Otro ensayo relacionado con la psicología, el cuarto en el último mes. Es como si me quisiera terminar la serie a toda velocidad; sin embargo, me temo que aún me queden muuuuchas temporadas.
Esta referencia no recuerdo muy bien de dónde la saqué, pero no viene de mis lecturas recientes, aunque por tema esté cercana y de hecho cite bastante a Haidt.
Su planteamiento es atrayente: las personas tenemos mecanismos de autoengaño que se han desarrollado evolutivamente, puesto que en algún momento de nuestra historia evolutiva, han ayudado a la supervivencia de aquellos que los poseían frente a los que carecían de ellos. El objetivo de libro es analizar hasta qué punto estos mecanismos psicológicos están influyendo en el funcionamiento de nuestras instituciones sociales y si podría explicar algunos de sus defectos, con la consecuencia lógica de poder subsanarlos al identificar la raíz del problema. Este lo ilustran en el capítulo introductorio con el ejemplo del coste de la sanidad, que según los autores es muy superior (a nivel individual) al que racionalmente tiene sentido. Esto lo comparan con el tiempo que los chimpancés dedican a limpiar su piel, en relación con el tiempo que dedican a limpiar la de otro chimpancé superior en la jerarquía, asumiendo que es eficiente el tiempo que dedican a sí mismos.
El libro se estructura en dos partes: la primera se dedica a describir los mecanismos psicológicos y evolutivos que pueden explicar el autoengaño; la segunda, se supone que trata de aplicar tales teorías para explicar el funcionamiento de una serie de instituciones (como la religión, la política, la educación, arte, caridad, consumo y, por supuesto, medicina).
Pues bien, tenemos una primera parte bastante buena, y, por el contrario, una segunda que es lamentable y poco digna de mención; su nivel rara vez supera el de charla de café. Así que como tampoco es plan de hacer sangre, me limitaré a recomendar no leer desde el capítulo 10 en adelante. En los nueve primeros, tres de los cuales se han incluido en la segunda parte no sé por qué (risa, conversación, lenguaje corporal), sí hay muchas cosas interesantes y el libro tiene un excelente nivel. Vamos con ello.
El primer objetivo es tratar de entender porque el autoengaño puede resultar en una ventaja para los individuos, respecto a los que no los "disfrutan". El razonamiento seguido por los autores para explicarlo me parece impecable. El punto de partida es distinguir retos del ecosistema (tener que cazar para comer) de retos sociales (ser el más prestigioso dentro del grupo). Nuestro cerebro ha evolucionado de la forma en que lo ha hecho, dejando atrás el de todas las demás especies, en una competencia entre los individuos de la misma especie. Como dicen los autores, a menudo el principal competidor de una especie es ella misma; estupendo el ejemplo de los Redwood como explicación ilustrativa del fenómeno: los Redwood son tan altos, mucho más que otras especies de árboles, precisamente porque han tenido que crecer unos contra otros.
Así pues, el cerebro habría crecido hasta nuestro nivel actual debido al juego social, que los autores estructuran en tres ramas: sexo, prestigio y política-coaliciones. La posibilidad de triunfar en cualquiera de ellas habría exigido una afinada capacidad para detectar la mentira, más en general, para valorar la personalidad de las otras gentes con qué tratamos, tratando de responder a la pregunta de si nos podemos fiar de él.
En este ámbito, los autores introducen el concepto de señal, indicios que tenemos que dar sobre nuestro carácter o actitud a terceros, y que suponen un cierto consumo de recursos. A mayor consumo, más importancia tiene la señal. Las señales pueden ser honestas o engañosas, según reflejen fiablemente o no al emisor. Las señales son un aspecto muy importante de nuestra relación social (ver por ejemplo el principio del handicap) y los autores llegan a afirmar que "the deeper logic of many of our strangest and most unique behaviors may lie in their value as signals."
A partir de aquí, los autores se refieren a las normas que se dan los grupos humanos para su convivencia, y el gran beneficio que se puede obtener de hacer trampas. La disyuntiva filantropía-free rider, con la que siempre se tropieza a uno a la hora de explicar comportamientos de grupo. La cuestión es que hacer trampas entre seres humanos, recuérdese, con un cerebro que se ha desarrollado para la detección de mentiras, es extremadamente complicado. Uno de los conceptos manejados en este capítulo es el de "common knowledge", conocimiento común, que nosotros tenemos, que sabemos que los otros tienen, y los otros saben que tú sabes que ellos lo saben.
Llegados a este punto, ya parece fácil el paso final. Dados los beneficios de hacer trampas sobre las normas sociales, y la gran dificultad de engañar, parece que el cerebro evolucionó para darnos mecanimos de autoengaño, precisamente para facilitar ese engaño: "We hide reality from our conscious minds, the better to hide it from onlookers.” o "the more fervently we believe something, the easier it is to convince others that it’s true."
Como es evidente que el autoengaño puede tener también algunas desventajas para sobrevivir, los autores nos muestran la evidencia empírica que demuestra que es perfectamente para el cerebro mantener representaciones cercanas a la realidad (en algunos módulos) a la vez que otras partes del mismo están engañadas. Aportan algunos experimentos ciertamente interesantes al respecto. Por fin, en el último capítulo de la primera parte, nos muestran algo que ya nos contaba Haidt en The Righteous Mind, y es que somos muy buenos para inventar razones que justifiquen nuestras acciones (jinete y elefante, aunque no el mismo del título de este libro).
A continuación, los autores tienen fuelle para hacer tres capítulos interesantes, a medio camino entre análisis de psicología y el institucional que tienen por objetivo. Uno lo dedican al lenguaje corporal, pero son bastante mejores el que dedican a la risa y el siguiente a la conversación. En el primero encontraremos una explicación psicológico-evolutiva de la risa (señal para indicar que estamos en modo de juego o de simulación; no olvidemos que en los mamíferos el juego es necesario para completar la madurez), de la que luego se derivará otra para el humor.
