lunes, 22 de noviembre de 2021

El varón domado ("Der Dressierte Mann"), de Esther Vilar

Extraño libro este que acabo de leer. Resulta que fue un éxito de ventas en España en 1973, su año de publicación, y que su autora, pese al nombre y origen argentino, escribe en alemán. Y, con todo, eso no es lo más raro. Alguien podría pensar que se trataba de un ensayo filosófico, y así lo creía yo cuando me hice con él, y estaría equivocado, porque este libro no es un libro serio, si no una parodia. Y tampoco es esto lo más raro: a mi lo que me parece más extraño es que no sé de quién es la parodia.

Caben dos teorías: en la primera, este libro está escrito para burlarse de los ensayos feministas de la época. En la segunda teoría, en cambio, se estaría burlando de la visión masculina de la mujer, y entonces sería un libro realmente feminista y, hasta por momentos, socialista. Supongo que para despejar la incertidumbre me bastaría investigar un poco el perfil de la autora, pero tampoco me ha entusiasmado tanto el libro como para dedicarle más tiempo.

La idea que "defiende" el libro sería algo así como que las mujeres son las que realmente dominan el mundo, y lo consiguen haciéndose pasar por seres superficiales y tontos para conseguir que sean los hombres los que hagan el trabajo duro y asuman responsabilidades para mantenerlas. "Die Frauen lassen die Männer für sich arbeiten, für sich denken, für sich Verantwortung tragen. Die Frauen beuten die Männer aus. Aber die Männer sind stark, intelligent, phantasievoll, die Frauen schwach, dumm und phantasielos." Las mujeres explotan a los hombres pese a que estos son fuertes, inteligentes, imaginativos. Terminará llevando la idea al mismísimo concepto de lo que es el amor: "Für die Frau bedeutet Liebe Macht, für den Mann Unterwerfung. Für die Frau ist Liebe ein Vorwand für kommerzielle Ausbeutung, für den Mann ein emotions-getränktes Alibi für seine Sklavenexistenz."

Y la verdad es que poco más da de sí el libro, que tampoco es muy largo. La autora nos explicará las estrategias que siguen las mujeres para conseguir este objetivo de esclavización del varón, cómo utilizan la educación o sus encantos sexuales, o la progenie. Siempre proponiendo lecturas de este estilo para las situaciones y comportamientos cotidianos.

Por ejemplo, los hombres visten todos igual "Wäsche, Oberhemden und Socken des männlichen Mannes sind so genormt, daß sie sich von einem Mann zum anderen höchstens in der Größe unterscheiden." porque así lo quieren las mujeres, para que se tengan que distinguir solo por su capacidad de trabajo, que es lo único que interesa a la mujer, que la mantengan. "Der Mann aber ist wie ein Kind, das ewig das gleiche Spiel spielen muß (...) die Frau sei, im Gegensatz zum Mann, ein Mensch, der nicht arbeitet."

Las sospechas de que este libro se esté en realidad burlando de los hombres vienen de frases como ésta:
"Warum benützen die Frauen ihr Gehirn nicht? Sie benützen es nicht, weil sie, um am Leben zu bleiben, keine geistigen Fähigkeiten brauchen." o esta otra, brutal: "Schlägt sie im Lexikon den Namen eines griechischen Philosophen nach, bedeutet das nicht ein plötzliches Interesse an griechischer Philosophie, sondern daß er zur Lösung eines Kreuzworträtsels fehlt."

Esta otra, en cambio, apoya más la tesis de que se burla de los ensayos feministas, al hablar del uso de los juguetes en la educación: "Die Wege trennen sich, und je weiter die Erziehung fortschreitet, desto mehr wird das kleine Mädchen zur Ausbeuterin erzogen, der kleine Junge zum auszubeutenden Objekt. Ein wichtiges Mittel dazu ist das Kinderspielzeug." De la mujer estudiante o trabajadora nos dice que para ellas "Büros, Fabriken, Colleges und Universitäten sind für sie nichts weiter als gigantische Heiratsmärkte."

