lunes, 29 de julio de 2019

El bosque oscuro, de Liu Cixin

Se trata de la segunda parte de la trilogía de los Tres Cuerpos del autor chino. Hace tiempo leí la primera de las partes, sin causarme especial entusiasmo. No obstante, la recomendación de un compañero ha hecho que le diera otra oportunidad al autor y me leyera esta segunda parte. Respecto a la primera, la leí en traducción al inglés, pese a existir una directa al español, error que no he cometido esta vez: la he leído en nuestra lengua materna.

En cuanto al contenido, hay cosas que mejoran y cosas que empeoran. La trama general me parece más interesante, aunque sigue manteniendo un gran nivel de ingenuidad, especialmente aparente en los planos diálogos. A cambio, no hay apenas visiones científicas como las que tanto me impresionaron en la primera entrega; es más, el autor cambia de ciencias objetivo y parece centrarse más en hacer ciencia ficción sobre psicología y sociología. Vaya lo uno por lo otro.

Formalmente, existen grandes paralelismos con uno de los clásicos del género, la serie Fundación de Isaac Asimov. Así, prácticamente no se narra acción directa (hay excepciones precisamente en los momentos estelares) y de casi todo nos enteramos por diálogos o pensamientos de los protagonistas. Idénticamente, las distintas partes de la obra se estructuran en episodios en tiempo muy concreto, separados por grandes espacios de tiempo durante los que ocurren cosas, que luego se cuentan retrospectivamente. A esto ayuda que los personajes puedan hibernar. Por si fuera poco, el eje de la novela es la disciplina llamada "sociología cósmica", de la que Luo Ji, el protagonista, es destacado practicante; la referencia a la psicohistoria de Fundación es más que evidente. Por último, uno de los protagonistas entrará en contacto con Al Qaida, y el autor no tendrá reparos en explicarnos que lo hace, en parte, porque el nombre en chino de Al Qaida coincide con el titulo de la obra de Asimov (!).

No contaré mucho de la historia, porque el riego de spoilers en grande. Baste decir que, en presencia de los sofones enviados por los trisolarianos (en la primera parte), la investigación científica básica ha dejado de ser posible para los humanos, y que además cualquier comunicación entre estos es espiada por sus enemigos. En estas condiciones, la ONU decide seleccionar cuatro "Vallados" con el cometido de diseñar una estrategia de defensa, que solo podrá estar en su mente para evitar que los trisolarianos la conozcan. Estos, a su vez, encargarán a unos "Desvalladores" el descubrimiento de esas estrategias ocultas. Huelga decir que algunos de los mejores momentos del libro nos los proporciona este descubrimiento en la confrontación Vallado-Desvallador.

En cuanto a la sociología cósmica, resultan interesantes sus axiomas y dos conceptos importantes, según se nos dice desde el mismo principio del relato. Por si alguien quiere dedicarse a la disciplina, ahí dejo axiomas:
1) La necesidad primordial de toda civilización es su supervivencia. 
2) Aunque las civilizaciones crecen y se expanden, la cantidad total de materia del universo siempre es la misma. 
Y los dos conceptos: “cadenas de sospecha” y “explosión tecnológica”.
Sorprendentemente, todos ellos se justificarán en el desenlace final, aunque no se les preste demasiado atención en el resto de la obra.

Y también me ha resultado sorprendente el aroma anarcocapitalista que desprenden algunos momentos de la obra, algo que no detecté en la primera entrega. ¿Será que Liu Cixin se esté haciendo más sabio? Aunque en los momentos iniciales, y con la disculpa de que uno de los vallados, Manuel Rey Diaz, sea un sucesor inventado de Hugo Chávez, nos endosa un posible éxito del Socialismo del Siglo XX en tal país, es una falsa alarma. Contra ello tenemos frases como esta del protagonista "Los políticos como usted mencionan a la humanidad en cuanto les hace falta, pero yo solo veo individuos.". O esta discusión al respecto del derrotismo:
"Este derrotismo se origina en la veneración a la tecnología y el completo menosprecio al papel que desempeñan en la guerra la iniciativa y el espíritu humanos. Es consecuencia de ese tecnotriunfalismo y esa concepción de la guerra que circula desde hace unos años, según la cual la victoria se decide, tan solo, en función de las armas disponibles."

Aunque mi momento preferido ocurre cuando unas naves escapan para el Universo y debaten de qué forma organizarse socialmente. Así, reflexionan que "Seguir con vida no es suficiente para garantizar la supervivencia. La mejor forma de garantizarla es el desarrollo." y "Nave Tierra va a requerir nuevas ideas e innovaciones brillantes, cosa que solo se puede lograr en una sociedad que respete la libertad y el individuo." Esto les llevará incluso a rechazar la democracia como forma organizativa!

Como ya he dicho, en esta entrega Cixin no se centra tanto en la ciencia ficción sobre física como hizo brillantemente en la primera entrega. No obstante, hay un par de cosillas. Por un lado, la definición del llamado "estado abisal", que permite a los humanos sobrevivir a aceleraciones y desaceleraciones cósmicas. Y, por otro lado, la utilización de la energía nuclear fuerte para construir una superficie absolutamente lisa, incluido a nivel picoscópico. Ese objeto resultaría indestructible en el sistema Solar.

