domingo, 29 de septiembre de 2024

The mountain shadow, de Gregory David Roberts

Habiendo sido Shantaram posiblemente la mejor novela que leí en 2023 y seguro que el gran descubrimiento del año pasado, era inevitable que tarde o temprano cayerá en la lectura de su segunda parte, que a tal efecto dejé cargada en el Kindle tras terminar la primera. Si no la leí de inmediato fue por ser un volumen de también considerable extensión, un poco excesiva para continuar con ella.

Además, inconscientemente me debía de venir algo de resistencia porque tenía pinta de que Roberts era autor de un libro, como tantos otros escritores cuya primera obra nos entusiasma, pero son incapaces de repetir el éxito. Ahora ya sé que mi intuición no me engañaba, y que "La sombra de la montaña" solo era una sombra del maravilloso Shantaram.

Lo que le pasa a Roberts es que se queda sin cosas que contar, algo que ya se notaba al final de la primera novela. Lo intenso de su vida ya queda contado en ésta, y para la segunda parte solo quedan anecdotas de su vida de gangster, sin demasiado interés e inconsecuentes, y su amor por Karla. Pocos mimbres para sostener un relato de esta extensión, incluso aunque escribas tan magníficamente como Roberts. Ya no hay vida en el slum, ya no hay acciones épicas (la incursión a Ceilán es ridícula en comparación con la aventura de Afganistan), ya no hay estancias en la cárcel. Lo único que tenemos es al protagonista recorriendo en moto las calles de Bombay acompañado por unos y otros, y cruzándose con personajes de decreciente monta e interés.

El punto de inflexión en la novela es supuestamente la visita al santuario de la montaña que le da título, donde Lin atenderá las enseñanzas de un gurú, Idriss, a quien le introduce Karla. Y así nos mete Roberts de rondón un montón de filosofia particular de un indio, no muy descabellada, pero algo fuera de lugar, y desde luego desproporcionada para una novela. Pero es que a Roberts se le ve venir, y tiene publicado también algún libro de filosofía, que supongo se inspirará en este maestro.

Por lo demás, se mantiene una cierta intriga hasta que se descubre lo que ha pasado con Lisa, la compañera sentimental de Lin al comienzo de la novela. Y también rescato por su surrealismo el episodio de las tres familias (Hindu, Farsi y musulmana) desmontando sus casas adosadas en la búsqueda de un supuesto tesoro escondido, que no recuerdo si llegan a encontrar.

En cambio, no puedo perdonar a Roberts/Lin/Shantaram que no haya una mención en todo el libro al gran protagonista de la primera parte, Prabu. Si bien aparecen o son recordados muchos de los personajes de la primera novela (por ejemplo, Khaderbai, que sigue omnipresente), nada se sabe ni se recuerda de Prabu. Sospecho que algo raro debió de pasar en la relación entre ambos.

Que nadie infiera de lo dicho que el libro está mal escrito o es aburrido. No. El talento narrativo de Roberts se mantiene a la altura de la primera novela, con reflexiones de profundidad y buenas frases. Lo que pasa es que tanto texto no se puede sostener solo en retruécanos, hay que ponerle carne, y esta ya no le quedaba. Seguirá siendo brillante cada frase que suelte Didier Levy, el Oscar Wilde de Bombay, y habrá algunos diálogos de interés, sobre todo con Karla. Los personajes que se incorporan tiene poco interés y son meramente de relleno, quiza con la excepción del irlandés Concannon, quien al menos ofrece perfiles borrosos (que, me temo, se quedarán en aguas de borraja).

La parte final de la novela tiene ya tintes de epílogo, en que Roberts va colocando a cada uno de sus personajes en un sitio más o menos estable, incluyéndose a él con su amada Karla. Gracias a eso, el lector puede respirar ya que no habrá una tercera parte de sus andanzas y podrá dar por conocida la historia de Shantaram.

Sin ser un mal libro, no está a la altura de la recomendable Shantaram, y su enorme extensión hace que me cueste recomendarla, incluso a los que terminen pidiendo más tras leer Shantaram.


 

 

sábado, 28 de septiembre de 2024

La frontera invisible, de Javier Reverte

 Pese a gustarme bastante viajar (más bien, visitar sitios), no me interesa especialmente el relato de viajes. Si acaso, puedo leer sobre sitios en los que ya he estado, o bien todo lo contrario, aquellos a los que no pienso ir. Como la mayor parte de los lugares quedan en medio, encuentro poca literatura de viajes atractiva.

