domingo, 12 de octubre de 2025

El Conquistador del Mundo ("Le Conquérant du Monde"), de René Grousset

Bajo tan pomposo título se esconde en realidad una biografia de Gengis Khan, en fundador del imperio mongol. La historia en realidad se inicia con los ancestros del protagonista, hasta llegar a su padre, Yesugei el Bravo, y finalmente a Temudjin, nombre original de Gengis Khan.

A partir de este momento, la biografía del personaje consiste básicamente en sus batallas y en la extensión de sus dominios a fuerza de derrotar y masacrar a sus rivales. Poco más aporta esta biografia, salvo un par de episodios puntual con algún sabio que otro. Es más, dado que la estrategia de estos guerreros es de una simpleza apabullante, tampoco hay grandes descripciones bélicas. 

La mayor parte del tiempo Grousset nos entretiene describiéndonos la naturaleza del país recorrido "Un immense forêt où se pressent le bouleau, le peuplier et le tremble, le cèdre, le mélèze et le sapin avec un épais sous- bois de mousses, de rhododendrons et de lichens. La faune de la taïga y est représentée par l’élan, le cerf maral, le renne sauvage, le loup rouge et les animaux à fourrure, ours, zibeline, hermine, martre..." que como se ve no impacta mucho. Tampoco lo hacen las referencias geográficas en terrenos muy desconocidos y que también sospecho que poco vigentes cuando tratas de actualizarlas al año de escritura del libro (primera mitad del siglo XX). O sea, básicamente imposible enterarse con cierto detalle de dónde transcurre la acción, a menos que haya ciudades conocidas en la cercanía.

El estilo literario no da demasiado de sí. Los únicos momentos en que destaca es cuando recoge citas textuales de sus fuentes, que son los anales chinos, los poetas persas y los propios bardos mongoles. Aquí un ejemplo: "Le khan peut, en punition, me faire mourir sur l’heure. Mon sang ne salira qu’un petit coin de terre, pas plus large que la paume de la main. Mais si tu me fais grâce, j’irai à ton p. 140 commandement affronter tous tes ennemis. Pour toi, je traverserai les torrents les plus profonds et je fendrai les rochers".

Lo más llamativo de la historia de Gengis Khan es algo que ya he visto que sucedió también en los orígenes de Roma, seguramente pasó con los Vikingos, y diría que también con los españoles. Básicamente el 60% de la historia cubre las batallistas de Gengis Khan con sus vecinos: tártaros, Kereit y Naiman. Todos peleándoso por pequeños terruños. De tales batallas, Temudjin saldrá emperador mongol en 1206. Una vez conquistada Mongolia, China y Persia serán pan comido, estos grandes territorios se los zumba en comparativamente poco tiempo.

Hasta ese momento, he aquí un par de costumbres de estos pueblos de la estepa. Con razón les consideraban bárbaros los demás pueblos.

"L’exogamie qui était une règle familiale chez les Mongols obligeait ceux-ci, pour trouver femme, à ne recourir que trop à la pratique de l’enlèvement qui perpétuait la guerre entre les tribus."

"ces groupements viagers qui se formaient autour d’un homme fort, les clans ayant intérêt, pour les razzias comme pour les grandes battues, à mettre à leur tête un capitaine expérimenté. Seulement, à la mort du chef le groupement se dissociait."

Decía que es algo que ya ví que pasó con Roma (Ver la insufrible "Ad Urbe Condita", de Tito Livio) y con el imperio español, donde tras 800 años para reconquistar la península, se conquistó todo el continente americano en menos de un siglo (Ver La cruzada del Océano). Lo que se observa en estos pueblos beligerantes es que al final se ha hecho mucho más fuerte para la guerra que todos sus vecinos pacíficos, a los que conquista sin demasiado problema. Parecido a por qué siempre ganan la Champions los equipos de fútbol de las ligas más difíciles.

