Leo muy poca filosofia. Y cuando leo cosas como esta que acabo de terminar, entiendo muy bien por qué. Lo he leído por dos razones, porque era corto y porque me lo recomendó un amigo de discusiones. Pero ya desde el primer momento me estaba repeliendo.
Para empezar, ese estilo de constante cita a otros filósofos más o menos conocidos y oscuros. Aquí n botón: "Heidegger en su crítica a Jaspers que, como he mostrado, vale también para Husserl: (,,,)
Schürmann, al menos si lo comprendo bien, pues él, consciente también de su lectura de Meister Eckhart..."Eso sí, el cachondo de Vattimo se queja de que en EEUU, "la filosofía ha ido reduciéndose a una función académica, un asunto de
especialistas que discuten problemas de lógica y de epistemología en sus
departamentos universitarios bien protegidos y con relaciones casi
inexistentes con la opinión pública." ¿Y él qué?
Luego, la oscuridad general en la forma de escribir, con frases que si las lees rápido parecen absurdas, y que seguramente lo sean, como bien nos enseña Roger Scruton, este sí un filósofo con ánimo de que se le entienda. Un par de botones: "Lo oculto que tiende a huir en la especialización de las ciencias es el ser en cuanto ser" o "indica el pensar el ser en el doble sentido , subjetivo y objetivo, del genitivo.". ¿A qué parecen de coña?
Y, por último, el sesgo socialista que se trata de disimular bajo la verborrea. Así, "las únicas, o casi únicas, novedades políticas de nuestro
tiempo llegan de esa parte del tercer mundo que ha tenido la fuerza de
resistir al imperialismo estadounidense (Cuba, Venezuela, Bolivia)." Maravillosas novedades políticas. O, escribiendo en 2009, "la competencia ilimitada (con los resultados que la actual crónica de la crisis económica ha hecho bien visibles a todos)". Y como se ha producido "la unificación acelerada del mundo contemporáneo bajo los poderes
paralelos del imperialismo, de la globalización económica y de la
tecnología. Todos esos factores son responsables de la falta de un
evento auténtico en nuestro mundo". Sin olvidar que como ejemplo justificando el origen de su preocupación por la verdad esta saber si Bush y Blair mintieron al mundo en relación a las armas de Iraq. Si fuera en España, podría haber hablado del Prestige, por ejemplo.
Afortunadamente para el lector, pasado el primer achuchón de citas y autocitas, llega un momento en que se puede entender lo que esta defendiendo Vattimo. Y cuando llega ese momento, nos damos cuenta de lo poco novedoso de su aportación, a poco que uno haya leído algo reciente sobre psicología o sociología.
Aunque Vattimo parece inspirarse en los paradigmas de Kuhn (que el llama "aperturas"), no parece entender muy bien en qué consisten. Ahora me explico: Vattimo toma de Kuhn la idea que todas las teorías se construyen y hay que entenderlas dentro de un grupo de principios; esto es, no hay teorías científicas por si solas. Sin embargo, ello no implica que no haya explicaciones crecientemente ciertas y contrastadas para los fenómenos: cada paradigma explica de forma satisfactoria y cierta una serie de fenómenos, y ha de evolucionar cuando encuentra anomalínas, hacia un nuevo paradigma que resuelva esas anomalías y al tiempo explique los fenómenos ya explicados de una forma coherente. O sea, nada en el cambio de paradigmas de Kuhn impide la existencia de una verdad final a la que aproximarse.
Cuando Vattimo extrapola la idea a la metafísica, se encuentra con que las "verdades" de esta índole van a depender siempre del paradigma, o sea, del grupo de individuos que tengan un acuerdo sobre los principios interpretativos: "Puesto que la verdad es siempre un hecho interpretativo, el criterio
supremo en el cual es posible inspirarse no es la correspondencia
puntual del enunciado respecto de las «cosas», sino el consenso sobre
los presupuestos de los que se parte para valorar dicha correspondencia." Así pues, "la verdad no se «encuentra» sino que se construye con el consenso y el respeto a la libertad de cada uno."
Siendo así, son inaceptables "pretensiones de imponernos comportamientos que no compartimos, en nombre
de alguna ley de la naturaleza, esencia del hombre, tradición
intocable, revelación divina."
Más aún,"Allí donde la política busca la verdad no puede haber democracia." Es curioso que, sobre todo al principio del ensayo, Vattimo opone la existencia de verdad absoluta a la de la democracia, pareciendo asumir que ésta, la democracia, sí se considera un valor absoluto, como si la democracia fuera la panacea. Y digo yo si no es inaceptable también la "pretensión de imponernos comportamientos que no compartimos" en nombre del consenso de la mayoría. Pero, bueno, son las típicas contradicciones con las que viven los intelectuales de izquierdas.
Y, también como buen filósofo de izquierdas, no puede conformarse con la filosofía entienda, la filosofía ha de transformar. Aceptado que no existe la verdad absoluta, sino que la verdad es contingente según la comunidad, Vattimo nos propone una "ética de la finitud", en la que aceptemos que cada comunidad (no estoy seguro de si también cada persona) puede tener su verdad. Y como proyecto de futuro, la "progresiva eliminación de los
muros: muro de Berlín, muro de las leyes naturales que son predicadas
contra la libertad de los individuos, muro de la ley del mercados." Le ha faltado añadir "muro de la ley de la gravedad" para que quedara claro lo absurdo de su propuesta.
Aunque no es optimista, porque pese a su declaración pro-democracia, constata que "mientras más involucradas están las masas en los procesos políticos, menos posible es imaginar un cambio radical."
(El "mientras" es del traductor).
La "Verdad" a la que dice adiós Vattimo es la verdad metafísica, aunque no quede claro del título. Afortunadamente para los seres humanos, ese adiós no se debe a que ahora las verdades se decidan por mayoría, sino a que cada vez más las ciencias, físicas y sociales, siempre con el paradigma adecuado, invaden terrenos reservados a la metafísica, hasta ir dejando ésta vacía de contenido. Con cada avance científico, se sustrae al mito, también al de la mayoría, más ámbito de conocimiento.
Es por eso que el hombre o las comunidades no tratan de eliminar el "muro de la ley de la gravedad", sino de adaptarse a él de la mejor forma posible. Y aunque Vattimo se refiera al "muro de la ley de mercados" como algo eliminable, le espera la misma decepción, aunque él siga sin aceptar la existencia de leyes económicas absolutas. Si quiere alguna prueba, no sé por qué no le basta la caída del socialismo, a la que alude varias veces, cuya imposibilidad ya estaba demostrada en 1930 por Ludwig von Mises.
Leer este libro es poco recomendable. Sin llegar a calificarlo como una pérdida de tiempo, lo cierto es que el lector interesado en estas materias disfrutará y aprenderá mucho más con Haidt, Pinker o, sin ir más lejos, Dunkan Watts (de quien estoy leyendo un libro en estos momentos).
domingo, 31 de mayo de 2020
miércoles, 27 de mayo de 2020
The Sheriff of Yrnameer, de Michael Rubens
No es fácil explicar por qué he leído este libro y quizá menos aún por qué lo he terminado. En la caratula ponía que era un cruce entre Douglas Adams y Terry Pratchett, y supongo que por eso experimenté con su lectura, sobre todo por el primero de los dos autores. Hay que estar siempre alerta a oportunidades de buena literatura cómica. Sin embargo, era evidente desde poco después de empezar con él que el libro no está a la altura de ninguno de esos autores, ni de lejos. Para empezar, ni siquiera se trata de un escritor inglés. El tal Rubens es norteamericano y, por increíble que me pueda parecer, es guionista en la CNN y ha escrito otras dos novelas con posterioridad a ésta.
Esta novela no está mal escrita ni a lo mejor es mala; es simplemente que es una cosa insulsa, como escrita por un niño de 12 años. Con personajes no ya superficiales, es que son puntuales, poco más que el nombre, y con una trama sin ningún punto de inflexión, lo único que cabe esperar de esta novela es alguna frase ingeniosa o algo que te haga sonreir. Y algo ahí, pero muy, muy poco.
El caso es que al principio se muestran algunas ideas que podrían haber sido aprovechadas. Por ejemplo, como es una novela de ciencia ficción (de ahí la faceta Douglas Adams), aparecen seres de anatomias diversas (por ejemplo, una especie de pulpo llamado Kenneth). Alguien con más imaginación hubiera podido sacar más jugo humorístico de estos cuerpos, sobre todo antes de presentárselos al lector.
Otro punto sin explorar: la omnipresencia de la publicidad y los planetas patrocinados. Esto parece importante; de hecho, Yrnameer es el nombre del último planeta sin patrocinar (de existencia mítica) y tal nombre es una contracción de "Your Name Here", sacado de los contratos de patrocinio para planetas. Pero apenas vuelve a aparecer. Y una tercera posibilidad, representada en esta intervención gubernamental, que también podría habernos llevado a otro tipo de universo, en este caso, de corporaciones y regulaciones: "Those Payper financial transaction records, in turn, existed solely to enrich the Payper Corporation, which had skillfully lobbied to require that all financial transactions be recorded on nearly indestructible Payper." Una vez más, no van por ahí los tiros, aunque haya un momento gracioso con la encuesta de satisfacción a los receptores de un misil antes de que éste les estalle.
La faceta Terry Pratchett supongo que tiene que ver con el estilo de algunas de las frases del autor, como "Time lost all meaning. Space lost all meaning. Meaning lost all meaning.", "It wasn’t a shortcut. It wasn’t even a long cut. It was a wrong cut." o "“Big bladder, bad night vision.” It rhymed better in Yoin." Pero son muy escasas, casi aparecen por descuido, dentro de una narración consistentemente plana pese al ligero deje irónico.
Y, sí, hay algunos momentos divertidos, aunque no hilarantes. Uno de ellos es cuando los habitantes de Yrnameer discuten presididos por Cole (el protagonista y sheriff del momento, un Gary Cooper de baratillo) como afrontar la amenaza de Runk y sus bandidos (sí, también están los malos de los Siete Magníficos). Entre las absurdas propuestas, destaca la de señalizar las trampas para evitar accidentes.
Asimismo, tenemos un homenaje a The Office, cuando en algún momento de las aventuras Cole nos suelta el famoso "That’s what she said,”, propiedad intelectual de Michael Scott.
No obstante, en el entorno actual en que está de moda la Inteligencia Artificial y algunos pensadores están preocupados por la humanidad ese día en que se produzca la Singularidad (o sea, que surja un robot más listo que las personas), no deberían desdeñar esta propuesta de algoritmo preventivo cortesía de Rubens: "it inquired several hundred times per second if a computer liked humans, and if not, why. The moment the computer answered in the negative and began presenting well-argued, logical explanations for why humans were a blight on existence, it was assumed it had become conscious. A pico-second later it got an EMP bunged through its circuits."
Ello explica porque Peter "was, in fact, the least intelligent computer ever to achieve consciousness. He was also the first computer to maintain his newly achieved consciousness".
Esta novela no está mal escrita ni a lo mejor es mala; es simplemente que es una cosa insulsa, como escrita por un niño de 12 años. Con personajes no ya superficiales, es que son puntuales, poco más que el nombre, y con una trama sin ningún punto de inflexión, lo único que cabe esperar de esta novela es alguna frase ingeniosa o algo que te haga sonreir. Y algo ahí, pero muy, muy poco.
El caso es que al principio se muestran algunas ideas que podrían haber sido aprovechadas. Por ejemplo, como es una novela de ciencia ficción (de ahí la faceta Douglas Adams), aparecen seres de anatomias diversas (por ejemplo, una especie de pulpo llamado Kenneth). Alguien con más imaginación hubiera podido sacar más jugo humorístico de estos cuerpos, sobre todo antes de presentárselos al lector.
Otro punto sin explorar: la omnipresencia de la publicidad y los planetas patrocinados. Esto parece importante; de hecho, Yrnameer es el nombre del último planeta sin patrocinar (de existencia mítica) y tal nombre es una contracción de "Your Name Here", sacado de los contratos de patrocinio para planetas. Pero apenas vuelve a aparecer. Y una tercera posibilidad, representada en esta intervención gubernamental, que también podría habernos llevado a otro tipo de universo, en este caso, de corporaciones y regulaciones: "Those Payper financial transaction records, in turn, existed solely to enrich the Payper Corporation, which had skillfully lobbied to require that all financial transactions be recorded on nearly indestructible Payper." Una vez más, no van por ahí los tiros, aunque haya un momento gracioso con la encuesta de satisfacción a los receptores de un misil antes de que éste les estalle.
La faceta Terry Pratchett supongo que tiene que ver con el estilo de algunas de las frases del autor, como "Time lost all meaning. Space lost all meaning. Meaning lost all meaning.", "It wasn’t a shortcut. It wasn’t even a long cut. It was a wrong cut." o "“Big bladder, bad night vision.” It rhymed better in Yoin." Pero son muy escasas, casi aparecen por descuido, dentro de una narración consistentemente plana pese al ligero deje irónico.
Y, sí, hay algunos momentos divertidos, aunque no hilarantes. Uno de ellos es cuando los habitantes de Yrnameer discuten presididos por Cole (el protagonista y sheriff del momento, un Gary Cooper de baratillo) como afrontar la amenaza de Runk y sus bandidos (sí, también están los malos de los Siete Magníficos). Entre las absurdas propuestas, destaca la de señalizar las trampas para evitar accidentes.
Asimismo, tenemos un homenaje a The Office, cuando en algún momento de las aventuras Cole nos suelta el famoso "That’s what she said,”, propiedad intelectual de Michael Scott.
No obstante, en el entorno actual en que está de moda la Inteligencia Artificial y algunos pensadores están preocupados por la humanidad ese día en que se produzca la Singularidad (o sea, que surja un robot más listo que las personas), no deberían desdeñar esta propuesta de algoritmo preventivo cortesía de Rubens: "it inquired several hundred times per second if a computer liked humans, and if not, why. The moment the computer answered in the negative and began presenting well-argued, logical explanations for why humans were a blight on existence, it was assumed it had become conscious. A pico-second later it got an EMP bunged through its circuits."
Ello explica porque Peter "was, in fact, the least intelligent computer ever to achieve consciousness. He was also the first computer to maintain his newly achieved consciousness".
Hasta aquí. En resumen, un libro prescindible y un autor para olvidar, salvo que alguien quiera explicarme cómo es posible que le hayan publicado otros dos libros. Ah, por si a alguien se le ocurre como posible explicación: no es novela juvenil ni infantil, es para adultos.
lunes, 25 de mayo de 2020
Heaven's Command (Pax Britannica I), de Jan Morris
Desde hace algún tiempo tenía ganas de leer algo bueno sobre el imperio Británico. La referencia a la trilogía Pax Britannica, de Jamen-Jan Morris la encontré en The Dust of Empire, aunque tiene pinta de ser bastante conocida, casi de ser un clásico sobre el tema. Este es el primer libro de la trilogía, y cubre el reinado de la reina Victoria desde su coronación hasta las celebraciones del Diamond Jubilee, cuya procesión ceremonial se describe ya en el segundo volumen. En fechas, va desde 1837 a 1897.
La autora, que al principio era autor, es una conocida periodista con una obra bastante exhaustiva sobre viajes, y con un punto débil por la historia. Estos libros los escribió siendo James, o sea, como vino al mundo. A nadie le extrañe pues que, en alguna nota al pie, se refiera a su pasado en el ejército (formó parte de un regimiento de fusileros), algo que a mí me hubiera desconcertado bastante de no conocer el detalle apuntado. Pero da igual el sexo con el que haya escrito esta trilogía: lo importante es que está maravillosamente escrita. Tiene ese fino estilo irónico de los historiadores ingleses, que culmina en su "tapestried apogee" para referirse a un club de Oxford. Cuenta las cosas de forma atractiva y absorbente, trufando su narración de detalles arquitectónicos (que solo el visitante real a los sitios puede transmitir), poemas, frases con punch y, sorprendentemente, epitafios, una obsesión de Morris al parecer. Lo más llamativo de su estilo es su capacidad pictórica en la descripción de las escenas; consique casi que las estemos viendo como si ocurrieran antes nuestros ojos.
En este libro no encontraremos una cronología más o menos exhaustiva de los sucesos del imperio. Por el contrario, se estructura en sucesos relevantes, a cada uno de los cuales la autora dedica un capítulo. No sé mucho de historia inglesa, pero me atrevería a deciri que todo lo importante sucedido en los años dichos antes está aquí: el motín de la India, la primera guerra de Afganistán, la Gran Hambruna de Irlanda, el descubrimiento de las fuentes del Nilo, las guerras contra los Ashanti y contra los Zulús, las primeras desaveniencias con los Boer o la rebelión de los Metis en Canadá
La Inglaterra que nos encontramos al principio del libro es ya una Inglaterra rica, dominante y muy extendida por el mundo. Su poder y riqueza dimanan de la revolución Industrial, a su vez producto de la ideología liberal. Pocos ingleses ven la necesidad de extender sus dominios o adquirir un imperio, pues todas las riquezas se pueden obtener gracias al libre comercio. El incentivo económico pasa en estos momentos ha ser sustituido por un impulso civilizador de la iglesia Evangélica, cuyo primer éxito es la abolición de la esclavitud. Dicho impulso se basará en las herramientas de que ya en ese momento disponían los ingleses, entre las cuales destaca la Armada y su red de puertos: Morris le dedica un capítulo, y la verdad es que es difícil no quedar impresionado con el despliegue que tenía a mediados del XIX.
Ese celo evangelizador se prolonga en la aniquilación de la secta de los Thugs en la India (quienes se dedicaban al sacrificio de viajeros a su diosa Khali, ¿Indiana Jones y el Templo Maldito?), en actuaciones en relación con Hudson's Bay Company en Canadá, o en Jamaica. Claro que, al mismo tiempo, se pueden radicar en dicho celo el origen del Motín Indio, con los terribles episodios de Lucknow y Carnpoor) o el lamentable episodio del genocio de los tasmanos. Curioso el poco conocimiento que tenemos de éste, verdadera vergüenza para los ingleses y su imperio; en 300 años de "imperio" español no se conoce que nuestros ancestros hicieran algo similar, con la diferencia de que los ingleses lo hicieron a mediados del XIX y presumiendo de ser fuerza de civilización.
En su descargo se podría decir que tampoco los habitantes de Tasmania eran lo más florido del imperio, ya que, como es sabido, muchas de aquellas tierras eran en origen prisiones. Sus habitantes también eran, eso sí:
"True patriots all, for be it understood,
We left our country for our country’s good."
