lunes, 29 de julio de 2019

El bosque oscuro, de Liu Cixin

Se trata de la segunda parte de la trilogía de los Tres Cuerpos del autor chino. Hace tiempo leí la primera de las partes, sin causarme especial entusiasmo. No obstante, la recomendación de un compañero ha hecho que le diera otra oportunidad al autor y me leyera esta segunda parte. Respecto a la primera, la leí en traducción al inglés, pese a existir una directa al español, error que no he cometido esta vez: la he leído en nuestra lengua materna.

En cuanto al contenido, hay cosas que mejoran y cosas que empeoran. La trama general me parece más interesante, aunque sigue manteniendo un gran nivel de ingenuidad, especialmente aparente en los planos diálogos. A cambio, no hay apenas visiones científicas como las que tanto me impresionaron en la primera entrega; es más, el autor cambia de ciencias objetivo y parece centrarse más en hacer ciencia ficción sobre psicología y sociología. Vaya lo uno por lo otro.

Formalmente, existen grandes paralelismos con uno de los clásicos del género, la serie Fundación de Isaac Asimov. Así, prácticamente no se narra acción directa (hay excepciones precisamente en los momentos estelares) y de casi todo nos enteramos por diálogos o pensamientos de los protagonistas. Idénticamente, las distintas partes de la obra se estructuran en episodios en tiempo muy concreto, separados por grandes espacios de tiempo durante los que ocurren cosas, que luego se cuentan retrospectivamente. A esto ayuda que los personajes puedan hibernar. Por si fuera poco, el eje de la novela es la disciplina llamada "sociología cósmica", de la que Luo Ji, el protagonista, es destacado practicante; la referencia a la psicohistoria de Fundación es más que evidente. Por último, uno de los protagonistas entrará en contacto con Al Qaida, y el autor no tendrá reparos en explicarnos que lo hace, en parte, porque el nombre en chino de Al Qaida coincide con el titulo de la obra de Asimov (!).

No contaré mucho de la historia, porque el riego de spoilers en grande. Baste decir que, en presencia de los sofones enviados por los trisolarianos (en la primera parte), la investigación científica básica ha dejado de ser posible para los humanos, y que además cualquier comunicación entre estos es espiada por sus enemigos. En estas condiciones, la ONU decide seleccionar cuatro "Vallados" con el cometido de diseñar una estrategia de defensa, que solo podrá estar en su mente para evitar que los trisolarianos la conozcan. Estos, a su vez, encargarán a unos "Desvalladores" el descubrimiento de esas estrategias ocultas. Huelga decir que algunos de los mejores momentos del libro nos los proporciona este descubrimiento en la confrontación Vallado-Desvallador.

En cuanto a la sociología cósmica, resultan interesantes sus axiomas y dos conceptos importantes, según se nos dice desde el mismo principio del relato. Por si alguien quiere dedicarse a la disciplina, ahí dejo axiomas:
1) La necesidad primordial de toda civilización es su supervivencia. 
2) Aunque las civilizaciones crecen y se expanden, la cantidad total de materia del universo siempre es la misma. 
Y los dos conceptos: “cadenas de sospecha” y “explosión tecnológica”.
Sorprendentemente, todos ellos se justificarán en el desenlace final, aunque no se les preste demasiado atención en el resto de la obra.

Y también me ha resultado sorprendente el aroma anarcocapitalista que desprenden algunos momentos de la obra, algo que no detecté en la primera entrega. ¿Será que Liu Cixin se esté haciendo más sabio? Aunque en los momentos iniciales, y con la disculpa de que uno de los vallados, Manuel Rey Diaz, sea un sucesor inventado de Hugo Chávez, nos endosa un posible éxito del Socialismo del Siglo XX en tal país, es una falsa alarma. Contra ello tenemos frases como esta del protagonista "Los políticos como usted mencionan a la humanidad en cuanto les hace falta, pero yo solo veo individuos.". O esta discusión al respecto del derrotismo:
"Este derrotismo se origina en la veneración a la tecnología y el completo menosprecio al papel que desempeñan en la guerra la iniciativa y el espíritu humanos. Es consecuencia de ese tecnotriunfalismo y esa concepción de la guerra que circula desde hace unos años, según la cual la victoria se decide, tan solo, en función de las armas disponibles."

Aunque mi momento preferido ocurre cuando unas naves escapan para el Universo y debaten de qué forma organizarse socialmente. Así, reflexionan que "Seguir con vida no es suficiente para garantizar la supervivencia. La mejor forma de garantizarla es el desarrollo." y "Nave Tierra va a requerir nuevas ideas e innovaciones brillantes, cosa que solo se puede lograr en una sociedad que respete la libertad y el individuo." Esto les llevará incluso a rechazar la democracia como forma organizativa!

Como ya he dicho, en esta entrega Cixin no se centra tanto en la ciencia ficción sobre física como hizo brillantemente en la primera entrega. No obstante, hay un par de cosillas. Por un lado, la definición del llamado "estado abisal", que permite a los humanos sobrevivir a aceleraciones y desaceleraciones cósmicas. Y, por otro lado, la utilización de la energía nuclear fuerte para construir una superficie absolutamente lisa, incluido a nivel picoscópico. Ese objeto resultaría indestructible en el sistema Solar.

Rescato asimismo uno de los raros momentos irónicos que tiene el libro (estos chinos....), y es cuando en una discusión entre científicos, uno le dice al otro: "¡Eso no es ciencia ficción, sino fantasía!". Y también hay alguna frase lírica, más abundantes que las irónicas: "¡No me digas dónde estamos! En cuanto uno lo sabe, el mundo se vuelve tan estrecho como un mapa. En cambio, cuando no lo sabes, el mundo se expande hasta que parece no tener límite."

El libro me ha resultado entretenido. Tiene algunas ideas originales, y la trama está mejor construida que en la primera parte, por lo que su lectura se hace más absorbente. No obstante, es un libro largo para lo que aporta, y la ingenuidad de muchos episodios lo hace un poco insoportable. La verdad es que no sé si seguiré con la tercera parte: no parece necesario, porque termina de forma satisfactoria, así que no siento especial compulsión a hacerlo.

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