Jane Austen es la mejor escritora en lengua inglesa que he leído. Sin embargo, por alguna razón incomprensible, no lei nada más de ella desde que disfruté Mansfield Park y Pride and Prejudice hace la torta de años. Pero nunca es tarde para redescubrir lo conocido, así que me he puesto en el Kindle ésta y Emma, y más tarde completaré su bibliografía con sus otras dos novelas Persuasion y Northanger Abbey. Además, lo haré en 250 aniversario del nacimiento de la señorita Austen.
El caso es que no tenía claro cómo iba a encontrar a Austen tantos años después, y más tras la reciente experiencia con Dickens. Por suerte, esta sí que ha resistido bien mi madurez, y he vuelto a disfrutar una barbaridad.
Lo primero que te engancha de Austen es su inigualable estilo, esa forma de contar las cosas, y la manera en que hablan sus personajes, el epítome de esa aristocracia inglesa que tan difícil nos resulta comprender en la actualidad. Gente dedicada al puro placer del dolce farniente, solo preocupadas por obtener una cierta renta sin tener que trabajar (por salario) y en vez qué familiar les mantendría o acogería. Las novelas de Austen inspiran un verdadero género literario y cinematográfico, el del drama de época, en que guionistas y escritores tratan de imitar en sus diálogos a la maestra.
Con este contexto, ¿a quién puede interesar lo que cuenta Austen? A priori, ni a mí. Por eso el enganche inicial no hay que buscarlo en la trama, sino en el estilo, y a fe que uno disfruta como un enano. Dejo muestras:
"her face was so lovely, that when, in the common cant of praise, she was called a beautiful girl, truth was less violently outraged than usually happens."
"she was a great wonderer, as every one must be who takes a very lively interest in all the comings and goings of all their acquaintance."
"I shall call hills steep, which ought to be bold; surfaces strange and uncouth, which ought to be irregular and rugged; and distant objects out of sight, which ought only to be indistinct through the soft medium of a hazy atmosphere."
"and a young man of eighteen is not in general so earnestly bent on being busy as to resist the solicitations of his friends to do nothing."
Uno de los aspectos más llamativos de los diálogos de Austen es los constantes superlativos para describirlos sentimientos banales, que asumo reflejan la forma en que hablaba esta gente, aunque podría ser simplemente ironía. Todo este lleno de "most" o "last". Ejemplo:
"the gentleman having named the last day on which his existence could be continued without the possession of the toothpick-case,"
"It was impossible for any one to be more thoroughly good- natured, or more determined to be happy, than Mrs. Palmer. The studied indifference, insolence, and discontent of her husband gave her no pain; and when he scolded or abused her, she was highly diverted."
Sin embargo, ese gancho sirve al lector para ir adentrándose en la trama, hasta que llegado un cierto punto de la novela, ya no importa el estilo, sino ver cómo se desarrollan los acontecimientos. Parece también como si Austen relajará su magistral estilo narrativo ahora que ya te tiene en sus garras (de hecho, así lo observo con la densidad de pasajes subrayados, que decae bastante una vez superado el 60% de la novela).
La historia que nos cuenta Austen en esta ocasión es la de las hermanas Dashwood, Elinor y Marianne, que encarnan los dos nombres del título: Elinor es la hermana del buen sentido, siempre atenta a las formas y con las emociones bien ocultas ("almost every thing that was said proceeded from Elinor, who was obliged to volunteer all the information about her mother’s health, their coming to town, &c. which Edward ought to have enquired about, but never did"); Marianne es la hermana de la sensibilidad, que se deja llevar por sus sentimientos hasta extremos descorteses ("in vain; common sense, common care, common prudence, were all sunk in Mrs. Dashwood’s romantic delicacy."). El contraste es claro, y será algo presente en toda la narración, centrada en la típica trama romántica de desencuentros. Aunque las dos son protagonistas, es claro que el foco de Austen es Elinor, a través de cuyos ojos y sensaciones vemos lo que ocurre.
En torno a Elinor y Marianne (y sus respectivos caballeros, con poco protagonismo), crea Austen una sociedad de personajes mediocres (en el mejor caso) y mezquinos, con apenas dotes sociales ni siquiera para la conversación. Al menos, eso es lo que parecen opinar las hermanas, quienes tampoco a mí me parecen especialmente cultas o ámenas. Pero, claro, no por eso dejan de ser las protagonistas.
Es en el tratamiento de estos personajes secundarios donde brilla el talento irónico de Austen. Simplemente la lectura del segundo capítulo justifica toda la novela. En el mismo, el hermanastro Dashwood y su señora ("Mrs. John Dashwood had never been a favourite with any of her husband’s family: but she had had no opportunity till the present, of showing them with how little attention to the comfort of other people she could act when occasion required it.") se convencen a sí mismos de que no tienen que aportar demasiado al sostenimineto de madre y hermanas, pese a la petición del padre, con cuyo fallecimiento se abre la novela. Es más: "Mrs. John Dashwood saw the packages depart with a sigh: she could not help feeling it hard that, as Mrs. Dashwood’s income would be so trifling in comparison with their own, she should have any handsome article of furniture."
Aquí tenemos la descripción de un Lady Middleton y marido, en la línea dicha:
"they strongly resembled each other in that total want of talent and taste which confined their employments, unconnected with such as society produced, within a very narrow compass. Sir John was a sportsman, Lady Middleton a mother. He hunted and shot, and she humoured her children; and these were their only resources."
"Sir John was loud in his admiration at the end of every song, and as loud in his conversation with the others while every song lasted."No voy a descubrir a nadie que "Sense and Sensibility" es una obra maestra, que se puede disfrutar además con excelentes adaptaciones cinematográficas. Pero no por ello quiero dejar de recomendar su lectura, que todos sabemos que en muy buena, pero nadie la lee. Lo que no tengo tan claro es si la traducción será capaz de mantener el estilo aristocrático que tiene Austen, porque no conozco en español tiene registros similares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario