viernes, 17 de junio de 2022

Un yanqui en la corte del rey Arturo ("A Connecticut Yankee in King Arthur's Court"), de Mark Twain

Aún no había leído este clásico de Twain, aunque por supuesto si lo he hecho con sus obras más populares, Tom Sawyer y Las aventuras de Huckleberry Finn, el primero más de una vez. Pero sí lo tenía apuntado para leerlo en algún momento, y le ha llegado el turno.

Creo que la base de la historia es suficientemente conocida. El protagonista Hank, recibe un golpe, y al despertarse aparece en la Inglaterra del siglo VI, donde trabará conocimiento con el rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda, lo que dará oportunidad para unas cuantas risas. Hasta aquí todo correcto. Pero lo que me ha sorprendido es que las aventuras del yanqui no son cómo ya las había imaginado. Es una cosa completamente distinta.

En efecto, Hank lo que se lleva a esa Inglaterra mítica es su espíritu emprendedor, muy americano. y lo que hace es dedicarse a modernizarla, con un rival constante que al final se muestra invencible, y que no es otro que la Iglesia. Para hacerse con una posición de suficiente poder, eso sí, se valdrá de algunos trucos tecnológicos y científicos para enfrentarse al mismísimo Merlin. Usará el truco del eclipse (que, según parece, lo inventó algún conquistador español), el de la pólvora para demoler la torre del mago, y eventualmente hasta un teléfono que le permita adivinar el futuro. Son quizá estas aventuras las que yo esperaba que predominaran en el libro, y no tanto el emprendimiento.

Por otro lado, Hank-Twain arremeten sin tapujos contra los habitantes de la época, más contra los nobles, pero también contra los communers. Hay mucho desprecio en la forma en que se refiere a ellos, lo que no me esperaba. Digamos que Hank les ve con la perspectiva del XIX. Así, por ejemplo, le llama mucho la atención que todos se crean lo que se les dice sin exigir pruebas "One never had any occasion to prove his facts, with these people; all he had to do was to state them. It never occurred to anybody to doubt the statement."

Esta visión le convence de que puede dominar el país en unos meses, y volverse El Jefe, siendo precisamente éste el título nobiliario que se le confiere "Sir Boss". Los detalles de este dominio tecnológico no se nos cuentan, ya que Twain hace un salto de 4 años desde las primeras escenas hasta las siguientes, en que ya Sir Boss ha podido implementar parte de sus planes, curiosos por otro lado: "The first thing you want in a new country, is a patent office; then work up your school system; and after that, out with your paper." ¿Por qué? No nos lo llegan a explicar. 

Si bien el estilo de la novela es divertido y ligero en esos primeros episodios, los que vendrán después de esos 4 años ya no lo son tanto. El propio Twain parece perder parte de su punto irónico cuando nos cuenta las verdaderas tragedias que encuentra Sir Boss acompañando al rey de incógnito. Veremos una familia que muere de la peste, y una joven madre condenada a muerte por robar un poco de alimento para su bebé, desesperada en la pobreza en la que ha terminado tras la condena de su marido también por alguna tontería. En estos momentos, aunque no solo, Twain se indigna como yo cuando leía recientemente sobre la Revolución Francesa, contra los abusos de los nobles ("there were taxes, and taxes, and taxes, and more taxes, and taxes again, and yet other taxes—upon this free and independent pauper, but none upon his lord the baron or the bishop, none upon the wasteful nobility or the all-devouring Church"). Es más, dicha indignación es paralela y simbólica a la que le produce a Twain la esclavitud en su país en el XIX. Todo ello deja un sabor amargo en esta lectura.

A ello hay que unir que la escritura de Twain no me ha parecido tan brillante como esperaba. Hay numerosos escritores americanos e ingleses que escriben mejor y con una ironía más fina, aunque también puede ser porque realmente la narración es de Hank, más cerca del típico americano bruto que sutil. En todo caso, la lectura se me ha hecho algo trabada, y, entre unas cosas y otras, no me ha acabado de convencer esta novela.

Me han sorprendido enormemente los conocimientos económicos de Twain, al que me atrevería a calificar de libertario (pese a lo de las patentes más atrás). Por ejemplo, esta frase revela conocimiento sobre los nocivos efectos de la inflación, así como de sus causas:“How odd to find that even this industry has its financial panics, and at times sees its assignats and greenbacks languish to zero, and everything come to a standstill.” Y esta, muy en consonancia, sobre la importancia del poder de compra del dinero respecto a su cantidad absoluta: "If the wages be high, the nation is prosperous; if low, it isn’t. Which is an error. It isn’t what sum you get, it’s how much you can buy with it that’s the important thing;"

Cierro ya con dos de los chistes con los que más me he reído. Primero, esta pulla contra el alemán:
"She had exactly the German way: whatever was in her mind to be delivered, whether a mere remark, or a sermon, or a cyclopedia, or the history of a war, she would get it into a single sentence or die." (me estoy riendo de nuevo al releerla).

Y otra contra los milagros y el papel de los ángeles en ellos: "pictures historically commemorative of curative miracles which had been achieved by the waters when nobody was looking. That is, nobody but angels: they are always on deck when there is a miracle to the fore—so as to get put in the picture, perhaps."

Creo que con esta lectura he cumplido sobradamente con el gran escritor americano, y como no me voy especialmente contento, me costará volver sobre alguna de sus obras. Hay tanto que leer!




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