El capítulo dedicado a la conversación es más arduo, pero igualmente interesante. En el análisis diferencia el papel del oyente del del hablador, y sus estructuras de costes en este ámbito. Tras el análisis, los autores concluyen que el objetivo de la conversación no es tanto el intercambio de información (si fuera así, tenderíamos a preferir escuchar que hablar), como la obtención de prestigio para el juego social. Discutible, pero al menos bien argumentado.
A partir de este punto, el libro entra en barrena a toda velocidad. Al principio de te coge de sorpresa: en el capítulo dedicado al consumismo ya me empezaban sonar extrañas algunas afirmación, para aún tenía un contexto de credibilidad para los autores. Sin embargo, en el de Arte ya se me cayeron las escamas de los ojos, y decidí que lo que estaban diciendo ahí no pasaba de conversaciones de café. Se nota además mucho porque pasan a ser sus opiniones y desaparecen referencias externas soportando tales aseveraciones.
A partir de aquí, los capítulos me los leí con desgana y por completitud, ya derrochada la credibilidad que los autores habían conseguido en la primera parte. No voy a entrar al detalle ni fino ni grueso, porque no merece la pena y ya llevo mucha entrada, con cosas que además sí me han parecido interesantes. Dejo solo un botón ilustrativo: el capítulo 13, de Educación, se dedica a argumentar que el sistema educativo no busca tanto la educación de los niños, como su certificación (obtención de un título), la propaganda del Estado y la domesticación. Vaya descubrimiento. Más grave aún es que apenas relacionen tan "escandoloso" descubrimiento con la teoría psicológica que nos han contado anteriormente.
En conclusión, no me ha parecido un mal libro, pero hubiera sido mucho mejor si sus autores lo hubieran acabado en el capítulo 9.
lunes, 25 de noviembre de 2019
jueves, 21 de noviembre de 2019
House of Lies, de Martin Kihn
Llego a este libro obviamente a partir de la serie homónima, que vi hace unos años. Me ha costado dar con el libro y por eso he tardado tanto en leerlo, pero me interesaba enormemente, como prueba que haya estado tantos años a su caza y captura.
¿Por qué? Pues porque la serie es una sátira-parodia-crítica del mundo de los consultores estratégicos. Y como uno ha trabajado en el tema y lo conoce de primera mano, me parecía muy buena idea esta sátira. Además, si el libro había conseguido el salto a serie, entonces, deducía yo, tenía que merecer la pena. O sea, risas aseguradas a costa de la consultoría estratégica.
Por supuesto, el hecho de que me costara tanto hacerme con el libro por cauces informales es un buen indicio de lo que cabía esperar del libro, como el de que no haya sido traducido. En efecto, la serie, sin gustarme demasiado, lo único que parece haber hecho es coger el título del libro y el concepto, y a partir de ahí inventarse personajes e historia. Apenas hay coincidencias, si alguno, entre lo que cuentan una y otro. Y donde más conspicua es la diferencia es en el tema del sexo, una constate en la serie desde la primera escena, y sin aparición apreciable en el libro.
Dicho lo cual, ello no tiene por qué suponer demérito del libro. Yo esperaba una narración costumbrista de la vida del consultor estratégico abordada desde la burla. Y algo de eso hay, por supuesto, pero relativamente poco y relativamente poco gracioso. Quizá mi problema sea que no me hace gracia por conocerlo desde dentro. Me explico, quizá a alguien que no lo conozca le puedan hacer gracia determinadas cosas por no conocer las razones por las que eso ocurre. Pero si las conoces, pues lo único que te llega es una descripción de la vida corriente del consultor. Sin más. Nos cuenta su entrevista de trabajo (con su empresa y también la que tuvo con McKinsey, generalmente reconocida como consultora líder en el mercado), su primer proyecto, algún curso de formación, y también algún conflicto con el cliente.
Aunque trata de poner "punch lines", la cosa no le funciona. La narración es amena, pero no especialmente graciosa. Quizá el momento mejor sea en el que te cuenta la rutina de todos los lunes para llegar al cliente: el madrugón, el viaje en avión, el coche alquilado (impagable ese momento en que el equipo de consultores tiene que distinguir cuál de todos los coches del mismo modelo es el de cada uno) y la llegada al sitio del cliente sin tener ni idea de cuál es el objetivo del proyecto. Eso sí, ya van retrasados cuando empieza el proyecto.
Junto a estos episodios convencionales, esperables, tenemos otros conformando una especie de totum revolotum sobre el oficio. Tenemos un capítulo dedicado a burlarse de los principios de consultoría; otra, a meterse con McKinsey (como digo, la empresa líder con diferencia); más adelante tenemos un diccionario explicando términos de la jerga de los consultores (primero extractado y luego completo en un apéndice). Pasado un determinado momento del libro, empiezas a pensar que te está tomando el pelo: ¡llega a incorporar un autosumario de MS Word de su propio texto! (a mi entender es un desprecio al lector, como los niños que metían en su examen el Padrenuestro para ver si el profesor lo leía de verdad). También tiene sitio para hablar de las principales referencias bibliográficas de la consultoría estratégica, encabezadas por el genial (esto lo digo yo, Kihn se burla también de él) Michael Porter y su modelo de las cinco fuerzas, y completada con otros tres libros cuyos títulos dejo aquí para el interesado: In Search of Excellence, Reengineering the Corporation, and Built to Last.
No descarto leerlos, pese a que para Kihn: "Business books are boring. They are bloated compendiums of half-baked ideas committed in fourth grade prose. Their purpose is to transform a common sense concept or two into a consulting career through the catalyst of hollow jargon." Afirmación que seguramente sea cierta para la mayoría de estos libros, pero no para todos.
