lunes, 1 de abril de 2019

La hija de la española, de Karina Sainz Borgo

Segundo "fenómeno editorial" que leo consecutivamente. Lo comenzaba con cierto resquemor tras la relativa de decepción del recién leído "También esto pasará". Resquemor que se agudizaba cuando el relato empieza, también, con la muerte de la madre de la protagonista. Y que duró hasta aquí, porque a partir de eso momento la narrativa de Sainz Borgo te atrapa, te mastica y te escupe.

Madre mía, qué novela. La acción transcurre en la Venezuela de Chavez y Maduro, ese verdadero infierno de inflación, apagones y feudos, en el que gente como la protagonista, Adelaida Falcón, tiene que sobrevivir al día. Confieso que el interés de esta novela me venía inicialmente de conocer de primera mano estas condiciones de vida. Desgraciadamente, la imaginación se queda corta respecto a lo que allí pasa. He hablado de apagones, que al parecer son algo normal allí; aquí solo nos hemos enterado del último que ha durado varios días. Y de los Hijos de la Revolución alguna imagen he visto, pero no sabía que también hubiera Motorizados por la Patria, verdaderos ejércitos paramilitares de moteros, inicialmente viviendo del régimen, y ahora buscándose la vida con sus "habilidades".

Horroroso. Los asaltos son continuos, cualquier disculpa absurda puede dar con tus huesos en la cárcel o en el cementerio. Creo que esta situación caótica, de luchas de feudos, no la tenemos asociadas a otras repúblicas socialistas, como Corea del Norte, Cuba u otras ya desaparecidas. Debe de ser la aportación caribeña a las dictaduras comunistas.

En este entorno tan hostil no sumerge la autora gracias a un estilo sin igual, a un estilo descarnado, de metáforas sucias y violentas, que combinan vomito, sangre, fuero y lágrimas. Y que resulta tremendamente efectivo en transmitirnos lo que pueden sentir las personas normales que les toca vivir cosas así.

Sorprende especialmente la violencia de las mujeres. Ahora que acabo de leer a Pinker postulando la "feminización" como fuerza pacificadora de la humanidad a lo largo de los siglos, es chocante esa involución venezolana, mostrada en grupos de mujeres, típicas canis gordas, que no tienen reparos en corromperse para quedarse con los bienes de los pobres a los que dice proteger el régimen, ni en matar a sus oponentes y despojarles de su bienes. Es quizá esta escuadra de mujeres el más temible de los rivales que tendrá que confrontar Adelaida.

Sainz Borgo utiliza con gran eficacia también los flashbacks a su infancia y juventud. Aquí nos muestra una Caracas normal, llena de gente ilusionada, de emigrantes europeos, de riqueza y de electrodomésticos. Nos habla y nos canta los llamados cantos del Pilón que compartían las venezolanas mientras hacían sus tareas. El contraste es brutal, abismal. Lo que en un momento podría ser España, incluso Alemania, tan solo unos años después se ha transformando en un infierno. Solo por esta razón, deberían leer esta novela todos aquellos que tengan veleidades podemitas: si vas a votar a Podemos, lee primero este libro. Y si el pintado es el futuro que te gusta, entonces aciertas con tu voto.

Llama la atención que con este escenario de caos, sin alimentos, sin transporte, sin luz, lo único que parece funcionar razonablemente bien son las telecomunicaciones. Todos tienen su móvil y con él graban cosas; e Internet funciona con gran dignidad, y resultará fundamental en el devenir de la protagonista.

¿Y el título? Bueno, la hija de la española es Aurora Peralta, la vecina de Adelaida, hija de esos emigrantes ilusionados que jamás pudieron imaginar la Venezuela actual. Será instrumental en el desarrollo de la novela, pero esto no lo voy a contar. En parte, porque da igual: la trama argumental está bien hilada y es amena, pero no es lo importante de este libro.

La autora se muestra también bastante sutil en el análisis psicológico de los sufridores de la revolución. Creo que se puede resumir en este párrafo:
"Olvidamos la compasión, porque ansiábamos cobrar el botín de aquello que iba mal. En los rostros de aquellos hombres y mujeres se dibujaba un gesto que comencé a reconocer en el mío al mirarme al espejo: una hendidura en medio de los ojos. Los días se parecían más a la intendencia de una guerra que a la vida: algodón, gasas, medicamentos, camas sucias, bisturís sin filo, papel higiénico. Comer o curarse, nada más. El siguiente en la fila era siempre un potencial oponente, alguien que poseía algo más. Los que vivían luchaban a dentelladas por las sobras. En aquella ciudad sin desenlaces, peleábamos por un sitio para morir." 

Como también hay tiempo en esta novela para el amor, terminado trágicamente como no podía ser de otra forma, os dejo con una frase de esa parte de la trama:
"Si tuviera que elegir una de las fronteras que cruzamos, me quedaría con la de su piel.
 
 Muy recomendable esta lectura, merece mucho la pena, tanto por estilo como contenido. Ojalá la lea algún votante de Podemos antes de depositar su voto.

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