Javier Reverte es el único escritor español al que recuerdo haber leido este género (y no muchos más extranjeros, quizá solo al mítico Kapucinsky). De Reverte he leído su obra más conocia, "Corazón de Ulises", que me gustó bastante, "Dios, el diablo y la aventura" y también "Venga a nosotros tu reino",  por culpa de la cual tuve que visitar el lago Tana en Etiopia y llevarme de regreso unas cuantas pulgas.

Este libro no entraba en mi radar, pero me dijeron que era un viaje desde Turquía a Irán, y como ambos los tengo recientes y además el libro no era muy largo, me animé a leerlo en un descanso de "The mountain shadow". Resulta que es un libro casi póstumo del autor, en que relata su último viaje. En él, básicamente quería visitar la gran plaza de Isfahan, pero como eso no daba para un libro con el que cubrir los gastos a la vuelta, decidió empezar el periplo en Estambul y añadir a la ciudad iraní, otras como la capital Shiraz o los puertos del estrecho de Ormuz. Como temática se buscó esta de la frontera invisible, que no es más que la que separa occidente de oriente, y que no tiene una ubicación fija.

Me ha resultado un libro decepcionante por diversos motivos, el principal de los cuales es su superficialidad. ¿Son así todos los libros de viajes y los anteriores no me lo parecieron por no haber estado en los sitios descritos? ¿O es este tan flojo porque realmente no le dio tiempo a Javier Reverte a darle su acabado? No sabría decirlo.

Las anecdotas que nos narra son bastante triviales, lo que comió, si le gustó o no, lo que le pasó en el hotel, los precios que consiguió para sus transportes, cómo era tal o cual conductor. Poca cosa para la gente que ya conoce los sitios. Además, me resulta fascinante que en unos sitios le reciba la embajada, mientras que a otros llegue sin saber en qué hotel dormirá. No sé muy bien si prepara la espontaneidad, pero me parece incoherente.

El relato puramente viajero lo adereza con relatos históricos centrados en los personajes que trataron de borrar la citada frontera invisible, y principalmente el Gran Tamerlán, Alejandro Magno y los sultanes otomanos, a los que se añade los más recientes Kemal Attaturk y el imán Jomeini. Estos retazos son más interesantes para el lector, aunque adolecen una vez más de falta de profundidad y de abuso de citas textuales. Demasiada texto reciclado para mi gusto, sea o no relevante.

Sin embargo, lo que más me mosquea son las impreciones geográficas que le he detectado. ¿Qué es eso de que el Nemrut Dagi se ve desde el lago Van? ¿Cómo es posible que para ir a Teheran desde Tabriz pasara por el lago Urmia? ¿De verdad se ven las montañas desde Ispahan? No sé, muy raro. Lo achaco a lo ya dicho, que igual no le dio tiempo a releer su escrito antes de fallecer.

Dentro de estos errores geográficos, me llamó mucho la atención este párrafo: "Silva navegó hasta Goa después de doblar el cabo de las Tormentas, o de Buena Esperanza, y allí recibió noticias de los ataques que estaba llevando a cabo el emperador persa contra la fortaleza portuguesa de Ormuz, tras haber conquistado las posiciones lusas del litoral continental, especialmente la actual Bandar Abbas. De modo que se apresuró a partir de Goa, navegó por las costas de Arabia y alcanzó las de Irán en octubre de 1617." Una vez más, parece equivocarse con Goa, que está en la India: desde Goa a Irán no hay que pasar por las costas de Arabia. Lo que pasa en esto reincide y además parece recogido del diario del tal Silva.

Pese a mi acerbada crítica, el libro se lee bien y es ameno. El señor Reverte tiene oficio para escribir y se nota. Destaco algunas reflexiones divertidas, la primera agridulce:

"Porque los animales matan para comer, pero no torturan; a excepción del gato, que se regodea jugando con sus presas antes de ejecutarlas. Pero ya se sabe que es un felino doméstico y, por lo tanto, ha aprendido mucho de los humanos."

"Se había creado una estupenda relación entre nosotros: yo pedía lo que deseaba y Alí hacía lo que le daba la gana."