Rescato asimismo uno de los raros momentos irónicos que tiene el libro (estos chinos....), y es cuando en una discusión entre científicos, uno le dice al otro: "¡Eso no es ciencia ficción, sino fantasía!". Y también hay alguna frase lírica, más abundantes que las irónicas: "¡No me digas dónde estamos! En cuanto uno lo sabe, el mundo se vuelve tan estrecho como un mapa. En cambio, cuando no lo sabes, el mundo se expande hasta que parece no tener límite."

El libro me ha resultado entretenido. Tiene algunas ideas originales, y la trama está mejor construida que en la primera parte, por lo que su lectura se hace más absorbente. No obstante, es un libro largo para lo que aporta, y la ingenuidad de muchos episodios lo hace un poco insoportable. La verdad es que no sé si seguiré con la tercera parte: no parece necesario, porque termina de forma satisfactoria, así que no siento especial compulsión a hacerlo.

viernes, 26 de julio de 2019

Understanding Knowledge as a Commons, de Charlotte Hess y Elinor Ostrom

Con tan sugerente título se presenta este libro de ensayos, co-editado por la premio Nobel Elinor Ostrom. Ostrom es precisamente muy conocida por sus trabajos sobre organizaciones sociales espontáneas (esto es, no gubernamentales) para la gestión de recursos comunes. Sus estudios son apasionantes y muy sugerentes. Hasta este libro, sus estudios se habían referido a recursos físicos, tipo ríos, bancos de peces o tierras.

Por ello precisamente me parecía de gran interés este libro. Extender el concepto de los "comunes" y su tragedia al conocimiento puede afectar a nuestra forma de entender la innovación y la creación. La cuestión directa más relevante: ¿puede haber incentivos a innovar en un entorno en que uno no puede obtener directamente beneficios de su innovación? ¿O se produce una "tragedia de los comunes" en la innovación?

Sin embargo, para mi decepción, aunque el planteamiento del libro es amplio al principio, rápidamente se estrecha el alcance del debate a un conocimiento muy específico, el conocimiento académico, el mundo de los artículos, las ponencias, los congresos y los journals. Y de hecho la mayor parte de los problemas que se tratan son específicos de dicho mundo (por ejemplo, el alto coste que al parecer tiene para las instituciones el acceso a los journals ahora que están en manos de editoriales privadas). Lo que no quiere decir que el libro esté mal, simplemente que no me resulta tan relevente como esperaba.

A la luz de lo dicho, a nadie extrañara que los capítulos que más me hayan gustado sean, precisamente, los que aportan un enfoque más general, que coinciden con los que escribe Ostrom. En uno de ellos, el primero, presenta el enfoque de considerar el conocimiento como un recurso común. Es en este capítulo en el que aparecen las ideas que me han aparecido más novedosas. Por ejemplo, el concepto de la "tragedia de los anticommons" en el área del conocimiento por la infrautilización de los recursos científicos causada por "excessive intellectual property rights and overpatenting in biomedical research", algo que difícilmente sorprenderá a los economistas que vemos a estas construcciones como monopolios legales estatales. Y es que, contrariamente a los comunes tradicionales, caracterizados por gran "substractibilidad", el conocimiento es "nonsubstractivo", y de hecho el bienestar social aumenta cuando más se usa.

Otro concepto para la reflexión que aparece en este capítulo es el de "common-based" producción como aquella en que "no one uses exclusive rights to organize effort or capture its value, and when cooperation is achieved through social mechanisms other than price signals or managerial directions." Aquí la dejo.

El otro capítulo de Ostrom describe, por supuesto, su metodología para el estudio económico-social, la conocida IAD (Institution Analysis and Development), sobre la que no es momento de extenderse aquí.

El resto de los capítulos son intentos más o menos expresos de aplicar el IAD a distintos problemas de la gestión del "conocimiento" entendido a la académica manera. En una parte de ellos se abordan los problemas tradicionales (ampliación, acceso, conservación) en el mundo de las redes sociales e Internet, y en los restantes se presentan casos reales de aplicación de las nuevas tecnologías a la gestión del conocimiento académico. 

Como he dicho, en general se leen bien, pero solo resultarán de interés a un perfil muy específico de lectores. No hablo siquiera de académicos en general; más bien, pienso en gente interesada en el mundo del archivo y la documentación.

Para el resto, yo creo que el primer capítulo es más que suficiente, y quizá con la conclusión sobre las tendencias a las que se ve sometido el sector del "conocimiento" académico desde la llegada de Internet. Se trata de dos tendencias contradictorias y paralelas: por un lado "there is unprecedented
access to information through the Internet", pero, por otro, "there are ever-greater restrictions on access through intellectual property legislation, overpatenting, licensing, overpricing, withdrawal, and lack of preservation".

