jueves, 11 de abril de 2019

¡Abajo las armas! ("Die Waffen Nieder!"), de Bertha von Suttner

Bertha von Suttner fue la primera premio Nobel de la Paz, en gran parte gracias a este libro. Ya anticipo que me parece una lectura imprescindible, por varias razones que irán apareciendo a lo largo de esta entrada. La novela es autobiográfica, muy centrada en un periodo concreto de su vida, entre 1859 y 1871, aunque el epílogo lo data en 1889.

En ese periodo de 12 años, Bertha (o, mejor, su alter-ego en la novela, Marta), vivió tres guerras: la guerra austro-italiana de 1859, la austro-prusiana de 1866 por unas tierras danesas, y la franco-prusiana de 1871 (una cuyas causas-disculpas parece haber sido que se ofreciera el trono español a un  Hohenzollern). Dichas guerras se llevaron, directa o indirectamente, dos maridos de Marta, tres hermanos y a su padre. Y eso que la señora era de clase muy alta, baronesa austriaca, hija de un gran general, y muy rica, vamos, que no vivía en la calle.

Lo más valioso de la novela es que nos sumerge de primera mano en esa época de la historia, nos mete en los intríngulis sociales, y, sobre todo, nos hace sentir de primera mano cómo veía la sociedad los conflictos bélicos. Y es impresionante. La guerra se veía, en primer lugar, como algo natural, inevitable, que ocurriría lo quisiéramos o no, como un terremoto o una inundación. La perspectiva empezaba a cambiar, pero de forma muy incipiente, al aplicar métodos científicos a la historia: en concreto, un libro de Thomas Buckle tendría una gran influencia sobre el punto de inflexión en la visión de Marta sobre la guerra. Hasta ese momento, solo tiene su intuición; después de su lectura, sabrá que sus ideas tienen base científica.

Mucha gente vivía de la guerra. A los niños se les inculcaba en el colegio el amor patriótico y el heroísmo que suponía dar la vida en la guerra por la patria. Sus libros de referencia eran bélicos, la historia se relataba (y se sigue haciendo) en base a batallas y vencedores, y sus juguetes les orientaban en este sentido desde muy pequeños. Seguramente, la visión que se obtenía de la guerra era de algo parecido a un aventura gloriosa, y para los involucrados lo de la defensa de la patria pasaba a segundo plano, llega a opinar Marta.

La guerra se veía como oportunidad para la promoción y el avance. Y estar contra la guerra era algo, no solo impopular y socialmente mal visto, sino que podía llegar a considerarse como traición. Si hablabas contra la guerra es que eras un cobarde. La gente que escucha a Marta, y a su segundo marido, en el mejor caso les tenían por locos. El padre directamente descalifica los razonamientos de Marta como cosas de mujeres, aunque la mayoría también estaban en las opiniones pro-guerra.

Es en este contexto en el que Marta irá alcanzando y defendiendo sus convicciones. Y todo ello es muy chocante desde la perspectiva actual, en que los argumentos de Marta se dan por supuestos, pero el punto es que distaban de ser obvios en aquella época. En este sentido, Marta es una revolucionaria y una visionaria. Entre otros momentos, su propuesta de un gobierno europeo para solucionar los eternos conflictos entre naciones es recibida con general cachondeo; anticipando más de 100 años la creación de la UE.

En cuanto al propio relato, en general muy bien escrito, no se limita a las numerosas reflexiones y debates en torno a la guerra, en los que se aprecian las enormes contradicciones que ya entonces eran palpables. También incluye aspectos más costumbristas, como la propia historia de amor con su segundo marido, Friedrich Tilling, la asistencia a la ceremonia del lavado de pies por parte de los monarcas austriacos o los desmayos de la propia protagonista, algo extraño en una dama capaz de mantener sus convicciones contra viento y marea. Y que incluso se nos va al frente de Königgrätz para tratar de encontrar a su marido. Ello le dará oportunidad de describir escenas dantescas, similares a las que nos muestran algunas películas recientes. Escenas, tanto las que ella vive como las que le cuentan, que ya no hace falta imaginar, pero que en aquella época debían de ser desconocidas para la mayor parte de la gente, salvo que sufrieran directamente las batallas. Y que, en todo caso, se ocultaban púdicamente para no desmoralizar a la población.

La curiosidad de Bertha/Marta le lleva a investigar en profundidad las causas de los conflictos que se están gestando, y que normalmente terminarán en guerra. Aunque esta parte es más difícil de seguir, la autora es capaz de transmitir el absurdo que subyace en el relato patriotico y en los debates, permanentes, sobre la necesidad de ir a la guerra. "Diese Gefahr in der einen Wagschale, und in der andern? Österreichisches Ansehen im deutschen Bund; schleswig-holsteinische Befreiung – »frische Lorbeerblätter im Ruhmeskranze des Heeres« ("Ese peligro en un platillo de la balanza, ¿y en el otro? La posición de Austria en la alianza alemana, la liberación de Silesia y hojas de lauleres frescas en la corona de la fama del ejército", traducción propia).

Otra de sus reflexiones, mientras viaja al frente, tiene que ver con la tecnología: cómo el telégrafo y el tren son magníficas ideas durante la paz, y cómo, en cambio, en tiempos de guerra permiten multiplicar por cien la bestialidad del ser humano.