Para Morris, en ausencia de un esfuerzo sistemático por parte de la corona, el motor de la extensión del imperio en estos años es el esfuerzo individual de muchos personajes, entre los que cita a Napier, los hermanos Lawrence, John Nicholson, y más adelante las expediciones de Wolseley. Se ha de recordar que el origen del imperio son también las Compañía, empezando por la de la India. De hecho, la autora insiste muchas veces en la importancia de la India para el imperio británico, llegando a decir que era el único territorio realmente rentable.
En cambio, cuando se refiere a la Gran Hambruna de Irlanda, parece poner las culpas en el libre mercado. Las causas de la citada humbrana fue la pérdida de diversas cosechas consecutivas del patatas, que por aquel entonces eran la base de la dieta irlandesa. El gobierno inglés encomendó la solución del problema al libre mercado (o sea, no hizo nada) y la hambruna fue terrible. Sin embargo, lo que también nos dice Morris es que los irlandeses no podían tener propiedad de la tierra, algo que solo se les permitía a los Anglo-irlandeses. Es evidente que no estamos hablando de una situación de libre mercado, más bien al contrario. Por cierto, en el otro capítulo dedicado a Irlanda conoceremos al capitán Boycott.
Entre aventura y batalla, Inglaterra va cobrando conciencia de su papel civilizador. El inglés debe extender por el mundo las bondades de las que disfruta gracias a la superioridad de su raza "for the idea of being a superior people was deeply ingrained in their history. Familiarity with the Scots, the Welsh and the Irish had long bolstered their sense of specialness" (Supongo que la autora esto lo dice irónicamente, aunque no está claro).
Al terminar esta primera parte de la trilogia, Inglaterra domina Canadá, Australia, India, varias islas del Caribe, muchas islas en el Pacífico, el sur de África, partes de la costa occidental de África y tiene controlado Egipto y Sudán, aunque sin ser nominalmente parte del Imperio (Egipto es necesario controlarlo por el canal de Suez, vital para el tráfico con India). En África, solo hay un obstáculo para su dominio completo (Mediterráneo aparte): la república Tranvaal y un tal Cecil Rhodes, que cogerán más protagonismo en el futuro.
Más importante aún: la idea del Imperio ha calado en la opinión pública, que de repente está orgullosa de la situación. A su vez, eso llevará el imperialismo a una posición fundamental en el debate político. Surge la doctrina del Nuevo Imperialismo, se recuperan las compañías privadas para la extensión del imperio y, parece, se va sustituyendo al aventurero por el funcionario. La gran duda, que pocos se plantean, viene del análisis coste-beneficio. ¿Realmente beneficia a los ingleses, orgullo aparte, todos los costes que el mantenimiento del imperio supone, empezando por la ya citada Armada?
Muy recomendable este libro, como espero que lo sea toda la trilogía. No puedo esperar a leer el segundo (de hecho, cuando estoy escribiendo estas líneas, ya lo he empezado).
La autora, que al principio era autor, es una conocida periodista con una obra bastante exhaustiva sobre viajes, y con un punto débil por la historia. Estos libros los escribió siendo James, o sea, como vino al mundo. A nadie le extrañe pues que, en alguna nota al pie, se refiera a su pasado en el ejército (formó parte de un regimiento de fusileros), algo que a mí me hubiera desconcertado bastante de no conocer el detalle apuntado. Pero da igual el sexo con el que haya escrito esta trilogía: lo importante es que está maravillosamente escrita. Tiene ese fino estilo irónico de los historiadores ingleses, que culmina en su "tapestried apogee" para referirse a un club de Oxford. Cuenta las cosas de forma atractiva y absorbente, trufando su narración de detalles arquitectónicos (que solo el visitante real a los sitios puede transmitir), poemas, frases con punch y, sorprendentemente, epitafios, una obsesión de Morris al parecer. Lo más llamativo de su estilo es su capacidad pictórica en la descripción de las escenas; consique casi que las estemos viendo como si ocurrieran antes nuestros ojos.
En este libro no encontraremos una cronología más o menos exhaustiva de los sucesos del imperio. Por el contrario, se estructura en sucesos relevantes, a cada uno de los cuales la autora dedica un capítulo. No sé mucho de historia inglesa, pero me atrevería a deciri que todo lo importante sucedido en los años dichos antes está aquí: el motín de la India, la primera guerra de Afganistán, la Gran Hambruna de Irlanda, el descubrimiento de las fuentes del Nilo, las guerras contra los Ashanti y contra los Zulús, las primeras desaveniencias con los Boer o la rebelión de los Metis en Canadá
La Inglaterra que nos encontramos al principio del libro es ya una Inglaterra rica, dominante y muy extendida por el mundo. Su poder y riqueza dimanan de la revolución Industrial, a su vez producto de la ideología liberal. Pocos ingleses ven la necesidad de extender sus dominios o adquirir un imperio, pues todas las riquezas se pueden obtener gracias al libre comercio. El incentivo económico pasa en estos momentos ha ser sustituido por un impulso civilizador de la iglesia Evangélica, cuyo primer éxito es la abolición de la esclavitud. Dicho impulso se basará en las herramientas de que ya en ese momento disponían los ingleses, entre las cuales destaca la Armada y su red de puertos: Morris le dedica un capítulo, y la verdad es que es difícil no quedar impresionado con el despliegue que tenía a mediados del XIX.
Ese celo evangelizador se prolonga en la aniquilación de la secta de los Thugs en la India (quienes se dedicaban al sacrificio de viajeros a su diosa Khali, ¿Indiana Jones y el Templo Maldito?), en actuaciones en relación con Hudson's Bay Company en Canadá, o en Jamaica. Claro que, al mismo tiempo, se pueden radicar en dicho celo el origen del Motín Indio, con los terribles episodios de Lucknow y Carnpoor) o el lamentable episodio del genocio de los tasmanos. Curioso el poco conocimiento que tenemos de éste, verdadera vergüenza para los ingleses y su imperio; en 300 años de "imperio" español no se conoce que nuestros ancestros hicieran algo similar, con la diferencia de que los ingleses lo hicieron a mediados del XIX y presumiendo de ser fuerza de civilización.
En su descargo se podría decir que tampoco los habitantes de Tasmania eran lo más florido del imperio, ya que, como es sabido, muchas de aquellas tierras eran en origen prisiones. Sus habitantes también eran, eso sí:
"True patriots all, for be it understood,
We left our country for our country’s good."
Para Morris, en ausencia de un esfuerzo sistemático por parte de la corona, el motor de la extensión del imperio en estos años es el esfuerzo individual de muchos personajes, entre los que cita a Napier, los hermanos Lawrence, John Nicholson, y más adelante las expediciones de Wolseley. Se ha de recordar que el origen del imperio son también las Compañía, empezando por la de la India. De hecho, la autora insiste muchas veces en la importancia de la India para el imperio británico, llegando a decir que era el único territorio realmente rentable.
En cambio, cuando se refiere a la Gran Hambruna de Irlanda, parece poner las culpas en el libre mercado. Las causas de la citada humbrana fue la pérdida de diversas cosechas consecutivas del patatas, que por aquel entonces eran la base de la dieta irlandesa. El gobierno inglés encomendó la solución del problema al libre mercado (o sea, no hizo nada) y la hambruna fue terrible. Sin embargo, lo que también nos dice Morris es que los irlandeses no podían tener propiedad de la tierra, algo que solo se les permitía a los Anglo-irlandeses. Es evidente que no estamos hablando de una situación de libre mercado, más bien al contrario. Por cierto, en el otro capítulo dedicado a Irlanda conoceremos al capitán Boycott.
Entre aventura y batalla, Inglaterra va cobrando conciencia de su papel civilizador. El inglés debe extender por el mundo las bondades de las que disfruta gracias a la superioridad de su raza "for the idea of being a superior people was deeply ingrained in their history. Familiarity with the Scots, the Welsh and the Irish had long bolstered their sense of specialness" (Supongo que la autora esto lo dice irónicamente, aunque no está claro).
Y yo creo que poco se puede discutir sobre las ventajas de formar parte del imperio británico. Según enumera alguno de los autores citados, "law and order, schools, canals, roads and bridges, railways, telegraphs and public health, sin olvidar "the ending of evil custom, the reform of society, or the benefits of Christian example".
Al terminar esta primera parte de la trilogia, Inglaterra domina Canadá, Australia, India, varias islas del Caribe, muchas islas en el Pacífico, el sur de África, partes de la costa occidental de África y tiene controlado Egipto y Sudán, aunque sin ser nominalmente parte del Imperio (Egipto es necesario controlarlo por el canal de Suez, vital para el tráfico con India). En África, solo hay un obstáculo para su dominio completo (Mediterráneo aparte): la república Tranvaal y un tal Cecil Rhodes, que cogerán más protagonismo en el futuro.
Más importante aún: la idea del Imperio ha calado en la opinión pública, que de repente está orgullosa de la situación. A su vez, eso llevará el imperialismo a una posición fundamental en el debate político. Surge la doctrina del Nuevo Imperialismo, se recuperan las compañías privadas para la extensión del imperio y, parece, se va sustituyendo al aventurero por el funcionario. La gran duda, que pocos se plantean, viene del análisis coste-beneficio. ¿Realmente beneficia a los ingleses, orgullo aparte, todos los costes que el mantenimiento del imperio supone, empezando por la ya citada Armada?
Muy recomendable este libro, como espero que lo sea toda la trilogía. No puedo esperar a leer el segundo (de hecho, cuando estoy escribiendo estas líneas, ya lo he empezado).
miércoles, 20 de mayo de 2020
El segundo sexo (Vol. II) (Le deuxième Sexe (II)), de Simone de Beauvoir
El primer volumen de esta obra se dedicaba a los hechos y los mitos sobre la mujer. Este segundo, bastante más extenso, se dedica a la "Experiencia vivida". En él, de Beauvoir nos describe profusamente la vida de las mujeres, en sus distintas etapas y situaciones vitales. Para ello, se apoya en su experiencia, pero también en encuestas (las pocas de que se disponia) y mucho en extractos literarios de otras escritoras. Así, Collette o Sophia Tolstoi, por citar dos ejemplos, se constituirán en fieles acompañantes de escritora y lector durante la lectura de la obra.
De Beauvoir escribe de forma muy brillante. Desde la primera frase del volumen ("On ne naît pas femme : on le devient.") nos encontramos con numerosas frases dignas de ser enmarcadas, algunas de ellas las pondré en esta entrada. Ello salva esta lectura, contra los dos defectos principales que le he encontrado. El primero se refiere a la forma en que avanza la argumentación, o, más bien, en que no avanza. He llegado a la conclusión de que la autora hace argumentaciones cíclicas o circulares, parece estar continuamente dando vueltas a lo mismo, no cerrar nunca ninguna línea de argumentación, aunque lo haga con otras palabras y ejemplos. Es algo que aparece en cada capítulo, aunque quizá se note menos en los puramente descriptivos y más en los últimos.
El segundo defecto es más evidente: escrita a mediados del siglo XX, la obra se ha quedado necesariamente obsoleta. Tiene su saborcillo, pero resulta muy difícil identificar con la actualidad alguna de las cosas a las que dedica tanta atención, como la vida de la joven enfocada a la llegada del varón, la importancia del vestuario y las relaciones sociales, la visión del hogar y las tareas domésticas, la importancia de la noche de bodas... Yo creo que cualquier lectora del siglo XXI coincidirá en que estas cosas ya no ocurren, aunque pueda ser tal vez gracias a esta denuncia de de Beauvor. Por otro lado, no hay que olvidar que la descripción costumbrista se refiere exclusivamente las mujeres de mediados del XX y de los países occidentales. Nada dice la autora sobre la vida de las mujeres en Asia o en los países musulmanes.
El libro se estructura en tres partes descriptivas, seguida por la solución para superar el problema. En la primera parte, se describen la vida de la mujer en cuatro etapas: infancia, juventud, iniciación sexual-lesbianismo y madurez y vejez, aunque realmente este capítulo se incluye en la segunda parte (ya vemos que estructurar sus escritos no es el fuerte de de Beauvoir). En la segunda, se describe la vida de la mujer en distintas situaciones: matrimonio, maternidad, vida en sociedad y prostitución-hetaíras. La tercera parte describe las tres salidas que se ha dado la mujer, tradicionalmente, para aceptar la "jaula" que le impone la sociedad patriarcal: el narcisismo, el enamoramiento y el misticismo. Estos tres capítulos me han parecido lo peor de la obra y lo más circular, pero son cortos.
Desde la primera frase, antes citada, queda claro que el problema es cómo la sociedad dominada por los hombres crea sesgos y conductas en las mujeres que las van a impedir su pleno desarrollo como seres humanos, para quedarse limitadas a depender del hombre, no solo económicamente, sino vitalmente, al venir su éxito-fracaso determinado por la visión de éste. Ello hace que, en general, la mujer encuentre grandes obstáculos a su realización personal, lo que deviene en frustración y en conflicto. Al mismo tiempo, esa pérdida de potencial supone una rémora lamentable para la humanidad, ya que se limita a la mitad de la misma en sus aportaciones al bien común. Digamos, que la capacidad de ser un genio es, a priori, igual en la mujer que en el hombre ("Pour faire de grandes choses, ce qui manque essentiellement à la femme d’aujourd’hui, c’est l’oubli de soi : mais pour s’oublier il faut d’abord être solidement assuré qu’on s’est d’ores et déjà trouvé.")
Como ejemplo, ilustrativo pero obsoleto, de lo que digo, tenemos la "veneración del pene", que desarrolla de Beauvoir en el primer capítulo. El pene sería, para la autora, el símbolo de la superioridad del niño sobre la niña; ésta observa la situción privilegiada del niño/varón vis-a-vis la niña/mujer y la achaca, en su ingenuidad, a la posesión del síngular órgano. De ahí, por ejemplo, la visión Freudiana de la mujer como hombre sin pene (algo que de Beauvoir, como es lógico, ataca sin conmiseración). E incluso la percepción de que los hijos vienen a sustituir al pené en la realización de la mujer. En esta línea, me quedo con una frase, que refleja muy bien los límites relativos percibidos por hombre y mujer, siempre según la autora:"Les dieux de l’homme sont dans un ciel si lointain qu’en vérité, pour lui, il n’y a pas de dieux : la petite fille vit parmi des dieux à face humaine."
Para mí la conclusión es clara, y además coherente con la teoría económica del emprendimiento. En la medida en que la mujer se escapa de las limitaciones que le hemos podido imponer históricamente los hombres, su capacidad de emprendimiento, en todos los sentidos, pasa a colaborar en el enriquecimiento de la sociedad, tanto por número (el doble de población creando y buscando oportunidades) como en cualidad (dada la perspectiva diferencial de la mujer). En particular, el hombre se enriquece en una relación conyugal, marital o de pareja, si está es entre iguales con respecto a una situación de sometimiento. Amén, esa es mi experiencia (espero que mi mujer piense lo mismo, je).
¿Leer este libro? Pues no lo sé, la verdad. Está bien escrito, es curioso e interesante, pero es muy largo, y quizá se ha quedado un poco obsoleto. A mí tampoco me gusta mucho eso de razonar en círculos, pero, con todo, no se me ha hecho pesada su lectura. Mi recomendación concreta sería la lectura del capítulo sobre "La iniciación sexual"; por el contrario, evitaría la de la parte III: Justificaciones.
De Beauvoir escribe de forma muy brillante. Desde la primera frase del volumen ("On ne naît pas femme : on le devient.") nos encontramos con numerosas frases dignas de ser enmarcadas, algunas de ellas las pondré en esta entrada. Ello salva esta lectura, contra los dos defectos principales que le he encontrado. El primero se refiere a la forma en que avanza la argumentación, o, más bien, en que no avanza. He llegado a la conclusión de que la autora hace argumentaciones cíclicas o circulares, parece estar continuamente dando vueltas a lo mismo, no cerrar nunca ninguna línea de argumentación, aunque lo haga con otras palabras y ejemplos. Es algo que aparece en cada capítulo, aunque quizá se note menos en los puramente descriptivos y más en los últimos.
El segundo defecto es más evidente: escrita a mediados del siglo XX, la obra se ha quedado necesariamente obsoleta. Tiene su saborcillo, pero resulta muy difícil identificar con la actualidad alguna de las cosas a las que dedica tanta atención, como la vida de la joven enfocada a la llegada del varón, la importancia del vestuario y las relaciones sociales, la visión del hogar y las tareas domésticas, la importancia de la noche de bodas... Yo creo que cualquier lectora del siglo XXI coincidirá en que estas cosas ya no ocurren, aunque pueda ser tal vez gracias a esta denuncia de de Beauvor. Por otro lado, no hay que olvidar que la descripción costumbrista se refiere exclusivamente las mujeres de mediados del XX y de los países occidentales. Nada dice la autora sobre la vida de las mujeres en Asia o en los países musulmanes.
El libro se estructura en tres partes descriptivas, seguida por la solución para superar el problema. En la primera parte, se describen la vida de la mujer en cuatro etapas: infancia, juventud, iniciación sexual-lesbianismo y madurez y vejez, aunque realmente este capítulo se incluye en la segunda parte (ya vemos que estructurar sus escritos no es el fuerte de de Beauvoir). En la segunda, se describe la vida de la mujer en distintas situaciones: matrimonio, maternidad, vida en sociedad y prostitución-hetaíras. La tercera parte describe las tres salidas que se ha dado la mujer, tradicionalmente, para aceptar la "jaula" que le impone la sociedad patriarcal: el narcisismo, el enamoramiento y el misticismo. Estos tres capítulos me han parecido lo peor de la obra y lo más circular, pero son cortos.
Desde la primera frase, antes citada, queda claro que el problema es cómo la sociedad dominada por los hombres crea sesgos y conductas en las mujeres que las van a impedir su pleno desarrollo como seres humanos, para quedarse limitadas a depender del hombre, no solo económicamente, sino vitalmente, al venir su éxito-fracaso determinado por la visión de éste. Ello hace que, en general, la mujer encuentre grandes obstáculos a su realización personal, lo que deviene en frustración y en conflicto. Al mismo tiempo, esa pérdida de potencial supone una rémora lamentable para la humanidad, ya que se limita a la mitad de la misma en sus aportaciones al bien común. Digamos, que la capacidad de ser un genio es, a priori, igual en la mujer que en el hombre ("Pour faire de grandes choses, ce qui manque essentiellement à la femme d’aujourd’hui, c’est l’oubli de soi : mais pour s’oublier il faut d’abord être solidement assuré qu’on s’est d’ores et déjà trouvé.")