Vea el lector cuál de ambas le parece más positiva, y observe si su origen es el mercado o el Gobierno, y haga lo propio con la que le parezca negativa.








viernes, 19 de julio de 2019

Barcelona, la ciudad que fue, de Federico Jiménez Losantos

Aprovecho la reedición de este libro de FJL para hacerme con él y leerlo. Según el propio autor, es su libro mejor escrito, y tampoco tienen mala opinión de él algunos otros amigos.

Lo que me he encontrado es un libro bastante extraño, que empieza de una forma más interesante y amena, y termina como un libro típico de FJL, esto es, repartiendo estopa, en este caso al nacionalismo catalán. ¿Qué me esperaba? Pues un libro algo costumbrista, en que se describiera cómo era la vida en la Barcelona de los 70, la que conoció de primera mano el autor. Y aunque algo de esto hay, es muy poco. Alguna escena costumbrista se encontrará el lector, pero sobre todo se trata de una narración de la vida del autor durante esos años. Así que no estoy de acuerdo con que este sea un libro "de la ciudad, la cultura y la libertad que el nacionalismo destruyó, no el de los que la destruyeron.", como dice Losantos. El protagonista del libro es él, él, y un poco sus amigos.

El estilo inicial es muy similar al de la típica novela de saga o de juventud, estilo Delibes. Losantos nos cuenta su llegada a Barcelona, cómo conoce a sus amigos, cómo se hace comunista (y luego se deshace) y cómo colabora con el PSUC. Nos cuenta dónde vivía, con quién salía, qué pelis veía, qué canciones escuchaba (reproduciendo en muchos casos la letra, típico recurso Losantiano para incrementar el volumen de sus narraciones) y sus inquietudes pictóricas y en general artísticas. Este es un punto en el que yo hubiera agradecido alguna aclaración, la conexión entre arte y pintura, y política. Nos cuenta también las revistas que trató de fundar y en concreto las peripecias del Diwan. Es enternecedor esa época de su vida que le da por recoger cosas que encuentra en la calle, "donde no hallábamos la basura de los demás, sino pequeños tesoros de desecho con los que no siempre nos atrevimos a amueblar nuestros sueños."

Pero poco a poco esta novela de juventud se va amargando. El primer atisbo nos lo da con llegada de Josep Tarradellas a la Generalitat, con un análisis detallado de su alocución inicial y de lo que ello suponía para la libertad en Cataluña, en comparación con lo que iba a llevar a cabo el megavillano de este libro, que no es otro que Jordi Pujol. 

A partir de aquí, FJL refleja su desencanto y decepción, empezando por los políticos de la izquierda: "en 1976, antes de llegar la democracia, una de las dos lenguas de Cataluña, el castellano, estaba condenada por la izquierda a la marginación, y el catalán, a convertirse en una herramienta de poder ilimitado y de exclusión social limitada, sobre todo, a esas clases populares que la izquierda debía defender." La lucha contra el franquismo y por la libertad había triunfado, para traducirse en la desaparición de la libertad lingüística en Cataluña y la "identificación de la izquierda con la política cultural del nacionalismo". 

Eso le llevará a una lucha militante que empieza, casi de forma inesperada, con la publicación de su libro "Lo que queda de España". De hecho, empieza antes, con la polémica sobre su publicación por la editorial que se lo había encargado. Dicha lucha se prolongará con una breve participación en política (en el PS de Aragón) pero en el que "Acostumbrados a la militancia antifranquista, Javier y yo nos encontrábamos con una política totalmente distinta, en la que la financiación, la propaganda y los acuerdos entre bambalinas eran esenciales, tres asuntos en los que nosotros ni sabíamos ni podíamos entrar", con la redacción y firma en el Manifiesto de los 2.300, y culmina con el atentado que sufre a manos de Terra Lliure y que se salda con un tiro en la pierna ( y menos mal). 

Lo que más me ha sorprendido de este parte es el papel de El País, que originalmente estaba con las tesis de FJL que de defender la libertad lingüística. De hecho, sin El País no se hubiera producido el fenómeno que dio notoriedad al libro. Sin embargo, posteriormente se desmarcará de estas posiciones para volverse contra Losantos, en paralelo (según éste) a su interés comercial por entrar en Cataluña. 

Esta parte es bastante peor que la anterior, más conocida, y en ella Losantos vuelve a abusar de ese recurso de fusilar textos previos. Por ejemplo, el Manifiesto antes citado, diversos editoriales... Sin embargo, resulta fundamental para comprender las fobias y manías de Losantos, y por eso es muy recomendable. Y es que Losantos, sin utilizar un estilo épico ni grandilocuente, queda retratado como un verdadero héroe de la libertad. E insisto en el matiz de "queda retratado", podía haber dicho "se retrata".

FJL defendió sus convicciones en todo momento. Primero, luchando por la libertad contra el franquismo, metiéndose en actividades ilegales y en ideologías que no le convencían, y, después, luchando por la libertad lingüística en Cataluña. En ambos casos, sobre todo en el segundo, tuvo que pagar el precio; no le dio miedo pagarlo. Y no hablo solo del atentado, también de los linchamientos personales e intelectuales que tuvo que sufrir, que pudo resistir gracias en parte a no sentirse solo, "sentirte arropado por los tuyos, por una tribu, por una petita patria".

