domingo, 17 de abril de 2022

El infinito en un junco, de Irene Vallejo

Este libro ha gozado de gran popularidad en los últimos años, habiéndome llegado su referencia por tres cauces, ni más ni menos. No estaba muy motivado para leerlo, pues algunos párrafos que le había leído me revelaban la visión socialista del mundo que tiene la autora, y el mundo a través de esa visión me interesa nada.

En todo caso, me animé a leerlo. De mi escepticismo inicial, pasé al entusiasmo en muy poco tiempo. La autora escribe muy bien, no puede ocultar su amor por los libros (una "letraherida" aún más herida que yo), es un pozo de referencias no solo literarias, sino también cinematográficas e incluso musicales, y además tiene un don que pocos escritores de historia tienen: la capacidad de que llevarte consigo a la época de que está hablando, como si ella la conociera de primera mano. También lo experimenté con Tom Holland y su excelente Persian Fire.

Desgraciadamente, ese entusiasmo inicial fue decayendo, hasta el punto de que para la mitad del libro ya estaba un poco harto de la señora Vallejo. Y el problema no tiene nada que ver con ese enfoque socialista que temía (de hecho, son escasísimas las ocasiones en que el texto deja translucir su visión), sino más bien con el desorden y la repetición. En efecto, parece que al autora pretende contarte la historia de los libros (el junco del título es el material con que se hacen los papiros), pero lo cuenta con un desorden inaprehensible para un servidor, con demasiada digresión, y con bastante repeticiones. A partir de un momento dado, uno ya no sabe lo que te va a contar en el siguiente epígrafe, y pierde el sentido unitario de la obra. La sensación que tengo es que son ensayos escritos independientemente, que la autora ha agrupado para justificar la publicación del volumen, uniéndolos mediante típicas "como ya he dicho antes", sin más relación. 

A ello se añade una estructura extraña, en dos partes, una dedicada a los griegos y otra a los romanos, como si en vez de ser una historia de libros lo fuera de los clásicos. Que no digo que esté mal, pero mejor aprovechamiento, a mí me gusta que la cosa esté clara y ordenado y así todo va a su sitio en mi cabeza.

El punto de partida es la biblioteca de Alejandría, en cuyos anaqueles "fueron abolidas las fronteras, y allí convivieron, por fin en calma, las palabras de los griegos, los judíos, los egipcios, los iranios y los indios." alcanzándose el sueño global de Alejandro Magno de un mundo sin fronteras. Para ello, nos cuenta también la vida del héroe macedonio, primera gran digresión de la obra, aunque en esos momentos se acoge con gusto.

Para entonces nos debería haber contado ya lo del papiro, y sobre todo la aparición del alfabeto y de la confrontación lectura- canto. Del alfabeto nos dice frases tan bonitas como ésta: "Nuestra «D» representaba en origen una puerta, la «M» el movimiento del agua, la «N» era una serpiente y la «O» un ojo. Todavía hoy, nuestros textos son paisajes donde pintamos—sin saberlo— el oleaje del mar, donde acechan peligrosos animales y miradas que no pestañean."

Nos cuenta como al principio las historias se contaban únicamente de forma oral: "Los primeros lectores y los primeros escritores eran pioneros. El mundo de la oralidad se resistía a desaparecer—ni siquiera hoy se ha extinguido del todo—, y la palabra escrita sufrió al principio cierto estigma." Y también el sacrificio que suponía inmovilizar una versión del relato por escrito, para salvarlo de la destrucción y el olvido. Y vinculado a ello, como "los habitantes del mundo oral se dieron cuenta de que el lenguaje rítmico es más fácil de recordar, y en alas de ese descubrimiento nació la poesía", constatando que la prosa solo surgió tras la escritura.

Aunque uno diría que era el objetivo del ensayo, hay relativamente poco material sobre la aparición y evolución del libro. Sí nos dice, con genial brillantez, que "En diferentes épocas, hemos ensayado libros de humo, de piedra, de tierra, de hojas, de juncos, de seda, de piel, de harapos, de árboles y, ahora, de luz", pero, por ejemplo, apenas dedica tiempo a la invención del papel, algo que cualquiera vería como importante en el ensayo.

De los pergaminos habla más, y nos dice que "Un gran manuscrito podía causar la muerte de un rebaño entero. De hecho, hoy no habría animales suficientes en el mundo para la descomunal matanza que exigirían nuestras publicaciones.", lo cual entronca sorprendentemente con Apocalypse Never de Shellenberger, que también dedica mucho espacio a contar como con la tecnología pasada "ecológica" sería imposible hacer frente a la demanda actual (recuerdo el ejemplo del tráfico de caballos en New York). Pero me temo que Vallejo sea eco-roja y contraria al orden neo-liberal (alguna referencia a los "esclavos" textiles en Bangladesh tiene, como si fuera el mismo caso que los esclavos de verdad).

Como ya he dicho, Vallejo nutre su ensayo de referencias principalmente literarias y cinematográficas. Esta frase es un magnífico ejemplo: "Décadas más tarde, Apolonio de Rodas, nostálgico bibliotecario de Alejandría, homenajeó la épica antigua en su poema sobre las aventuras de Jasón y los Argonautas. Los cinéfilos de hoy descubrirán la misma tensión en el western crepuscular Sin perdón de Clint Eastwood, frente a la sonrisa iconoclasta e irónica de Tarantino dinamitando el género en Django desencadenado." Ahora bien, abusa quizá de resúmenes de obras literarias y películas, e incluso no tiene remilgos en hacer tremendos spoilers a sus lectores, como el que destroza "El nombre de la Rosa", de Umberto Eco, que digo yo que aún habrá gente en el mundo que no haya leído, y que descubra tan sensacional novela precisamente con la lectura de Vallejo.

Asimismo, me encanta la referencia a Alice in Wonderland derivada de su experiencia en Oxford. Una pena que ahonde poco en ambas cosas. Quizá las dejé para futuros ensayos, "Pronto averigüé que Lewis Carroll estudió y dio clases durante veintiséis años en Oxford. Entonces comprendí un gigantesco malentendido: Alicia en el País de las Maravillas es puro realismo literario. De hecho, describe a la perfección mis experiencias durante aquellas primeras semanas."

Por último, vuelvo sobre mi primera impresión de la escritora, la de que "escribe muy bien". La señora Vallejo puede que sea desordenada en su exposición, o le eche cara y se repita mucho, pero lo cierto es que tiene frases y pensamientos de una gran brillantez. Ya he puesto algunas, aquí dejo otras sin una temática concreta.

- "Con el paso de los años, las cicatrices, las arrugas, las manchas y las ramificaciones varicosas trazan las sílabas que relatan una vida."

-"Seguimos hablando—con metáforas textiles— de tramas, de urdimbres, de hilar relatos, de tejer historias. ¿Qué es para nosotros un texto, sino un conjunto de hebras verbales anudadas?

-"la línea divisoria entre la barbarie y la civilización nunca es una frontera geográfica entre diferentes países, sino una frontera moral dentro de cada pueblo;"

Aunque podría haber sido una de las grandes lecturas del año, esta novela no ha llegado a tanto. Un poco de orden, un poco menos de digresión (o bien ubicada) y menos repeticiones lo habrían conseguido, a tenor de lo que disfrute con la primera mitad del libro. Así las cosas, lo que puedo recomendar al interesado es que lo empiece y vea hasta dónde llega sin hartarse. Y si después sigue de todas formas, tampoco creo que se arrepienta, la verdad.

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