Como ejemplo, ilustrativo pero obsoleto, de lo que digo, tenemos la "veneración del pene", que desarrolla de Beauvoir en el primer capítulo. El pene sería, para la autora, el símbolo de la superioridad del niño sobre la niña; ésta observa la situción privilegiada del niño/varón vis-a-vis la niña/mujer y la achaca, en su ingenuidad, a la posesión del síngular órgano. De ahí, por ejemplo, la visión Freudiana de la mujer como hombre sin pene (algo que de Beauvoir, como es lógico, ataca sin conmiseración). E incluso la percepción de que los hijos vienen a sustituir al pené en la realización de la mujer. En esta línea, me quedo con una frase, que refleja muy bien los límites relativos percibidos por hombre y mujer, siempre según la autora:"Les dieux de l’homme sont dans un ciel si lointain qu’en vérité, pour lui, il n’y a pas de dieux : la petite fille vit parmi des dieux à face humaine."
El capítulo dedicado a la iniciación sexual de la mujer me ha parecido espectacular. Creo que es el mejor del libro, en parte porque posiblemente es el que mejor ha resistido a la obsolescencia. Lo que se cuenta en él parece independiente de la contigencia histórica (por usar terminología beauvoiriana), ya que se basa en mecanismos biológicos y, sobre todo, psicológicos. Aquí explica la autora las condiciones en que la penetración puede devenir en trauma y por qué, así como todos los condicionantes del orgas femenino ("Le choc suivant à me voir vu"). Yo creo que esta lectura ayudará al varón a entender mejor a la mujer en determinados momentos que todos hemos vivido.
Uno de las empeños fundamentales de de Beauvoir es desmontar el mito del "amor conyugal". El concepto, según ella, se habría creado en el siglo XIX para suavizar las maneras anteriores (en que básicamente la mujer pasaba de padre a marido sin posible ejercicio de voluntad). Pero solo sirve para enmascarar la misma práctica, embaucar a la mujer para que acepte su posición tradicional en el matrimonio con esa disculpa. Esta frase resume su visión al respecto: "aimer n’est pas épouser et qu’il est bien difficile de comprendre comment l’amour peut devenir devoir".
Coherentemente, es muy crítica con la vida de la mujer casada, siempre en un ciclo "attente ennui deception". Parte del ciclo lo constituyen las tareas domésticas, a las que califica de verdadera maldición de Sísifo, porque hay que aceptar que "le monde n’est pas un rêve de pierre, il est fait d’une substance louche que la décomposition menace.", por lo que exige constantes cuidados.
De la maternidad opina que "Ordinairement, la maternité est un étrange compromis de narcissisme, d’altruisme, de rêve, de sincérité, de mauvaise foi, de dévouement, de cynisme." Ello le lleva a reconocer que, por supuest, existe la madre mala (relacionada con el mito de la madrastra), algo que las feministas de hoy en día no parecen reconocer. En el capítulo de la maternidad también discute el aborto, aportando datos interesantes, pero sobre todo recriminando al hombre que, primero, la ensalza
en su realización de mujer vía la maternidad, para a continuación exigirle que destroce esa futuro si a él no le viene bien.
Contradicción similar encuentra en la práctica de la prostitución, demandada y al mismo tiempo vilipendiada por los hombres. Para colmo de la ironía, sostiene de Beauvoir, "Entre celles qui se vendent par la prostitution et celles qui se vendent par le mariage, la seule différence consiste dans le prix et la durée du contrat". Sobre este punto del balance coste-beneficios para el hombre de su relación con la mujer hace varias meciones la autora.
El caso es que la relación hombre-mujer presenta problemas, es conflictiva. Dos brillantes frases para resumir la situación:
- "La complexité de toute cette affaire provient de ce que chaque camp est complice de son ennemi ; la femme poursuit un rêve de démission, l’homme un rêve d’aliénation"
- "L’homme a toujours « autre chose à faire » de son temps ; tandis qu’elle cherche à se débarrasser du sien"
El momento culminante de la obra, también en el sentido estético, es el capítulo XIV, en el cual la autora nos va a proponer la solución para los problemas identificados, tanto de la mujer como los repercutidos sobre el hombre. Es, por supuesto, la liberación de la mujer. Aunque la autora hable de la importancia de la independencia económica para esa liberación, creo sinceramente que esa es una realidad en los países occidentales en la actualidad (aunque no se haya conseguido mediante el socialismo, que era la única forma viable para la autora - para mí, que no se lo creía ni ella, pero tenía que hacer la concesión a su querido Sartre).
Obsérvese que el enfoque de de Beauvoir es que la liberación de la mujer también enriquece al hombre. Por ejemplo, la mujer "ne possédant pas un domaine autonome, elle ne peut opposer des vérités, des valeurs positives à celles qu’affirment les mâles ; elle peut seulement les nier." Ello implica al condena a una crítica destructiva, además de perder todas las posibilidades de lo que la mujer pueda aportar en cada dominio.
Más en concreto, en el ámbito de las artes, citando a Rimbaud "Quand sera brisé l’infini servage de la femme, quand elle vivra pour elle et par elle, l’homme – jusqu’ici abominable – lui ayant donné son renvoi, elle sera poète elle aussi ! La femme trouvera l’inconnu ! Ses mondes d’idées différeront-ils des nôtres ? Elle trouvera des choses étranges, insondables, repoussantes, délicieuses, nous les prendrons, nous les comprendrons." O sea, lo que nos hemos perdido por tener siglos y milenios a la mujer bajo la estructura patriarcal, y lo estoy diciendo en serio.
Y es que "La femme n’est définie ni par ses hormones ni par de mystérieux instincts mais par la manière dont elle ressaisit, à travers les consciences étrangères, son corps et son rapport au monde". Pero, en ningún caso la liberación de la mujer se ha de interpretar como fin de las relaciones con el hombre, ni mucho menos. La autora lo tiene claro y lo formula con gran brillantez: "Affranchir la femme, c’est refuser de l’enfermer dans les rapports qu’elle soutient avec l’homme, mais non les nier".
Para mí la conclusión es clara, y además coherente con la teoría económica del emprendimiento. En la medida en que la mujer se escapa de las limitaciones que le hemos podido imponer históricamente los hombres, su capacidad de emprendimiento, en todos los sentidos, pasa a colaborar en el enriquecimiento de la sociedad, tanto por número (el doble de población creando y buscando oportunidades) como en cualidad (dada la perspectiva diferencial de la mujer). En particular, el hombre se enriquece en una relación conyugal, marital o de pareja, si está es entre iguales con respecto a una situación de sometimiento. Amén, esa es mi experiencia (espero que mi mujer piense lo mismo, je).
¿Leer este libro? Pues no lo sé, la verdad. Está bien escrito, es curioso e interesante, pero es muy largo, y quizá se ha quedado un poco obsoleto. A mí tampoco me gusta mucho eso de razonar en círculos, pero, con todo, no se me ha hecho pesada su lectura. Mi recomendación concreta sería la lectura del capítulo sobre "La iniciación sexual"; por el contrario, evitaría la de la parte III: Justificaciones.
martes, 19 de mayo de 2020
Hadyi Murad, de Leon Tolstoi
Leon Tolstoi es uno de los grandes de la literatura universal, y su novela Guerra y Paz una de mis novelas preferidas de todos los tiempos. Así que no me hice mucho de rogar tras conocer la existencia de este relato en una lectura reciente. Dicho y hecho, conseguido y leído, sin pena ni gloria.
Narra un acontecimiento histórico, yo diría que anecdótico, sucedido en la guerra del Caúcaso librada por los rusos contra el Imán Shamil a mediados del siglo XIX. Tal evento es la entrega del personaje que da título al relato, un lugarteniente mal avenido de Shamil, a los rusos, con la idea de que estos el proporcionaran fuerzas para acabar con la revuelta. Tolstoi se acuerda de la historia en un paseo campestre, al contemplar un cardo superviviente al paso de un carro. El carácter anecdótico del episodio nos lo da el hecho de que los ruiseñores continúen cantando tras la muerte del personaje, como si nada hubiera pasado.
Se podría calificar esta como una novela de secundarios: aparecen muchos personajes, pero la mayor parte de ellos solo tienen presencia en un capítulo. Será el caso del zar Nicolás y su ministro de la Guerra, por un lado, y del propio Imán Shamil, por otro. Más destacado es el papel que desempeña Vorontsov, importante personaje al mando de las fuerzas rusas, y al que decide entregarse Hadyi Murad. Pero luego aparecen otros secundarios, a los que sorprendentemente se les dedica similar atención, como a los soldados rusos Butler y Petrush Avdeyev; de este último, tiroteado accidentalmente durante la entrega de Murad, llegaremos a conocer hasta a su familia!
Así pues, Hadyi Murad se entrega a los rusos en compañía de sus cuatro seguidores más fieles. Su compromiso es confrontar y derrotar al imán Shamil con las fuerzas que los rusos le den, aprovechando su conocimiento del rugoso terreno (Daguestán) y su popularidad en el área. El problema es que Shamil tiene rehenes a su famila, el hijo Yusuf entre ellos. Y lo que quiere Murad es que se negocie un intercambio de rehenes para ponerles a salvo antes de la expedición.
Es en la toma de esta decisión donde se interpondrá la burocracia rusa y su dejadez, y el heraldo de la inevitable tragedia. Pues, en algún momento, cansado de esperar la decisión que nunca llega, Murad recuperará su odio por los rusos y tratará de escabullirse para rescatar a su familia, lo que nos llevarál al esperado fin del relato.
Por medio, dos capítulos destacables. En primer lugar, la escena de la corte en Tiflis, en la que asistimos a una cena de gala para presentar al prisionero en sociedad. En ella, Tolstoi trata con maestria las sutilezas en las conversaciones e intrigas de los cortesanos, como la alusión a distintos episodios más o menos exitosos, hace que unos y otros comensales transiten por las preferencias del mando, el gran Vorontsov (a la sazón, construyéndose un megapalacio en Crimea, que según parece ha llegado hasta nuestros días).
Es mejor si cabe la escena que transcurre en el Palacio de Invierno, entre el zar y su ministro de Guerra, Chernyshov, para la toma de diversas decisiones, entre ellas como proseguir la guerra del Caúcaso ante la entrega de Hady Murad. Tolstoi no tiene reparos en describirnos al zar Nicolás como un verdadero tirano, a la par que incompetente y negligente, que "estaba plenamente convencido de que todas sus disposiciones, tan insensatas, injustas y opuestas entre sí, resultaban sensatas, justas y equilibradas sólo porque eran suyas." Quien haya observado a Pedrito en acción durante estos últimos meses, habrá podido constatar unas maneras muy similares. Y es que todos los tiranos tienen las mismas ínfulas. No le va a la zaga este momento, ya terminado el despacho con su ministro: "Al igual que la gente de este mundo, Dios, por mediación de sus ministros, recibió y alabó a Nicolás, quien aceptó ese tributo como algo que le era debido aunque fuera fastidioso."
Como se dice ahora, esta novelita es "sin más". Es del gran Tolstoi y es corta, lo que juega a favor de leerla; pero tiene poca chicha y no está bien traducida, así que cada uno vea qué hacer.
Narra un acontecimiento histórico, yo diría que anecdótico, sucedido en la guerra del Caúcaso librada por los rusos contra el Imán Shamil a mediados del siglo XIX. Tal evento es la entrega del personaje que da título al relato, un lugarteniente mal avenido de Shamil, a los rusos, con la idea de que estos el proporcionaran fuerzas para acabar con la revuelta. Tolstoi se acuerda de la historia en un paseo campestre, al contemplar un cardo superviviente al paso de un carro. El carácter anecdótico del episodio nos lo da el hecho de que los ruiseñores continúen cantando tras la muerte del personaje, como si nada hubiera pasado.
Se podría calificar esta como una novela de secundarios: aparecen muchos personajes, pero la mayor parte de ellos solo tienen presencia en un capítulo. Será el caso del zar Nicolás y su ministro de la Guerra, por un lado, y del propio Imán Shamil, por otro. Más destacado es el papel que desempeña Vorontsov, importante personaje al mando de las fuerzas rusas, y al que decide entregarse Hadyi Murad. Pero luego aparecen otros secundarios, a los que sorprendentemente se les dedica similar atención, como a los soldados rusos Butler y Petrush Avdeyev; de este último, tiroteado accidentalmente durante la entrega de Murad, llegaremos a conocer hasta a su familia!
Así pues, Hadyi Murad se entrega a los rusos en compañía de sus cuatro seguidores más fieles. Su compromiso es confrontar y derrotar al imán Shamil con las fuerzas que los rusos le den, aprovechando su conocimiento del rugoso terreno (Daguestán) y su popularidad en el área. El problema es que Shamil tiene rehenes a su famila, el hijo Yusuf entre ellos. Y lo que quiere Murad es que se negocie un intercambio de rehenes para ponerles a salvo antes de la expedición.
Es en la toma de esta decisión donde se interpondrá la burocracia rusa y su dejadez, y el heraldo de la inevitable tragedia. Pues, en algún momento, cansado de esperar la decisión que nunca llega, Murad recuperará su odio por los rusos y tratará de escabullirse para rescatar a su familia, lo que nos llevarál al esperado fin del relato.
Por medio, dos capítulos destacables. En primer lugar, la escena de la corte en Tiflis, en la que asistimos a una cena de gala para presentar al prisionero en sociedad. En ella, Tolstoi trata con maestria las sutilezas en las conversaciones e intrigas de los cortesanos, como la alusión a distintos episodios más o menos exitosos, hace que unos y otros comensales transiten por las preferencias del mando, el gran Vorontsov (a la sazón, construyéndose un megapalacio en Crimea, que según parece ha llegado hasta nuestros días).
Es mejor si cabe la escena que transcurre en el Palacio de Invierno, entre el zar y su ministro de Guerra, Chernyshov, para la toma de diversas decisiones, entre ellas como proseguir la guerra del Caúcaso ante la entrega de Hady Murad. Tolstoi no tiene reparos en describirnos al zar Nicolás como un verdadero tirano, a la par que incompetente y negligente, que "estaba plenamente convencido de que todas sus disposiciones, tan insensatas, injustas y opuestas entre sí, resultaban sensatas, justas y equilibradas sólo porque eran suyas." Quien haya observado a Pedrito en acción durante estos últimos meses, habrá podido constatar unas maneras muy similares. Y es que todos los tiranos tienen las mismas ínfulas. No le va a la zaga este momento, ya terminado el despacho con su ministro: "Al igual que la gente de este mundo, Dios, por mediación de sus ministros, recibió y alabó a Nicolás, quien aceptó ese tributo como algo que le era debido aunque fuera fastidioso."
Como se dice ahora, esta novelita es "sin más". Es del gran Tolstoi y es corta, lo que juega a favor de leerla; pero tiene poca chicha y no está bien traducida, así que cada uno vea qué hacer.
domingo, 17 de mayo de 2020
The Rules of Contagion, de Adam Kucharski
En vista de la situación que estamos viviendo, parece oportuno leer algo sobre como se estudian las epidemias. Este libro, más que oportuno, parece oportunista, puesto que acaba de ser publicado y, sin embargo, no hace referencia alguna al COVID-19, ni siquiera al final cuando da estadísticas de cuanta gente habrá muerto de diversas enfermedades en el tiempo que hemos tardado en leer el libro: 300 de malaria, y así, lo que resulta muy conspicuo (¿10.000 solo en España?). Y, por otro lado, la sensación es que al autor le han metido caña para que terminara un trabajo que llevaba encaminado, pero no terminado. Un indicio de ello es la irregularidad de la obra, con dos o tres capítulos bien rematados, mientras que el resto hay demasiada divagación, como si el autor tuviera todavía que ordenar sus ideas. Y otro lo tenemos en las conclusiones, cuando de repente empieza a hablarnos de la importancia de los datos para luchar contras las pandemias, al tiempo que es necesario respetar la privacidad de las personas.
La ambición de Kucharski es doble: en primer lugar, introducirnos a la investigación científica de las epidemias, lo que consigue con bastante solvencia a mi entender. Y, en segundo lugar, proponer posibles extrapolaciones de tales teorías a otros aspectos de la sociedad, como pueden ser las crisis económicas, la violencia, la propagación de la información por redes sociales o la extensión de virus informático. En este segundo objetivo me parece que fracasa, por diversos motivos, pero no me parecen convincentes las extrapolaciones que propone. Y, sin embargo, el capítulo que dedica a la viralización por redes sociales me parece magnífico, aunque no tanto por las aplicación de ideas de epidemias, como por el riguroso enfoque que utiliza para el estudio, seguramente sí inspirado en el que él utiliza para estudiar aquélla.
Es en los dos primeros capítulos donde se concentra la carga teórico de la epidemiología, bien aderezada por numerosas anécdotas históricas relacionadas con el desarrollo de tal ciencia. En estos capítulos, sí vienen a cuento dichas anécdotas para introducir los problemas encontrados y sus soluciones, pero uno de los problemas que tiene Kucharski es que abusa de las mismas, en muchos caso para revelaciones secundarias y, en otros muchos, rompiendo el flujo narrativo principal sin necesidad. Afortunadamente, como digo, en estos dos capítulos el equilibrio es adecuado, y nos ayudan a conocer la historia de la disciplina.
Es en estos capítulos cuando revisaremos todos esos conceptos y palabros con los que nos hemos tenido que familiarizar a la fuerza estos días. Por ejemplo, el modelo SIR (susceptibles, infectados, recuperados), en el que se basan las estadísticas que recibimos diariamente. O el famoso número R, de reproducción, que no es más que el número medio de nuevos contagios que genera una persona infectada.
R se puede descomponer en cuatro parámetros según el modelo DOTS: Duración x Número de Oportunidades x Probabilidad de transmisión x Susceptibilidad. Actuándo sobre cualquiera de ellos se puede tratar de reducir el númerillo y dificultar así la expansión de la epidemia.
R es fundamental para establecer cómo conseguir la llamada "inmunidad de rebaño" (herd inmunity) que todos los países desean obtener. Cuando hay suficiente gente inmune a la enfermedad, ésta deja de transmitirse y se acaba la epidemia (R baja por hacerlo el parámetro S). Resulta que el número mágico es R-1/R. O sea, que si R es 5, necesitamos al 80% de la población inmune o vacunada para tener inmunidad de rebaño.
En otros capítulos, Kucharski nos explica como se puede aplicar el análisis filogenético (el de la evolución de Darwin) para estudiar las características de la epidemia basándose en las variaciones genéticas del bicho, o la aplicación de la teoría de redes a la propagación de las enfermedades, por ejemplo, de las transmitidas sexualmente. También aprendremos qué son los eventos "superspreading", y que eso del paciente "Cero" no deja de ser un mito.
Como cosas curiosas, me quedo con dos: 1) el puñetero problema de los ventiladores que hemos padecido en esta pandemia era algo que ya había ocurrido en con el SARS-2003 en Martinica, y Kucharski nos lo explica con las mismas curvas que nos han metido en vena estas semanas. 2) la maldita gripe "española" que asoló el mundo hace un siglo, se quedó con ese nombre por la gran cantidad de víctimas reportadas en España; lo divertido es que eso pasó, no porque en España hubiera más víctimas, sino porque en los otros principales países europeos no se publicaban los casos reales para evitar desmoralización en tiempos de guerra. Vamos, lo contrario que seguramente esté pasando ahora, donde igual los de España son los únicos datos no fiables de toda Europa.