A mí Federico siempre me ha parecido un rompeolas por la libertad. Gracias a tipos como él, la servidumbre encuentra obstáculos en su camino. Son pocos, pero meritorios, y muchos liberales/libertarios algo más cobardes, gracias a él, podemos quedarnos escondidos con nuestro miedo. Sin embargo, es ley de vida que en algún momento nos deje: ¿habrá alguien dispuesto a coger el relevo?

miércoles, 17 de julio de 2019

Retrato del libertino, de Antonio Escohotado

Impresionante este librito del señor Escohotado, que se ha ganado con él mi fidelidad y compromiso de leer todo lo que pille de su autoría. Ya me gustó mucho sus "Enemigos del Libre Comercio" y eso que partía con puntos negativos tras haber asistido a una charla suya que no me resultó nada convincente. Con este conjunto de ensayos me ha ganado porque proporciona una perspectiva muy original sobre algunos puntos que yo tenía poco reflexionados, y lo hace desde una perspectiva muy libertaria.

Se trata de siete ensayos, el primero de los cuales es homónimo del libro. Todos tienen en común la relación de cuerpo y espíritu. Sucesivamente tratará sobre el sexo, la medicina, la ludopatía, las drogas y la eutanasia. Los últimos dos los dedica a las personas de Ernst Junger y Albert Hoffman (el inventor del LSD), a quienes tuvo oportunidad de entrevistar personalmente.

El primero de los ensayos es el más largo y principal del libro. En él se basa en una obra de autoría desconocida ("My private Life") para defender su visión del sexo. La citada obra es el diario del libertino (así que el libertino no es Escohotado), un tipo que se tiró a unas 2000 mujeres durante su vida, y que lo cuenta con cierto lujo de detalles. Escohotado aprovecha esta narración para defender el sexo como una fuente de placer, ni más ni menos, y que preferiblemente no debe corromperse con el amor, aunque sea difícil. "Sin pretensiones explícitas de filosofar, My Secret Life propone algo tan difícil como no sufrir más de la cuenta el mal de amores, y consuma ese atrevimiento mostrando día tras día, década tras década, cómo un individuo se enfrenta a los temibles demonios de la carne con la cabeza fría y el corazón caliente."

Escohotado complementa esta experiencia masculina con la de un diario de una fémina similar, una tal Guillermina, que llega a afirmar "el fin de la naturaleza es la voluptuosidad, no la perpetuación de alguna especie", lo que indica "hasta qué punto nuestra específica evolución ha creado autonomía individual en vez de obediencia colectiva". Y es que  "la voluptuosidad sexual es una conquista evolutiva propia de seres libres."

Su conclusión es que no hay motivos para reprimir la libertad en el ámbito sexual, como desde diversas instituciones se ha hecho históricamente y se trata de seguir haciendo (como siempre, Escohotado no puede evitar mostrar su anticlericalismo, aunque quizá con más razón esta vez). Y, desde otro punto de vista, que "La capacidad de gozar está en función del deseo de gozar, de la franqueza con la cual se persigue: querer es poder allí.", lo que niega la existencia de impotentes y frígidas.

Aunque este primer ensayo es ciertamente provocador, era algo que me esperaba. No así con los siguientes, empezando por el dedicado a la medicina. Aquí empieza afirmando que todas las dolencias son psicosomáticas, y recoge diversos ejemplos de enfermedades que se han considerado mortales en uno u otro momento. Según él, gran parte de su mortalidad se debía, de alguna forma, a la presión social que debilitaba la voluntad del enfermo. Escohotado habla incluso de "la toxicidad del diagnóstico en sí". Y termina diciendo que "no es aventurado suponer que el negocio de la enfermedad irá descubriendo plagas incurables cada una o dos generaciones". Vamos, que esto de la medicina no es más que un negocio, y que la cura de nuestras dolencias tiene más que ver con nuestra mente que con nuestro cuerpo.

Respecto al análisis de la ludopatía básicamente prosigue el razonamiento anterior, aunque tiene oportunidad de señalar una deliciosa paradoja que justifica por qué en Estados Unidos no se ha usado el juego como fuente de ingresos para el Estado: "O eran malas costumbres, y el Estado se convertiría en cómplice suyo tan pronto como cobrara un peaje, o eran actos librados a la discrecionalidad  subjetiva, en cuyo caso todo gravamen constituiría abuso."
 
En cuanto a las drogas, aparte de lo esperado (que su consumo debería ser libre), me resultan nuevos los argumentos. Y es que, según Escohotado, no se ha demostrado la neurotoxicidad de las mismas (entiendo que de muchas de las prohibidas), algo verificable científicamente, por lo que se acude a su supuesta psicotoxicidad para prohibirlas. Para Escohotado, el valor de las drogas estriba "en que diagnostican nuestro grado de contacto con la alegría, entendida como una suma de arrojo, dulzura y lucidez". Supongo que para entender lo que quiere decir habría que "viajar" (así denomina don Antonio a tomar drogas), algo a lo que no estoy dispuesto en principio. Y eso que esta frase resulta motivadora: "Quien busque lo conocido no busca el conocimiento."

