viernes, 19 de julio de 2019

Barcelona, la ciudad que fue, de Federico Jiménez Losantos

Aprovecho la reedición de este libro de FJL para hacerme con él y leerlo. Según el propio autor, es su libro mejor escrito, y tampoco tienen mala opinión de él algunos otros amigos.

Lo que me he encontrado es un libro bastante extraño, que empieza de una forma más interesante y amena, y termina como un libro típico de FJL, esto es, repartiendo estopa, en este caso al nacionalismo catalán. ¿Qué me esperaba? Pues un libro algo costumbrista, en que se describiera cómo era la vida en la Barcelona de los 70, la que conoció de primera mano el autor. Y aunque algo de esto hay, es muy poco. Alguna escena costumbrista se encontrará el lector, pero sobre todo se trata de una narración de la vida del autor durante esos años. Así que no estoy de acuerdo con que este sea un libro "de la ciudad, la cultura y la libertad que el nacionalismo destruyó, no el de los que la destruyeron.", como dice Losantos. El protagonista del libro es él, él, y un poco sus amigos.

El estilo inicial es muy similar al de la típica novela de saga o de juventud, estilo Delibes. Losantos nos cuenta su llegada a Barcelona, cómo conoce a sus amigos, cómo se hace comunista (y luego se deshace) y cómo colabora con el PSUC. Nos cuenta dónde vivía, con quién salía, qué pelis veía, qué canciones escuchaba (reproduciendo en muchos casos la letra, típico recurso Losantiano para incrementar el volumen de sus narraciones) y sus inquietudes pictóricas y en general artísticas. Este es un punto en el que yo hubiera agradecido alguna aclaración, la conexión entre arte y pintura, y política. Nos cuenta también las revistas que trató de fundar y en concreto las peripecias del Diwan. Es enternecedor esa época de su vida que le da por recoger cosas que encuentra en la calle, "donde no hallábamos la basura de los demás, sino pequeños tesoros de desecho con los que no siempre nos atrevimos a amueblar nuestros sueños."

Pero poco a poco esta novela de juventud se va amargando. El primer atisbo nos lo da con llegada de Josep Tarradellas a la Generalitat, con un análisis detallado de su alocución inicial y de lo que ello suponía para la libertad en Cataluña, en comparación con lo que iba a llevar a cabo el megavillano de este libro, que no es otro que Jordi Pujol. 

A partir de aquí, FJL refleja su desencanto y decepción, empezando por los políticos de la izquierda: "en 1976, antes de llegar la democracia, una de las dos lenguas de Cataluña, el castellano, estaba condenada por la izquierda a la marginación, y el catalán, a convertirse en una herramienta de poder ilimitado y de exclusión social limitada, sobre todo, a esas clases populares que la izquierda debía defender." La lucha contra el franquismo y por la libertad había triunfado, para traducirse en la desaparición de la libertad lingüística en Cataluña y la "identificación de la izquierda con la política cultural del nacionalismo". 

Eso le llevará a una lucha militante que empieza, casi de forma inesperada, con la publicación de su libro "Lo que queda de España". De hecho, empieza antes, con la polémica sobre su publicación por la editorial que se lo había encargado. Dicha lucha se prolongará con una breve participación en política (en el PS de Aragón) pero en el que "Acostumbrados a la militancia antifranquista, Javier y yo nos encontrábamos con una política totalmente distinta, en la que la financiación, la propaganda y los acuerdos entre bambalinas eran esenciales, tres asuntos en los que nosotros ni sabíamos ni podíamos entrar", con la redacción y firma en el Manifiesto de los 2.300, y culmina con el atentado que sufre a manos de Terra Lliure y que se salda con un tiro en la pierna ( y menos mal). 

Lo que más me ha sorprendido de este parte es el papel de El País, que originalmente estaba con las tesis de FJL que de defender la libertad lingüística. De hecho, sin El País no se hubiera producido el fenómeno que dio notoriedad al libro. Sin embargo, posteriormente se desmarcará de estas posiciones para volverse contra Losantos, en paralelo (según éste) a su interés comercial por entrar en Cataluña. 

Esta parte es bastante peor que la anterior, más conocida, y en ella Losantos vuelve a abusar de ese recurso de fusilar textos previos. Por ejemplo, el Manifiesto antes citado, diversos editoriales... Sin embargo, resulta fundamental para comprender las fobias y manías de Losantos, y por eso es muy recomendable. Y es que Losantos, sin utilizar un estilo épico ni grandilocuente, queda retratado como un verdadero héroe de la libertad. E insisto en el matiz de "queda retratado", podía haber dicho "se retrata".

FJL defendió sus convicciones en todo momento. Primero, luchando por la libertad contra el franquismo, metiéndose en actividades ilegales y en ideologías que no le convencían, y, después, luchando por la libertad lingüística en Cataluña. En ambos casos, sobre todo en el segundo, tuvo que pagar el precio; no le dio miedo pagarlo. Y no hablo solo del atentado, también de los linchamientos personales e intelectuales que tuvo que sufrir, que pudo resistir gracias en parte a no sentirse solo, "sentirte arropado por los tuyos, por una tribu, por una petita patria".

A mí Federico siempre me ha parecido un rompeolas por la libertad. Gracias a tipos como él, la servidumbre encuentra obstáculos en su camino. Son pocos, pero meritorios, y muchos liberales/libertarios algo más cobardes, gracias a él, podemos quedarnos escondidos con nuestro miedo. Sin embargo, es ley de vida que en algún momento nos deje: ¿habrá alguien dispuesto a coger el relevo?

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