No deja de ser sorprendente que este libro de haya traducido, y más ahora que lo he leído. No es que sea un libro malo, sino que es muy americano, muy local, o quizá debería decir estatal. Supongo que el truco está que en el título aparece la palabra "libertario", que es esa alternativa de organización social que nos está abriendo Javier Milei; y que en la portada se da a entender que el libro va del fracaso de un experimento libertario. Al menos, eso es claramente lo que me ha enganchado a mí, pero no creía que habría tanto mercado en España.
Claro que el libro no va de eso, o no va solo de eso, como uno descubre prácticamente desde el inicio, cuando ya se nos cuenta que el problema de los osos en el área de Grafton, el pueblo del experimento libertario, viene prácticamente desde la colonización ("Even before New England colonists began warring with the British monarchy, they were engaged in long- standing open hostilities with the region’s bears (...).the prominence of bears in the primeval New Hampshire forest, as evidenced by modern maps pockmarked with Bear Hills, Bear Hollows, Bear Ponds, Bear Brooks, and Bear Creeks."). De hecho, el lector notará que los protagonistas del libro son los osos, y que los "libertarios" juegan un papel de comparsas, que le viene bien al autor para atraer lectores.
Que los osos son los protagonistas nos lo recuerda la cita de literatura clásica que encabeza cada capítulo, que se corresponde con extractos de Shakespeare, Mark Twain, Charles Dickens y otros conocidos escritores, en los que aparece la palabra "oso".
En todo caso, el autor documenta el establecimiento y declive del establecimiento de un "Free Town Project" en la zona de Grafton. El nombre es reminiscente del "Free State Project" que se emprendió para New Hampshire (el estado en que esta Grafton) y que según parece comenzó oficialmente en 2016 tras conseguirse el mínimo de adherencias que se solicitaba. Hongoltz-Hetling se refiere al Free State Project como uno de los causantes del final del "Free Town Project" de Grafton, pero no llega a documentar su desarrollo ni si está siendo un éxito o un fracaso. Nos quedamos con las ganas para la próxima entrega.
Respecto al "Free Town Project", el tratamiento que el da el autor es continuamente sarcástico, hasta el aburrimiento, porque tampoco tiene demasiada gracia. En su estilo también resulta cansino el abuso de lo que los ingleses llaman "punch line", esa línea corta suelta tras una parrafada, en la que se pone en duda todo lo razonado previamente.
Hongoltz-Hetling no tiene misericordia con las participantes en el "Free Town Project", a los que opone con los graftonitas, ya de por sí bastante anárquicos, pero que ven a los primeros como invasores de su espacio. Y es que lo que nos retrata el autor es una verdadera panda de friquis, que más que la libertad buscan hacer lo que les dé la gana, lo que no tiene mucho que ver con anarquismo o el libertarianismo, que parte del respeto por los derechos de propiedad. Así, quienes se suman al proyecto parece más bien gente que no quiere pagar multas o impuestos, o los típicos americanos que viven en medio del bosque, incluso hay algún comunista. Vamos, en general unos indeseables con los que nadie querría vivir, ni los libertarios ni los graftonitas.
Un par de ejemplos: "Pendarvis also vowed to force Grafton to withdraw from the school district and to legalize organ trafficking, cannibalism, and duels, among other things."
Otro Freetowner dice:"“I’d like to get to what I say is ‘fully off grid,’ or ‘no grid,’ which is no gunpowder, no electricity, and no gasoline or petroleum products." Ya se ve, libertario del todo.De la descripción que da el autor, a mí me queda claro que, como en cualquier intento social, las personas importan. Los libertarios dicen que el comunismo es un fracaso teórico, y da igual quién lo implemente; los comunistas, en cambio, piensan que su utopía es realizable, pero siempre la cagan las personas: la culpa es de Stalin o Fidel Castro, no de la ideología. No querría yo caer en esta trampa, porque la teoría económica no deja dudas, pero es que habrá que dejar claro que los liberarios pagamos nuestras multas y nuestros impuestos. Y si bien pensamos que estos últimos son malos para la sociedad, y tratamos de que la cosa cambie, incluso algunos rebelándose contra su pago, la mayoría no queremos estar fuera de la ley, aunque sea inmoral. Vamos, que la mayor parte somos gente educada con la que se puede convivir.
Lo cual nos deja con los osos. El autor describe numerosos episodios, algunos históricos y otros más modernos, con participación de paquidermos. El autor nos deja claro algo que ya imaginábamos: la proliferación reciente de osos se debe en gran parte a las políticas estatales de protección medioambiental: "But under the state’s wildlife management laws, he could only shoot bears that were actively threatening his property, a description open to interpretation." Aprovecho para dejar esta perla woke de un funcionario: "“We are hesitant to call these ‘bear attacks,’ because we don’t view them as such,” he said. “However, physical contact between a bear and a person is not the norm, and we should probably be putting those events in a file.”"
Si los osos se hacen más atrevidos, es en parte porque determinadas personas se saltan las normas, y por ejemplo les dan de comer (y aquí es donde entrarían los libertarios), pero también porque no se les puede hacer nada si no quieres acabar en la cárcel. El autor lo resume así: "As the disconnect spread statewide, wildlife officials continued to push the limits of acceptable numbers of bears, and libertarians continued to promote a culture of civil disobedience and individual rights, including the right to feed or shoot the bears in one’s backyard."
Al respecto, muy interesante el ejemplo que cuenta de la ciudad de Hanover, donde la invasión de un oso con sus crías se resuelve a base de gasto público, cosa que en Grafton no se hace por ser una población más pobre y con menos conexiones con los políticos estatales.
En general, es un libro correctamente escrito, que consiste en una recopilación de anécdotas sobre los dos temas que lo presiden y que recoge el título. No hay un orden claro en las mismas y algunos de los sucesos que se cuentan no tienen interés alguno, por ejemplo, toda la trama relacionada con la iglesia del pueblo.
El escritor es claramente hostil a los libertarios, como lo muestra su estilo sarcástico: "And anyway, logically speaking, the Free Towners and Grafton’s longtime residents all hated taxes. What could possibly go wrong?" (Según él, los libertarios son gente hiper-lógica). En este sentido, para quien se considere tal, puede ser un buen ejercicio que mirarse al espejo con unos ojos hostiles.
Pero es que yo no tengo claro que este señor sepa lo que son los libertarios: "Libertarianism is entirely built upon the appeal of exercising free choice to own a gun, marry indiscriminately, commit suicide, shoot bears, curse in polite society, or buy unhealthy amounts of soda in New York City." Supongo que como frase ocurrente está bien, pero como descripción de los libertarios lógicos deja bastante que desear.
Yo no hubiera leído este libro de haber conocido su contenido. Simplemente, es que no es interesante lo que cuenta, por mucho que tire de amarillismo para vender libros.
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