Recojo esta recomendación de un respetado amigo, y luego me doy cuenta de que ya conocía al autor por la obra con que consiguió el premio Goncourt: Meursault: Contra-enquéte. Repasando la entrada observo que no fue una lectura que me fascinara. Por suerte, me puse con éste sin dicho recuerdo, porque este es bastante mejor y muy recomendable, aunque sea solo por el tema.
Kamel Daoud es un periodista argelino, y en este libro lo cierto es que se la juega, si siguen vigentes las leyes que cita al principio de la obra, y a las que se refieren en ocasiones los protagonistas. Dichas leyes son una ley mordaza que prohíben hablar de la guerra civil ocurrida en aquel país entre 1990 y 2000. O sea, hace nada. Yo no tenía idea de su existencia (prueba del éxito de la ley mordaza) y quizá si hubiera sabido las burradas que se hicieron (y que sospecho han coleado hasta hace muy poco), no me habría ido con tanta alegría de viaje por aquel país el año pasado.
El presente es un libro de denuncia en que se pone de manifiesto, primero, la existencia de tal conflicto, y, segundo, las animaladas que hicieron los contendientes, principalmente los llamados barbudos, a costa de la inocente población civil. Y es que resulta que para cerrar el conflicto se promulgó una ley de reconciliación (la misma que supongo prohíbe hablar del tema) en la que se perdonaba a todos los terroristas, y se les permitía bajar de vuelta desde las montañas escondiéndose bajo el oficio de "cocinero".
"la « Réconciliation » avait été précédée, en cette année 2005, par d’autres lois, notamment celle de la Rahma, la Miséricorde. Sous son prétexte, des milliers de terroristes armés étaient descendus des montagnes se laver les mains de tous leurs crimes de sang. Et pour qu’ils ne mettent pas à mal la charte d’amnistie, on leur expliquait qu’il ne fallait rien raconter de leurs méfaits pour pouvoir bénéficier du « pardon » et de la loi d’amnistie "
Los retazos de la historia nos los cuenta la protagonista, superviviente milagrosa de un ataque a los barbudos a su aldea. Y tan milagrosa, como que sobrevivió a un intento de degollarla que la dejó una "sonrisa" por todo el cuello e imposibilitada de hablar. Así que es la historia ("Le livre qui protège de l’oubli la véritable histoire de la vraie guerre d’Algérie.") que le está contando al feto que tiene en el vientre, y se lo cuenta antes del aborto que va a cometer, pues Argelia no es país para mujeres. Luego hablará de esto, el segundo tema fundamental de la novela. Por el momento, volvamos a la guerra civil secreta.
La narración no avanza de forma lineal, ni de lejos, sino que muchas veces parece ir en círculos y que no nos vamos a enterar de nada de lo que pasó. El estilo es vocativo y, para añadir confusión, la protagonista, Aube, se refiere a su interlocutor (recuerden, su hija) cada vez de una forma distinta. El caso es que pese a resultar cansino al principio, el libro está muy bien escrito, con cierto aroma a Maalouf, y el lector no tarda en adaptarse a los meandros del texto y empezar a disfrutarlo.
Eventualmente, nos enteraremos de que la causa de la guerra fue unas elecciones democráticas ganadas por el partido islámico, ante lo que los militares argelinos decidieron dar un golpe de Estado. La respuesta de los vencedores democráticos fue huir a las montañas e iniciar un régimen de terror que fue principalmente sufrido, cómo no, por la gente normal. Las acciones más conocidas y terroríficas consistían en montar barreras en la carretera y pasar por la piedra a todos los viajeros con la mala fortuna de ser detenidos por ellas; luego las desmontaban a toda velocidad y volvían a sus montañas.
Lógicamente, los pobladores de éstas también estaban sujetos al régimen de terror que los barbudos imponían ante la mínima sospecha de traición. Aube, de hecho, es la única superviviente de uno de estos ataques que acabó con 1000 vidas de aldeanos.
La experiencia de esta chica se complementa con las historias de otros tres personajes con los que se cruza en el libro. Uno de ellos es un librero de Batna (cerca de la ciudad romana de Timgud, por eso me sonaba el nombre, ya que estuve a punto de dormir allí), que nos cuenta una perspectiva masculina del conflicto así como lo que sucedía en las carreteras. "Les routes semblaient saines, propres et innocentes, jusqu’à ce qu’on tombe sur Eddib el- Jiâane (« Loup affamé » dans ma langue secrète)." "Même le jour, on peut tomber sur un faux barrage. Ça dure quinze minutes, ils arrêtent des personnes, les égorgent pour rien, puis courent se terrer dans les casemates et les montagnes de Chréa du côté d’Alger."
Otra es una mujer raptada por los terroristas y obligada a casarse, convivir con ellos y darles hijos. El testimonio de esta última es especialmente desgarrador, y eso que para cuando nos lo cuenta, ya hemos sufrido bastante. Porque eventualmente se la va a considerar terrorista por la policía, y, atención, resulta que la ley de reconciliación solo alcanza a LOS terroristas señores, no a las terroristas. Tremendo. "Les terroristes hommes nous ont pris notre virginité, notre honneur, notre jeunesse, et quand ils sont sortis des maquis, ils nous ont volé notre métier et nos excuses : ils se sont tous déclarés “cuisiniers”."
Esto nos lleva al otro tema de la novela: la discriminación de la mujer en Argelia. Y este no es un tema oculto o de los años 90, sino que sigue vigente en la actualidad, pues la protagonista narra la actualidad de Orán y de sus viajes.
"Il y a des choses que tu ne pourras jamais faire si tu viens dans ce monde. Par exemple, déambuler seule sous l’averse, t’asseoir seule sur un banc face à une montagne qui refuse de te parler, dans un jardin public. Ou bien t’habiller selon tes envies, rire dans la rue, ou encore remercier un inconnu qui te collera dans le dos en croyant que tu es une prostituée, car tu as été gentille comme une plante d’intérieur. Tu te promèneras en groupe (dans les villes seulement, car dans les villages c’est impossible), durant les heures creuses des hommes à la mosquée, pour visiter un cimetière ou marier une proche.", le explica a su futura hija.
La manifestación más evidente es su enfrentamiento con el Iman de la mezquita cercana a su peluquería, y los ataques a ésta. Pero también tenemos las recriminaciones por conducir sola en su coche, el asalto de los camioneros tras su accidente, o el episodio final que no voy a desvelar.
Si a ello unimos que, de parir, sería madre soltera, se entiende perfectamente el fatalismo que lleva a querer abortar a su hija (Si no, "Tu paieras le rêve alambiqué d’un vieux prophète, et quelqu’un te violera."). Ellas y la terrorista son las huríes que dan título a la novela.
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