sábado, 7 de agosto de 2021

Ordinary Men, de Christoph R. Browning

Llego a este libro por referencia de Jordan Peterson en Beyond Order: 12 More Rules for Life que se lo recomienda a una paciente para que comprenda hasta dónde llegar la maldad humana. Se trata de un libro científico de historia. Su objetivo es investigar cómo gente a priori normal, se convirtieron en seres brutales capaz de matar a mujeres y niños sin piedad alguna. El caso de estudio es el Batallón de Reserva de Policía 101, de la Alemania Nazi, que llevó a cabo misiones de exterminio de la población judía polaca de diversa naturaleza. El motivo de estudiar dicho batallón es que se cuenta con testimonios de numerosos de sus componentes, por lo que es relativamente más fácil que en otros casos establecer lo qué pasó y por qué.

El problema del libro es que tiene, como digo, un enfoque bastante científico, por lo que su lectura se hace pesada y aburrida. Ya desde el principio, cuando el autor establece la participación de la "Order Police" en la Solución Final, el lector se percata de la naturaleza del tratado. De todos los datos aportados, me llamó especialmente la atención el siguiente: "In mid-March 1942 some 75 to 80 percent of all victims of the Holocaust were still alive, while 20 to 25 percent had perished. A mere eleven months later, in mid-February 1943, the percentages were exactly the reverse. At the core of the Holocaust was a short, intense wave of mass murder." O sea que no parece que Hitler quisiera inicialmente hacer un genocidio, pero optó por esta solución en algún momento posterior, al ver quizá que las cosas no funcionaban como él quería. 

El caso es que la urgencia de la misión hizo que se tuvieran que involucrar en la misma cuerpos funcionariales, como esta Policía de Orden, que normalmente no hubieran tenido que participar en el conflicto. Y es por ello que el estudio de este batallón es relevante: porque no eran personas ideologizadas, ni fervientes nazis, ni nada por el estilo. Era gente que hacía labores de policía convencional en su ciudad, en este caso Hamburgo, y que, sin embargo, se convierten en sadicos asesinos cuando se les encarga la matanza de judíos polacos.

En los capítulos centrales del libro, Browning documento lo dicho en el párrafo anterior. Comienza por describirnos los miembros del batallón, y constata lo anunciado: no tienen sesgos (como grupo) ni pronazi ni antisemita. Son una representación razonable de la población. A continuación, nos describe las acciones en que participaron, comenzando por su bautismo de sangre en Jozefow.

Esta masacre inicial tuvo un elevado coste psicológico para los que participaron en ella, aunque muchos de los componentes se "escaquearon" bien de forma consentida o luego durante la actividad. En todo caso, queda bastante claro que la mayor parte de los policías no querían matar judíos indefensos, muchos menos niños y mujeres, y trataron de evitarlo como pudieron. Otros compañeros asumieron la tarea que los escaqueados dejaban de hacer, pero sin gusto por ello.

Estos costes psicológicos iniciales fueron identificados por el alto mando a cargo del exterminio, y se reaccionó con una solución de doble división del trabajo: "The bulk of the killing was to be removed to the extermination camp, and the worst of the on-the-spot “dirty work” was to be assigned to the Trawnikis." (Los Trawnikis eran colaboracionistas principalmente de los países bálticos, seleccionados por su especial odio a los judíos).

El batallón 101, desde ese momento, participó principalmente en misiones de deportación, moviendo a la población de judía entre ghettos hasta llevarlos al campo de exterminio que les tocara, típicamente Treblinka. Aún así, volvió a tener que participar directamente en masacres (Lomazy, y la matanza general del "Ernstefestival") así como en la "Caza de judíos" que se requería para la completa "limpieza" de la zona. Lo que se observa es que, en general, disminuyó la resistencia de los policías a llevar a cabo las terribles misiones, e incluso algunos comenzaron a disfrutar del tema.

Y aquí es dónde está el crux de la cuestión: ¿es tan fácil transformar a personas normales en máquinas sanguinarias? Algunas teorías previas (con su mayor exponente en un tal Goldhagen) lo habían justificado en la cultura antisemita de los alemanes, que permeaba todas las capas de dicha sociedad, hasta el punto de elegir democráticamente al partido Nazi: no os preocupéis, solo un pueblo como el alemán de principios del XX se puede transformar en una máquina genocida, nos viene a decir Goldhagen. Sería muy tranquilizador, claro, pero Browning desmonta exitosa y completamente esa hipótesis, y nos dice: "the fundamental problem is not to explain why ordinary Germans, as members of a people utterly different from us and shaped by a culture that permitted them to think and act in no other way than to want to be genocidal executioners, eagerly killed Jews when the opportunity offered." 

No, lo que hay que explicar es  "why ordinary men—shaped by a culture that had its own particularities but was nonetheless within the mainstream of western, Christian, and Enlightenment traditions—under specific circumstances willingly carried out the most extreme genocide in human history."

Son diversas las explicaciones que se han ofrecido, aunque posiblemente ninguna pueda explicar el fenómeno por si sola: "wartime brutalization, racism, segmentation and routinization of the task, special selection of the perpetrators, careerism, obedience to orders, deference to authority, ideological indoctrination, and conformity." Browning, por ello, considera adecuado el modelo de cuatro bases de James Waller:
1) Innate and universal aspects of human nature that have emerged through the evolutionary process, (ethnocentrism, xenophobia, and desire of social dominance). 
2) Factors that shape the dispositions of the perpetrators: cultural belief systems, moral disengagement, and rational self-interest. 
3) Immediate social context: professional socialization, group binding, and merger of role and person.
4) Factors that shape how perpetrators define or perceive their victims: us-them thinking, dehumanization, and blaming the victim.

Observando este modelo, a nadie se le escapa que todos los factores están presentes en nuestras personas (inevitablemente los factores psicológicos evolutivos) y nuestras sociedades. Por ello, Browning concluye que, dado que "we live in a world in which war and racism are ubiquitous, in which the powers of government mobilization and legitimization are powerful and increasing, in which a sense of personal responsibility is increasingly attenuated by specialization and bureaucratization, and in which the peer group exerts tremendous pressures on behavior and sets moral norms.", "modern governments that wish to commit mass murder will seldom fail in their efforts for being unable to induce “ordinary men” to become their “willing executioners.”

Y quien lo dude solo tiene que recordar lo que tardaron en aparecer policías espontáneos para protegernos (es un decir) del COVID siguiendo las normas de los gobiernos.

Con esta nota tan optimista termina un libro cuya lectura me ha parecido mayormente aburrida y prescindible. Solo me han gustado los capítulos de análisis, como el 8, el 17 o el 18. Lo demás es un rollo, especialmente el Afterword, en que se dedica a rebatir científicamente a Goldhagen, y el epílogo final "25 years later", en que recoge la literatura aparecida tras su libro, y revisa el análisis de las fotos que incluyó en su edición inicial.

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