Uno de los principales problemas que tiene la lectura de House of Lies es que es un libro tramposo. El autor utilizar muchas veces falacias para sus críticas, algunas veces las reconoce y otras no. Por ejemplo, hace una diatriba sobre que los salarios de estos consultores (120.000 USD para empezar a hablar), no son tan altos, justificándolo con lo que te queda después de impuestos. Pero, claro, señor Martin, los impuestos los sufre todo el mundo, y a todos les atenúan los salarios en mayor o menor medida. Vamos, que ese sueldo inicial suena bastante bien con independencias de que el neto sea menos. O también despotrica sobre el poco valor de los puntos de fidelización de hoteles, compañías aéreas o de alquiler de coches: pero, digo yo, será mejo tenerlos que no tenerlos. No sé por qué le parecen mal. El punto más falaz, aunque este si lo reconoce, es cuando calcula la probabilidad de que alguien llegue a entrar en McKinsey.
En cuanto al estilo, se refiere a sí mismo como "tú" (you), lo cual le permite cobrar distancia de los hechos y quizá ser más caustico en sus ironías. Aunque no sea especialmente gracioso, lo cierto es que le funciona. Por ejemplo, en frases como ésta: "You are no expert in the art of leadership; most of your life has prepared you simply to be an expert in followership."
Hombre, y sí tiene alguna frasea graciosa, que ha escrito unas cuantas. Por ejemplo, esta metiéndose con las matemáticas supuestamente complicadas que utilizan los consultores: "As business prose is prose for drool-bucket doofoids, so everyday business math is math for blistering bozos.", cuya traducción, de ser posible, le restaría impacto sonoro.
Me cuesta pensar que este libro pueda resultar interesante o siquiera gracioso a gente que no esté relacionada con el mundo de la consultoría. No es un mal libro, pero es poco ocurrente, y además desordenado, hasta llegar quizá a la falta de respeto. Yo, por mi parte, me quito así un peso de encima.
Dejo una cita de Peter Drucker, recogida por Kihn, que comparto (aunque poco tenga que vez con el resto del libro). Imagino que a Drucker sí le tendrá respeto:
¿Por qué? Pues porque la serie es una sátira-parodia-crítica del mundo de los consultores estratégicos. Y como uno ha trabajado en el tema y lo conoce de primera mano, me parecía muy buena idea esta sátira. Además, si el libro había conseguido el salto a serie, entonces, deducía yo, tenía que merecer la pena. O sea, risas aseguradas a costa de la consultoría estratégica.
Por supuesto, el hecho de que me costara tanto hacerme con el libro por cauces informales es un buen indicio de lo que cabía esperar del libro, como el de que no haya sido traducido. En efecto, la serie, sin gustarme demasiado, lo único que parece haber hecho es coger el título del libro y el concepto, y a partir de ahí inventarse personajes e historia. Apenas hay coincidencias, si alguno, entre lo que cuentan una y otro. Y donde más conspicua es la diferencia es en el tema del sexo, una constate en la serie desde la primera escena, y sin aparición apreciable en el libro.
Dicho lo cual, ello no tiene por qué suponer demérito del libro. Yo esperaba una narración costumbrista de la vida del consultor estratégico abordada desde la burla. Y algo de eso hay, por supuesto, pero relativamente poco y relativamente poco gracioso. Quizá mi problema sea que no me hace gracia por conocerlo desde dentro. Me explico, quizá a alguien que no lo conozca le puedan hacer gracia determinadas cosas por no conocer las razones por las que eso ocurre. Pero si las conoces, pues lo único que te llega es una descripción de la vida corriente del consultor. Sin más. Nos cuenta su entrevista de trabajo (con su empresa y también la que tuvo con McKinsey, generalmente reconocida como consultora líder en el mercado), su primer proyecto, algún curso de formación, y también algún conflicto con el cliente.
Aunque trata de poner "punch lines", la cosa no le funciona. La narración es amena, pero no especialmente graciosa. Quizá el momento mejor sea en el que te cuenta la rutina de todos los lunes para llegar al cliente: el madrugón, el viaje en avión, el coche alquilado (impagable ese momento en que el equipo de consultores tiene que distinguir cuál de todos los coches del mismo modelo es el de cada uno) y la llegada al sitio del cliente sin tener ni idea de cuál es el objetivo del proyecto. Eso sí, ya van retrasados cuando empieza el proyecto.
Junto a estos episodios convencionales, esperables, tenemos otros conformando una especie de totum revolotum sobre el oficio. Tenemos un capítulo dedicado a burlarse de los principios de consultoría; otra, a meterse con McKinsey (como digo, la empresa líder con diferencia); más adelante tenemos un diccionario explicando términos de la jerga de los consultores (primero extractado y luego completo en un apéndice). Pasado un determinado momento del libro, empiezas a pensar que te está tomando el pelo: ¡llega a incorporar un autosumario de MS Word de su propio texto! (a mi entender es un desprecio al lector, como los niños que metían en su examen el Padrenuestro para ver si el profesor lo leía de verdad). También tiene sitio para hablar de las principales referencias bibliográficas de la consultoría estratégica, encabezadas por el genial (esto lo digo yo, Kihn se burla también de él) Michael Porter y su modelo de las cinco fuerzas, y completada con otros tres libros cuyos títulos dejo aquí para el interesado: In Search of Excellence, Reengineering the Corporation, and Built to Last.
No descarto leerlos, pese a que para Kihn: "Business books are boring. They are bloated compendiums of half-baked ideas committed in fourth grade prose. Their purpose is to transform a common sense concept or two into a consulting career through the catalyst of hollow jargon." Afirmación que seguramente sea cierta para la mayoría de estos libros, pero no para todos.
