domingo, 25 de abril de 2021

Berta Isla, de Javier Marías

Aprovecho la publicación de su segunda parte, Tomas Nevinson, para recuperar esta novela que había dejado sin leer en su momento. De Marias he leído toda la producción desde que me atreví con "Corazón tan blanco", libro con el que disfruté un montón. Me atrapo ese estilo de meandros y rincones, esa forma de escribir tan sui generis, ese sinfin de precisiones en sus frases. Y, además, en "Corazón tan blanco", recuerdo escenas divertidísimas, como la del interprete entre los dos políticos. No he vuelto a encontrar esa vertiente cómica en la obra de Marías, pero sí esas frases alambicadas y entrecruzadas, que reaparecen en todas sus obras ("esos turnos nocturnos de guardia que se llaman imaginarias, quién sabe por qué, quizá porque luego le parece que no hayan tenido lugar, al que se mantuvo en vigilia mientras dormía el mundo, si consiguió mantenerse en vigilia y no ser arrestado,...").

Uno de los grandes alicientes de las novelas de Javier Marías es dar sentido al título: "Mañana en la batalla piensa en mí", "Tu rostro mañana" o el propio "Corazón tan blanco", encuentran tarde o temprano explicación en el texto. En esta ocasión, como el señor Marías ha optado por titular con el nombre propio de la protagonista, esa intriga se pierde.

El precio que paga Marías por ese estilo narrativo es que el número de escenas que ocurren en sus novelas es relativamente escaso, hay pocas, pero descritas hasta el último detalle psicológico y a veces físico. A su vez, ese relativo número de escenas impide que haya tramas complicadas en su narración, pero no creo que nadie lea a este autor para que le atrape en su historia, ya queda atrapado en sus frases. En todo caso, la trama de esta novela (que, por cierto, se centra más en Tomás Nevinson, el marido de Berta Isla y que da título a la segunda parte) tiene algún giro inesperado y me ha parecido suficientemente interesante, hasta el punto de que tengo mucha curiosidad por la citada segunda parte, en que imagino Marías rellenará los huecos de la vida del tal Nevinson que han quedado sin cubrir en esta primera parte.

Como de la trama hay poco que contar, lo suyo es quedarse con algunas de esas frases sobresalientes y también con las reflexiones del autor por boca de sus personajes. Porque, claro, eso también es parte del precio a pagar: los personajes hablan todos usando las frases rebuscadas de Marías, por lo que parece que siempre está hablando el mismo, o quizá debería decir "él" mismo. Ojo, no se les distingue al hablar o pensar por estilo, pero sí por lo que piensan o dicen.

Por ello, me resulta algo incómodo el sesgo claramente izquierdista las pocas veces que surge, más en concreto en relación con el alzamiento o golpe de Estado de Franco. En alguna ocasión se queja del número de víctimas consecuencia del mismo, sin pararse a pensar (quizá Marías no sabe historia o no la quiere saber) que el régimen instalado era una especie de régimen stalinista, que estaba gobernando contra la mitad de España, a base de violencia, "sacas" y chekas , y que posiblemente ni siquiera había ganado las elecciones. Dicho de otra forma, no sabemos cuántas muertes ahorró realmente el alzamiento y régimen de Franco, pero podemos hacernos una idea viendo cuánta gente murió en la URSS, Camboya o está muriendo en Cuba o Corea del Norte. 

En todo caso, aunque sean incómodas, son escasas estas referencias. Más interesantes son los viajes que les pega en más ocasiones a los Estados, donde aflora el espíritu anarquista de Marías:

-"La verdad no cuenta, porque se trata de que decida sobre ella, de que la establezca alguien que nunca sabe cuál es: me refiero a un juez."

-"La Corona siempre tiene las de ganar, es demasiado grande, es más fuerte, tiene leyes que cambia o se salta, las incumple impunemente. Y te aplasta."