Lo que sorprende es la facilidad con que conquista China y sobrepasa su Gran Muralla, cuando supuestamente los chinos tenían prevista la contingencia de las invasiones del norte por haberlas sufrido constantemente. Es menos extraño que arrasen con su occidente, pues aquí los reinos árabes no habían tenido tal experiencia, estando bien protegidos por las cadenas montañosas que dificultan la ruta de la Seda.

Esto me lleva a otra reflexión en comparación con el imperio Español. A nuestros ancestros se les ha acusado de genocidas, cosa que nunca he oído de los mongoles, y tampoco separa demasiado tiempo ambas acciones, unos 300 años en un mundo de cambios más paulatinos que en la actualidad. Pues bien, las tácticas de los mongoles eran sencillamente brutales: consistía en empujar contra las ciudades asediadas a los prisioneros que habían obtenido en batallas previas. Y las consecuencias de sus victorias eran aún peores, pues básicamente las arrasaban y mataban a todos sus habitantes, esto es, un genocidio tras otro. En la conquista de Korasán (norte de Persia) todavía se puede entender como respuesta a una provocación, pero cuando arrasan Afganistán es incomprensible. La India se salva porque la encuentran demasiado cálida para su gusto, y al llegar al Punjab se dan la vuelta. Pero el clima europeo sí que les encaja, y llegan sin mayores problemas desde Irán hasta Rusia pasando por Azerbayan en tiempos de Gengis Khan. En su gesta, arrasan las ciudades y engañan a cualquier posible aliado. Todo muy edificante.

Sin embargo, el señor Grousset no tiene reparos en defender una y otra vez al genocida. "La personnalité de Gengis-khan, tel que le barde mongol nous a appris à le connaître, demeure, en fait, hors de cause. Le héros mongol reste le demi-dieu généreux, magnanime et grand, modéré en toute chose, équilibré, d’une solide bon sens, humain, pour tout dire, et même pétri d’humanité qu’il n’a cessé d’être." Y si se dedica a la másacre al por mayor es porque  "dans le milieu mongol de son temps on ne concevait pas une autre manière de faire la guerre, comme on n’imaginait pas un autre genre de vie que la vie nomade, le pays des sédentaires n’étant bon que comme terrain de razzia, pour le pillage et la chasse à l’homme." Por cierto, esto explica porque arrasaban las ciudades, para ver si se transformaban en pastos para sus caballos.

Por si alguien tenía dudas, así recoge el propio Grousset el último deseo de Gengis-Khan antes de morir: "Pendant mon repas annoncez-moi: jusqu’au dernier homme ils sont exterminés ! Le khan a anéanti leur race! Le Conquérant du monde eut pour ses funérailles le massacre de tout un peuple."

Es evidente que al lado de los mongoles, los españoles eran almas de la caridad civilizadoras. Probablemente Gengis Khan mató en un par de sus victorias más gente que los españoles en la conquista entera de América. Y, sin embargo, la que subsiste es la leyenda negra española, no la mongola (sobre la que poca leyenda habría, dado lo terrible que era la realidad). En su obra Imperiofobia y leyenda negra, María Elvira Roca Barea ofrece una explicación. En todo caso, a ver si llega ya una ola de historiadores objetivos sin envidias y pone las cosas en su sitio.

La última reflexión que voy a hacer se refiere al contraste entre las sociedades sedentarias y estas nómadas que las arrasaban en la guerra. Es claro que la capacidad de generar riqueza es órdenes de magnitud en las primeras que en las segundas. Se justifica por la mayor productividad, la posibilidad de comerciar, menos conflictos con destrucción de activos... Lo que sorprende es que esa mayor riqueza no se tradujera en recursos defensivos suficientes para derrotar sociedades mucho más pobres como las de estas tribus nómadas. 

El imperio chino había tratado de hacerlo con la inversión en la Gran Muralla, pero asuno que los costes de mantenerla y dotarla de soldados debían ser tan grandes, que en cuanto no se veía una amenaza cercana, evitaban el gasto. Y, en general, eso se plantearían también los opulentos ciudadanos de las ciudades persas: por qué gastar en prevenir ataques si nadie nos puede atacar. El caso es que cuando llegaron los mongoles no estaban preparados ni remotamente.