Antes de pasar al capítulo de redes sociales, me quedo con las tres cosas que, según el autor, son necesarias para detener una epidemia: "an evidence base, a method for implementation, and political will." Obviamente, no creo que lo último sea necesario, basta con el deseo individual, junto con los otros ingredientes, claro.
Y es que el tema de redes sociales merecería quizá otra entrada en el blog, porque es interesante en sí y con independencia de sus comunalidades o no con la epidemiología. Un primer concepto a tener en cuenta, no presente en ésta, es el del "contagio complejo", en los que la transmisión del contagio requiere de múltiples exposiciones. Por ello, estos contagios son muy dependientes de la estructura de las redes online.Según Kucharski, que una nueva información cambie tus creencias depende de la fuerza de tu creencia inicial y de la fortaleza de la nueva evidencia presentada; y puede que sea así, pero creo Kucharski debería haber hecho alguna referencia al "elefante" de Haidt para este análisis.
Kucharski nos advierte del llamado "colapso del contexto" por el que mucha gente puede acabar expuesta a un contenido sin el contexto en que este se generó y tenía sentido, por lo que sus interpretaciones terminan siendo erróneas. Este es un fenómeno que ocurría ocasionalmente ("A speech that’s aimed at friends could leave family uncomfortable") pero que con las redes sociales pasa a ser parte del día a día.
Se pone en duda el rol de los "influencers" en la viralización de la información. Según parece, es más efectivo lanzar la información desde múltiples sitios ("Sparking multiple outbreaks across a network") que tratar de identificar "influencers" en una comunidad. En la línea, resulta que una forma de viralizar son los llamados "honey pot bots", que se dedican a bombardear a algún nodo relevante (por ejemplo, algún periodista o celebrity) para conseguir que se haga eco o que responda.
También habla, en otro momento, de las mutaciones de los memes hasta dar con una fórmula de éxito que se propague: "Online forums like 4chan – and others such as Reddit and Gab – in effect act as incubators for contagious memes. When users post images and slogans, it can spark large numbers of new variants.These newly mutated memes spread and compete on the forums, with the most contagious ones surviving and the weaker ones disappearing." Y es que la mayor parte de los contenidos no son contagiosos: "it’s extremely rare to get something that spreads, and even when it does, it doesn’t spread beyond a few generations of transmission." El autor da varios datos al respecto, por ejemplo, que el 95% de los hilos Twitter consisten en un solo tweet que nadie más comparte, y que la mayoría de lo supervivientes no llegaron más allá de un escalón. Por cierto, a la hora de explicar el éxito de un tweet, resulta que su contenido explica muy poco, siendo el factor más relevante el éxito pasado del usuario que hace el tweet.
Y, por último, no quiero dejar pasar el análisis de fake news y la solución que propone, pues ambos están llenos de sentido común. Respecto a la posible manipulación de las elecciones americanas o el referendum del Brexit por supuestos agentes rusos mediante redes de bots, algo en el imaginario de todos los democratas de izquierdas, que solo creen en la democracia si sale lo que ellos creen que tiene que salir, nos dice Kucharski que "For every Russian post people were exposed to, on average there were almost 90,000 other pieces of content." Vamos, que los supuestos intentos de los rusos se quedaron perdidos entre la información normalmente generada.
¿Y qué propone como solución para evitar la difusión de "fake news"? Pues muy sencillo, reducir la probabilidad de transmisión del número R, haciéndonos más resistente a la manipulación. Obviamente, no solo nosotros, sino todos los medios.
No estoy seguro de si merece la pena leer este libro o no. Hay momentos en que es entretenido y tiene muchas cosas interesantes. Pero, si he de ser sincero, solo merecen verdaderamente la pena el capítulo 1 y el capítulo 5, y las partes del capítulo 2 en que no habla de economía.
La ambición de Kucharski es doble: en primer lugar, introducirnos a la investigación científica de las epidemias, lo que consigue con bastante solvencia a mi entender. Y, en segundo lugar, proponer posibles extrapolaciones de tales teorías a otros aspectos de la sociedad, como pueden ser las crisis económicas, la violencia, la propagación de la información por redes sociales o la extensión de virus informático. En este segundo objetivo me parece que fracasa, por diversos motivos, pero no me parecen convincentes las extrapolaciones que propone. Y, sin embargo, el capítulo que dedica a la viralización por redes sociales me parece magnífico, aunque no tanto por las aplicación de ideas de epidemias, como por el riguroso enfoque que utiliza para el estudio, seguramente sí inspirado en el que él utiliza para estudiar aquélla.
Es en los dos primeros capítulos donde se concentra la carga teórico de la epidemiología, bien aderezada por numerosas anécdotas históricas relacionadas con el desarrollo de tal ciencia. En estos capítulos, sí vienen a cuento dichas anécdotas para introducir los problemas encontrados y sus soluciones, pero uno de los problemas que tiene Kucharski es que abusa de las mismas, en muchos caso para revelaciones secundarias y, en otros muchos, rompiendo el flujo narrativo principal sin necesidad. Afortunadamente, como digo, en estos dos capítulos el equilibrio es adecuado, y nos ayudan a conocer la historia de la disciplina.
Es en estos capítulos cuando revisaremos todos esos conceptos y palabros con los que nos hemos tenido que familiarizar a la fuerza estos días. Por ejemplo, el modelo SIR (susceptibles, infectados, recuperados), en el que se basan las estadísticas que recibimos diariamente. O el famoso número R, de reproducción, que no es más que el número medio de nuevos contagios que genera una persona infectada.
R se puede descomponer en cuatro parámetros según el modelo DOTS: Duración x Número de Oportunidades x Probabilidad de transmisión x Susceptibilidad. Actuándo sobre cualquiera de ellos se puede tratar de reducir el númerillo y dificultar así la expansión de la epidemia.
R es fundamental para establecer cómo conseguir la llamada "inmunidad de rebaño" (herd inmunity) que todos los países desean obtener. Cuando hay suficiente gente inmune a la enfermedad, ésta deja de transmitirse y se acaba la epidemia (R baja por hacerlo el parámetro S). Resulta que el número mágico es R-1/R. O sea, que si R es 5, necesitamos al 80% de la población inmune o vacunada para tener inmunidad de rebaño.
En otros capítulos, Kucharski nos explica como se puede aplicar el análisis filogenético (el de la evolución de Darwin) para estudiar las características de la epidemia basándose en las variaciones genéticas del bicho, o la aplicación de la teoría de redes a la propagación de las enfermedades, por ejemplo, de las transmitidas sexualmente. También aprendremos qué son los eventos "superspreading", y que eso del paciente "Cero" no deja de ser un mito.
Como cosas curiosas, me quedo con dos: 1) el puñetero problema de los ventiladores que hemos padecido en esta pandemia era algo que ya había ocurrido en con el SARS-2003 en Martinica, y Kucharski nos lo explica con las mismas curvas que nos han metido en vena estas semanas. 2) la maldita gripe "española" que asoló el mundo hace un siglo, se quedó con ese nombre por la gran cantidad de víctimas reportadas en España; lo divertido es que eso pasó, no porque en España hubiera más víctimas, sino porque en los otros principales países europeos no se publicaban los casos reales para evitar desmoralización en tiempos de guerra. Vamos, lo contrario que seguramente esté pasando ahora, donde igual los de España son los únicos datos no fiables de toda Europa.
Antes de pasar al capítulo de redes sociales, me quedo con las tres cosas que, según el autor, son necesarias para detener una epidemia: "an evidence base, a method for implementation, and political will." Obviamente, no creo que lo último sea necesario, basta con el deseo individual, junto con los otros ingredientes, claro.
Y es que el tema de redes sociales merecería quizá otra entrada en el blog, porque es interesante en sí y con independencia de sus comunalidades o no con la epidemiología. Un primer concepto a tener en cuenta, no presente en ésta, es el del "contagio complejo", en los que la transmisión del contagio requiere de múltiples exposiciones. Por ello, estos contagios son muy dependientes de la estructura de las redes online.Según Kucharski, que una nueva información cambie tus creencias depende de la fuerza de tu creencia inicial y de la fortaleza de la nueva evidencia presentada; y puede que sea así, pero creo Kucharski debería haber hecho alguna referencia al "elefante" de Haidt para este análisis.
Kucharski nos advierte del llamado "colapso del contexto" por el que mucha gente puede acabar expuesta a un contenido sin el contexto en que este se generó y tenía sentido, por lo que sus interpretaciones terminan siendo erróneas. Este es un fenómeno que ocurría ocasionalmente ("A speech that’s aimed at friends could leave family uncomfortable") pero que con las redes sociales pasa a ser parte del día a día.
Se pone en duda el rol de los "influencers" en la viralización de la información. Según parece, es más efectivo lanzar la información desde múltiples sitios ("Sparking multiple outbreaks across a network") que tratar de identificar "influencers" en una comunidad. En la línea, resulta que una forma de viralizar son los llamados "honey pot bots", que se dedican a bombardear a algún nodo relevante (por ejemplo, algún periodista o celebrity) para conseguir que se haga eco o que responda.
También habla, en otro momento, de las mutaciones de los memes hasta dar con una fórmula de éxito que se propague: "Online forums like 4chan – and others such as Reddit and Gab – in effect act as incubators for contagious memes. When users post images and slogans, it can spark large numbers of new variants.These newly mutated memes spread and compete on the forums, with the most contagious ones surviving and the weaker ones disappearing." Y es que la mayor parte de los contenidos no son contagiosos: "it’s extremely rare to get something that spreads, and even when it does, it doesn’t spread beyond a few generations of transmission." El autor da varios datos al respecto, por ejemplo, que el 95% de los hilos Twitter consisten en un solo tweet que nadie más comparte, y que la mayoría de lo supervivientes no llegaron más allá de un escalón. Por cierto, a la hora de explicar el éxito de un tweet, resulta que su contenido explica muy poco, siendo el factor más relevante el éxito pasado del usuario que hace el tweet.
Y, por último, no quiero dejar pasar el análisis de fake news y la solución que propone, pues ambos están llenos de sentido común. Respecto a la posible manipulación de las elecciones americanas o el referendum del Brexit por supuestos agentes rusos mediante redes de bots, algo en el imaginario de todos los democratas de izquierdas, que solo creen en la democracia si sale lo que ellos creen que tiene que salir, nos dice Kucharski que "For every Russian post people were exposed to, on average there were almost 90,000 other pieces of content." Vamos, que los supuestos intentos de los rusos se quedaron perdidos entre la información normalmente generada.
¿Y qué propone como solución para evitar la difusión de "fake news"? Pues muy sencillo, reducir la probabilidad de transmisión del número R, haciéndonos más resistente a la manipulación. Obviamente, no solo nosotros, sino todos los medios.
No estoy seguro de si merece la pena leer este libro o no. Hay momentos en que es entretenido y tiene muchas cosas interesantes. Pero, si he de ser sincero, solo merecen verdaderamente la pena el capítulo 1 y el capítulo 5, y las partes del capítulo 2 en que no habla de economía.
viernes, 15 de mayo de 2020
Ali y Nino ("Ali und Nino"), de Kurban Said
Bueno, bueno, bueno. Estamos ante el que posiblemente sea el descubrimiento del año. Sí, ya sé que aún estamos a Mayo y queda mucho 2020, tanto más largo cuanto más dure el confinamiento a que estamos sometidos, pero es que pocas veces ocurre que uno descubre un autor similar a uno de sus preferidos de siempre. Y eso es lo que ma ha ocurrido con Kurban Said: que ha sido como recuperar al Amin Maalouf de las novelas orientales (que abandonó hace un tiempo en favor de ensayos de corte izquierdista). Espero no equivocarme a calificar a Kurban Said como el Amin Maalouf alemán, aunque en justicia el primero precede al segundo en el tiempo.
Terminada la lectura de esta magnífica novela, constato que Said tiene al menos otra novela. Y digo al menos, porque el tal nombre es un seudónimo cuya identifidad real no se descubrió hasta hace poco. En principio, se pensaba que era la baronesa Elfriede Ehrenfells von Bodmershof. Ahora, se cree que realmente era un tal Lev Nussimbaum, judio convertido al Islam. Y lo bueno es que éste escribió también con otro seudónimo, Essad Bey, por lo que la oferta literaria se amplia. En cualquier caso, ya me he hecho con la otra novela de Said, Das Madchen von Goldenen Horn. Si se mantiene el entusiasmo, proseguiré con las de Essad Bey y se repetirá la historia de Maalouf, todas cuyas obras devoré consecutivamente tras leer la primera de ellas, Leon l'Africaine.
La historia de Ali y Nino es la típica historia de amor, en este caso ambientada en el Caúcaso, y principalmente en la capital de Azerbayán, la exótica Baku. Ali es un varón musulmán de ascendencia persa, mientras que Nino es cristiana georgiana, por lo que su amor supone un puente entre Europa y Asia, entre religiones, entre el desierto y el bosque, y este es un tema que está muy presente durante toda la novela. Así, en los momentos difíciles, Ali, quien es el narrador, se desesperará porque "Es gibt keine Brücke zwischen Ost und West, auch nicht die Brücke der Liebe."
Afortundamente, son también muchos los momentos de conciliación y unión, como este precioso que incorporar a un amigo armenio (la tercera nación del Caúcaso):
Terminada la lectura de esta magnífica novela, constato que Said tiene al menos otra novela. Y digo al menos, porque el tal nombre es un seudónimo cuya identifidad real no se descubrió hasta hace poco. En principio, se pensaba que era la baronesa Elfriede Ehrenfells von Bodmershof. Ahora, se cree que realmente era un tal Lev Nussimbaum, judio convertido al Islam. Y lo bueno es que éste escribió también con otro seudónimo, Essad Bey, por lo que la oferta literaria se amplia. En cualquier caso, ya me he hecho con la otra novela de Said, Das Madchen von Goldenen Horn. Si se mantiene el entusiasmo, proseguiré con las de Essad Bey y se repetirá la historia de Maalouf, todas cuyas obras devoré consecutivamente tras leer la primera de ellas, Leon l'Africaine.
La historia de Ali y Nino es la típica historia de amor, en este caso ambientada en el Caúcaso, y principalmente en la capital de Azerbayán, la exótica Baku. Ali es un varón musulmán de ascendencia persa, mientras que Nino es cristiana georgiana, por lo que su amor supone un puente entre Europa y Asia, entre religiones, entre el desierto y el bosque, y este es un tema que está muy presente durante toda la novela. Así, en los momentos difíciles, Ali, quien es el narrador, se desesperará porque "Es gibt keine Brücke zwischen Ost und West, auch nicht die Brücke der Liebe."
Afortundamente, son también muchos los momentos de conciliación y unión, como este precioso que incorporar a un amigo armenio (la tercera nación del Caúcaso):
»Da sitzen wir nun, die Vertreter der drei größten Völker Kaukasiens: eine Georgierin, ein Mohammedaner, ein Armenier. Unter demselben Himmel geboren, von der gleichen Erde getragen, verschieden und dennoch eins – wie die drei Wesen Gottes. Europäisch und asiatisch zugleich, vom Westen und vom Osten empfangend und beiden gebend.« ("Allí nos sentábamos, los representantes de los tres principales pueblos caucásicos: una georgiana, un musulmán, un armenio. Nacidos bajo el mismo cielo, surgidos de la misma tierra, separados y sin embargo uno, como las tres Personas de Dios. Europeos y asiáticos a la vez, tanto del Oeste como del Este dando y recibiendo.")
Es, como digo, la típica historia del amor, cuyo gran aliciente es, por un lado, desarrollarse en tierras ignotas, además en un momento especialmente dramático (principios del siglo XX), y, por otro, el estilo orientalizante del autor, con esas frases maravillosas que me cautivaban con Maalouf, y esos cuentos exóticos que parecen directamente sacados de las Mil y Una Noches, aunque está vez sean armenios y georgianos. De Nino nos enamoramos en la primera ocasión que aparece y le dice a Ali esta frase maravillosa, ante su queja de que no están en Asia: "Ali Khan, du bist dumm. Gottlob sind wir in Europa. Wären wir in Asien, so wäre ich schon längst verschleiert, und du könntest mich nicht sehen." ("Ali Khan, eres tonto. Gracias a Dios que estamos en Europa. Si estuviéramos en Asia yo llevaría velo desde hace mucho y tú no me podrías ver").
La acción comienzo en una Bakú dominada por la Rusia zarista, en pacífica convivencia. Para los funcionarios rusos, es un destino indeseable, del que salir cuanto antes. Deliciosa la anécdota-truco del lazareto: como los profesores rusos no se integran ni salen de sus casas, los alumnos les tienen convencidos de que en las afueras de Baku hay un lazareto, y lo utilizan como excusa cuando quieren faltar a clase. Aquí podremos asistir a la llegada a Baku en barco del tío de Ali Khan, en compañía de su corte de eunucos y su harem.
La cuestión implícita en estos momentos es por qué tienen que estar allí los rusos. La respuesta la da el amigo armenio, en ese momento de conciliación ya apuntado: "Die Russen geben an, daß sie uns voreinander schützen müssen. Deshalb die russischen Regimenter, die russischen Beamten und Gouverneure. Aber Prinzessin, urteilen Sie selbst, müssen Sie vor mir geschützt werden? Muß ich vor Ali Khan geschützt werden? Saßen wir nicht alle friedlich im Kreise auf dem bunten Teppich in Pechachpur bei Schuscha?"("Los rusos sostienen nos tienen que proteger de nosotros mismos. De ahí, los regimientos rusos, los funcionarios rusos y el Gobernador. Pero, Princesa, juzgue usted misma, ¿hay que protegerla de mí? ¿Debo yo se protegido de Ali Khan?¿No nos hemos sentado todos pacíficamente en círculo sobre la colorida alfombra de Pechachpur cerca de Shusha?")
De vacaciones, Ali se va a Karabagh, origen mítico de Armenia, tierra de montañas y misterios, de donde lo sacará de vuelta a casa la declaración de la Primera Guerra Mundial. Le habrá dado tiempo a contarnos algunas de las leyendas locales, a asistir a una competición de bardos (Ashuken) y a disfrutar del frescos montañés, con reflexiones como ésta:
"Die trockene Trunkenheit des Orients kommt von der Wüste, wo heißer Wind und heißer Sand den Menschen berauschen, wo die Welt einfach und problemlos ist. Der Wald ist voller Fragen." Aunque me quedo con esta frase, que es puritito Maalouf: "Bevor du dein Kamel dem Schutze Allahs anvertraust, binde es fest an deinen Zaun." ("Antes de encomendar tu camello a la protección de Alá, atalo bien a la valla")
El comienzo de la primera Guerra Mundial no ofrece novedades en Azerbayán respecto a lo que ocurrió en otros lugares del mundo: ambiente general de excitación y de contento ante las posibilidades que se abrían. Aquí quedan encarnadas en los razonamientos del ingenúo Kotschi, criado de Ali, con quien los comparte de vuelta a Bakú. Y aparece también un caballo mítico, de una raza armenia casi extinguida, cuyos amos solo los utilizan para ir a la guerra. Jugará un papel fundamental más adelante.