Uno de los principales problemas que tiene la lectura de House of Lies es que es un libro tramposo. El autor utilizar muchas veces falacias para sus críticas, algunas veces las reconoce y otras no. Por ejemplo, hace una diatriba sobre que los salarios de estos consultores (120.000 USD para empezar a hablar), no son tan altos, justificándolo con lo que te queda después de impuestos. Pero, claro, señor Martin, los impuestos los sufre todo el mundo, y a todos les atenúan los salarios en mayor o menor medida. Vamos, que ese sueldo inicial suena bastante bien con independencias de que el neto sea menos. O también despotrica sobre el poco valor de los puntos de fidelización de hoteles, compañías aéreas o de alquiler de coches: pero, digo yo, será mejo tenerlos que no tenerlos. No sé por qué le parecen mal. El punto más falaz, aunque este si lo reconoce, es cuando calcula la probabilidad de que alguien llegue a entrar en McKinsey.
En cuanto al estilo, se refiere a sí mismo como "tú" (you), lo cual le permite cobrar distancia de los hechos y quizá ser más caustico en sus ironías. Aunque no sea especialmente gracioso, lo cierto es que le funciona. Por ejemplo, en frases como ésta: "You are no expert in the art of leadership; most of your life has prepared you simply to be an expert in followership."
Hombre, y sí tiene alguna frasea graciosa, que ha escrito unas cuantas. Por ejemplo, esta metiéndose con las matemáticas supuestamente complicadas que utilizan los consultores: "As business prose is prose for drool-bucket doofoids, so everyday business math is math for blistering bozos.", cuya traducción, de ser posible, le restaría impacto sonoro.
Me cuesta pensar que este libro pueda resultar interesante o siquiera gracioso a gente que no esté relacionada con el mundo de la consultoría. No es un mal libro, pero es poco ocurrente, y además desordenado, hasta llegar quizá a la falta de respeto. Yo, por mi parte, me quito así un peso de encima.
Dejo una cita de Peter Drucker, recogida por Kihn, que comparto (aunque poco tenga que vez con el resto del libro). Imagino que a Drucker sí le tendrá respeto:
"Whenever anything is being accomplished, it is being done, I have learned, by a monomaniac with a mission." Lo que explica porque hay que ser un poco psicópata para triunfar en la vida.
lunes, 18 de noviembre de 2019
L'Abécédaire de Jean-François Revel, de Astier H. y otros
A Jean-François Revel le debo alguna lectura. Lo único que he leído de él, hace muchos años, antes de conocer nada de economía austriaca y liberalismo, es la recopilación de sus artículos llamada "Fin du siècle des ombres". Me encantó su forma de razonar y las cosas que decía, y eso que, como digo, aún no sabía qué ere un liberal.
Me encantaría leer de él "La connaissance inutile", pero no está en electrónico, y me da pereza andar comprando libro físico, cuando además hay suficiente material para leer esperando a que lo pongan en tal formato, lo que ocurrirá tarde o temprano. Y el problema es que le pasa lo mismo a todas sus obras. Apenas hay nada en electrónico, con la excepción del que estoy comentando.
Y este que comento no es más que una antología de sus textos. Ni siquiera de sus textos, de extractos de los mismos, rara vez de más de un párrafo. Es una antología realizada por tres autores y prologada por Mario Vargas Llosa. No es que me gusten las antologías, y menos de frases o extractos, pero es lo que hay. Así que le eché una lectura rápida.
Por supuesto que hay muchos hallazgos y pensamientos útiles (estamos hablando de un tipo grande, como Revel), y algunos de ellos los pondré a continuación. No obstante, se me ha quedado una sensación agridulce. Más que motivarme a anticipar sus lecturas, me ha pasado lo contrario. Si esto es lo más destacado de Revel, quizá tampoco sea una lectura tan urgente. En fin.
Como es una antalogía, los extractos no se limitan a pensamientos liberales. También hay mucho sobre escritores, cine, filósofos, e incluso comida y carreras de caballos, a las que al parecer era muy aficionado. Entre escritores, destaca su admiración por Proust (uffff, qué pereza revisitarlo) y la leche que le mete a Saint-Exuspèry (joer, con lo que me gustó Le Petit Prince)
Bueno, vamos con algunos de los pensamientos
Me encantaría leer de él "La connaissance inutile", pero no está en electrónico, y me da pereza andar comprando libro físico, cuando además hay suficiente material para leer esperando a que lo pongan en tal formato, lo que ocurrirá tarde o temprano. Y el problema es que le pasa lo mismo a todas sus obras. Apenas hay nada en electrónico, con la excepción del que estoy comentando.
Y este que comento no es más que una antología de sus textos. Ni siquiera de sus textos, de extractos de los mismos, rara vez de más de un párrafo. Es una antología realizada por tres autores y prologada por Mario Vargas Llosa. No es que me gusten las antologías, y menos de frases o extractos, pero es lo que hay. Así que le eché una lectura rápida.
Por supuesto que hay muchos hallazgos y pensamientos útiles (estamos hablando de un tipo grande, como Revel), y algunos de ellos los pondré a continuación. No obstante, se me ha quedado una sensación agridulce. Más que motivarme a anticipar sus lecturas, me ha pasado lo contrario. Si esto es lo más destacado de Revel, quizá tampoco sea una lectura tan urgente. En fin.
Como es una antalogía, los extractos no se limitan a pensamientos liberales. También hay mucho sobre escritores, cine, filósofos, e incluso comida y carreras de caballos, a las que al parecer era muy aficionado. Entre escritores, destaca su admiración por Proust (uffff, qué pereza revisitarlo) y la leche que le mete a Saint-Exuspèry (joer, con lo que me gustó Le Petit Prince)
Bueno, vamos con algunos de los pensamientos
- "Un individu de la plus farouche probité, qui se suiciderait plutôt que de voler dix francs dans le sac d’une vieille dame, se transforme en pique-assiette vulgaire quand la même vieille dame n’est plus pour lui qu’une goutte d’eau anonyme dans l’océan des contribuables."