El ensayo sobre la eutanasia se puede resumir en esta frase: "No sé qué ofende más profundamente a la condición humana: creer que la eutanasia es un crimen contra lo divino, o creer que deriva de un entendimiento disminuido.
 
Los dos últimos ensayos son también estupendos, y realzan la figura de los glosados, hasta el punto de que he repescado "Auf den Marmorklippen", de Ernst Junger, que ya me habían recomendado, para su próxima lectura. Un aviso de Hofmann para los interesados en el LSD: "Hace falta tiempo para prepararse adecuadamente, y más tiempo aún para asimilar la experiencia." Él únicamente lo tomó 30 veces a lo largo de su vida, y fue quien lo inventó!
 
Como dije al principio, me ha encantado este libro de Escohotado. Gracias a él, la libertad ha iluminado facetas de nuestra vida sobre las que no había reflexionado mucho, en especial las relacionadas con la medicina y, en menor medida, las drogas. Recomiendo su lectura, y seguramente su re-lectura, dado es que bastante cortito.

martes, 16 de julio de 2019

Belle du Seigneur, de Albert Cohen

Leo esta novela siguiendo la recomendación de hace tiempo de un lector de este blog, que ya me avisaba de que estaba bien, pero era un poco rara. De lo que no me avisaba era de que es una novela muy, muy larga, y tanto más para ser una novela de amor (a las históricas se les perdona todo, no digamos a Juego de Tronos), unas 1100 páginas.

Se pueden distinguir tres partes más o menos diferenciadas. En la inicial, el foco está en Adrian Deume, el marido de Ariane. Dura hasta que comienza la relación entre ésta y el tercer protagonista de la novela, Solal. La segunda son los comienzos del romance y se centra sobre todo en Ariane y su ilusión. En la tercera parte, comienza la decadencia de la relación, y el foco se lo lleva Solal.

Sin ninguna duda, la primera parte es la mejor, a bastante distancia del resto de la novela. Y es así porque Cohen, quien al parecer era funcionario internacional, se dedica a hacer una sátira brutal de la vida de los mismos, en la figura del tal Adrian. Así, le contemplamos conspirando para promocionar, contando los días que trabaja al año, o los minutos que le quedan para salir de la oficina, con los entretenimientos para superarlos. Toda su preocupación es si el monóculo será una prenda adecuada para un funcionario tipo A, y en los momentos de desconsuelo se acuerda de que gana 10 veces de lo que ganaba todo un genio de la música como Mozart. Destaca una reunión de trabajo en que todo se discutía con grandes frases, la taquigrafa no entendía nada "porque era inteligente", y es al final el becario quien decide las conclusiones de la reunión. (Aclaro que Deume trabaja en la Sociedad de Naciones y que estamos en la Europa de los años 30).

Pero la sátira no se detiene en el trabajo, sino que alcanza también a la familia pequeño-burguesa de los Deume, en las escenas relacionada con la invitación a cenar a Solal (Solal está por encima del jefe de Adrian, así que la invitación busca facilitar su carrera funcionarial). En estos preparativos, brilla la madre de Adrian, sobre todo cuando la confronte el camarero que han contratado para llevar el servicio.

El caso es que Solal tiene claro que se quiere tirar a la mujer de Adrian, y utiliza su influencia para promocionarle y, sobre todo, mandarle en largas misiones al extranjero. De esta forma, consique que la Bella se quede sola y conseguir sus propósitos. En ese momento, Adrian y su familia desaparecen del mapa, y el interés de la novela empieza a decaer, pues se va a ir centrando en la vida amorosa de Ariane y Solal, y así va a estar durante el resto del libro, con ellos como protagonistas casi exclusivos.

Se alternan reflexiones, monólogos de los distintos personajes y escenas, algunas aburridas, otras de gran brillantez. Las reflexiones de Solal sobre la seducción y el amor son de un cinismo arrollador, confrontando la carne y el espíritu: dicen que tienes una sonrisa galante, y lo que quieren decir es que tienes todos los dientes; califica a las mujeres como "adoratrices de la gorillerie", de la fuerza sea física o social, y nos describe con todo lujo de detalles los pasos necesarios para seducir a una mujer.

En realidad, se los describe a Ariane, que se ve seducida de forma inmediata, y comienza la historia de amor. En todo caso, ya sabíamos lo que pensaba Ariane de su marido, pues dedica un monólogo a contarnos cómo es físicamente hacer el amor con él. Que nadie se engañe, aunque con buenas palabras y sin relamerse en los detalles, estamos ante un libro bastante pornográfico "Notez de plus que, bien qu'elle fasse avec notre seigneur l'affaire principale et les sauts dans le lit, elle lui a dit vous pendant toute l'entrevue du jardin." ("Notad además que, aunque ella hace con nuestro señor su negocio principal y los saltos en la cama, le trata de usted durante toda la entrevista del jardín").