El caso es que la vida en Bakú se ve generalmente poco alterada (incluso asistiremos a una representación de la ópera Eugene Onegin) y los únicos problemas son relativos al permiso de los padres de Nino para el matrimonio, algo que no ofrece inconveniente para Ali, dado que su mullah le ha explicado que como las mujeres no tienen alma, su religión no es impedimento para casarse. Lo que no sé es si el mullah lo establece con ironía. Para conseguir el ansiado permiso, se valdrá de su amigo armenio (el tercer protagonista del momento antes citado), gracias a cuyos buenos oficios se autoriza el matrimonio. Y ello nos lleva a Tiflis, para conocer a la familia de Nino, y, de paso, los famosos baños de la ciudad y su bazar europeo. Porque, no se olvide, Tiflis es Europa, Bakú, Asia.
"Es gibt kein Schwarz und es gibt kein Weiß, denn in Schwarz ist Weiß und in Weiß ist Schwarz. Deshalb ist mein Rat: tun wir nichts, was jemandem auf Erden schaden kann, denn wir sind in jedem, und ein jeder ist in uns." ("No hay nada negro y no hay nada blanco, pues en el negro está el blanco, y en el blanco el negro. Por eso, este es mi consejo: no hagamos nada que pueda causar daño a alguien en la Tierra, pues estamos en cada uno de ellos, y cada uno de ellos está en nosotros").
De vuelta a Baku ocurre un punto de inflexión en el momento más dramático de la novela, que dará lugar a una deliciosa persecución de un coche por un caballo por los caminos asiáticos de Azerbayán. Y menos mal que eran asiáticos, pues como dice Ali, jamás hubiera podido ganar el caballo en una carretera europea.
A partir de aquí, Ali se tranforma en Kanly (objeto de venganza de sangre) y ha de huir a las apartadas aldeas de Daguestán, cuarto territorio del Caúcaso. Allí le seguirá Nino, contra todo pronóstico, y allí se casarán. Y, tras la esperada ración de leyendas locales, podrán volver a Bakú cuando Rusia abandona la Primera Guerra Mundial (cortesía de Lenin y sus bolcheviques).
Poco durará la estancia: en breve se tendrán que fugar con destino a la patria grande de Ali, y llegarna mediante barco y coche al Teherán de la época, donde Nino será confinada al hárem doméstico, para su desgracia, pero también para el divertimento del lector, que encontrará en sus enfrentamientos con los eunucos los momentos más divertidos de esta novela. No obstante, la situación es insostenible: consulta Ali a su mullah: "»Seyd«, sagte ich, »mein Leben ist in Unordnung geraten. Der Weg zur Front ist abgeschnitten, Nino lacht nicht mehr, und ich vergieße Tinte anstatt Blut. Was soll ich tun, Seyd Mustafa?«" ("Maestro, dije, mi vida es un desorden. El camino al frente está cortado, Nino no ríe más, y yo derramo tinta en lugar de sangre. ¿Qué debería hacer, Seyd Mustafá?")
La respuesta es que participe en la ceremonia chiita Moharra, una procesión en que la peña se flagela con dureza. Inesperadamente, Nino le ve en acción, y esa resulta la gota que colma el vaso, Se tienen que ir de Persia sí o sí. Para entonces, la Guerra ha terminado y Bakú está protegida por los ingleses, mientras se resuelve el tratado de Versalles. Así que la pareja puede volver y además en carro de laureles, dado que su conocimiento de inglés y una esposa de costumbres europeas son el mejor salvoconducto para el poder del momento.
Tampoco va a durar mucho la alegría, ahora ya asomando los nubarrones finales del relato. En efecto, firmado el tratado de Versalles, Azerbayán es un estado independiente, y las fuerzas inglesas lo abandonan a su suerte. Esa suerte está muy condicionada por el petróleo (los pozos petrolíferos están tan presentes en la novel como la daga en el cinturón de Ali), algo que los rusos rojos y blancos desean. Serán, como no, los bolcheviques los que pongan fin a esta bonita historia y comienzo a un pesadilla de varios decenios.
Lean por tanto esta novela, y viajen en compañia de Nino y Ali por toda la magia del Caúcaso. Y perdonen si llevado por mi entusiasmo les he endosado algún spoiler. Espero que la disfruten tanto como yo.
martes, 12 de mayo de 2020
La ceniza de los Imperios ("The Dust of Empire"), de Karl E. Meyer
Interesante libro sobre la historia de los paises de Asia Central, escrito desde la perspectiva de política exterior para los EEUU. Aunque, precisamente por esto, su contenido no coincide con mis expectativas, no deja de ser un librito interesante, tanto por lo que cuenta como por las referencias que incorpora para quien quiera profundizar en los países tratados. De hecho, el autor reprocha a los norteamericanos no tanto su falta de conocimiento somo su ausencia de curiosidad para conocerlos mejor.
El libro está escrito en 2003, y su detonante se puede trazar al conflicto de Iraq. Ello da la perfecta ocasión para conocer mejor a estos países, antes de meterse a intervenir en ellos con el afán imperialista que caracteriza a EEUU (según el autor). Tenemos así un prefacio muy crítico con el imperialismo desinformado, empezando por episodios como la redacción de la constitución de Haiti por no otro que F.D. Roosevelt o el reconocimiento de un supuesto derecho de autodeterminación por Woodrow Wilson, y todos los problemas que ello ha ocasionado. También trae el ejemplo de Bélgica y la República Libre del Congo, donde los habitantes supuestamente libres estaban exclavizados para la producción del caucho. O la deliciosa, a la par que terrible, ironía de la Primera Guerra Mundial, en que las naciones superiores con el encargo divino de civilizar al mundo, entraron en una guerra sin precedentes y horrorosas consecuencias.
Constata el autor que la presencia de EEUU en los países a los que pretende rescatar del marasmo ha tendido históricamente ha empeorar la imagen de los americanos (por ejemplo, por los privilegios vis-a-vis la población local). "Conversely, where the American presence is minimal—in Eastern Europe during the Cold War or in today’s Iran—ordinary people are more liable to view America with sympathetic curiosity or outright admiration."Es por ello que se inclina por un ejercicio indirecto del poder, como hicieron los ingleses en la India.
Tras el largo prefacio e introducción, por fin llega el momento de entrar en harina, lo que hará con Rusia. La lectura de este capítulo ya nos da una idea del tenor: rápido repaso de la historia del país, para centrarse en los acontecimientos más recientes, normalmente desde principios del siglo XX. Ello tiene el problema que, al ser tan poco profunda la perspectiva história, y el libro de 2003, se nos queda un vacio de los últimos 20 años, que no sería relevante en una visión de siglos. En todo caso, lo que cuenta sirve como buen punto de partida hasta 2003, y el lector interesado podrá investigar por su cuenta desde ese momento, o profundizar en la historia anterior con las numerosas fuentes que propone el autor.
De Rusia cuenta relativamente poco, quizá por ser suficientemente conocido para los americanos. Curiosamente, se centra más en su historia y orígenes, y no tanto en la dinatia Romanoff, que conozco bien por una lectura de reciente de Sebag Montefiori, por lo que a mí me ha servido de buen complemento. He podido valorar así el papel de Kiev y de Iván el Terrible en el origen de Rusia, especialmente la conquista de Kazan y de Siberia en tan solo 70 años. Así que, cuando los Romanoffs se coronan zares de Rusa, lo hacen ya Siberia. Estamos hablando del siglo XV.
Tras Pakistán toca hablar de Afganistán, la madre del cordero. Este no es un país nuevo, al contrario, tiene una rica e interesante historia, que reluce aún más en comparación con sus vecinos "Stan", todos de reciente creación. Del país y sus gentes salían enamorados todos los visitantes. Quién me iba a decir a mí que me preocuparía no poder visitar Kabul! El caso es que el país está poblado por tribus más o menos bien avenidas. Sus problemas empezaron cuando Inglaterra abandonó la zona y quedó el país como fulcro entre Rusia y el resto de Oriente Medio, concentrando intereses de todo tipo. Tras otro tipo de maniobras, en 1979, los Soviéticos se vieron obligados, en cierta manera, a tomar posiciones. Lógicamente temerosos de la expansión comunista por esos lares, EEUU decidió a su vez intervenir, lo que hizo a través de Pakistán.
La intervención soviética fue un desastre: en palabras de Meyer, "tribalism trumped communism", o sea, que ni siquiera una visión comunista de la sociedad, que ya es homogeneizadora, pudo con las rivalidades tribales. Eventualmente, los soviéticos abandonaron el país, y al mismo tiempo lo hicieron los EEUU, dejando aquello convertido en un caos absoluto y sin perspectivas de reconstrucción. Fue así como los Talibanes se hicieron con el control en 1990, ante la alegría de la población, que esperaba así una cierta estabilidad. En fin, poco les duró la alegría, y así seguimos hasta hoy. Meyer compara la estrategia de los EEUU en Afganistán a lo que hicieron los alemanes con Lenin para debilitar a Rusia en la Primera Guerra Mundial. Sí, objetivo conseguido, a un precio que se sigue pagando 30 años después. Por cierto, el alter ego de Lenis es un tal Hekmatyart. De sus manos han salido terroristas para todos los lugares del mundo.
El penúltimo capítulo está dedicado al Caúcaso, en concreto a Georgia, Armenia y Azerbayan. Los dos primeros son países venerables, los dos primeros reinos cristianos de la historia. Sin embargo, el foco de Meyer es más bien la relación de Rusia con este área territorial, por lo que poco se nos cuenta. Se constata, eso sí, el fracaso de tanto el imperio zarista como del comunista en sus tratos con esta zona y, más en general, con el islamismo.
Y el último está dedicado a las cinco repúblicas de nueva creación en Asia Central: Uzbekistan, Turkmenistan, Kazakhstan, Tajikistan y Kyrzgistan. No cuenta mucho, porque hay poco que contar en historia, salvo por los khanatos de la antigua Turkestan (Samarkanda, Khiva, Bukhara, espectaculares ciudadess las tres). De las cinco aprendemos sus altos niveles de corrupción; de Kyrzgistan, su orientación al libre mercado liderada por el primer presidente Akayev, que no sé si seguirá en la actualidad; y de Tajikistan su terrible guerra civil entre 1991 y 1997. Reflexionando sobre esta guerra y sobre la conflictividad del Caúcaso en comparación con la paz que se vive en las estepas de los otros "stan", Meyer saca a colación una curiosa teoría sobre correlación entre conflictividad y montañas. Y que tampoco se me olvide el concepto de "tiranía hidraúlica" que al parecer ejercían los chinos sobre la zona (igual, por cierto, al de la Mafia en Sicilia, según acabo de leer en El Padrino), porque está relacionado con la catástrofe del mar de Aral, con graves efectos sobre la zona.
El libro está escrito en 2003, y su detonante se puede trazar al conflicto de Iraq. Ello da la perfecta ocasión para conocer mejor a estos países, antes de meterse a intervenir en ellos con el afán imperialista que caracteriza a EEUU (según el autor). Tenemos así un prefacio muy crítico con el imperialismo desinformado, empezando por episodios como la redacción de la constitución de Haiti por no otro que F.D. Roosevelt o el reconocimiento de un supuesto derecho de autodeterminación por Woodrow Wilson, y todos los problemas que ello ha ocasionado. También trae el ejemplo de Bélgica y la República Libre del Congo, donde los habitantes supuestamente libres estaban exclavizados para la producción del caucho. O la deliciosa, a la par que terrible, ironía de la Primera Guerra Mundial, en que las naciones superiores con el encargo divino de civilizar al mundo, entraron en una guerra sin precedentes y horrorosas consecuencias.
Constata el autor que la presencia de EEUU en los países a los que pretende rescatar del marasmo ha tendido históricamente ha empeorar la imagen de los americanos (por ejemplo, por los privilegios vis-a-vis la población local). "Conversely, where the American presence is minimal—in Eastern Europe during the Cold War or in today’s Iran—ordinary people are more liable to view America with sympathetic curiosity or outright admiration."Es por ello que se inclina por un ejercicio indirecto del poder, como hicieron los ingleses en la India.
Tras el largo prefacio e introducción, por fin llega el momento de entrar en harina, lo que hará con Rusia. La lectura de este capítulo ya nos da una idea del tenor: rápido repaso de la historia del país, para centrarse en los acontecimientos más recientes, normalmente desde principios del siglo XX. Ello tiene el problema que, al ser tan poco profunda la perspectiva história, y el libro de 2003, se nos queda un vacio de los últimos 20 años, que no sería relevante en una visión de siglos. En todo caso, lo que cuenta sirve como buen punto de partida hasta 2003, y el lector interesado podrá investigar por su cuenta desde ese momento, o profundizar en la historia anterior con las numerosas fuentes que propone el autor.
De Rusia cuenta relativamente poco, quizá por ser suficientemente conocido para los americanos. Curiosamente, se centra más en su historia y orígenes, y no tanto en la dinatia Romanoff, que conozco bien por una lectura de reciente de Sebag Montefiori, por lo que a mí me ha servido de buen complemento. He podido valorar así el papel de Kiev y de Iván el Terrible en el origen de Rusia, especialmente la conquista de Kazan y de Siberia en tan solo 70 años. Así que, cuando los Romanoffs se coronan zares de Rusa, lo hacen ya Siberia. Estamos hablando del siglo XV.
Respecto a Irán, cuya historia es tremendamente compleja, se centra en la época Qajar y, sobre todo, sus sucesores los Pahlavi que fracasan en la modernización del país, y terminan siendo desplazados por Jomeini hasta la situación actual. Veremos el papel que desplegaron ingleses y americanos en las intrigas, no tan prominentes como yo pensaba. Curioso el papel desempeñado por en esos momentos Persia para servir de buffer entre los imperios inglés (en la India) y ruso.
De Pakistán nos cuenta más bien poco, y casi todo relacionado con el procedimiento por el que se separó de la India, cuyo principal protagonista es Lord Mountbatten, en el lado inglés, y un casi olvidado Jinnah en Pakistán. Bangladesh, que en principio iba a ser la parte oriental de Pakistán, es también producto de estos tejemanejes. Al mismo tiempo, también aparecen problemas en la delimitación fronteriza entre Pakistán y Afganistán, la llamada Línea Durand, que atraviesa el territorio ancestral de los Pashtun. Estos son los talibanes que aparecen en la última temporada de Homeland, y su aspecto y costumbres hacen difícil imaginar que su líder en aquellos difíciles momentos era un tal Gaffar Khan, a quien llamaban el Gandhi de las montañas, y lideraba el movimiento pacifista de los Camisas Rojas. Por desgracia para todos, no tuvo el mismo éxito que su vecino.
Tras Pakistán toca hablar de Afganistán, la madre del cordero. Este no es un país nuevo, al contrario, tiene una rica e interesante historia, que reluce aún más en comparación con sus vecinos "Stan", todos de reciente creación. Del país y sus gentes salían enamorados todos los visitantes. Quién me iba a decir a mí que me preocuparía no poder visitar Kabul! El caso es que el país está poblado por tribus más o menos bien avenidas. Sus problemas empezaron cuando Inglaterra abandonó la zona y quedó el país como fulcro entre Rusia y el resto de Oriente Medio, concentrando intereses de todo tipo. Tras otro tipo de maniobras, en 1979, los Soviéticos se vieron obligados, en cierta manera, a tomar posiciones. Lógicamente temerosos de la expansión comunista por esos lares, EEUU decidió a su vez intervenir, lo que hizo a través de Pakistán.
La intervención soviética fue un desastre: en palabras de Meyer, "tribalism trumped communism", o sea, que ni siquiera una visión comunista de la sociedad, que ya es homogeneizadora, pudo con las rivalidades tribales. Eventualmente, los soviéticos abandonaron el país, y al mismo tiempo lo hicieron los EEUU, dejando aquello convertido en un caos absoluto y sin perspectivas de reconstrucción. Fue así como los Talibanes se hicieron con el control en 1990, ante la alegría de la población, que esperaba así una cierta estabilidad. En fin, poco les duró la alegría, y así seguimos hasta hoy. Meyer compara la estrategia de los EEUU en Afganistán a lo que hicieron los alemanes con Lenin para debilitar a Rusia en la Primera Guerra Mundial. Sí, objetivo conseguido, a un precio que se sigue pagando 30 años después. Por cierto, el alter ego de Lenis es un tal Hekmatyart. De sus manos han salido terroristas para todos los lugares del mundo.
El penúltimo capítulo está dedicado al Caúcaso, en concreto a Georgia, Armenia y Azerbayan. Los dos primeros son países venerables, los dos primeros reinos cristianos de la historia. Sin embargo, el foco de Meyer es más bien la relación de Rusia con este área territorial, por lo que poco se nos cuenta. Se constata, eso sí, el fracaso de tanto el imperio zarista como del comunista en sus tratos con esta zona y, más en general, con el islamismo.
Y el último está dedicado a las cinco repúblicas de nueva creación en Asia Central: Uzbekistan, Turkmenistan, Kazakhstan, Tajikistan y Kyrzgistan. No cuenta mucho, porque hay poco que contar en historia, salvo por los khanatos de la antigua Turkestan (Samarkanda, Khiva, Bukhara, espectaculares ciudadess las tres). De las cinco aprendemos sus altos niveles de corrupción; de Kyrzgistan, su orientación al libre mercado liderada por el primer presidente Akayev, que no sé si seguirá en la actualidad; y de Tajikistan su terrible guerra civil entre 1991 y 1997. Reflexionando sobre esta guerra y sobre la conflictividad del Caúcaso en comparación con la paz que se vive en las estepas de los otros "stan", Meyer saca a colación una curiosa teoría sobre correlación entre conflictividad y montañas. Y que tampoco se me olvide el concepto de "tiranía hidraúlica" que al parecer ejercían los chinos sobre la zona (igual, por cierto, al de la Mafia en Sicilia, según acabo de leer en El Padrino), porque está relacionado con la catástrofe del mar de Aral, con graves efectos sobre la zona.