- Burlándose de un crítico de cine: "Le passage de la réalité pelliculaire à la réalité écranique par l’intermédiaire de la réalité lenticulaire constitue une authentique promotion anaphorique." (Intraducible) - Gastronómico: "La bonne cuisine est souvent une lutte contre le gaspillage et contre la monotonie d’une alimentation à base de produits peu nombreux et peu coûteux." - Definición de democracia: "le système du quelque chose ou même du tout petit peu, ce peu qui est toujours mieux que rien."
- Sobre la forma de avanzar en ciencia y filosofía: "La capacité de l’homme de construire dans sa tête à peu près n’importe quelle théorie, de se la « prouver » et d’y croire, est illimitée." (Coherente desde un punto de vista psicológico, según mis lectura reciente de Haidt)
- Sobre filosofía: "Une philosophie est remplacée, elle n’est jamais réfutée."
- Una definición para ideología: "C’est une triple dispense : dispense intellectuelle, dispense pratique et dispense morale." Y su diferencia con las convicciones: "Les convictions peuvent se modifier au contact des réalités non l’idéologie, qui sert de barrage contre leurs enseignements."
- De Lacan me encanta que se refiera a él como "Mallarméista" de barrio. Conste que traté de leer algo de Mallarmé y fracasé en todos mis intentos de entender su poesía.
- Se hace eco de la fómulta genial de Octavio Paz para calificar al Estado: « l’ogre philanthropique ».
Y unos cuantos viajes a la izquierda, no por sabidos, menos ingeniosamente escritos:
"Les négationnistes pronazis ne sont qu’une poignée. Les négationnistes procommunistes sont légion." "L’intellectuel de gauche, dans ce cas, ne souscrit pas à une thèse parce qu’elle est révolutionnaire, elle devient révolutionnaire parce qu’il y souscrit." "Un courant d’opinion dominant condamne le capitalisme, en ne le jugeant que sur ses défauts et pas sur ses réussites, et absout le marxisme en ne le jugeant que sur ses promesses et par sur ses actes."
Termino recogiendo la definición de sistema totalitario según Youri Orlov, que creo que ya se le ha leído a Losantos. A ver si así no se me olvida:
"Les trois conditions constitutives du système totalitaire: monopolisation globale de l’initiative économique ; monopolisation globale de l’initiative politique ; monopolisation globale de l’initiative culturelle – avec création corrélative d’un appareil de répression dans les trois domaines."
jueves, 14 de noviembre de 2019
Bis alle Schuld beglichen, de Alexander Hartung
Esta es una novela de esas que periódicamente regala Amazon.de a sus suscriptores. El autor supongo que será poco conocido incluso allí, y no cabe esperar traducción allende las fronteras teutónicas. Pero a mí me sirve para mantener vivo el alemán, que es algo que conviene para poder abordar en algún momento lecturas de más enjundia (como quizá en breve, Hans Fallada).
La verdad es que poco voy a poder decir de la novela, pues se trata de lo que los alemanes llaman un Krimi, esto es, una novela policíaca, con su asesinato, su detective, y su resolución, previsiblemente inesperada. Eso hace que poco pueda decir de ella.
Sí anticipo que tiene algunos elementos originales, que la hacen menos prescindible que otros especímenes del género. Por ejemplo, que el principal sospechoso del crimen es a su vez un policía de investigación de homicidios, y, de hecho, es éste el protagonista de la historia, tocándole buscar al verdadero criminal en defensa propia. Esto abre una dinámica muy interesante de cómo se puede enfrentar un policía a una investigación contra él, pues conoce medios y procedimientos que se utilizarán por participar de los mismos. Dinámica que, me temo, no llega a aprovechar el autor.
Otro punto original es que el protagonista, Jan, no está solo ante el peligro, sino que se hará con un grupo de amigos que le ayudarán en su empresa. No se olvide que, mientras él trata de esclarecer lo ocurrido, la policía le persigue a él, y en particular, lo hace uno de sus antiguos colegas, Patrick, con gran celo. Es por ello que su libertad de movimientos queda muy constreñida, y necesita de sus colegas. El grupo lo conformarán Chandu, un ruandés portero de discoteca de complexión imaginable; Zoe, una médico forense de buen ver y mejor hablar, y el inevitable, en el siglo XXI, hacker, que en este caso se llama Max. La verdad es que tanto Chandu como Zoe tienen buenos mimbres para desarrollarse en personajes interesantes, algo para lo que lógicamente limitará el talento del escritor. Reconozcamosle de momento la originalidad de la creación.
Poco más que decir. El estilo es fácil y el vocabulario adecuado a mi nivel, por lo que he podido disfrutar más de la lectura que con otros títulos en alemán. De la trama no diré nada, pero sí destacaré el último capítulo, en el que nos sorprende Hartung con un par de salidas humorísticas, estas sí completamente imprevisibles según había ido el resto de la novela. Dicho final también hace anticipar posibles futuras entregas de la serie, ya con el equipo consolidado y bendecido por la policía (cuyo capitán también tiene buenos mimbres para ser un personaje interesante).
No desdeño posibles nuevas lecturas de Hartung. Creo que podría llegar a ser un escritor muy interesante.
La verdad es que poco voy a poder decir de la novela, pues se trata de lo que los alemanes llaman un Krimi, esto es, una novela policíaca, con su asesinato, su detective, y su resolución, previsiblemente inesperada. Eso hace que poco pueda decir de ella.