No voy a seguir porque me da miedo que alguien vea paralelismo con la situación actual y la supuesta amenaza de Rusia a Europa. A ver si ahora también nos van a pillar desprevenidas las hordas de las estepas. Es claro que el paralelismo no resiste la mera constatación de que la economía rusa también es sedentaria, no tiene que pelearse contra otras cercanas para sobrevivir, como si les ocurriá a los mongoles. En la actualidad, lo que hay es Estados que no internalizan el coste de la guerra, que sufren únicamente sus súbditos, mientras que los mongoles, tártaros, Nayman y Kereit por supuesto que lo internalizaban en sus propias carnes.

Bueno, aunque creo que las reflexiones que me ha inspirado son interesantes, el libro no lo es tanto. Si alguien quiere conocer a Gengis Khan, mejor que busque si alguna biografía alternativa a ésta.



miércoles, 8 de octubre de 2025

M: La hora del destino, de Antonio Scurati

Se trata de la cuarta y que creía que última parte de la serie sobre la vida de Mussolini y el fascismo, pero no lo tengo tan claro habida cuenta de que el autor acaba de publicar en italiano la que podría ser quinta parte. Además, es que la novela no termina con la muerte del protagonista, solo con su cesamiento y encarcelamiento. Y ya lo saben todos los seguidores de The Walking Dead, si termina el capítulo y no se le has visto muerto, aunque sea imposible que haya sobrevivido, lo habrá hecho.

Las entradas sobre los tres libros previos de la serie las tenéis aquí: El Hijo del SigloEl hombre de la Providencia y Los últimos días de Europa. Es una lectura con la que estoy disfrutando mucho, tanto por lo que estoy aprendiendo del fascismo como por el maravilloso estilo de Scurati, o más bien de su traducción al español. que supongo que reflejará bien dicho estilo. Si lo está empeorando, entonces Scurati debe de escribir como Tolkien o Nabokov.

La narración es bastante poética, pero no por ello menos fiel a la realidad, ya que tras cada capítulo Scurati recoge las citas textuales con las que ha construido el episodio.

En esta cuarta parte lo que se nos cuenta es básicamente la participación de Italia en la Segunda Guerra Mundial y el tan erróneo papel que asumio Mussolini innecesariamente, que le llevaría de cabeza al desastre, tanto a él, como al fascismo, como al país.

Pero, una vez más. el fascismo resulta comparativamente superior al socialismo, Ya se vio en las otras entregas que el fascismo surge precisamente para defender a la sociedad italiana del asalto a la propiedad privada de los socialistas, que, cómo no, querían instalar en Italia otra república socialista, como en Chile, Argentina, Portugal y tantos otros sitios. Entre ellos España, donde tuvimos que asumir el coste de una Guerra Civil y 40 años de Dictadura para evitarlo. Los italianos, gracias al fascismo, se ahorraron ambas cosas, dejándolas en solo los 20 años de dictadura de Mussolini. 

Dictadura que, nos cuenta Scurati ("Al cabo de veinte años, ha caído el fascismo, pero en esa demolición no participa un solo antifascista en la Sala del Papagayo."), se disolvió por la propia voluntad de los fascistas, algo que nunca ha ocurrido ni ocurrirá las dictaduras de izquierdas (dejo los detalles de la URSS para los expertos). Aunque solo fuera por eso, ya es mejor el fascismo que el socialismo. Lo que es incomprensible es que en nuestro país el insulto sea llamarle a uno "fascista", cuando lo realmente aterrador es ser "socialista". Pero, bueno, ya se sabe que los hechos no necesariamente están al alcance del vulgo.  