Más o menos esto es. El libro es entretenido, aunque no llegue a ser muy divertido ni suscite la carcajada. La mayor parte del tiempo me lo ha pasado tratando de adivinar si esto es pro-feminismo o burla del feminismo, o sea, cuál tesis de las de arriba es la correcta, pero no he llegado a ninguna conclusión. Eso sí, en algunas cosas, burla o no, parece tener razón: "Denn in der Welt der Frauen existieren nur die anderen Frauen".

martes, 16 de noviembre de 2021

No digas nada ("Say Nothing"), de Patrick Radden Keefe

Se trata de un libro histórico sobre los Troubles en Irlanda, esto es, del llamado IRA Provisional (o Provos, como los llama el autor), que la mayor parte de las personas identificamos con el IRA, porque es al que hemos visto actuar vía la TV. Para quienes les ocurra lo mismo que a mí, sabed que el IRA es una institución bastante más añosa, que se vincula a la lucha por la independencia de Irlanda contra Inglaterra, y que tuvo allí sus mejores páginas. Tras dicha independencia, lógicamente había pasado a la inactividad. Y solo resucitará en forma de los citados Provos tras el llamado Domingo Sangriento, ocurrido en Derry en 1972.

O sea, que el IRA que yo tenía por IRA en realidad es el IRA Provisional. En todo caso, lo que se nos cuenta es más o menos su historia, aunque no de forma directa, sino vinculada a la desaparición - asesinato de una madre con 10 vastagos, ni más ni menos, Jean McConville. El otro elemento en torno al que transcurre la narración es el llamado Proyecto Belfast, archivado en el Boston College, que recoge entrevistas con combatientes del IRA, con la idea de que se hicieran públicos para los investigadores conforme los entrevistados fueran muriendo, y de esta forma poder llegar a entender algún día lo que sucedió. Y esto tenía que ser así porque "If the paramilitaries feared the authorities, they were even more afraid of one another. Anyone who violated the credo of silence could be branded a “tout,” as informers were known. And touts got killed." Este de los chivatos es otro de los temas recurrentes en la historia del IRA, incluido el caso McConville.

Los protagonistas de la historia, a parte de la familia McConville, son las figuras más relevantes del IRA, empezando por Gerry Adams (el único que me sonaba), si bien este negó siempre su pertenencia al grupo, y siguiendo por Brendan Hughes y las hermanas Price, Marian y Dolours (esta última casada durante algún tiempo con el actor Stephen Rea, el poli de V de Vendetta).

Con estos mimbres, la narración no es especialmente emocionante o cautivadora. Es el típico relato de oficio que saben hacer bien los historiadores ingleses (aunque este escritor sea irlandés) y con su ristra final de notas al pie proporcionando la fuente de la que han sacado cada cosa que dicen. Hay que reconocer que Keefe trata de dar algo de suspense al relato, con ese inicio "in media res" propio de una serie, en que unos policías irrumpen en el archivo secreto del Boston College ( y cuya relación con el IRA no conoceremos hasta transcurridos 2/3 del libro), y con un final para el que se deja la identificación del posible asesino de Jean McConville, en opinión del autor.

Por el medio, uno tiene tiempo para reflexionar sobre las diferencias entre IRA y nuestro más cercano ETA, o entre el nacionalismo irlandés y el catalán, también más próximo. Y, así, sin más reflexión o análisis, aparecen claras diferencias que hacen ambas comparaciones inadmisibles desde el punto de vista histórico.

Empezando por el segundo, el nacionalismo irlandés tiene su origen en el colonialismo británico. Los nacionalistas irlandeses surgen como respuesta a los abusos que los ingleses cometían en la colonia, respecto de la cual se sentían señores. El ejemplo más relevante es la exportación de alimentos de Irlanda en plena hambruna a mediados del XIX. Como es evidente, Cataluña nunca ha tenido un status ni remotamente similar con el resto de España, nunca ha sido colonia (de hecho, ninguna parte del imperio español tuvo carácter de colonia, sino que se integraban en la Corona como cualquier otro territorio). Así pues, no cabe hablar de abusos de una imperialista Castilla.