Aunque sin duda los más divertido de libro es cuando recoge algunas de las reflexiones del Imán Jomeini. Me quedo con esta: "Sobre el sexo, Jomeini se extiende en sus consideraciones. Por ejemplo, si un hombre se excita con una mujer que no es la suya y luego hace el amor con la propia, es preferible que no rece si ha transpirado. Pero si hace el amor con su mujer legítima y enseguida con otra mujer, puede rezar aunque sude."

En suma, no el mejor libro de Javier Reverte, aunque también puede ser que lo decepcionante sea el género de la literatura de viajes al que no me había asomado desde hace muchos años y que ahora quizá vea con otros ojos.

jueves, 5 de septiembre de 2024

Historia del arte: Una breve introducción ("Art History: A very short introduction"), de Dana Arnold

Era verdad lo de que era breve, y no tan verdad que fuera una historia del arte. De hecho, es que no lo es ni se pretendía que lo fuera, pese a que lo parezca por la primera parte del título. En realidad, se trata de la segunda parte, una introducción a la historia del arte.

Como tal, el objetivo es más bien explicar qué es el arte y hacer un breve análisis crítico sobre cómo se ha abordado tradicionalmente dicha historia, sin entrar propiamente a ella. La autora, Dana Arnold, escribe con claridad y precisión, aunque para mi gusto abusa mucho de la primera persona, lo que no me parece adecuado en un texto académico.

Lo otro que no me gusta es su sesgo postmodernista (claro, como acabo de leer sobre el tema y lo tengo reciente), aunque he de confesar que precisamente en la historia del arte algo, incluso bastante, sentido tiene. Esto no lo oculta la autora ya que desde la misma introducción nos avisa de que va a introducir "the ideas of such key thinkers as Hegel, Marx, Freud, Foucault, and Derrida in order to show how they have interacted with art history, not least in regard to the emergence of social histories of art and feminist art history.". Insisto en que, pese a ir especialmente sensibilizado, no he detectado que Arnold fuerce esta presencia; por el contrario, los pensamientos de esa gente parecen muy adecuados en este contexto. Lo que no es óbice para que, en cambio, no me trague ruedas de molino como que el "civil unrest" en Inglaterra tras la Revolución Francesa era también "a result of the poverty and deprivation that attended the Industrial Revolution", cuando es un hecho reconocido que la Revolución Industria, al contrario que la encomiada Francesa, contribuyó enormemente a mejorar las condiciones de vida especialmente de los pobres.

Pero, bueno, no nos liemos, que aquí lo importante es la historia del Arte. Arnold nos habla de las formas tradicionales de abordarla (por artista, por estilo), los orígenes de dichas formas y los problemas que tienen. Explica muy bien por qué durante mucho tiempo, incluso en nuestros días, quedó definido como canón de belleza lo que hacían los griegos, y posteriormente los artistas del Renacimiento. Lo que conlleva que solo se considerar arte lo que llama Arnold "high art", esto es, pintura y escultura, cuando posiblemente eran otros los objetos que más valor tenían en cada época. "The essential thing to remember here is that the values that we may place on a certain object may be different from those applied by the society that produced it."

Esta visión dejó fuera del arte un sinnúmero de expresiones artísticas: todo lo que no era pintura y escultura, para empezar, pero también todo el arte fuera de Occidente (Asia, África, pero también América, a la que Arnold obvia referirse), e incluso el arte no realizado por señores. Todos coincidiremos en que esta es una visión muy limitada del arte, que lo deja en manos, y me duele decirlo, del "hombre hetero blanco". Así que reconozco que aquí el postmodernismo, y autores con Marx y Foucault, sí habrían tenido una influencia positiva, al abrir el concepto de arte a todos los otros grupos al que dicha visión excluía. Quedaría por ver si los historiadores de arte originales lo hicieron con la intención de oprimir los grupos excluidos, o simplemente que no se les ocurrió  nada mejor.

Arnold también nos habla del importante papel que tienen los museos y el coleccionismo en la conformación de la historia del arte. Básicamente, si no la entiendo mal, nos dice que un objeto de arte pasa a ser parte de la historia precisamente gracias a esa aceptación.  Antes de llegar a esta conclusión, nos explica también la historia del coleccionismo y los museos, cómo se originó con los gabinetes de curiosidades, y cómo fue precisamente el "Grand Tour" inglés por Italia y Grecia el que catapultó la importancia del arte clásico como canónico, ya que los souvenirs de dicho viaje pasaban a integrar los citados gabinetes y eventualmente los museos.