Sí anticipo que tiene algunos elementos originales, que la hacen menos prescindible que otros especímenes del género. Por ejemplo, que el principal sospechoso del crimen es a su vez un policía de investigación de homicidios, y, de hecho, es éste el protagonista de la historia, tocándole buscar al verdadero criminal en defensa propia. Esto abre una dinámica muy interesante de cómo se puede enfrentar un policía a una investigación contra él, pues conoce medios y procedimientos que se utilizarán por participar de los mismos. Dinámica que, me temo, no llega a aprovechar el autor.
Otro punto original es que el protagonista, Jan, no está solo ante el peligro, sino que se hará con un grupo de amigos que le ayudarán en su empresa. No se olvide que, mientras él trata de esclarecer lo ocurrido, la policía le persigue a él, y en particular, lo hace uno de sus antiguos colegas, Patrick, con gran celo. Es por ello que su libertad de movimientos queda muy constreñida, y necesita de sus colegas. El grupo lo conformarán Chandu, un ruandés portero de discoteca de complexión imaginable; Zoe, una médico forense de buen ver y mejor hablar, y el inevitable, en el siglo XXI, hacker, que en este caso se llama Max. La verdad es que tanto Chandu como Zoe tienen buenos mimbres para desarrollarse en personajes interesantes, algo para lo que lógicamente limitará el talento del escritor. Reconozcamosle de momento la originalidad de la creación.
Poco más que decir. El estilo es fácil y el vocabulario adecuado a mi nivel, por lo que he podido disfrutar más de la lectura que con otros títulos en alemán. De la trama no diré nada, pero sí destacaré el último capítulo, en el que nos sorprende Hartung con un par de salidas humorísticas, estas sí completamente imprevisibles según había ido el resto de la novela. Dicho final también hace anticipar posibles futuras entregas de la serie, ya con el equipo consolidado y bendecido por la policía (cuyo capitán también tiene buenos mimbres para ser un personaje interesante).
No desdeño posibles nuevas lecturas de Hartung. Creo que podría llegar a ser un escritor muy interesante.
miércoles, 13 de noviembre de 2019
Smarra o los Demonios de la Noche ("Smarra ou les Démons de la Nuit"), de Charles Nodier
Unas breves líneas para dejar constancia de la lectura de este opúsculo, al que no me atrevo a calificar ni de libro, dada su brevedad y escasa enjundia. Lo tenía en mi lista de libros a leer en francés, y como llevo algún tiempo sin leer la lengua gala, le ha tocado el turno a este.
El caso es que el prólogo y la breve biografía de Nodier apuntan a una lectura mucho más interesante de lo que después resulta, o a mí me ha parecido. En la biogragía se nos cuenta algo de la figura del escritor, quien al parecer fue bibliotecario del Arsenal, escribió y editó mucho, y tuvo gran influencia en algunos de los grandes nombres de la literatura francesa, como Victor Hugo o Nerval. Y en el prólogo, el autor, en respuesta al éxito cosechado en su momento, nos cuenta la dinámica con la que escribió la obra, confesando que "todo pertenece a Homero, Teócrito, Catulo, Estacio, Luciano, Dante, Shakespeare, Milton", a los que se ha limitado a añadir unas frases de transición. Lo irónico del caso, nos dice Nodier, es que la obra ha sido clasificada como romántica. (¿Y cómo podía ser de otra forma, tratándose de una pesadilla?).
El caso es que eso es lo que nos cuenta Nodier, una breve pesadilla. De hecho, Smarra es pesadilla en eslavo. La obra cuenta con cinco capítulos: Prólogo, Relato, Episodio, "Épode" y Epílogo. Pero la pesadilla solo ocupa propiamente el Episodio y el Épode, Si a eso unimos prefacios, notas e incluso un léxico, se nos queda que la "chicha" del libro no llega a un 20% del volumen ya de por sí muy corto.
Y ya entrando en la pesadilla... pues, qué decir, una pesadillita de nada, con motivos clásicos y algo de imaginación. Pero poco que pueda llamar la atención tras leer los horrores de "Naked Lunch" o alguno de los episodios de Salambo, de Flaubert.
Así que el único valor es el descubrimiento de este autor, Nodier, que imagino habrá quedado obsoleto, y un poco de práctica de francés.
El caso es que el prólogo y la breve biografía de Nodier apuntan a una lectura mucho más interesante de lo que después resulta, o a mí me ha parecido. En la biogragía se nos cuenta algo de la figura del escritor, quien al parecer fue bibliotecario del Arsenal, escribió y editó mucho, y tuvo gran influencia en algunos de los grandes nombres de la literatura francesa, como Victor Hugo o Nerval. Y en el prólogo, el autor, en respuesta al éxito cosechado en su momento, nos cuenta la dinámica con la que escribió la obra, confesando que "todo pertenece a Homero, Teócrito, Catulo, Estacio, Luciano, Dante, Shakespeare, Milton", a los que se ha limitado a añadir unas frases de transición. Lo irónico del caso, nos dice Nodier, es que la obra ha sido clasificada como romántica. (¿Y cómo podía ser de otra forma, tratándose de una pesadilla?).
El caso es que eso es lo que nos cuenta Nodier, una breve pesadilla. De hecho, Smarra es pesadilla en eslavo. La obra cuenta con cinco capítulos: Prólogo, Relato, Episodio, "Épode" y Epílogo. Pero la pesadilla solo ocupa propiamente el Episodio y el Épode, Si a eso unimos prefacios, notas e incluso un léxico, se nos queda que la "chicha" del libro no llega a un 20% del volumen ya de por sí muy corto.
Y ya entrando en la pesadilla... pues, qué decir, una pesadillita de nada, con motivos clásicos y algo de imaginación. Pero poco que pueda llamar la atención tras leer los horrores de "Naked Lunch" o alguno de los episodios de Salambo, de Flaubert.
