miércoles, 17 de julio de 2019

Retrato del libertino, de Antonio Escohotado

Impresionante este librito del señor Escohotado, que se ha ganado con él mi fidelidad y compromiso de leer todo lo que pille de su autoría. Ya me gustó mucho sus "Enemigos del Libre Comercio" y eso que partía con puntos negativos tras haber asistido a una charla suya que no me resultó nada convincente. Con este conjunto de ensayos me ha ganado porque proporciona una perspectiva muy original sobre algunos puntos que yo tenía poco reflexionados, y lo hace desde una perspectiva muy libertaria.

Se trata de siete ensayos, el primero de los cuales es homónimo del libro. Todos tienen en común la relación de cuerpo y espíritu. Sucesivamente tratará sobre el sexo, la medicina, la ludopatía, las drogas y la eutanasia. Los últimos dos los dedica a las personas de Ernst Junger y Albert Hoffman (el inventor del LSD), a quienes tuvo oportunidad de entrevistar personalmente.

El primero de los ensayos es el más largo y principal del libro. En él se basa en una obra de autoría desconocida ("My private Life") para defender su visión del sexo. La citada obra es el diario del libertino (así que el libertino no es Escohotado), un tipo que se tiró a unas 2000 mujeres durante su vida, y que lo cuenta con cierto lujo de detalles. Escohotado aprovecha esta narración para defender el sexo como una fuente de placer, ni más ni menos, y que preferiblemente no debe corromperse con el amor, aunque sea difícil. "Sin pretensiones explícitas de filosofar, My Secret Life propone algo tan difícil como no sufrir más de la cuenta el mal de amores, y consuma ese atrevimiento mostrando día tras día, década tras década, cómo un individuo se enfrenta a los temibles demonios de la carne con la cabeza fría y el corazón caliente."

Escohotado complementa esta experiencia masculina con la de un diario de una fémina similar, una tal Guillermina, que llega a afirmar "el fin de la naturaleza es la voluptuosidad, no la perpetuación de alguna especie", lo que indica "hasta qué punto nuestra específica evolución ha creado autonomía individual en vez de obediencia colectiva". Y es que  "la voluptuosidad sexual es una conquista evolutiva propia de seres libres."

Su conclusión es que no hay motivos para reprimir la libertad en el ámbito sexual, como desde diversas instituciones se ha hecho históricamente y se trata de seguir haciendo (como siempre, Escohotado no puede evitar mostrar su anticlericalismo, aunque quizá con más razón esta vez). Y, desde otro punto de vista, que "La capacidad de gozar está en función del deseo de gozar, de la franqueza con la cual se persigue: querer es poder allí.", lo que niega la existencia de impotentes y frígidas.

Aunque este primer ensayo es ciertamente provocador, era algo que me esperaba. No así con los siguientes, empezando por el dedicado a la medicina. Aquí empieza afirmando que todas las dolencias son psicosomáticas, y recoge diversos ejemplos de enfermedades que se han considerado mortales en uno u otro momento. Según él, gran parte de su mortalidad se debía, de alguna forma, a la presión social que debilitaba la voluntad del enfermo. Escohotado habla incluso de "la toxicidad del diagnóstico en sí". Y termina diciendo que "no es aventurado suponer que el negocio de la enfermedad irá descubriendo plagas incurables cada una o dos generaciones". Vamos, que esto de la medicina no es más que un negocio, y que la cura de nuestras dolencias tiene más que ver con nuestra mente que con nuestro cuerpo.

Respecto al análisis de la ludopatía básicamente prosigue el razonamiento anterior, aunque tiene oportunidad de señalar una deliciosa paradoja que justifica por qué en Estados Unidos no se ha usado el juego como fuente de ingresos para el Estado: "O eran malas costumbres, y el Estado se convertiría en cómplice suyo tan pronto como cobrara un peaje, o eran actos librados a la discrecionalidad  subjetiva, en cuyo caso todo gravamen constituiría abuso."
 
En cuanto a las drogas, aparte de lo esperado (que su consumo debería ser libre), me resultan nuevos los argumentos. Y es que, según Escohotado, no se ha demostrado la neurotoxicidad de las mismas (entiendo que de muchas de las prohibidas), algo verificable científicamente, por lo que se acude a su supuesta psicotoxicidad para prohibirlas. Para Escohotado, el valor de las drogas estriba "en que diagnostican nuestro grado de contacto con la alegría, entendida como una suma de arrojo, dulzura y lucidez". Supongo que para entender lo que quiere decir habría que "viajar" (así denomina don Antonio a tomar drogas), algo a lo que no estoy dispuesto en principio. Y eso que esta frase resulta motivadora: "Quien busque lo conocido no busca el conocimiento."

El ensayo sobre la eutanasia se puede resumir en esta frase: "No sé qué ofende más profundamente a la condición humana: creer que la eutanasia es un crimen contra lo divino, o creer que deriva de un entendimiento disminuido.
 
Los dos últimos ensayos son también estupendos, y realzan la figura de los glosados, hasta el punto de que he repescado "Auf den Marmorklippen", de Ernst Junger, que ya me habían recomendado, para su próxima lectura. Un aviso de Hofmann para los interesados en el LSD: "Hace falta tiempo para prepararse adecuadamente, y más tiempo aún para asimilar la experiencia." Él únicamente lo tomó 30 veces a lo largo de su vida, y fue quien lo inventó!
 
Como dije al principio, me ha encantado este libro de Escohotado. Gracias a él, la libertad ha iluminado facetas de nuestra vida sobre las que no había reflexionado mucho, en especial las relacionadas con la medicina y, en menor medida, las drogas. Recomiendo su lectura, y seguramente su re-lectura, dado es que bastante cortito.

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