En las conclusiones, Meyer vuelve sobre los problemas del imperialismo. Su tesis ahora es que la historia no es una ciencia y su desarrollo no se puede predecir, por lo que hay que evitar determinadas decisiones sin elementos de juicio y rudimentos sobre lo ocurrido. Y, atención, pone como ejemplo lo ocurrido en España tras la dictadura de Franco: según él, nadie hubiera podido anticipar esa transición pacífica de una dictadura a una democracia, y muchos hubieran estado tentados de intervenir.
En resumen, este es un libro corto, bien escrito y, sobre todo, que excita a la curiosidad, eso que según el autor no tienen los americanos. Además, propone un montón de lecturas adicionales para satisfacer la misma en sus Notas a las Fuentes, con alguna de las cuales ya he empezado. Dejo para otro día hablar de la mala traducción del título, que además es un cita literal de Charles de Gaulle para referirse a los nuevos estados independiente de África.
domingo, 10 de mayo de 2020
El Padrino ("The Godfather"), de Mario Puzo
Todo el mundo la serie de películas de Coppola y los principales personajes de la misma, por lo que no tendré que hablar demasiado de la trama de esta novela. Que, sin embargo, no creo que sea tan leído como las películas vistas. Sin embargo, estamos hablando de un best-seller en su momento, 1969, esto es, que las películas se construyeron al rebufo de un libro de éxito, y no al contrario, como algún desavisado pueda pensar. Añado antes de seguir que solo las dos primeras partes de la trilogia se basan en la novela, no así la tercera, hecha muchos años después con material nuevo y, hasta donde yo sé, no publicado en forma de novela.
Lo dicho, por tanto, parece garantía de buen libro (digo, que fuera best seller antes que película) y doy fe de que así es, el lector no se sentirá decepcionado con esta lectura, más bien al contrario. Y no digamos ya si es fan de las películas, pues este libro le da la oportunidad de indagar en las vidas y precedentes de algunos de los secundarios a los que no recuerdo que se les preste tanta atención: estoy hablando de Johnny Fontane, Jack Woltz, Albert Neri, Luca Brasi, alguno de los "malos" (como los Tataglia). Además, aparecen otros personajes secundarios relevantes que también son tratados con detalle, como el doctor Jules Segal y Lucy Mancini.
El estilo de Puzo es directo, descarnado, sin florituras, casi de ejecutivo. Los personajes se pasan toda la novela haciendo "arrangements" de detalle que siempre consiguen su objetivo, pero que son poco relevantes. Al mismo tiempo, la forma narrativa me parece muy innovadora, con varios "flashbacks" sobre los personajes, bastante largos en algunos casos, que nos ayudan a comprender mejor su origen y su forma de pensar. Dos de estos flashbacks constituyen la segunda película de la serie: los orígenes de Vito Corleone en Hell's Kitchen, y la estancia de Michael en Sicilia mientras se pacifica la guerra de Mafias, que en el libro se cuenta una vez Michael está de nuevo en New York y ha sucedido a su padre al mando de la organización.
El primero de los dos es magistral, es el flashback ideal que no deja nada sin explicar de lo que vemos en el momento de la narrativa: la huída de Vito de Sicilia, sus intentos por entrar en la sociedad convencional, su frustración ante la corrupción de la misma, y cómo espontáneamente se ve en el rol de solventador de injusticias. Eso por un lado. Por otro, como establece sus relaciones con los restantes personajes, empezando por Tessio, Clemenza y su Consiglieri Abbandando, inmediatmente sustituido por el gran Tom Hagen. Cómo van creciendo sus intereses y negocios, en torno al aceite de oliva, como lo extiende ("Like any good businessman he aimed at holding a monopoly by forcing his rivals to abandon the field or by merging with his own company. Like many businessmen of genius he learned that free competition was wasteful, monopoly efficient."), y el salto casi natural al alcohol en tiempos de Ley Seca, basándose en la infraestructura en marcha para el aceite. Y, por supuesto, asistiremos al nacimiento de sus hijos, el malogrado Sonny, Fredo, Connie y, sobre todo, Michael.
Gracias a ello entenderemos por qué y cómo construye su organización El Padrino. La piedra angular es la amistad, la confianza mutua, para dar respuesta a unas necesidades que la sociedad, léase el Estado, no es capaz de satisfacer en grandes capas de la población. El Padrino "doesn’t accept the rules of the society we live in because those rules would have condemned him to a life not suitable to a man like himself, In the meantime he operates on a code of ethics he considers far superior to the legal structures of society.” Y a fe que lo resulta para mucha gente, aunque haya que pagar el precio en sangre. Y es que el relato comienzo con tres casos de necesidad, diferentes, para quienes la única solución es la que proporciona El Padrino. Paradigmático de ellos, el de Bonasera. Pero también se nos explicará como, por ejemplo, la "familia" del Padrino no sufrió paro en la Gran Depresión, causada por los políticos como bien sabemos los economistas, aunque esto no lo diga Puzo.
Si hay algo que me ha sorprendido en esta novela es el aspecto psicológico, finamente trato por Puzo. Lo tenemos casi desde el comienzo, con la famosa escena de la cabeza de caballo enviada a Woltz para convencerle de que meta a Johnny Fontane en su producción. En la película, la cosa se queda en la típica amenaza de la Mafia. En cambio, la lectura de la novela revela mucha más sutileza. En efecto, el tal Woltz es, por contactos y riqueza, tanto o más poderoso que El Padrino; en una batalla de recursos, Woltz posiblemente ganaría y por eso no acepta al famosa "offer he can't refuse". Ante ello, no está claro para nadie como El Padrino puede conseguir sus objetivos: la cabeza del caballo, sin embargo, de Khartoum, pura sangra de 600000 dólares, revela a Woltz que El Padrino está dispuesto a llegar mucho más lejos que él en esta batalla, y ello le lleva a capitular. (Al mismo tiempo, Puzo también nos da una justificación moral para el abuso, ya que el amigo Woltz resulta ser un pedófilo).
Este mismo nivel de análisis psicológico es el que utiliza Puzo para explicarnos la forma en que se llevan a cabo determinadas ejecuciones (especialmente, la muerte de Sollozzo y el capitán McCloskey) así como la metamorfosis del propio Michael Corleone, cuando por fin entiende lo que mueve a su padre: "We will manage our world for ourselves because it is our world, cosa nostra. And so we have to stick together to guard against outside meddlers. Otherwise they will put the ring in our nose as they have put the ring in the nose of all the millions of Neapolitans and other Italians in this country." Y es que el origen de la Mafia (refugio, en siciliano) es precisamente ese, una asociación mediante la que los sicilianos se protegían del abuso de políticos y caciques. Evidentemente, la organización degeneró con el tiempo hasta ser un verdadero cáncer en Sicilia, al que solo pudo parar con éxito Mussolini. Pero, claro, al trasplantar esos procedimientos de protección a EEUU, es aparente el riesgo de cáncer similar en la nueva sociedad.
Uno de los capítulos más interesantes es aquel en que don Vito convoca a todas las familias de los EEUU, incluidas las cinco de Nueva York, las más potentes, para establecer una pax mafiosa, tras la muerte de su hijo Sonny. Es interesante, por supuesto, por el plan y por el discurso de cierre de Vito Corleone (del que he sacado la cita del párrafo anterior). Pero, sobre todo, porque describe las actividades de las distintas mafias en cada área del territorio americano, así como la personalidad de sus Dones. En concreto, es curioso que los mafiosos consideren al régimen de Chicago y a su líder, Al Capone, of course, como verdaderas bestias indignas de juntarse con ellos en esta mesa civilizada.
También aprovecha Puzo este episodio para presentarnos a la familia Bocchicchio, especializada en actuar como negociadores y rehenes para estas reuniones. Siendo poco brillantes, su nicho de negocio se basaba en la lealtad a ultranza intrafamilia, de modo de todos sabían que matar injustamente a un Bocchicchio supondría una venganza inevitable por parte de todo el clan, al coste que fuera.
Bueno, yo creo que queda claro que esta novela me ha encantado y que me ha sorprendido. Es lectura de alto nivel, aunque sea tosco el estilo. En la rúbrica de sorpresas, hay que incorporar los inesperados detalles médicos que nos endosa Puzo, por ejemplo, en la operación de suelo pélvico a la que se somete Lucy Mancini, o en la discusión sobre la reparación de la cara de Michael. Lo hará siempre por voz de un doctor proscrito por sus prácticas abortistas, Jules Segal. En algún moment, alguien le pregunta irónicamente: "So you save lives. How come you became an abortionist?"Y veremos cómo Jules sufrió un destino similar al del propio Padrino, o al del sustituto de Luca Brasi.("
Lo dicho, por tanto, parece garantía de buen libro (digo, que fuera best seller antes que película) y doy fe de que así es, el lector no se sentirá decepcionado con esta lectura, más bien al contrario. Y no digamos ya si es fan de las películas, pues este libro le da la oportunidad de indagar en las vidas y precedentes de algunos de los secundarios a los que no recuerdo que se les preste tanta atención: estoy hablando de Johnny Fontane, Jack Woltz, Albert Neri, Luca Brasi, alguno de los "malos" (como los Tataglia). Además, aparecen otros personajes secundarios relevantes que también son tratados con detalle, como el doctor Jules Segal y Lucy Mancini.
El estilo de Puzo es directo, descarnado, sin florituras, casi de ejecutivo. Los personajes se pasan toda la novela haciendo "arrangements" de detalle que siempre consiguen su objetivo, pero que son poco relevantes. Al mismo tiempo, la forma narrativa me parece muy innovadora, con varios "flashbacks" sobre los personajes, bastante largos en algunos casos, que nos ayudan a comprender mejor su origen y su forma de pensar. Dos de estos flashbacks constituyen la segunda película de la serie: los orígenes de Vito Corleone en Hell's Kitchen, y la estancia de Michael en Sicilia mientras se pacifica la guerra de Mafias, que en el libro se cuenta una vez Michael está de nuevo en New York y ha sucedido a su padre al mando de la organización.
El primero de los dos es magistral, es el flashback ideal que no deja nada sin explicar de lo que vemos en el momento de la narrativa: la huída de Vito de Sicilia, sus intentos por entrar en la sociedad convencional, su frustración ante la corrupción de la misma, y cómo espontáneamente se ve en el rol de solventador de injusticias. Eso por un lado. Por otro, como establece sus relaciones con los restantes personajes, empezando por Tessio, Clemenza y su Consiglieri Abbandando, inmediatmente sustituido por el gran Tom Hagen. Cómo van creciendo sus intereses y negocios, en torno al aceite de oliva, como lo extiende ("Like any good businessman he aimed at holding a monopoly by forcing his rivals to abandon the field or by merging with his own company. Like many businessmen of genius he learned that free competition was wasteful, monopoly efficient."), y el salto casi natural al alcohol en tiempos de Ley Seca, basándose en la infraestructura en marcha para el aceite. Y, por supuesto, asistiremos al nacimiento de sus hijos, el malogrado Sonny, Fredo, Connie y, sobre todo, Michael.
Gracias a ello entenderemos por qué y cómo construye su organización El Padrino. La piedra angular es la amistad, la confianza mutua, para dar respuesta a unas necesidades que la sociedad, léase el Estado, no es capaz de satisfacer en grandes capas de la población. El Padrino "doesn’t accept the rules of the society we live in because those rules would have condemned him to a life not suitable to a man like himself, In the meantime he operates on a code of ethics he considers far superior to the legal structures of society.” Y a fe que lo resulta para mucha gente, aunque haya que pagar el precio en sangre. Y es que el relato comienzo con tres casos de necesidad, diferentes, para quienes la única solución es la que proporciona El Padrino. Paradigmático de ellos, el de Bonasera. Pero también se nos explicará como, por ejemplo, la "familia" del Padrino no sufrió paro en la Gran Depresión, causada por los políticos como bien sabemos los economistas, aunque esto no lo diga Puzo.
Si hay algo que me ha sorprendido en esta novela es el aspecto psicológico, finamente trato por Puzo. Lo tenemos casi desde el comienzo, con la famosa escena de la cabeza de caballo enviada a Woltz para convencerle de que meta a Johnny Fontane en su producción. En la película, la cosa se queda en la típica amenaza de la Mafia. En cambio, la lectura de la novela revela mucha más sutileza. En efecto, el tal Woltz es, por contactos y riqueza, tanto o más poderoso que El Padrino; en una batalla de recursos, Woltz posiblemente ganaría y por eso no acepta al famosa "offer he can't refuse". Ante ello, no está claro para nadie como El Padrino puede conseguir sus objetivos: la cabeza del caballo, sin embargo, de Khartoum, pura sangra de 600000 dólares, revela a Woltz que El Padrino está dispuesto a llegar mucho más lejos que él en esta batalla, y ello le lleva a capitular. (Al mismo tiempo, Puzo también nos da una justificación moral para el abuso, ya que el amigo Woltz resulta ser un pedófilo).
Este mismo nivel de análisis psicológico es el que utiliza Puzo para explicarnos la forma en que se llevan a cabo determinadas ejecuciones (especialmente, la muerte de Sollozzo y el capitán McCloskey) así como la metamorfosis del propio Michael Corleone, cuando por fin entiende lo que mueve a su padre: "We will manage our world for ourselves because it is our world, cosa nostra. And so we have to stick together to guard against outside meddlers. Otherwise they will put the ring in our nose as they have put the ring in the nose of all the millions of Neapolitans and other Italians in this country." Y es que el origen de la Mafia (refugio, en siciliano) es precisamente ese, una asociación mediante la que los sicilianos se protegían del abuso de políticos y caciques. Evidentemente, la organización degeneró con el tiempo hasta ser un verdadero cáncer en Sicilia, al que solo pudo parar con éxito Mussolini. Pero, claro, al trasplantar esos procedimientos de protección a EEUU, es aparente el riesgo de cáncer similar en la nueva sociedad.
Uno de los capítulos más interesantes es aquel en que don Vito convoca a todas las familias de los EEUU, incluidas las cinco de Nueva York, las más potentes, para establecer una pax mafiosa, tras la muerte de su hijo Sonny. Es interesante, por supuesto, por el plan y por el discurso de cierre de Vito Corleone (del que he sacado la cita del párrafo anterior). Pero, sobre todo, porque describe las actividades de las distintas mafias en cada área del territorio americano, así como la personalidad de sus Dones. En concreto, es curioso que los mafiosos consideren al régimen de Chicago y a su líder, Al Capone, of course, como verdaderas bestias indignas de juntarse con ellos en esta mesa civilizada.
También aprovecha Puzo este episodio para presentarnos a la familia Bocchicchio, especializada en actuar como negociadores y rehenes para estas reuniones. Siendo poco brillantes, su nicho de negocio se basaba en la lealtad a ultranza intrafamilia, de modo de todos sabían que matar injustamente a un Bocchicchio supondría una venganza inevitable por parte de todo el clan, al coste que fuera.
Bueno, yo creo que queda claro que esta novela me ha encantado y que me ha sorprendido. Es lectura de alto nivel, aunque sea tosco el estilo. En la rúbrica de sorpresas, hay que incorporar los inesperados detalles médicos que nos endosa Puzo, por ejemplo, en la operación de suelo pélvico a la que se somete Lucy Mancini, o en la discusión sobre la reparación de la cara de Michael. Lo hará siempre por voz de un doctor proscrito por sus prácticas abortistas, Jules Segal. En algún moment, alguien le pregunta irónicamente: "So you save lives. How come you became an abortionist?"Y veremos cómo Jules sufrió un destino similar al del propio Padrino, o al del sustituto de Luca Brasi.("
Business needs hard men to keep it running smooth").
Os dejo con dos frases fruto de la experiencia del mismísimo Vito Corleone, y una reflexión de Tom Hagen sobre la policia, que yo creo aplicable a cualquie funcionario.- "He had long ago learned that society imposes insults that must be borne, comforted by the knowledge that in this world there comes a time when the most humble of men, if he keeps his eyes open, can take his revenge on the most powerful."
- "Lawyers can steal more money with a briefcase than a thousand men with guns and masks.”
- "Hagen understood that the policeman believes in law and order in a curiously innocent way. He believes in it more than does the public he serves. Law and order is, after all, the magic from which he derives his power"
jueves, 7 de mayo de 2020
Meditaciones, de Marco Aurelio
Hacía tiempo que no leía literatura clásica. Lo último que leí fueron los primeros tomos de Ad Urbe Condita, de Tito Livio, y lo dejé un poco por aburrimiento, pero a haber iniciado su lectura con gran excitación. Estas Meditaciones de Marco Aurelio llevan rondándome desde hace muchos años, en concreto, desde que leí en "A man in full", de Tom Wolfe, las referencias a Epicteto, el fundador de los filósofos estoícos, de los que Marco Aurelio es uno de los exponentes más conocidos. Además, Marco Aurelio es también el padre y predecesor de Comodo, y como tal aparece tanto en la peli Gladiator, y su presencia en espírtu es también continúa en los dos libros sobre Julia de Santiago Posteguillo. Por último, es el típico libro que siempre recomiendan estrategas y filósofos en los momentos duros de la vida. Parece que ha servido de inspiración a mucha gente.
Así que manos a la obra, porque leer a un clásico no es tarea fácil, aunque pueda luego recompensar. Lo primero y más importante es dar con una buena traducción. Y, más importante aún, que esté bien anotada para no perderte con las referencias contemporáneas que pueda hacer. Mi apuesta tradicional para estos casos suele ser la edición de Gredos, así que esa es la que he leído. La traducción (del griego) no me ha parecido buena, pero dicen en el prefacio que han optado por respetar el texto de Marco Aurelio, en lugar de embellecerlo como al parecer hacen otras ediciones (lógico, porque así es más fácil coleccionar aforismos). Y en cuanto a la anotación, no hay demasiada, quizá porque el texto no las requiere, es muy autocontenido. No obstante, me hubieran gustado más referencias contextuales a la filosofia estoica.
Y ya entrando en materia, Marco Aurelio estructuró su obra en 12 libros, el primero de los cuales es de dedicatorias y posiblemente el último en escribirse. Los libros no presentan unidad temática: recogen meditaciones sucesivas no encadenadas. Vamos, que son meditaciones independientes, aunque estén en un mismo libro. Ello conlleva mucha repetición, ya que los temas aparecen y desaparecen sin demasiado criterio explícito. A ellos hay que añadir que, según los editores, Marco Aurelio fue poco original como filósofo.
¿De dónde viene entonces el valor de esta obra? Pues, según nos dicen, de la coherencia entre la actuación de Marco Aurelio como emperador romano, de los grandes además, y su actitud filosófica. El problema para el lector de esta obra es que ello no es aparente, y tampoco el autor proporciona pistas sobre en qué momento hizo la meditación anotada, un contexto que sí hubiera puesto en valor esa coherencia. Por ejemplo, que hubiera dicho que una u otra meditación la hizo después de tal batalla contra los sármatas.