No solo eso: el problema de los museos es que nos muestran la obra ordenada cronológicamente, o con otro criterio, pero siempre fuera del contexto para el que se hicieron, pues históricamente las obras no se hacían para exponerlas en museos (aunque sospecho que mucho del arte actual sí se hace con ese propósito). "So our primary evidence for art history– the work itself– is presented out of its original context. Looking at a work of art in a gallery can place emphasis on the physical characteristics of the work itself, which harks back to the principles behind art connoisseurship." Con lo cual, señala Arnold al final de la frase, la pieza de arte se expone pensando más bien en su apreciación por expertos que en ponerla en su contexto histórico. Y la apreciación del arte no es la historia del arte. De hecho, ya hemos visto cómo la distorsiona. 

Finalmente, Arnold reivindica el papel del objeto de arte en la historia. El plateamiento de "grandes hombres" (que también criticaba Rothbard en su historia del pensamiento económico, ver aqui) le parece erróneo, y no solo por lo de hombres; tampoco le parece bien la agrupación estilística, porque dan una sensación de progreso que no es cierta en la historia del arte. Como bien dice ella, qué pasa en el momento que se alcanza el canon fijado por el historiador? El declive, el fn del arte? Qué queda para el resto de los artistas después de Miguel Ángel?

Me han parecido muy interesantes los breves análisis que hace de piezas concretas como ilustración de alguno de los puntos que explica. Están repartidos por los distintos capítulos, aunque el foco de la propuesta se produce en el último, donde afirma que parte integral de la obra de arte son sus materiales, y proporciona explicaciones para principiantes sobre las razones del uso de los mismos.

Tampoco me quiero olvidar del análisis que hace sobre las limitaciones del lenguaje a la hora de describir el arte, que es una experiencia normalmente visual (en ningún momento habla Arnold de la música o de manifestaciones multimedia, aunque no creo que sea porque no los considera arte). Evidentemente, una experiencia visual no puede ser completamente trasladada a texto. Para ella, la descripción textual de una obra constituye un primer paso de su análisis, pero ni de lejos lo completa. Al mismo tiempo, reconoce que en otras épocas, por ejemplo, en las que escribieron los historiadores hasta bien entrado el siglo XX, era ésta la unica forma de hacerse una idea de la obra, con la que muchas veces no se podía tener otro tipo de contacto.

La verdad es que me ha parecido un librito muy interesante del principio al final. No era lo que esperaba, es cierto, pero gracias él estaré mejor preparado para apreciar la historia del arte que en algún momento leeré.

martes, 3 de septiembre de 2024

Was vom Tode übrig bleibt, de Peter Anders

Llegué a este libro rastreando la obra de Timur Vermes, escritor que se hizo famoso en Alemania con su obra Er is wieder da, llevada más tarde al cine y según veo traducida a varios idiomas. Posteriormente publicó Die Hungrigen und die Satten, con la que también em lo pasé bomba. Y como no hay dos sin tres, busqué a ver qué más tenía el señor, y me encontré con esta, en la que no sabía si era el "negro" del firmante o colaborador del mismo.

Ahora que ya la he leído, sé que esto no lo habría podido escribir él sin el autor firmante, a quién seguramente haya ayudado con la redacción. ¿Por qué? Porque lo que se cuenta en este libro es una experiencia de primera mano que no creo que nadie pueda imaginar, no con los detalles que se cuentan, porque una experiencia realmente extraordinaria, que muy pocas personas pueden o van a tener.

El título sin más explicación es críptico, pero cuadra perfectamente con la ocupación del autor, el tal Peter Anders, que se dedica a la limpieza de casas tras la muerte de una persona en la misma. Cuando vi de qué iba el libro, pensé que sería una novela sobre algún miembro de la Mafia y que la limpieza a que se refería era la de no dejar pistas del crimen. Pero no es asi, es algo mucho más mundano y terrible: limpiar las casas de personas que fallecen solas y cuyo cadáver no se encuentra hasta cierto tiempo después, o limpiar las casas de gente que muere accidentalmente o voluntariamente de forma sucia. O sea, limpiar "lo que que da de la muerte", como reza el título. Claro que el en algún momento utiliza una frase que resonará en todos los amantes de Tarantino: "Was ich an meinem Job mag, ist: Ich löse Probleme. Wenn ich irgendwo hinkomme, dann weiß ich nie, was auf mich wartet."