Durante esta fase, se encuentran los momentos más líricos y hermosos de la novela, con algunos capítulos que son un verdadero poema en prosa, y que transmiten perfectamente la ilusión de Ariane en su papel de "Bella del señor" Solal. Destaca uno que usa como estribillo "Ainsi dit un qui fut jeune", y sobre todo la espectacular "Marche triomphale de l'amour". El contrapunto lo pone la criada Mariette con sus monólogos sin puntuar, y por eso, difíciles de seguir. Genial la calificación que hace de Adrien, "Cest rien que un cocu davance." ("No es más que un cornudo adelantado").

Pero poco a poco la ilusión se desvanece, y asume el protagonismo Solal, quien ya ha abandonado su cargo en la Sociedad de Naciones e incluso llega a perder la nacionalidad, tras lo cual "Il est sorti, et il a erré dans les rues, sans patrie et sans fonction, un Juif chimiquement pur." ("Salió, erró por las calles, sin patria ni función, un Judio químicamente puro"). Su estilo es realista, truculento, sin ilusión, cualquier cosa antes otra tarde con ella, aunque sin dejarla. La llega a acusar de usar los Conciertos de Brandenburgo para que no le oigan los "borborygmes" del estomago. Ni siquiera los viajes o las visitas le sirven de consuelo, como explica:
"Tous ces distingués qui s'intéressaient aux livres, aux peintures, aux sculptures, c'était en fin de compte pour en parler avec d'autres plus tard, pour amasser un stock d'impressions à partager avec les autres, les chers autres. Ce truc de l'art interdit aux isolés, il l'avait rabâché cent fois déjà."
 
Y con esta creciente desesperación, avanza y termina la novela, de una forma menos inesperada de lo que cabía esperar.
 
A mí de este libro me ha gustado mucho el principio, hasta que desaparece Deume del relato. Luego hay algunos hallazgos en que la lectura se reanima, pero van haciéndose más dispersos conforme se entra en la fase final. La lectura es dura: el libro es largo y en él hay numerosos capítulos de monólogo de los distintos personajes (Ariane, Solal, pero también Mariette, la criada) en que Cohen opta por no usar puntos, con lo que su comprensión se hace muy costosa. Hay quien considera a este libro un clásico del siglo XX; yo, por mi parte, prefiero no recomendarlo.

viernes, 12 de julio de 2019

The 10000 Year Explosion, de Gregory Cochran y Henry Harpending

Leo este libro porque, supuestamente, en él los autores refutan la teoría de que el ser humano no ha evolucionado desde su aparición en el mundo, algo que yo defendía en un artículo en el IJM, basándome en que con el hombre y el mercado han desaparecido en la práctica los crashes de recursos que necesita la evolución para funcionar.

Y, por supuesto que no consiguen refutarlo, claro. Algunos de sus argumentos podrían ser aprovechables, pero en la práctica lo que pasa es que son un poco tramposos. Primero, la mayor parte de sus tesis o propuestas se afirman en condicional, abusan mucho del condicional, a veces hasta anidándolo. O sea, que proponen una explicación para los eventos en términos de que hubiera sido posible, basándose en las propiedades de propagación de los alelos en los genes. Pero estas propiedades son meramente matemáticas, y lo importante es la causalidad. Me explico: es trivial establecer a qué velocidad se propaga un alelo con una ventaja selectiva (por definición, ratio del número de copias del alelo en una generación respecto a la anterior) del 25%, basta hacer las cuentas.
Lo interesante es entender por qué se produce esa ventaja selectiva, y en que condiciones se mantiene. Claro, sobre eso no entran.

Por otro lado, negar que el homo sapiens ha evolucionado desde su aparición original sería también absurdo. La existencia de razas es la prueba evidente, pero dicha prueba proviene del aislamiento de distintos grupos humanos. Por eso, en el momento en que se vence tal aislamiento, ya no se ha producido evolución como tal. Además, es también indiscutible que la primera de las condiciones para la evolución, la variación espontánea en los genes, se sigue produciendo, y ahora con mucha mayor variedad que en el pasado, al existir varios miles de millones de sujetos en el mundo. Pero sigue faltando la otra parte, la del crash de recursos para filtrar aquellas variaciones que mejor se adaptan al entorno. Y que no haya crash de recursos es por razones artificiales, esto es el mercado y la intercambio.

Así pues, sí que hay un momento en que la especie humana se ha quedado congelada como tal, aunque no sea exactamente en el de su primera aparición en el mundo, sino posiblemente aquel en que fueron capaces de generar recursos suficientes para sobrevivir todos. En otras palabras, la evolución se puede detener también en caso de un entorno cambiante, la existencia de un entorno estático no es condición necesaria. De hecho, el ser humano ha mostrado ser la única especie con capacidad de adaptación a cualquier entorno, sin tener que variar genéticamente, gracias a la innovación.