Respecto a la comparación IRA-ETA (y aparte de lo ya argumentado para Cataluña, esto es, inexistencia del País Vasco como colonia de Castilla), lo que más llama la atención es que en Irlanda sí había una oposición civil por los protestantes, dispuestos a actuar con las mismas armas que los católicos, y encima con el apoyo implícito del gobierno inglés. Así se desprende, por ejemplo, de la narración que hace el autor del Domingo Sangriento, en que lo que parece ocurrir es que la policía británica está controlada por los protestantes, por lo que no tienen reparos en usar todo tipo de violencia contra la manifestación pacífica de católicos. Desde la perspectiva de unas adolescentes hermanas Price, como desde la del propio lector, es claro que hay un abuso gubernamental contra el que hay que defenderse de la forma que sea.

Claro, en el caso del País Vasco, no hay nada similar, no había ningún grupo civil atacando a los indefensos vascos y abusando de ellos. Más bien lo que hay es un grupo de niñatos aburridos, que poco a poco se montan una mitología de opresión para justificar su modo de vida.

Estas reflexiones aparte, lo cierto es que la historia del IRA, sea provisional o no, me interesa (y me ha interesado) de forma muy moderada. Así que poco más diré. Me detengo solo un poco más en la figura de Gerry Adams, quien tuvo la habilidad de capitalizar el conflicto armado para sacar de él réditos políticos, pero que devolvió, en mi opinión, con su decisiva participación en el proceso de paz. Lógicamente, sus compañeros de armas no le acaban de ver con tan buenos ojos, como tampoco cae en su embrujo el autor del libro. Esta evolución de Adams y de su partido, el Sinn Fein, es de las tramas más interesantes de la narración. Por cierto, me encanta el episodio en que Adams se niega a responder bajo tortura a los británicos, aduciendo y manteniendo que él no es Gerry Adams. Visto que puede mantener eso bajo tortura, mucho más fácil le habrá sido mantener durante todos estos años que no formó parte del IRA.

Este libro está bien, pero sinceramente creo que solo interesará a friquis de la historia de Irlanda o del terrorismo. Por mi parte, me han sobrado un montón de páginas, incluidas todas las referidas a los McConville: no es que no tenga empatía, es que leo para entretenerme o aprender.


lunes, 8 de noviembre de 2021

Senderos de libertad, de Javier Moro

Vuelvo a leer a Javier Moro después de unos cuantos años, en que agoté casi toda su producción, empezando por El imperio eres tú, y siguiendo con El sari rojo. Pasión India, El pie de Jaipur y A flor de Piel. Todos estupendos, como este también lo es, cuya lectura no hice en aquella ocasión. Ahora lo seguiré seguramente de otras obras recientes del autor, como A prueba de fuego o Mi pecado.

En esta obra, Moro nos lleva al Amazonas y a lo que casi seguro es el origen del movimiento ecologista moderno, que nos ha llevado a cosas tan terribles como la lucha contra el supuesto cambio climático liderada por políticos en jets y por una niña autista sueca. Si Chico Mendes levantara la cabeza...

Los protagonistas son los seringuieros y los garimpeiros. Los primeros son los recolectores de caucho, reclutados por el gobierno brasileño para la segunda guerra mundial, y abandonados en la selva tras el final de la misma, sin ver cumplida ninguna de las promesas que se les habían hecho. Los garimpeiros, por su parte, son los buscadores de oro en el Amazonia, dañinos en alguna medida para la Amazonia, pero que aquí aparecen como enfrentados a los indios amazónicos, tribus de las que Moro nos dice: "Para pasar del neolítico a la era espacial, el hombre moderno ha necesitado siete mil años. Los indios araras dieron el salto en menos de un año."

El drama se desata con los planes del gobierno de Brasil para colonizar la selva mediante la construcción de carreteras. Como siempre, nada bueno se puede esperar del Estado, y esta vez no fue excepción: "No hubo tiempo de evaluar el problema de las lluvias que, al transformar tierras desmatadas en fangales impracticables, se convertiría en una auténtica pesadilla para ingenieros, técnicos y obreros. A esto se añadiría el paulatino descubrimiento de que el terreno no era llano como se pensaba. La «planicie» amazónica es en realidad una región ondulada, con sierras y montañas, lo que dificultó y encareció enormemente los trabajos. Tampoco la tierra era fértil, y veinte años después del inicio de la «Conquista de la Amazonia» muchos brasileños siguen preguntándose cómo el gobierno pudo embarcarse en tamaña aventura sin haber realizado los más elementales estudios preliminares."