Parece que el tema no da demasiado de sí, pero claro que da, no solo para este libro, pues observó que sacó una segunda parte algunos años después. Anders nos va a contar su experiencia, tanto en términos teóricos y biográficos (cuál es son las causas de que los cadáveres apesten, por qué el olor permanece tanto tiempo, qué proceso siguen para la limpieza, cómo llegó él a esta profesión...), como en de casos particulares concretos y cómo resolvieron los problemas que planteaba.

El libro es apasionante y te engancha desde el principio, cuando te explica todo el tema del olor de los muertos y las dificultades para resolverlo, hasta el punto de que, si ha pasado demasiado tiempo, la única solución pasa por demoler y reconstruir la casa o, si no se puede, sellar herméticamente las habitaciones afectadas de las que haya sido imposible eliminar el olor. Y es que las moléculas que lo producen son realmente difíciles de destruir, sobre todo porque se infiltran por todos los lados: "Neutralisieren und Putzen helfen nichts, wenn man das, was stinkt, zurücklassen muss.". El primer caso a que se enfrentaron se lo demostró: tuvieron que trozear una escalera de madera de 300 años de antigúedad para poder eliminar el olor (en el interior de una torre medieval).

El tipo llegó a este profesión con dos pasos previos: bombero, que suelen ser los primeros que localizan a estos cadáveres abandonados, y control de plagas, muy relacionado con todas las moscas que se generan en torno a cadáveres. Como consecuencia de esta última ocupación, también compartirá algunos casos de su experiencia en luchas contra las cucarachas, las chinches, las ratas y las avispas. Por cierto, traiciona algo de síndrome de Estocolmo "Um Speckkäfer, Fliegen, Wespen, Ratten zu bekämpfen, muss ich wissen, was sie tun und warum sie es tun. Und dabei merkt man: Die Tiere sind ganz in Ordnung, meist sind sie sogar berechenbarer als der Mensch."

Sin duda, el más interesante de los casos es el dedicado a las chinches. De ella nos cuenta que su presencia no tiene nada que ver con la suciedad o la pobreza, sino solo con las personas, y que de dónde más vienen es de Asia y de los EEUU. Y también cuenta cómo luchar contra ellas, algo que le parece muy fácil, lo que no deja de tranquilizar a todos los que estamos en riesgo de traernos los bichitos sin querer.

Como digo, la mayor parte de los capítulos se dedica a contarnos alguna experiencia concreta, dándonos oportunidad de aprender cosas del cuerpo humano sobre las que difícilmente se hubiera oído hablar en otro contexto. Por ejemplo, que el higado dañado de un alcohólico fuerza la sangre por conductos estrechos cerca del esófago, lo que hace que terminen estallando y causando que se desangre, a la vez que un destrozo considerable en el entorno. O lo que pasa cuando un cuerpo humano pasa días sumergido en una bañera, u horas en una sauna. Suena desagradable y lo es, pero Anders-Vermes tienen la virtud de contarlo de una forma muy entretenida, sin ocultar los detalles pero sin regodearse en ellos.

También son dignas de interés algunas de las reflexiones y datos que da. Muy interesantes los datos referentes a las personas que mueren solas, que son las que normalmente le dan más trabajo pues son las que más tiempo se tarda es descubrir su cadáver. De estos, aproximadamente la mitad, están solos voluntariamente para morir (son los suicidas) o, sorpresa, para tener sexo (el orgasmo por estrangulamiento a veces se les va de las manos, aunque yo jamás hubiera imaginado que esto fuera tan frecuente). La otra mitad están solos por vergüenza: "Menschen, die sich für ihre Wohnung schämen, ihre Armut, für ihre Krankheiten, für alles Mögliche.". Me parece un dato terrible, sobre todo porque es algo que le puede terminar pasando a cualquiera.

En suma, el libro se lee fenomenal, sin que sea un prodigio narrativo. Yo aquí lo dejo recomendado con orgullo de descubridor, aunque supongo que será difícil que alguien lo lea, primero pues está solo en alemán.