Con esto en mente, la propuesta de los autores de tratar de explicar la historia humana través de la genética, pierde considerable interés y aplicabilidad. Sigue siendo válida para tiempos prehistóricos, como por ejemplo para explicar la desaparición de otros homínidos en competencia con el homo sapiens. Incluso se puede aceptar que hubo fuerzas evolutivas cuando se introdujo la agricultura, pero es que en esos momentos se seguían produciendo crash de recursos. Es claro que si pasas a tener abundancia de recursos para los que solo un % de la población está genéticamente preparado, la otra parte de la población sigue sujeta al crash de recursos, y en el fondo se va a producir una "selección" (más que evolución) de forma rápida de los primeros genes que de los segundo.

De los puntos históricos que desarrollan, el único que me ha parecido convincente tiene que ver con la Conquista de América. En efecto, yo aquí tendía a buscar causas meramente institucionales o culturales en la superioridad de los españoles sobre los amerindios, como de hecho lo suscribiría respecto a otros países europeos de la época.

Sin embargo, la tesis sostenida por Cochran-Harpending es más verosímil, habida cuenta de la radical diferencia de efectivos, y eso aunque se buscaran aliados. De hecho, es coherente con lo pasado en África, donde los europeos no han conseguido nunca el grado de colonización o conquista logrado en América.

Ellos postulan que gran parte de lo sucedido se podría explicar por la superioridad genética de los europeos respecto a los amerindios en resistencia frente a las enfermedades. Y explican muy bien el caso de evolución separada en América y Eurasia. Esto tiene sentido porque la evolución se produjo de forma aislada, y, sin llegar a separarse como especie, la resistencia a estas enfermedades pudo ser necesaria en el continente europeo y no en el americano. Lo mismo se puede decir con respecto a África, donde en este caso la superioridad genética corresponde a los africanos, más resistentes a enfermedades como la malaria.

Las demás instancias que cuentan son mucho menos convincentes, cuando no directamente ridículas. Todo el espacio que dedican a los Ashkenazy me parece de risa. Decir que los judios han evolucionado en inteligencia desde tiempos de los romanos y los griegos porque no hay registros de que en esta época fueran especialmente listos, me parece patético. Por otro lado, el rasgo a que imputa su superioridad genética, la inteligencia abstracta, no ha sido precisamente el más adecuado para facilitar la supervivencia o la reproducción, ni siquiera creo que lo sea ahora. Estamos hablando del sabio loco, despistado, que necesita alguien que le ancle al mundanal terreno. ¿Cuántos hijos tuvo Einstein?

Otro de sus momentos estelares es cuando nos dicen que los cazadores-recolectores eran tenían que trabajar menos que los sedentarios-agricultores. Como estos por la agricultura fueron cada vez más ricos, tendían a reproducirse más y dieron preeminencia a determinados rasgos genéticos como ser egoísta, trabajador y disciplinado. Por cauces similares transcurren los razonamientos según la cual
"biological changes in cognition and personality played a key role in the birth of the industrial and scientific revolutions.". 
 
Sinceramente, creo que la idea de Cochran y Harpending no era mala, pero ya está agotada. No creo que encuentren muchos eventos más en la historia moderna que se puedan explicar con la genética, y no habrá ninguno más en el futuro. Solo sería de aplicación para explicar sucesos entre grupos incomunicados durante miles de años, pero, a menos que algún antecesor haya sido llevado en asteroide a algún planeta lejano, no quedan ya instancias relevantes en el mundo.

El libro, por lo demás, es un verdadero truño de leer, entre sus derivaciones estadísticas y sus citas técnicas de alelos y genes. Lo único que tiene a su favor es que no es largo, y ni siquiera tanto como parece, pues el 35% del espacio se dedica a citas, un glosario y un índice por materias, que no son material de lectura.

miércoles, 3 de julio de 2019

Voces de Chernóbil, de Svetlana Alexievich

Tras quedarme aterrorizado y disfrutar con el blockbuster de HBO, no pude evitar interesarme en el libro en que se basan gran parte de sus tramas, y en su autora, la premio Nobel bielorrusa Svetlana Alexievich. Así que aquí estoy comentando un poco este Voces de Chernóbil. del que la serie saca alguna de las "tramas".

El libro sigo un estilo propio de Alexievich y cuya creación como género literario sea posiblemente la explicación de su Nobel. Se trata de un libro compuesto por testimonios de afectados por Chernóbil, normalmente en monólogo, aunque también a veces de forma coral (correspondiendo a entrevistas de grupo). Y ya está. La autora no nos proporciona ni opinión, ni análisis, simplemente refleja lo que ha surgido en la entrevista con los verdaderos protagonistas del libro. Únicamente, y muy puntualmente, acota sus palabras con algo que está haciendo (por ejemplo, para informar de que se ha indignado al decir algo).