Por lo demás, Scurati ilustra perfectamente cómo Mussolini afronta la Segunda Guerra Mundial con una intención exclusivamente política y sin tener en cuenta a los militares. Su obsesión es aportar algo a la Alemania Nazi para poder sentarse a la mesa de negociación cuando las democracias sean derrotadas, y que Italia pille cacho en la nueva Europa post-bélica: "Benito Mussolini, la mente política del Eje, no se obsesiona con las conquistas territoriales específicas, con los nombres de tal o cual remota aglomeración de chozas de barro en el desierto, su mirada abarca mucho más, a lo lejos, a lo grande, ve un dominio mediterráneo que contrarreste el excesivo poder continental de Alemania, ve un este europeo de nuevo bajo la influencia latina". Su diagnóstico se mostró errado y terminó mal para él y para su país, pero incluso así hay que reconocer que Mussolini no parece pensar tanto en sí mismo como en el engrandecimiento de Italia.

Y es que empujado por esta obsesión, Mussolini enviará a la muerte a cientos de miles de sus compatriotas, mal pertrechados y mal preparados, a hacer el ridículo una y otra vez. Le ocurrirá en Grecia, en Eslovenia, en Etiopia y en Libia, pese a que aquí sí se involucraron a tope los alemanes. Y el epítome será la declaración de Guerra a los EEUU, que Scurati nos cuenta con cierta sorna: "El 11 de diciembre de mil novecientos cuarenta y uno se asoma al balcón del Palacio Venecia para declarar, sin que le haya sido solicitada, sin haberse visto forzado, de manera desproporcionada, la guerra a los Estados Unidos de América."

Poco más se cuenta en el libro. El gran Italo Balbo, un héroe desconocido por fascista, muere nada más empezar la obra. Y Scurati opta por hace algo de seguimiento de la actividad sanitaria de Edda Mussolini y más del asesino de Matteotti, Amerigo Dumini, en unos capítulos que perfectamente se podría haber ahorrado porque no sé que interés tienen. Bueno, a menos que Scurati, que es de ideología socialista, haya buscado mantener la llama del citado líder en una historia en la que ya no participa.

Este contenido tan limitado hace que este sea el libro peor de los cuatro. Los acontecimientos principales son sobradamente conocidos, y lo más interesante que nos ofrece, aparte del ya citado final, son las entrevistas que mantienen Hitler y Mussolini en distintos momentos del conflicto. En una de estas, Hitler cotillea sobre Franco: "El encuentro con Franco fue una tortura para él: el dictador español escuchó en silencio durante horas, aparentemente sumiso, sus elucubraciones, para luego tomar la palabra y reiterar sus insostenibles reivindicaciones territoriales a cambio de una contribución casi simbólica a la alianza. Una vez terminado el encuentro, Hitler gritó a sus colaboradores que preferiría que le sacaran tres dientes antes que volver a encontrarse con ese hombre." Lo que demuestra que nuestro dictador era mucho más listo que Mussolini, y aquí tienen otra razón los que vivieron bajo su mandato para estarles agradecidos.

También son de interés las constantes referencias a la corrupción intelectual, por así decirlo, de los asesores de Mussolini, que no se atreven a decirle ninguna verdad que pueda poner en peligro sus carreras (su vida no lo estaba, recuerden, los fascistas no son socialistas, no matan a quienes discrepan). Así, tenemos frases como estas:

"Ministros y generales lo escuchan atónitos y en silencio, la mayor prueba de coraje que demuestran son las raras notas de desconcierto en sus diarios secretos."

"¿Cómo esperar la propensión al riesgo de quien ha sido adiestrado para eludir toda responsabilidad, cómo esperar una evaluación exacta de las dificultades de quien durante décadas no ha tenido más obligación que complacer al amo, cómo esperar una sorpresa—⁠que requiere decisión, determinación, conducción segura⁠— de un hatajo de siervos temerosos y resentidos?"

Y tampoco quiere dejar de recoger alguna de esas frases brillantes que caracterizan a Scurati. Solo una: "Entre el 30 de junio y el 20 de julio la existencia torrencial del fundador del fascismo encalla en una llanura aluvial árida y pútrida."

Da igual que recomiende esta lectura o no. Quienes ya estamos embarcados en la lectura de la saga no lo dejaríamos de leer aunque nos dijeran que es malísimo, que no lo es. Y quienes aún no han empezado, se integrarán en el primer grupo una vez comiencen a leerlos.