Así que el único valor es el descubrimiento de este autor, Nodier, que imagino habrá quedado obsoleto, y un poco de práctica de francés.
martes, 12 de noviembre de 2019
Darwin's Cathedral, de David S. Wilson
Sigo con mi racha de lecturas de psicología evolutiva relacionada con la moral. Le toca el turno a a David S. Wilson, una de las principales referencias citadas por Haidt en The Righteous Mind. Lo que pasa es que con Wilson entramos en otro nivel de complejidad: por un lado, es un libro de contenidos más complejos, algunos de ellos en vuelo (Wilson dice que es un libro de "science in the making"); y, por otro, Wilson no tiene el don de facilidad de escritura de que disfruta Haidt.
El objetivo del libro es, y cito textualmente, tratar la concepción orgánica de los grupos religiosos como una hipótesis. Así formulado, parece poco interesante, y seguramente lo sea. Pero, una vez más, lo importante de este libro es el repaso del estado del arte que hace antes de ponerse a discutir la aplicación concreta. El estado del arte en este libro se refiere a la selección de grupos como motor evolutivo. Digamos que Wilson nos tiene que convencer, por orden, de lo siguiente:
1) Existe la selección de grupos (frente a la de individuos) como fuerza evolutiva.
2) Los mecanismos psicólogicos en relación con la moral están sujetos a presión evolutiva, como lo están los rasgos físicos.
3) Los mecanismos psicológicos morales son abiertos ("open-ended") en el sentido de que no están predeterminados en todos sus detalles por la genética. Son, más bien circuitos con una determinada forma que se han de rellenar de acuerdos a factores externos (como la cultura).
4) La religión sería una de las formas de alinear comportamientos grupales usando dichos circuitos psicológicos para facilitar la supervivencia del grupo.
Al respecto del primer punto, Wilson introduce el concepto de "trait-group". O sea, que a nivel evolutivo el grupo debe definirse rigurosamente, en torno al rasgo objeto de estudio. Definido correctamente, el procedimiento pasa por calcular la adecuación-fitness de los individuos del grupo, posteriormente la adecuación-fitness del grupo a nivel global, y, finalmente, combinar ambos efectos y ver cuál domina para determinar si el rasgo evoluciona por grupo o por individuo.
En cuanto a los mecanismos psicológicos de convivencia , me parece muy sugestiva la demostración de como la estrategia TFT domina en teoría de juegos, y es fácilmente implementable incluso en cerebros pequeños. Esta estrategia consiste en actuar benevolamente en la primera interacción, y replicar el comportamiento que haya tenido el otro en las sucesivas. Esto es, ser rápido en venganza, pero también en el perdón.
También analiza la solución social para el problema del free-rider (el problema que tienes los rasgos altruistas para el que los tiene es que sus posibilidades de reproducirse son inferiores al que no está dispuesto a sacrificarse por el grupo, por lo que estos rasgos, si no hubiera evolución grupal, deberían desaparecer). La solución es muy elegante: en vez de exigir que todos los individuos tengan el rasgo altruista para que éste se mantenga, tener mecanismos sociales-culturales de control que castiguen al free-rider con bajos costes. Así se compensa el alto coste que puede tener el acto altruista, con el aún mayor que le puede suponer al free-rider el castigo.
El caso es que disponemos de los mecanismos psicológicos para incluirnos en grupos (véase, por ejemplo, la teoría de la identidad social) y para cooperar dentro de ellos, y a su vez enfrentarnos a otros grupos. Estos mecanismos son efectivos por si solos para conseguir la cooperación de grupos pequeños, cara-a-cara (los antiguos hunters-gatherers) pero no bastan para conseguir que ocurra lo mismo en grupos mayores. Es este es el papel que puede jugar la religión o, más en general, la cultura. De hecho, Wilson cierra el libro refiriéndose a la necesidad de desarrollar una teoría general de sistemas de unificación, que iría más allá de las religiones en la búsqueda de adaptaciones culturales que nos han permitido trabajar y sobrevivir como grupos.
Una vez desarrollada la hipótesis, Wilson pretende su contraste empírico. Para ello, recogerá sucesivamente descripciones más o menos detalladas del Calvinismo, el cristianismo temprano, el judaísmo, los templos del agua en Bali o la iglesia coreana en América. Según él, estas religones cumplen lo que predice su hipótesis que debería pasar, tanto en relaciones intragrupo como en relaciones inter-grupo. El problema que tiene este contraste es que hay una inevitable sensación de "cherry picking", de que el autor no te cuenta todo sino solo aquello que ratifica su teoría porque, reconozcámoslo, tampoco se puede contar todo de una religión en un volumen.
Esa parte es ilustrativa, sobre todo la descripción del sistema de aguas en Bali, pero no me ha parecido de provecho. Me hubiera parecido más interesante mantener el discurso a nivel teórico.
De hecho, algunas de las consecuencias teóricas que deduce Wilson son de lo que más interesante me ha parecido. Así, la crítica a las religiones por no ser sistemas racionales, por tener creencias sobrenaturales, la contesta de una forma muy elegante: La racionalidad no es el estándar contra el que se han de juzgar otras formas de pensamiento. Es adaptación el estándar contra el que la racionalidad ha de ser juzgada, junto con otras formas de pensamiento. Ello implica que las creencias que nos impone la religión han demostrado ser más adaptativas en determinadas circunstancias que el pensamiento racional. Y concluye diciendo que la construcción de un sistema simbólico para motivar la acción (coordinada) es una tarea cognitiva muy distinta de conocer la realidad.
Una vez más, esta lectura inundará al lector con una plétora de ideas, muchas de ellas nuevas. Y es difícil quedarse con todo, aprovechar todo lo que nos dice. Solo añadiré la constatación de algo que sospechaba, y es que Wilson afirma (supongo que con buena base empírica) que "The first social institutions to appear when human societies increase in scale above hunter-gatherer groups are conflict resolution devices". Y por eso, en el Antiguo Testamento, el libro de los Jueces precede al de los Reyes.