Así las cosas, la lectura del libro comienza con mucho interés. El primer capítulo se corresponde precisamente con la peripecia de la esposa del bombero, que se desarrolla hasta extremos desagradables en la serie. Y así nos vamos adentrando en un mundo de testimonios que, siendo todos interesantes, tienen el grave defecto de ser repetitivos. Claro, hay solo un determinado número de pensamientos y sentimientos que lo de Chernóbil pueda suscitar, y los entrevistados tampoco son (en general) filósofos, sino gente normal que te cuenta su vivencia sin mucha reflexión. Así pues, ese es el gran defecto de este libro: lees y lees testimonios, para rara vez aportan algo que no hayas leído en alguno anterior. Y eso a mí me resulta aburrido. Como muestra, diré que el último capítulo es paralelo al primero: otra señora que te cuenta la degradación y muerte de su marido, en este caso uno de los liquidadores. Siendo el primero un testimonio esencial, este segundo no aporta realmente nada, salvo el mensaje de que no solo una mujer sufrió la pérdida de su marido, sino que fueron muchas.

Una constante en muchos de los testimonios es la constante comparación con la Guerra, que parecen haber vivido muchos de los entrevistados. Y es que no entendían cuál era el problema: el sol seguía brillando, la tierra seguía cultivándose, todo parecía igual. Nadie amenazaba su vida ni la propiedad, no había soldados, ni explosiones, y sin embargo había que hacer lo mismo que hicieron en la guerra. En palabras de una niña, "Todo parece normal pero hay que irse."

También llaman la atención los chistes que muchos de los entrevistados cuentan sobre Chernóbil. Incluso en una situación tan extrema, el humor sigue campando, quizá la mejor defensa psicológica cuando ocurren estas cosas. O quizá porque realmente nadie era consciente de lo que estaba pasando, pero vamos primero con un par de chistes. Ahí quedan:
«¡Compren mis manzanas! ¡Manzanitas de Chernóbil!». Y alguien le recomienda: «Mujer, no digas que son de Chernóbil. Que nadie te las comprará». «¡Pero qué dices! ¡Las compran y cómo! ¡Unos, para la suegra; otros, para su jefe!».
"Después de Chernóbil se puede comer de todo; pero has de enterrar tu mierda en una caja de plomo."

Porque lo que sí está claro es que la información se había ocultado deliberadamente, eso lo recogen casi todos los testimonios. Al menos, se les había ocultado a los bielorrusos, pues aunque la catástrofe fue en Ucrania, posiblemente el país más afectado en términos relativos de los tres, fue Bielorrusia, por su tamaño y por estar muy cerca de Pripiat. Por ejemplo, nos dicen que desaparecieron de bibliotecas y librerías todos los libros sobre radiaciones. O que les parecía imposible que en estos tiempos de Gorbachov se les mintiera:
"Un engaño tan increíble, semejante cantidad de mentiras asociadas a Chernóbil en nuestra conciencia, solo había podido darse en el 41. En los tiempos de Stalin."
Vasili Nesterenko, ex director del Instituto de Energía Nuclear de la Academia de Ciencias de Belarús, nos dice que llamaba "por los canales gubernamentales y, sin embargo, las líneas ya están bajo control. En cuanto empiezas a hablar sobre el accidente, el teléfono se corta al momento."
Y así todo: los liquidadores se estremecen cada vez que nos cuentan como los paisanos y los niños seguían como si tal cosa. Jugando con la arena, bañándose en el río y comiendo salchichón, un huevo..."Los pasamos por los rayos X: no eran alimentos, sino residuos radiactivos.". Horroroso.
Pero es que todo tenía que seguir igual. Los planes de producción no se tocaron (recordemos, URSS, planificación central), no se podían tocar pues hubiera salido la verdad a la luz. Pero es que los jerifaltes soviéticos "tenían más miedo de la ira que les podía llegar desde arriba que del átomo."

Y, como siempre, en estos momentos sale lo mejor de la naturaleza humana, pero también lo peor. "El mecanismo del mal funcionará incluso en el Apocalipsis. Eso es lo que comprendí. La gente sigue yendo con sus chivateos, sigue haciendo la pelota a los de arriba para salvar su televisor o su abrigo de piel. Incluso ante el fin del mundo, el hombre seguirá siendo el mismo, igual que es ahora." O sea que de solidaridad entre los trabajadores, nada de nada. Mientras a la gente la tenían sin informar, los prebostes protegían a sus familias.
Me gusta la frase irónica de uno de los liquidadores: "Desde el punto de vista de nuestra cultura, pensar en uno mismo es una muestra de egoísmo. Algo propio de los pobres de espíritu. Siempre encuentras algo que está por encima de ti. De tu vida."

Termino con algunas perlas halladas en las declaraciones de los entrevistados, que no por ser gente del pueblo tienen menos posibilidades de ser líricos.

Esta la dice una chica habitante en una de las aldeas de Bielorrusia y que trata de reconstruir su vida: "Me casé. Yo no sabía que aquí no podíamos amarnos.

Y esta se la plantea un fotógrafo: "¿Por qué me he hecho fotógrafo? Porque me faltaban palabras".

Finalmente, una frase magistral, aunque esta creo recordar que es de un historiador, por lo que tiene menos mérito: "Las ruedas del carro se hunden en el barro, pero, en cambio, hemos logrado atrapar al pájaro de fuego."