-"Cuando se trabaja para el Estado, éste pide y va pidiendo sin límite, va tirando de la cuerda, exprime a sus servidores y a los ciudadanos en general (‘Esto por patriotismo, esto otro por lealtad, aquello por solidaridad con los débiles y aquello otro por el bien común’), y jamás se sabe lo que acabará por exigir o extraer, de qué aberraciones o sacrificios convencerá." (Observad la vigencia de esta frase en relación con las medidas del COVID, pero no se olvide que esta novela es de 2017).

- Esta otra es mucho más sutil: "Cuando no hay guerra hay su amenaza, y lo que podéis hacer los dotados es mantenerla en esa fase, en la de la postergación, en la sola amenaza."

Otros que se llevan algún  golpe son las nuevas generaciones, a las que Marías ve sin espíritu de sacrificio: "tratar de prolongar la adolescencia o la niñez, con sus plácidas indefiniciones, parecía propio de pusilánimes y medrosos, de los que la tierra está hoy tan llena que ya nadie los ve como tales. Son la norma, una humanidad sobreprotegida y haragana, surgida en un plazo brevísimo después de siglos de lo contrario: actividad, inquietud, intrepidez e impaciencia.".

El análisis psicológico que hace Marías en muchas circunstancias me ha parecido sobresaliente, ahora que estoy en mejores condiciones de valorarlo que cuando leí sus otras novelas. Da lugar a numerosas reflexiones aprovechables: 

-"La imaginación a menudo es más salvaje que la realidad, si bien carece de su concreción y de su horrible fuerza, así que siempre cabe desechar lo que trae,,,"

- "Lo peor imaginable siempre es no poderse negar, ni apenas poder discutir ni razonar ni argumentar,"

-"una vez que se posee un conocimiento o un dato lo que se recuerda menos es su procedencia y el camino de su adquisición, y la figura del mensajero se difumina con rapidez."

-"Tal vez ser superior a los cerebros más malvados implicaba, en un sentido, ser aún más malvado."

-"No por nada existen esos verbos: confirmar, comprobar, constatar; verificar, reafirmar, reasegurar; y cerciorarse. No son superfluos ni están de adorno, responden a necesidades." (en el contexto de que la mayor parte de lo que conocemos nos viene de terceros, muy poco de lo que experimentamos directamente).

Como siempre en sus obras, está muy presente la literatura. En esta ocasión, cobra especial relevancia el poeta Eliot, algunos de cuyos versos aparecerán recurrentemente en la obra. Junto a él, cómo no, Shakespeare, esta vez con su Enrique V. Y, sorprendentemente, también hay referencias francesas, a Honoré de Balzac y su Coronel Chabert, y a un tal Martin Guerre, personaje real. Junto a estas referencias, destaca una reflexión: "el narrador en tercera persona, omnisciente, es una convención que se acepta, y quien abre una novela no se suele preguntar por qué ni para qué toma la palabra," y una pulla a sus lectores, respecto al poco interés que tienen las historias largas de la gente real "casi nadie está dispuesto a escucharlos, a no ser que se trate de una narración escrita y ficticia sobre alguien inexistente, inventado, y aun así no se hace fácil atender a una historia tan larga."

Resalto también, antes de terminar, un par de referencias a Tolkien ("...llegar al pub The Eagle & Child, que aún pisaba Tolkien de tarde en tarde cerca del final de su vida,") y otra a la casa de John Seoane, que fue una de las visitas que más me sorprendieron en primera estancia en Londres, y que también visitará Tomas Nevinson cuando sus múltiples ocupaciones le den oportunidad.

Y, por último, cómo no, una selección de frases en que aflora el Marías más genuino, el que más me llama la atención desde que empecé a leerlo.

-"pese a ser de interrogativa carne y sano hueso e intrigado sexo,"

- "allí no tenía más que hacer y en realidad no quería más hacer"

- "‘Mira tú qué suerte, tú. No me acordaba ya yo’."

- "Cuando no se ha hecho no se ha hecho, y luego tampoco se ha hecho, de modo que todo está siempre como estaba y sigue exactamente igual."

Si no han leído nada de Marías, Berta Isla puede constituir una buena presentación, aunque para mí el mejor sigue siendo "Corazón tan blanco". Dejo reposar un poco a Marías, y volveré con "Tomás Nevinson", la continuación.

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