Aquí lo dejo. Otra buena lectura, pero que exigirá más de vosotros que Haidt, para llevaros quizá a un resultado más magro.
El objetivo del libro es, y cito textualmente, tratar la concepción orgánica de los grupos religiosos como una hipótesis. Así formulado, parece poco interesante, y seguramente lo sea. Pero, una vez más, lo importante de este libro es el repaso del estado del arte que hace antes de ponerse a discutir la aplicación concreta. El estado del arte en este libro se refiere a la selección de grupos como motor evolutivo. Digamos que Wilson nos tiene que convencer, por orden, de lo siguiente:
1) Existe la selección de grupos (frente a la de individuos) como fuerza evolutiva.
2) Los mecanismos psicólogicos en relación con la moral están sujetos a presión evolutiva, como lo están los rasgos físicos.
3) Los mecanismos psicológicos morales son abiertos ("open-ended") en el sentido de que no están predeterminados en todos sus detalles por la genética. Son, más bien circuitos con una determinada forma que se han de rellenar de acuerdos a factores externos (como la cultura).
4) La religión sería una de las formas de alinear comportamientos grupales usando dichos circuitos psicológicos para facilitar la supervivencia del grupo.
Al respecto del primer punto, Wilson introduce el concepto de "trait-group". O sea, que a nivel evolutivo el grupo debe definirse rigurosamente, en torno al rasgo objeto de estudio. Definido correctamente, el procedimiento pasa por calcular la adecuación-fitness de los individuos del grupo, posteriormente la adecuación-fitness del grupo a nivel global, y, finalmente, combinar ambos efectos y ver cuál domina para determinar si el rasgo evoluciona por grupo o por individuo.
En cuanto a los mecanismos psicológicos de convivencia , me parece muy sugestiva la demostración de como la estrategia TFT domina en teoría de juegos, y es fácilmente implementable incluso en cerebros pequeños. Esta estrategia consiste en actuar benevolamente en la primera interacción, y replicar el comportamiento que haya tenido el otro en las sucesivas. Esto es, ser rápido en venganza, pero también en el perdón.
También analiza la solución social para el problema del free-rider (el problema que tienes los rasgos altruistas para el que los tiene es que sus posibilidades de reproducirse son inferiores al que no está dispuesto a sacrificarse por el grupo, por lo que estos rasgos, si no hubiera evolución grupal, deberían desaparecer). La solución es muy elegante: en vez de exigir que todos los individuos tengan el rasgo altruista para que éste se mantenga, tener mecanismos sociales-culturales de control que castiguen al free-rider con bajos costes. Así se compensa el alto coste que puede tener el acto altruista, con el aún mayor que le puede suponer al free-rider el castigo.
El caso es que disponemos de los mecanismos psicológicos para incluirnos en grupos (véase, por ejemplo, la teoría de la identidad social) y para cooperar dentro de ellos, y a su vez enfrentarnos a otros grupos. Estos mecanismos son efectivos por si solos para conseguir la cooperación de grupos pequeños, cara-a-cara (los antiguos hunters-gatherers) pero no bastan para conseguir que ocurra lo mismo en grupos mayores. Es este es el papel que puede jugar la religión o, más en general, la cultura. De hecho, Wilson cierra el libro refiriéndose a la necesidad de desarrollar una teoría general de sistemas de unificación, que iría más allá de las religiones en la búsqueda de adaptaciones culturales que nos han permitido trabajar y sobrevivir como grupos.
Una vez desarrollada la hipótesis, Wilson pretende su contraste empírico. Para ello, recogerá sucesivamente descripciones más o menos detalladas del Calvinismo, el cristianismo temprano, el judaísmo, los templos del agua en Bali o la iglesia coreana en América. Según él, estas religones cumplen lo que predice su hipótesis que debería pasar, tanto en relaciones intragrupo como en relaciones inter-grupo. El problema que tiene este contraste es que hay una inevitable sensación de "cherry picking", de que el autor no te cuenta todo sino solo aquello que ratifica su teoría porque, reconozcámoslo, tampoco se puede contar todo de una religión en un volumen.
Esa parte es ilustrativa, sobre todo la descripción del sistema de aguas en Bali, pero no me ha parecido de provecho. Me hubiera parecido más interesante mantener el discurso a nivel teórico.
De hecho, algunas de las consecuencias teóricas que deduce Wilson son de lo que más interesante me ha parecido. Así, la crítica a las religiones por no ser sistemas racionales, por tener creencias sobrenaturales, la contesta de una forma muy elegante: La racionalidad no es el estándar contra el que se han de juzgar otras formas de pensamiento. Es adaptación el estándar contra el que la racionalidad ha de ser juzgada, junto con otras formas de pensamiento. Ello implica que las creencias que nos impone la religión han demostrado ser más adaptativas en determinadas circunstancias que el pensamiento racional. Y concluye diciendo que la construcción de un sistema simbólico para motivar la acción (coordinada) es una tarea cognitiva muy distinta de conocer la realidad.
Una vez más, esta lectura inundará al lector con una plétora de ideas, muchas de ellas nuevas. Y es difícil quedarse con todo, aprovechar todo lo que nos dice. Solo añadiré la constatación de algo que sospechaba, y es que Wilson afirma (supongo que con buena base empírica) que "The first social institutions to appear when human societies increase in scale above hunter-gatherer groups are conflict resolution devices". Y por eso, en el Antiguo Testamento, el libro de los Jueces precede al de los Reyes.
Aquí lo dejo. Otra buena lectura, pero que exigirá más de vosotros que Haidt, para llevaros quizá a un resultado más magro.
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