martes, 20 de junio de 2023

Hijos de la Fábula, de Fernando Aramburu

Aramburu entró en mi círculo de lecturas con su excepcional Patria, que tanta gente ha leído. Desde entonces he seguido su obra, aunque lo ha explorado hacia atrás. Este el segundo que saca después de Patria, tras Los vencejos, que tampoco me emocionó.

Este es una novelita corta y humorística, que sigue las andanzas de dos etarras novatos, cuando se quedan tirados en Albi al abandonar la banda terrorista lo que llamaban la "lucha armada". La novela se lee bien, pero no es gran cosa. Hay relativamente poca acción y sobre todo dominan los diálogos entre los dos protagonistas, Joseba y Asier, en los que se aprecia claramente su grado de taruguez, con la reflexión consecuente sobre el calibre del personal de la banda terrorista. 

Por ponerlo de una forma positiva, chavales tan despistados como todos los de su edad, pero en esta caso orientados hacia actividades destructivas dentro de su considerable lio mental. Como esta propuesta para evitar las tentaciones femeninas y todos los males que acompañan a las relaciones sentimentales: "Una zona para los hombres, otra para las mujeres. Se habilita en medio un espacio neutral como entre las dos Coreas, con cabinas para los acoplamientos carnales y adiós problemas. Después cada cual a lo suyo, sin mezclarse."

La historia transcurre principalmente en Francia, entre Albi y Toulouse, para trasladarse hacia el final de vuelta a España, en concreto a Zaragoza, cuando los dos ex-etarras deciden establecerse como nueva banda armada y tomar el relevo de los cobardes que han abandonado la lucha. Hay algunas escenas surrealistas y divertidas describiendo sus entrenamientos y ensayos, y los análisis posteriores sobre los errores cometidos.

Pero, no obstante, lo que más se disfruta son sus diálogos, algunos muy divertidos: "—Concho con los comunistas. ¡Cuánta propiedad privada! 

Asier salió en defensa de los dueños. —Todo esto lo habrán heredado. ¿Qué van a hacer? ¿Tirarlo?"

O el reencuentro de Joseba con su señora: "—Qué flaco estás. ¿Dónde andabas? —Luchando por Euskal Herria. —¿ Y por qué no me has llamado?"

Claro, que en esos diálogos también aparecen frases más cargadas de fondo, que revelan, entre chanza y chanza, el peligro que representa esta gente. 

"—Justicia suprema. —Conclusión: no podemos ser injustos. Imposible. Aunque quisiéramos."

"La  felicidad vuelve a la gente estúpida. Se olvidan de luchar. Les entra pereza. Los felices sólo piensan en ir de compras y bañarse en la piscina. Piensan en vacaciones, playa y discoteca. Eso es apoyar al sistema opresor."

En la siguiente se refleja magistralmente las paradojas que pueblan la mente de los radicales y sobre todo de los de izquierdas: "Y luego estaba el asunto peliagudo del dinero. Hasta para tumbar el capitalismo hace falta capital.

Y también recojo otra en la que se resumen los valores del nacionalismo vasco, con una dosis de sorna, resumiendo el discurso que le espeta Joseba a Asier para convencerle de que hay que seguir en lucha: "Después ensalzó la fortaleza física del hombre vasco , el versolarismo, la sierra de Aralar, el ratón de Guetaria, a Basajaun y a Txomin Iturbe, todo mezclado en un acalorado pisto patriótico."

En suma, divertida novela del montón, con la que Aramburu parece seguir deseando amortizar el gran éxito y fama que le dio Patria. Ya veremos cuánto recorrido le queda si no empieza a subir el nivel.















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