Así las cosas, nos encontramos con una obra deslavazada, algo repetitiva, con algún momento brillante pero no muchos, con temas no especialmente originales, y además difícil de leer. Por suerte, su extensión es de unas 150 páginas, en otro caso no creo que mucha gente la leyera. Es más, no creo que mucha gente la haya leído, conocerán los aforismos maestros y ya.
Los temas que presiden la obra son típicamente estoicos. Quizá el más repetido tenga que ver con la muerte, la inmortalidad y el continúo cambio. Para Marco Aurelio la muerte no es algo temible por ser natural, y por ello no debería causarnos demasiada preocupación, como no nos la causa respirar. Y tratar de aspirar a la fama, a la inmortalidad, es baldío: toda esa fama póstuma solo se deberá a "una sucesión de hombrecillos" llamados también a desaparecer. Por ello, no hay que guiarse por este objetivo. Como digo, la muerte es algo natural y hay que verla en ess continúo tránsito en que están todas las cosas, la vuelta a los átomos.
Marco Aurelio identifica lo natural con lo correcto, lo natural del hombre es lo propio del hombre, que es hacer lo que nos dice la razón y buscar el bien común. Son numerosas las metáforas basadas en procesos naturales. Nos llega a decir que muchas cosas feas nos parecen atractivas por ser consecuencia de procesos naturales. Lo que no acabo de tener claro es si sus referencias a los dioses, son en el fondo a estos procesos naturales, o para él los dioses son una entidad difererente de la naturaleza.
Para Marco Aurelio, como en general para los estoícos, hay que guiarse por el espíritu interior, retirarse en uno mismo y no depender de otros. "Conviene mantenerse recto, no enderezado." Insiste mucho en que todos los obstáculos para desempeñarnos correctamente los tenemos dentro de nosotros, y en que nada hay fuera que nos impide hacer lo correcto. Nos llama a la tolerancia con los ignorantes y con los que opinan sin reflexionar, pues lo "natural" es que exista este tipo de gente; y, si es lo natural, ¿por qué nos va a parecer mal? En esta línea, nos hace ver que no nos molestan tanto las acciones de terceros, como nuestras opiniones sobre las mismas, por lo que es de éstas de las que hay desprenderse. Y, de forma dual, que no perdamos el tiempo con lo que otros piensan de nosotros: le llama la atención que nos tengamos siempre por superiores a los demás y, sin embargo, seamos tan sensibles a sus opiniones. Además, "¿Cuál cosa es bella por ser alabada o se destruye por ser criticada?"
De sus líneas de pensamiento, la que más desazón me causa es la que tiene que ver con el bien común. Marco Aurelio sostiene que el todo es más importante que la parte, y, por tanto, el Estado es más importante que el ciudadano. Es más, muchas veces esto lo enraiza en lo natural del ser humano.
De hecho, en un momento de la obra, nos compara a la persona con las manos, los pies o la cabeza cuando los observamos amputados de un cuerpo (algo que para él quizá era normal, mira, aquí hay contexto), que, por supuesto, sería el Estado. No creo que haga falta decir que el simil es muy malo, habida cuenta de la individualidad de preferencias y autonomía de las personas, que no es comparable con un parte no autónoma de cualquier sistema.
No voy a cerrar esta entrada con frases selectas, como suelo hacer con otros libros. La razón es sencilla. estas frases figuran en cantidad de libros de aforismos, por lo que no quiero ser redundante ni injusto. Si dejo en cambio, para futura referencia y por ser demasiado largos para reproducirlos en esta entrada, las Meditaciones que me parecen más dignas de relectura y reflexión pausada.
Así que manos a la obra, porque leer a un clásico no es tarea fácil, aunque pueda luego recompensar. Lo primero y más importante es dar con una buena traducción. Y, más importante aún, que esté bien anotada para no perderte con las referencias contemporáneas que pueda hacer. Mi apuesta tradicional para estos casos suele ser la edición de Gredos, así que esa es la que he leído. La traducción (del griego) no me ha parecido buena, pero dicen en el prefacio que han optado por respetar el texto de Marco Aurelio, en lugar de embellecerlo como al parecer hacen otras ediciones (lógico, porque así es más fácil coleccionar aforismos). Y en cuanto a la anotación, no hay demasiada, quizá porque el texto no las requiere, es muy autocontenido. No obstante, me hubieran gustado más referencias contextuales a la filosofia estoica.
Y ya entrando en materia, Marco Aurelio estructuró su obra en 12 libros, el primero de los cuales es de dedicatorias y posiblemente el último en escribirse. Los libros no presentan unidad temática: recogen meditaciones sucesivas no encadenadas. Vamos, que son meditaciones independientes, aunque estén en un mismo libro. Ello conlleva mucha repetición, ya que los temas aparecen y desaparecen sin demasiado criterio explícito. A ellos hay que añadir que, según los editores, Marco Aurelio fue poco original como filósofo.
¿De dónde viene entonces el valor de esta obra? Pues, según nos dicen, de la coherencia entre la actuación de Marco Aurelio como emperador romano, de los grandes además, y su actitud filosófica. El problema para el lector de esta obra es que ello no es aparente, y tampoco el autor proporciona pistas sobre en qué momento hizo la meditación anotada, un contexto que sí hubiera puesto en valor esa coherencia. Por ejemplo, que hubiera dicho que una u otra meditación la hizo después de tal batalla contra los sármatas.
Así las cosas, nos encontramos con una obra deslavazada, algo repetitiva, con algún momento brillante pero no muchos, con temas no especialmente originales, y además difícil de leer. Por suerte, su extensión es de unas 150 páginas, en otro caso no creo que mucha gente la leyera. Es más, no creo que mucha gente la haya leído, conocerán los aforismos maestros y ya.
Los temas que presiden la obra son típicamente estoicos. Quizá el más repetido tenga que ver con la muerte, la inmortalidad y el continúo cambio. Para Marco Aurelio la muerte no es algo temible por ser natural, y por ello no debería causarnos demasiada preocupación, como no nos la causa respirar. Y tratar de aspirar a la fama, a la inmortalidad, es baldío: toda esa fama póstuma solo se deberá a "una sucesión de hombrecillos" llamados también a desaparecer. Por ello, no hay que guiarse por este objetivo. Como digo, la muerte es algo natural y hay que verla en ess continúo tránsito en que están todas las cosas, la vuelta a los átomos.
Marco Aurelio identifica lo natural con lo correcto, lo natural del hombre es lo propio del hombre, que es hacer lo que nos dice la razón y buscar el bien común. Son numerosas las metáforas basadas en procesos naturales. Nos llega a decir que muchas cosas feas nos parecen atractivas por ser consecuencia de procesos naturales. Lo que no acabo de tener claro es si sus referencias a los dioses, son en el fondo a estos procesos naturales, o para él los dioses son una entidad difererente de la naturaleza.
Para Marco Aurelio, como en general para los estoícos, hay que guiarse por el espíritu interior, retirarse en uno mismo y no depender de otros. "Conviene mantenerse recto, no enderezado." Insiste mucho en que todos los obstáculos para desempeñarnos correctamente los tenemos dentro de nosotros, y en que nada hay fuera que nos impide hacer lo correcto. Nos llama a la tolerancia con los ignorantes y con los que opinan sin reflexionar, pues lo "natural" es que exista este tipo de gente; y, si es lo natural, ¿por qué nos va a parecer mal? En esta línea, nos hace ver que no nos molestan tanto las acciones de terceros, como nuestras opiniones sobre las mismas, por lo que es de éstas de las que hay desprenderse. Y, de forma dual, que no perdamos el tiempo con lo que otros piensan de nosotros: le llama la atención que nos tengamos siempre por superiores a los demás y, sin embargo, seamos tan sensibles a sus opiniones. Además, "¿Cuál cosa es bella por ser alabada o se destruye por ser criticada?"
De sus líneas de pensamiento, la que más desazón me causa es la que tiene que ver con el bien común. Marco Aurelio sostiene que el todo es más importante que la parte, y, por tanto, el Estado es más importante que el ciudadano. Es más, muchas veces esto lo enraiza en lo natural del ser humano.
De hecho, en un momento de la obra, nos compara a la persona con las manos, los pies o la cabeza cuando los observamos amputados de un cuerpo (algo que para él quizá era normal, mira, aquí hay contexto), que, por supuesto, sería el Estado. No creo que haga falta decir que el simil es muy malo, habida cuenta de la individualidad de preferencias y autonomía de las personas, que no es comparable con un parte no autónoma de cualquier sistema.
No voy a cerrar esta entrada con frases selectas, como suelo hacer con otros libros. La razón es sencilla. estas frases figuran en cantidad de libros de aforismos, por lo que no quiero ser redundante ni injusto. Si dejo en cambio, para futura referencia y por ser demasiado largos para reproducirlos en esta entrada, las Meditaciones que me parecen más dignas de relectura y reflexión pausada.
IV.50 V.1 V.28 VI.13, VI.18, VII.5, VII.18, VII.24, VII.64 (linea 5 y ss), VII.71, VIII.1, VIII.26, IX.40, X.25, X.36, XI.2, XII.4
domingo, 3 de mayo de 2020
Markets without Limits, de Jason Brennan y Peter M. Jaworski
Interesantillo este libro que acabo de concluir, de dos autores a los que no conocía, y que pensaba que iba a ser una lectura rápida y ligera, con la que esencialmente estaría de acuerdo y familiarizado con los argumentos.
Por suerte, o desgracia, no ha sido así. Por suerte, porque me he llevado una agradable sorpresa y he aprendido algunas cosillas; por desgracia, porque eso ha impedido que la lectura fuera rápida, es más, me ha costado llevar el libro a buen término.
Esto lo imputo a ser un libro de naturaleza filosófica más que económico, como yo pensaba. Por eso, me ha aportado conocimientos, pero al tiempo me ha exigido más atención en la lectura, pues me cuesta más seguir los análisis ético-filosóficos que los puramente económicos.
Los autores pretenden responder a las teorías de los filósofoso de la "anticomoditización", que defienden la existencia de determinados bienes o servicios con los que no se debería poder comerciar. Esto lo hacen con base en una gran variedad de argumentos, que son los que se explican y responden en este libro, con gran detalle en muchos casos.
Sin embargo, las ideas clave utilizadas para la refutación son básicamente dos:
1) Aquellos bienes con los que no se puede comerciar son aquellos que, directamente, no se debería poder tener: el mercado no es el problema en estos casos. Ejemplo: la pornografía infantil.
2) En muchos casos, lo que es reprobable son las condiciones concretas en que la transacción se lleva a cabo. Pero si se cambian las dimensiones de la transacción (los autores identifican hasta nueve posibles dimensiones en las transacciones comerciales), entonces la transacción deja de ser reprobable. En resumen, para justificar que un bien no es "comoditizable" se debería demostrar que su transacción es inmoral en todas las condiciones posibles, no solo en una determinada, porque entonces basta cambiarla para resolver el problema.
Por ejemplo, si se ve mal el mercado de órganos porque no supondría la explotación de los pobres, bastaría exigir una renta mínima a aquellos indivduos que quieran vender sus órganos.
Como decía, estos argumentos de refutación son utilizados posteriormente para rebatir los argumentos variados usados por los "anti-comoditización". Me ha parecido especialmente interensate el argumento "semiótico" y su refutación. Este argumento consiste en que determinadas transacciones son valoradas de una forma concreta por la sociedad: por ejemplo, se ve mal dar dinero a cambio de sexo. La cuestión, como nos aclaran los autores, es que esa atribución semiótica es siempre contingente, no absoluta, como lo prueba que en otras sociedades y momentos históricos la valoración de la transacción ha sido distinta. En este sentido, son deliciosos algunos de los ejemplos que nos muestras en el penúltimo capítulo, donde nos cuentan que, por ejemplo, en el siglo XII se veía mal pagar a los abogads, o Adam Smith veía repugnante pagar a los cantantes de ópera.
Así pues, si esta atribución es contigente, quiere decir que se puede cambiar. Y si somos capaces de demostrar que determinado mercado mejorará las condiciones de vida de los individuos (como seguramente lo hiciera el de órganos o el de sangre), ¿no convendría entonces cambiar la semiótica asociada? Es más, los autores llegan incluso al extremo de decir que en estos casos el individuo que actúe contra esta semiótica está legitimado moralmente a hacerlo. O sea, que bienvenidos los que se atreven o promocionan la venta de órganos, porque están incrementando el bienestar social.
Otro tema interesante y recurrente en el libro es el de si el mercado corrompe a sus participantes o no. Esta es una cuestión empírica, y la verdad es que los autores prueban con la literatura que aportan, satisfactoriamente para mí, que no hay indicios de que tal ocurra, sino más bien al contrario. En aquellas sociedades más mercantilizacadas, parece que la gente es más digna de confianza, más generosa y más tolerante.
Siendo interesante la pormenorizada discusión sobre los distintos argumentos y mercados en que se han utilizado, se me ha hecho un poco pesada. Lo que no me esperaba era encontrar en los últimos capítulos una joyita en términos de la conexión de las teorías de Haidt sobre moralidad, Fiske sobre estructuras sociales y esta discusión sobre la comoditización de los bienes, aunque, bien pensado, era obvia. De hecho, yo mismo tengo un artículo conectando el comercio de datos personales con la teoría de Fiske.
En efecto, en los últimos capítulos tratan de explicar de dónde sale esa repugnancia moral a determinados mercados. La explicación la encuentran el el "elefante" de Haidt y en sus seis sensores morales. Cuando a la gente que siente este disgusto irracional se les pregunta por qué, sufren un proceso de "moral dumbfounding", mediante el que no son capaces de aportar argumentos racionales de por qué les ocurre, pero tampoco aceptan las explicaciones lógicas, empíricas y racionales que les están desmontando la sensación. Como dicen los autores, su argumento termina siendo que "they’re evil,” which is another way of saying“that it’s wrong because it’s disgusting, and it’s disgusting because it’s wrong.".
Pero, como sabemos, aquí esta el elefante del Haidt en acción, y "repugnance is not a good guide to ethics. Repugnance, a form of disgust, changes frequently. Different cultures find different things repugnant." Vamos, que lo que hacen los autores anticomoditización es dejarse llevar por el elefante y llamar al jinete de la justificación en su auxilio, para defender una posición que es incorrecta. Lo que recomiendan Brennan y Jaworski a estos críticos es que superen su repugnancia, como un doctor la supera cuando tiene que hacer una operación o un boca a boca, y sean conscientes de que esos mercados repugnantes (para ellos) pueden hacer mucho bien a la sociedad.
Y el libro se cierra brillantemente, con los autores confesando que ellos sienten disgusto por los filósofos que se dejan guiar por la repugnancia para proponer y forzar decisiones que perjudican a la sociedad.
Por suerte, o desgracia, no ha sido así. Por suerte, porque me he llevado una agradable sorpresa y he aprendido algunas cosillas; por desgracia, porque eso ha impedido que la lectura fuera rápida, es más, me ha costado llevar el libro a buen término.
Esto lo imputo a ser un libro de naturaleza filosófica más que económico, como yo pensaba. Por eso, me ha aportado conocimientos, pero al tiempo me ha exigido más atención en la lectura, pues me cuesta más seguir los análisis ético-filosóficos que los puramente económicos.
Los autores pretenden responder a las teorías de los filósofoso de la "anticomoditización", que defienden la existencia de determinados bienes o servicios con los que no se debería poder comerciar. Esto lo hacen con base en una gran variedad de argumentos, que son los que se explican y responden en este libro, con gran detalle en muchos casos.
Sin embargo, las ideas clave utilizadas para la refutación son básicamente dos:
1) Aquellos bienes con los que no se puede comerciar son aquellos que, directamente, no se debería poder tener: el mercado no es el problema en estos casos. Ejemplo: la pornografía infantil.
2) En muchos casos, lo que es reprobable son las condiciones concretas en que la transacción se lleva a cabo. Pero si se cambian las dimensiones de la transacción (los autores identifican hasta nueve posibles dimensiones en las transacciones comerciales), entonces la transacción deja de ser reprobable. En resumen, para justificar que un bien no es "comoditizable" se debería demostrar que su transacción es inmoral en todas las condiciones posibles, no solo en una determinada, porque entonces basta cambiarla para resolver el problema.
Por ejemplo, si se ve mal el mercado de órganos porque no supondría la explotación de los pobres, bastaría exigir una renta mínima a aquellos indivduos que quieran vender sus órganos.
Como decía, estos argumentos de refutación son utilizados posteriormente para rebatir los argumentos variados usados por los "anti-comoditización". Me ha parecido especialmente interensate el argumento "semiótico" y su refutación. Este argumento consiste en que determinadas transacciones son valoradas de una forma concreta por la sociedad: por ejemplo, se ve mal dar dinero a cambio de sexo. La cuestión, como nos aclaran los autores, es que esa atribución semiótica es siempre contingente, no absoluta, como lo prueba que en otras sociedades y momentos históricos la valoración de la transacción ha sido distinta. En este sentido, son deliciosos algunos de los ejemplos que nos muestras en el penúltimo capítulo, donde nos cuentan que, por ejemplo, en el siglo XII se veía mal pagar a los abogads, o Adam Smith veía repugnante pagar a los cantantes de ópera.
Así pues, si esta atribución es contigente, quiere decir que se puede cambiar. Y si somos capaces de demostrar que determinado mercado mejorará las condiciones de vida de los individuos (como seguramente lo hiciera el de órganos o el de sangre), ¿no convendría entonces cambiar la semiótica asociada? Es más, los autores llegan incluso al extremo de decir que en estos casos el individuo que actúe contra esta semiótica está legitimado moralmente a hacerlo. O sea, que bienvenidos los que se atreven o promocionan la venta de órganos, porque están incrementando el bienestar social.
Otro tema interesante y recurrente en el libro es el de si el mercado corrompe a sus participantes o no. Esta es una cuestión empírica, y la verdad es que los autores prueban con la literatura que aportan, satisfactoriamente para mí, que no hay indicios de que tal ocurra, sino más bien al contrario. En aquellas sociedades más mercantilizacadas, parece que la gente es más digna de confianza, más generosa y más tolerante.
Siendo interesante la pormenorizada discusión sobre los distintos argumentos y mercados en que se han utilizado, se me ha hecho un poco pesada. Lo que no me esperaba era encontrar en los últimos capítulos una joyita en términos de la conexión de las teorías de Haidt sobre moralidad, Fiske sobre estructuras sociales y esta discusión sobre la comoditización de los bienes, aunque, bien pensado, era obvia. De hecho, yo mismo tengo un artículo conectando el comercio de datos personales con la teoría de Fiske.
