, parece que Serguei empieza a volverse loco, lo que se traduce en una narración bastante más difícil de seguir. También hay aquí algún pasaje magistral, como la surrealista aparición del dios de las cabras en su visita a Crimea. Pero, llegado el momento en que dice que se ha tragado un tambor, nos damos cuenta, tanto el lector como el narrador, que la demencia se está apropiando de sus facultades, y de ahí la creciente dificultad de la lectura. Es cierto que es una circunstancia muy original, pero no parece que acabe de funcionar bien, y al final me resulta bastante peor la segunda que la primera parte.

Y el tercer punto de interés es, por supuesto, el propio relato principal, en que se nos cuenta la historia de un cadete militar revolucionario en tiempos del zar Alejandro II, y como termina en prisión por las sucesivas traiciones (hasta cuatro, nos cuenta el propio Serguei) del narrador. Dicha historia nos lleva a la corte con nobles rusos, nos pone en contacto con el mismísimo Dostoievsky, que queda impresionado por el espíritu del joven Mikhail,y nos lleva muchas a veces a la fortaleza de San Pedro y San Pablo donde languidece hasta la locura Mikhail tras las traiciones de su amigo. El título, de hecho, corresponde a un rótulo que lee Serguei en los muros de la misma (en español diríamos que los muros se han revestido de piedra) diciendo que el revestimiento lo hizo un zar. La cuestión es que desde ese momento utiliza el mismo término para referirse a los prisioneros en la misma.

Forche escribe muy bien, sobre todo es estupenda la primera parte de la novela. Un par de frases, para no perder la costumbre. Esta deliciosamente irónica: "Il n’avait pas l’ombre de cette amabilité prodigue, par laquelle une personne qui ne vous a rendu aucun service, sait mériter à jamais votre reconnaissance. 

Y esta de gran lirismo: "Cette matinée fut comme une tendre fleur de pommier que les Parques sans pitié auraient incluse par mégarde dans la trame sanglante de nos trois existences."

Cierro con una cuestión sobre el destino, que Forche escribe en los últimos momentos de la novela: 
"Quelles sont ces forces psychiques mystérieuses, qui vous protègent et qui, à la vue de telle ou telle personne, vous remplissent d’angoisse, comme si vous pressentiez la fatale intersection de son destin avec le vôtre ?
 
Me ha resultado una lectura interesante y amena. Seguramente lea en el futuro algo más de Forche (esa de Palacio y Prisión tiene muy buena pinta), y por eso creo que se puede recomendar, aunque me temo que no está traducida al español.

 

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