Sobre los argumentos a favor de la guerra, Bertha recoge los seis estándar, y como se entrelazan unos con otros, de forma que en un debate, aunque consigas desmontar alguno de ellos, siempre hay margen para retomar otro, y sucesivamente. Aquí los dejo, con mis traducciones libres:

1. Kriege sind von Gott, – dem Herrn der Heerscharen, – selber eingesetzt, siehe die heilige Schrift.
(La guerra es una institución divina) 
2. Es hat immer welche gegeben, folglich wird es auch immer welche geben 
(Siempre ha habido guerra, y siempre la habrá) 
3. Die Menschheit würde sich ohne diese gelegentliche Dezimierung zu stark vermehren. 
(Sin las muertes que produce la guerra, la humanidad crecería demasiado) 
4. Der dauernde Friede erschlafft, verweichlicht, hat – wie stehendes Sumpfwasser – Fäulnis, nämlich den Verfall der Sitten zur Folge. 
(Una paz duradera emponzoña la sociedad y hace que se relajen las costumbres) 
5. Zur Betätigung der Selbstaufopferung, des Heldenmuts, kurz zur Charakterstählung sind Kriege das beste Mittel. 
(La guerra es el mejor medio para construir el carácter y tener oportunidades de sacrificio y heroicidad) 
6. Die Menschen werden immer streiten, volle Übereinstimmung in allen Ansprüchen ist unmöglich, – verschiedene Interessen müssen stets aneinanderstoßen, folglich ewiger Friede ein Widersinn. 
(Los hombres siempre pelearan porque es imposible el acuerdo en todos aspectos) 

Al final de la guerra de 1966, los Altenhaus (el padre de Marta) tendrá que soportar la convivencia con los soldados prusianos, en su mismo palacio de Grumitz, allí estacionados a la espera del tratado de paz o la invasión de Viena. Ni aún así cambiara el parecer del viejo general respecto a la guerra. Para que lo haga, será necesario que la epidemia de cólera ocurrida a continuación se lleve por delante a casi toda su familia, y aún así solo lo hará en su lecho de muerte.

Tras estos luctuosos sucesos, el escenario se trasladará a Paris, donde Marta y su familia conocerán la última de las guerras narradas en el libro, la franco-prusiana de 1871, y última antes de la primera Guerra Mundial. Aquí tienen necesariamente un papel más neutro, pero podrá contarnos con todo lujo de detalles la rumorología parisiense y las actuaciones de los políticos, los mismos que han declarado la guerra, para proteger la ciudad ante el inminente avance alemán. Por desgracia para Marta, la paz no significará el final de sus problemas, como nos muestra el final del relato con un giro propio de la mejor serie de suspense, aunque en este caso sea pura realidad.
 
En el epílogo, Marta ha vivido ya 18 años de paz, algo que parecía imposible tras los 12 contados. Su mirada es optimista, aunque ya es consciente de algunos borrones en el panorama, come la institución del servicio militar obligatorio, al parecer idea originalmente de Prusia. Razona bien el marido cuando dice que así solo se multiplicarán por mil las víctimas, pues la ventaja disuasoria obtenida por el primero que lo haga (claro, al hacer enorme su ejército), se perderá en cuanto los demás países hagan lo mismo. Aquí tiene una frase digna de Bastiat y Hazzlitt:
"Alles, was man unternimmt, muß man bis zu seinen letzten Konsequenzen – wenigstens soweit, als der Geist reicht, auszudenken wagen. Wir verglichen vorhin den Krieg mit dem Schachspiel – auch die Politik ist ein solches, Exzellenz, und das sind gar schwache Spieler, welche nicht weiter denken als einen Zug, und sich schon freuen, wenn sie sich so gestellt haben, daß sie einen Bauer bedrohen"
("Todo lo que se pretende realizar, debe analizarse hasta sus últimas consecuencias. Hemos comparado la guerra con el ajedrez, también la política es así, Excelencia, y sería muy malo el jugador que no pensara más allá del siguiente movimiento, y se conformara, tras haber movido, con amenazar a un peón", traducción propia).

Otras frase de las que he rescatado de los diálogos entre Marta y marido con políticos y militares, preciosa por la metáfora: "Keinem vernünftigen Menschen wird es einfallen, Tintenflecken mit Tinte, Ölflecken mit Öl wegputzen zu wollen – nur Blut, das soll immer wieder mit Blut ausgewaschen werden!" ("A ninguna persona razonable se le ocurrirá limpiar una mancha de tinta con tinta, o una de aceite con aceite - solo la sangre parece que puede lavarse con sangre", traducción propia)

Y otra más, esta para ilustrar las contradicciones del ministro "Allerdings" en su relación con los prusianos:  "Ich hasse jene als Nation, nicht als Individuen" ("Les odio como nación, no como individuos",(!), traducción propia)
 
Como dije al principio, me ha entusiasmado esta novela. Si tengo que destacar algo, es lo bien que transmite ese ambiente generalizado, esa visión social de la guerra durante el siglo XIX, que sabemos que tendría su culmen al principio de la Primera Guerra Mundial, cuya declaración fue celebrada en las calles de todas las ciudades europeas involucradas, como bien se sabe. En ese entorno es el en que se desenvuelve la resistencia de la protagonista, su voz es la discordante, la heterodoxa, no la mainstream. 
 
Y yo me pregunto si llegará a pasar lo mismo con los que hemos visto los graves problemas que los mecanismos democráticos presentan para la sociedad, sobre todo en la medida en que erosionan los derechos de propiedad. Por supuesto, ahora mismo hablar mal de la democracia es anatema. Pero quizá en 100 años lo que sorprenderá a la gente será que hayamos estado tantos años bajo ese "yugo" y creyéramos que era libertad.

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