En efecto, en los últimos capítulos tratan de explicar de dónde sale esa repugnancia moral a determinados mercados. La explicación la encuentran el el "elefante" de Haidt y en sus seis sensores morales. Cuando a la gente que siente este disgusto irracional se les pregunta por qué, sufren un proceso de "moral dumbfounding", mediante el que no son capaces de aportar argumentos racionales de por qué les ocurre, pero tampoco aceptan las explicaciones lógicas, empíricas y racionales que les están desmontando la sensación. Como dicen los autores, su argumento termina siendo que "they’re evil,” which is another way of saying“that it’s wrong because it’s disgusting, and it’s disgusting because it’s wrong.".
Pero, como sabemos, aquí esta el elefante del Haidt en acción, y "repugnance is not a good guide to ethics. Repugnance, a form of disgust, changes frequently. Different cultures find different things repugnant." Vamos, que lo que hacen los autores anticomoditización es dejarse llevar por el elefante y llamar al jinete de la justificación en su auxilio, para defender una posición que es incorrecta. Lo que recomiendan Brennan y Jaworski a estos críticos es que superen su repugnancia, como un doctor la supera cuando tiene que hacer una operación o un boca a boca, y sean conscientes de que esos mercados repugnantes (para ellos) pueden hacer mucho bien a la sociedad.
Y el libro se cierra brillantemente, con los autores confesando que ellos sienten disgusto por los filósofos que se dejan guiar por la repugnancia para proponer y forzar decisiones que perjudican a la sociedad.
sábado, 2 de mayo de 2020
El segundo sexo (Vol. I) ("Le deuxième Sexe" - I), de Simone de Beauvoir
Tenía pendiente leer este ensayo desde que terminé la magnífica novela "La cuisinière de Himmler", de Franz-Olivier Giesbert. Tanto este autor como posteriormente Paul Johnson, en "Intellectuals" alaban considerablemente a Simone de Beauvoir, hasta el punto de considerar que se debería conocer a Sartre como la pareja de Beauvoir, en lugar de lo contrario, que es lo que ocurre en la oscuridad (en un curioso giro irónico en las relaciones entre socialismo y feminismo). En suma, que es más brillante la dama que el caballero. Y si he de guiarme por mis lecturas de ambos, comparto esa opinión, aunque no son amplias en ninguno de los casos.
El caso por fin ha llegado el momento oportuno, y me embarcado con cierta aprehensión en el enorme volumen de Beauvoir, calificado como la "Biblia del feminismo" por los expertos. Digo con cierta aprehensión, porque es de una extensión considerable, que he fragmentando en dos tomos para mejor digerirlo y, sobre todo, por si era un tostón infumable poder dejarlo en algún punto intermedio con algo de sentido.Este primer tomo se dedica a los Hechos y los Mitos sobre la mujeres, mientras que el segundo, más largo, se dedice a la Experiencia Vivida.
Lo primero que me apresuro a decir es que la lectura no se hace pesada. No es un libro ligero, pero tampoco un tostón infumable (como si me parece, por ejemplo, el compañero de la interfecta, Sartre). De hecho, Beauvoir tiene momentos de gran brillantez. Pero tampoco echemos las campanas al vuelo: tanto el prefacio como la introducción invitan a pensar en una gran obra, tampoco yo me he encontrado eso en este primer tomo.
Pero tratemos de estructurar el contenido, algo que de veras hubiera sido de agradecer que hubiera hecho Simone. Sí, porque quizá esta es la principal crítica que tengo que hacer a su obra: es muy difícil seguirla y parece por momentos muy repetitiva en contenidos, aunque no cabe duda de que esa repetición tiene sentido si uno está al tanto de lo que pretende. Pero al aparentar ser repetitiva, roza en demagógica (su estilo me recuerda mucho a "Las venas abiertas de América latina", donde entre toda la brillante verborrea se cuelan constantemente medias verdades y se mezcla lo real con lo imaginado). Sin embargo, creo que en el caso de de Beauvoir, no es tanto verborrea como deseo de ser exhaustiva y no dejar idea sin desarrollar hasta la extenuación.
Este primer tomo tiene tres partes bien distinguidas. En la primera se describe la perspectivas que tienen los hombres de la mujer siguiendo tres marcos teóricos: la biología, el psicoanálisis y el materialismo histórico. La autora es bastante dura y descalificadoras con las dos segundas perspectivas, en la primera por considerar al psicoanálisis una especie de religión (no me extrañó, porque ya he leído otras críticas demoledoras de Freud en el pasado, por ejemplo de Scruton y de Pinker). Y respecto al materialismo histórico, aunque parece aceptarlo metodológicamente, considera que la aplicación hecha por el varón no puede resolver el aspecto de la mujer.
La segunda parte revisa la visión y el papel de la mujer a través de la historia, empezando por los hunter-gathereres, pasando por las grandes civilizaciones clásicas (alguna mención a la Persa y a la Egipcia), llegando a los bárbaros, para posteriormente centrarse casi absolutamente en Francia desde la Edad Media, y volviendo a abrir el objetivo al llegar al siglo XX. Esta parte histórica es interesante, aunque demasiado revuelta para mi gusto, y termina haciéndose aburrida por insistencia en el argumento ya sobradamente demostrado. Se revela el afán exhaustivo de doña Simone, al tiempo que el poco rigor metodológico. Es un pequeño caos.
Y la tercer parte se centra en el mito de la mujer, en cómo el hombre ve a la mujer o ha visto a la mujer históricamente, tanto en sus facetas positivas como negativas, todo por, según ella, huir de una visión de la mujer como humano real. El capítulo inicial de esta parte vuelve a ser abrumador por prolijo, y quizá más desordenado aún que los anteriores (al fin y al cabo en el histórico había una cronología que sequir, algo que aquí no ocurre), por lo que la sensación de estar leyendo una y otra vez lo mismo no se pierda. Insisto, el desarrollo no está mal, y con un poco de estructura hubiera ganado mucho. Por ejemplo, partiendo el capítulo en secciones para cada visión mítica que se va a desarrollar.
En el segundo capítulo de esta parte, de Beauvoir recoge la visión mítica de la mujer que aparece, más o menos explícitamente, en la obra de cinco escritores contemporáneos relevantes: Montherlant (escritor de filiación Nazi desconocido para mí), DH Lawrence, Claudel, Breton y Stendhal. Una vez más, es una descripción exhaustiva en que la autora revela conocer muy bien la obra de los cinco, pero que solo abunda en algo que ya habíamos aceptado en esos momentos.
Lo que salva la lectura de este ensayo son los pasajes brillantes de la autora, que te rescatan muchas veces de la zozobra que estás conociendo en la lectura. Es de estos pasajes de donde uno puede extraer las ideas principales del feminismo tal como lo entiende Beauvoir, aunque ella no se consideró a sí misma feminista (según nos aclaran los autores, masculinos, del prefacio).
¿Cuáles son estas? Espero haberme enterado. El hombre es el hombre y es distinto de la mujer, a la que normalmente ha visto como L'Autre; esto es así por el rasgo psicológico de identidad social, los seres humanos tendemos a agruparnos y a buscar un opuesto. Pues eso pasa con el hombre y la mujer.
Han sido los hombres los que durante la mayor parte de la historia han tenido el poder y dominio, aunque no siempre. Según de Beauvoir, ello depende del balance producción-reproducción. Cuando el cuello de botella fue la reproducción, era la mujer la que tenía el poder, pero eso no ha pasado desde las etapas más tempranas de la evolución social.
Ello conlleva que la visión de todo, no solo de la mujer, ha sido coincidente con la que los varones tenían. Esta visión, no monótona sino muy variada, es la que se recoge en la parte del libro dedicada a los mitos: la mujer como madre, como amante, como misterio, como peligro,... Siendo existencialista, de Beauvoir habla de la mujer como algo inmanente (la sustancia que permanece y no evoluciona) mientras que el hombre es trascendente (está llamado a conquistar y mejorar el mundo).
Lo que defiende la autora es, por supuesto, que la mujer real es mucho más que un mito. Que la mujer es exactamente igual que los hombres en cuanto a realidad (no hablo de derechos), y que es injusto para la naturaleza de la mujer y, en general, para la humana, que se la trate de ver o encajar a través de la visión mítica o de otro tipo que tienen los hombres.
Le doy otra vuelta: los seres humanos tendemos a ver la realidad de una forma simplificada, nos hacemos modelos mentales para la toma de decisión, y es la forma evolutiva de funcionar. Hombres y mujeres usan esos mecanismos en sus vidas para todo lo externo a ellos. La forma en que un hombre y una mujer ven una vaca seguramente sea distinta, pero no afecta demasiado a la sociedad, en la medida en que cada un actuará consecuentemente. Pero no es lo mismo que el modelo que el hombre se hace para comprender a la mujer, sea el que domine la sociedad y, específicamente, sea el que tengan que usar las mujeras para entederse a sí mismas si quieren encajar en la sociedad "patriarcal".
Si ese modelo, esa visión, ha sido la dominante es por el dominio masculino ejercido históricamente, pero no porque ese modelo o esa visión sea inherentemente más correcto que el que la mujer pueda tener de sí misma. Y qué queréis que os diga, yo estoy completamente de acuerdo con este planteamiento, si es que he entendido bien a la autora. Procede en consecuencia la lectura del segundo tomo de la obra, en que imagino que de Beauvoir pasará a contarnos la visión de las mujeres de sí mismas.
Lo que observo es que nada de lo que dice de Beauvoir tiene especial relación con el tema de los derechos de las mujeres o su discriminación, por lo menos no me lo parece de forma directa. Es evidente que, si en el momento del debate, había dudas sobre la igualdad entre hombres y mujeres, era perfectamente lógico lo que trataba de hacer la autora. Esto es, hacer ver a la sociedad que hombres y mujeres son esencialmente iguales como seres humanos; que hay evidentes diferencias biológicas y psicológicas; pero que no hay que guiarse para entender a la mujer por los modelos "impuestos" por el hombre, sino conocer también los modelos de comprensión femeninos, porque lo primero puede llevar a justificar la discriminación, como se ha podido ver históricamente.
Un último apunte que me ha parecido interesante: la conceptuación histórica de la mujer como propiedad del hombre, que surge, según la autora, asociada a la institución de la propiedad privada. En una reflexión ciertamente interesante y verosimil, aunque también contingente. Ha sido así en muchas sociedades y momentos históricos, pero no tenía por qué serlo. Para mí en una anomalía, como la esclavitud, a la que seguramente contribuyó el dominio de esquemas patriarcales de comprensión de la mujer.
Como digo, leeré el segundo tomo. Permanezcan atentos para su reseña, si es que el tema les parece interesante.
El caso por fin ha llegado el momento oportuno, y me embarcado con cierta aprehensión en el enorme volumen de Beauvoir, calificado como la "Biblia del feminismo" por los expertos. Digo con cierta aprehensión, porque es de una extensión considerable, que he fragmentando en dos tomos para mejor digerirlo y, sobre todo, por si era un tostón infumable poder dejarlo en algún punto intermedio con algo de sentido.Este primer tomo se dedica a los Hechos y los Mitos sobre la mujeres, mientras que el segundo, más largo, se dedice a la Experiencia Vivida.
Lo primero que me apresuro a decir es que la lectura no se hace pesada. No es un libro ligero, pero tampoco un tostón infumable (como si me parece, por ejemplo, el compañero de la interfecta, Sartre). De hecho, Beauvoir tiene momentos de gran brillantez. Pero tampoco echemos las campanas al vuelo: tanto el prefacio como la introducción invitan a pensar en una gran obra, tampoco yo me he encontrado eso en este primer tomo.
Pero tratemos de estructurar el contenido, algo que de veras hubiera sido de agradecer que hubiera hecho Simone. Sí, porque quizá esta es la principal crítica que tengo que hacer a su obra: es muy difícil seguirla y parece por momentos muy repetitiva en contenidos, aunque no cabe duda de que esa repetición tiene sentido si uno está al tanto de lo que pretende. Pero al aparentar ser repetitiva, roza en demagógica (su estilo me recuerda mucho a "Las venas abiertas de América latina", donde entre toda la brillante verborrea se cuelan constantemente medias verdades y se mezcla lo real con lo imaginado). Sin embargo, creo que en el caso de de Beauvoir, no es tanto verborrea como deseo de ser exhaustiva y no dejar idea sin desarrollar hasta la extenuación.
Este primer tomo tiene tres partes bien distinguidas. En la primera se describe la perspectivas que tienen los hombres de la mujer siguiendo tres marcos teóricos: la biología, el psicoanálisis y el materialismo histórico. La autora es bastante dura y descalificadoras con las dos segundas perspectivas, en la primera por considerar al psicoanálisis una especie de religión (no me extrañó, porque ya he leído otras críticas demoledoras de Freud en el pasado, por ejemplo de Scruton y de Pinker). Y respecto al materialismo histórico, aunque parece aceptarlo metodológicamente, considera que la aplicación hecha por el varón no puede resolver el aspecto de la mujer.
La segunda parte revisa la visión y el papel de la mujer a través de la historia, empezando por los hunter-gathereres, pasando por las grandes civilizaciones clásicas (alguna mención a la Persa y a la Egipcia), llegando a los bárbaros, para posteriormente centrarse casi absolutamente en Francia desde la Edad Media, y volviendo a abrir el objetivo al llegar al siglo XX. Esta parte histórica es interesante, aunque demasiado revuelta para mi gusto, y termina haciéndose aburrida por insistencia en el argumento ya sobradamente demostrado. Se revela el afán exhaustivo de doña Simone, al tiempo que el poco rigor metodológico. Es un pequeño caos.
Y la tercer parte se centra en el mito de la mujer, en cómo el hombre ve a la mujer o ha visto a la mujer históricamente, tanto en sus facetas positivas como negativas, todo por, según ella, huir de una visión de la mujer como humano real. El capítulo inicial de esta parte vuelve a ser abrumador por prolijo, y quizá más desordenado aún que los anteriores (al fin y al cabo en el histórico había una cronología que sequir, algo que aquí no ocurre), por lo que la sensación de estar leyendo una y otra vez lo mismo no se pierda. Insisto, el desarrollo no está mal, y con un poco de estructura hubiera ganado mucho. Por ejemplo, partiendo el capítulo en secciones para cada visión mítica que se va a desarrollar.
En el segundo capítulo de esta parte, de Beauvoir recoge la visión mítica de la mujer que aparece, más o menos explícitamente, en la obra de cinco escritores contemporáneos relevantes: Montherlant (escritor de filiación Nazi desconocido para mí), DH Lawrence, Claudel, Breton y Stendhal. Una vez más, es una descripción exhaustiva en que la autora revela conocer muy bien la obra de los cinco, pero que solo abunda en algo que ya habíamos aceptado en esos momentos.
Lo que salva la lectura de este ensayo son los pasajes brillantes de la autora, que te rescatan muchas veces de la zozobra que estás conociendo en la lectura. Es de estos pasajes de donde uno puede extraer las ideas principales del feminismo tal como lo entiende Beauvoir, aunque ella no se consideró a sí misma feminista (según nos aclaran los autores, masculinos, del prefacio).
¿Cuáles son estas? Espero haberme enterado. El hombre es el hombre y es distinto de la mujer, a la que normalmente ha visto como L'Autre; esto es así por el rasgo psicológico de identidad social, los seres humanos tendemos a agruparnos y a buscar un opuesto. Pues eso pasa con el hombre y la mujer.
Han sido los hombres los que durante la mayor parte de la historia han tenido el poder y dominio, aunque no siempre. Según de Beauvoir, ello depende del balance producción-reproducción. Cuando el cuello de botella fue la reproducción, era la mujer la que tenía el poder, pero eso no ha pasado desde las etapas más tempranas de la evolución social.
Ello conlleva que la visión de todo, no solo de la mujer, ha sido coincidente con la que los varones tenían. Esta visión, no monótona sino muy variada, es la que se recoge en la parte del libro dedicada a los mitos: la mujer como madre, como amante, como misterio, como peligro,... Siendo existencialista, de Beauvoir habla de la mujer como algo inmanente (la sustancia que permanece y no evoluciona) mientras que el hombre es trascendente (está llamado a conquistar y mejorar el mundo).
Lo que defiende la autora es, por supuesto, que la mujer real es mucho más que un mito. Que la mujer es exactamente igual que los hombres en cuanto a realidad (no hablo de derechos), y que es injusto para la naturaleza de la mujer y, en general, para la humana, que se la trate de ver o encajar a través de la visión mítica o de otro tipo que tienen los hombres.
Le doy otra vuelta: los seres humanos tendemos a ver la realidad de una forma simplificada, nos hacemos modelos mentales para la toma de decisión, y es la forma evolutiva de funcionar. Hombres y mujeres usan esos mecanismos en sus vidas para todo lo externo a ellos. La forma en que un hombre y una mujer ven una vaca seguramente sea distinta, pero no afecta demasiado a la sociedad, en la medida en que cada un actuará consecuentemente. Pero no es lo mismo que el modelo que el hombre se hace para comprender a la mujer, sea el que domine la sociedad y, específicamente, sea el que tengan que usar las mujeras para entederse a sí mismas si quieren encajar en la sociedad "patriarcal".
Si ese modelo, esa visión, ha sido la dominante es por el dominio masculino ejercido históricamente, pero no porque ese modelo o esa visión sea inherentemente más correcto que el que la mujer pueda tener de sí misma. Y qué queréis que os diga, yo estoy completamente de acuerdo con este planteamiento, si es que he entendido bien a la autora. Procede en consecuencia la lectura del segundo tomo de la obra, en que imagino que de Beauvoir pasará a contarnos la visión de las mujeres de sí mismas.
Lo que observo es que nada de lo que dice de Beauvoir tiene especial relación con el tema de los derechos de las mujeres o su discriminación, por lo menos no me lo parece de forma directa. Es evidente que, si en el momento del debate, había dudas sobre la igualdad entre hombres y mujeres, era perfectamente lógico lo que trataba de hacer la autora. Esto es, hacer ver a la sociedad que hombres y mujeres son esencialmente iguales como seres humanos; que hay evidentes diferencias biológicas y psicológicas; pero que no hay que guiarse para entender a la mujer por los modelos "impuestos" por el hombre, sino conocer también los modelos de comprensión femeninos, porque lo primero puede llevar a justificar la discriminación, como se ha podido ver históricamente.
Un último apunte que me ha parecido interesante: la conceptuación histórica de la mujer como propiedad del hombre, que surge, según la autora, asociada a la institución de la propiedad privada. En una reflexión ciertamente interesante y verosimil, aunque también contingente. Ha sido así en muchas sociedades y momentos históricos, pero no tenía por qué serlo. Para mí en una anomalía, como la esclavitud, a la que seguramente contribuyó el dominio de esquemas patriarcales de comprensión de la mujer.
Como digo, leeré el segundo tomo. Permanezcan atentos para su reseña, si es que el tema les parece interesante.
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