La respuesta a la pregunta de muchos brasileños es, como tampoco sorprenderá, la corrupción. El gobierno brasileño no iba solo, sino en compañía de terratenientes y la peor calaña de empresarios, dispuestos a hacer dinero fácil a costa de la ruina de la selva. Y también en compañía de organizaciones como las que ahora pretenden liderar la lucha contra el cambio climático, tipo el Banco Mundial o el BID, que alegremente proporcionaban fondos para estos proyectos demoledores. 

Esta carrera será obstaculizado por un grupo de idealistas, empezando por el ya citado Chico Mendes, que se empeñarán en la protección de la selva como reconocimiento a su modo de vida y derechos adquiridos. Lo que pasa es que esta defensa, en esos momentos, no consistía en reuniones de postín para acuerdos absurdos, si no en jugarse la vida contra un grupo de empresarios mafiosos con el apoyo del gobierno brasileño, como lo muestra una y otra vez Moro en su narración.

Vamos, que la amenaza a la Amazonia no venía del capitalismo y los emprendedores, sino de los gobiernos, en este caso el brasileño con el soporte del Banco Mundial ("El Banco Mundial estaba financiando proyectos de proporciones gigantescas que aceleraban la deforestación de manera alarmante."), y de sus socios empresarios, a los que si cabe calificar de "capitalistas salvajes". Pero que quede claro, que la faceta de salvaje solo aparece porque el gobierno lo tolera y hasta lo incentiva.

Para más INRI para los ecolojetas-izquierdistas, resulta que en los albores del movimiento, los primeros resultados tangibles se consiguieron gracias a un senador republicano, no demócrata, o sea, de derechas, Robert Kasten, quien amenazó con retirar los fondos de EEUU al Banco Mundial a menos que este exigiera estudios de impacto ecológico a sus proyectos. Y es efectivamente así como se detuvieron los terribles proyectos que amenazaban con acabar con la Amazonia en los años 80 y 90.

Este apropiamiento político por parte de la izquierda del movimiento ecologista no pasa desapercibido ni siquiera en época tan temprana, cuando uno de los activistas que atrajeron la atención de Kasten al problema confiesa: "Luego me advirtieron que estábamos haciéndole el juego al derechista de Kasten, que sólo buscaba un pretexto para recortarle fondos al Banco. Les contesté que habíamos trabajado con los demócratas, que habíamos tenido más de siete audiencias en el Congreso y que no habíamos conseguido nada con ellos."

La verdad es que leyendo este libro uno aprende a apreciar el mérito de un movimiento al que ahora mismo solo cabe observar con profunda sospecha. En aquel momento eran pioneros y héroes, en la actualidad son funcionarios viviendo de la mamandurria y jetas, que solo buscan problemas donde no los hay para poder seguir en el machito. O sea, un grupo más de los que denuncia Douglas Murray (ver aquí), lo que pasa es con un mayor predicamento al no utilizar criterios raciales o sexuales, y poder así apelar a toda la humanidad.

Muy interesante es también en una conclusión que recoge Moro en una declaración de la iglesia brasileña de la época: "Explicaba que la extrema desigualdad se debía a la naturaleza cerrada del sistema político, basado en una alianza entre la élite civil y las fuerzas armadas." Y es que este diagnóstico sí es coincidente con la explicación que daría la teoría económica buena, y no las que proporciona el reciente paladín de la desigualdad, el conocido Piquety, que, como buen socialista, las atribuye al capitalismo, aunque sin el epíteto de salvaje, por lo que parece.

Por último, una curiosidad para quien haya oído el gracioso término "poronga". Yo se lo oí en primer lugar a los argentinos, y para ellos es una parte del cuerpo masculino que no detallaré más. Sin embargo, resulta que en Brasil es "una especie de sombrero de latón con una vela que servía de linterna a los seringueiros al tiempo que les dejaba las manos libres," O sea, como el típico casco minero con su linternita.

En resumen, excelente libro y de sorprendente actualidad, que no recomiendo porque no hace falta. Javier Moro se recomienda solo.