jueves, 17 de septiembre de 2009

Sobre El Rey León

Hacía tiempo que no escribía una entrada de las alegóricas, de esas que le encantan a algunos de los contertulios de este blog. Como hace poco tuve oportunidad de ver de nuevo este clásico de Disney, se dispararon de nuevo las interpretaciones extrañas y provocadoras de la película. Así que voy a compartir algunas de ellas.

La historia se abre con la canción del ciclo de la vida, el círculo de la vida. Mussafa, el rey, le enseña a su hijo Simba la importancia que tienen todas las criaturas dentro de ese círculo y lo importante que es que no haya interferencias con el orden natural de la vida. Como rey, Simba no debe pretender alterar dicho círculo, sino preservar su respeto. Cualquier interferencia con este orden "espontáneo" puede llevar a la destrucción al sistema y a sus habitantes.

Es tan obvia el paralelismo con el libre mercado que no sé si merece la pena desarrollarlo. En el libre mercado, la gente puede vivir y desarrollarse dentro del orden "espontáneo" de Hayek. Y el intervencionismo en el libre mercado lleva, de forma inevitable, a su destrucción y con ella, la de la prosperidad de los individuos.

También sabemos que una mera intervención no destruye el mercado; es el empeño en sostenerla para cumplir fines ajenos al mismo lo que puede producir su destrucción. En el momento en que el estado cesa en sus interferencias, el mercado rápidamente se recupera, casi como si no hubiera pasado nada. Lo mismo pasará con el círculo de la vidad una vez Simba releve de su situación al malvado Scar y sus hienas cómplices. Y eso, pese a toda la destrucción que estas causan.

La principal consecuencia de la intervención es, en la película, la hambruna, la carestía de alimentos, los shortages (que diría Reisman). Al interrumpir el ciclo natural, el grupo de poderosos es capaz de vivir muy bien, pero solo durante un tiempo corto. Se destruye la riqueza del sistema y, al final, no hay comida para nadie, tampoco para el estado. Sí, a corto plazo los políticos y sus amigos se benefician, pero a medio plazo también la situación de estos empeora respecto a la original. De hecho, las hienas piden el regreso de Mussafa.

Por último, hay que referirse al ejército de hienas, evidente réplica de los ejercitos totalitaristas, estilo desfile militar ante Stalin. Es claro que la película lleva al extremo este intervencionismo de que hablamos: la única finalidad del poder es alimentar a las hienas, como garantía para mantenerse (hay que mantener el ejército). Pero no debería olvidarse que no hace falta llevar las cosas a ese extremo para constatar que el intervencionismo conduce a la destrucción del mercado y que lleva al mismo resultado, aunque de forma más suave.

La interferencia con el orden natural destruye el ciclo de la vida. Pues eso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

te equivocaste, es mufasa