viernes, 28 de marzo de 2025

Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo ("The Seven Wonders of the Ancient World"), de Bettany Hughes

Las Siete Maravillas que dan título a este libro me han fascinado desde que conocí de ellas en la colección del Mundo de los Niños, que supongo recuerda mucha gente de mi generación. En mi mente se quedaron grabados aquellos dibujos, y especialmente los jardines colgantes de Babilonia. Muchas otras imágenes se ham quedado en mi subconsciente y han colaborado a definir las prioridades de mis viajes, pero no creo que ninguna tan vivida como las de aquellas Maravillas.

El libro de Hughes nos propone un recorrido arqueológico por las mismas, en la misma línea que los que he leido recientemente de Eric H. Cline (ver aquíaquí y aquí). Así que se combinan mi interés desde la infancia con el más reciente por la arqueología, para hacer una lectura irresistible.

Hughes no es tan rigurosa como Cline, y su estilo más florido me resulta algunas veces cargante (¿no puede dejar ningún sitio sin ponerle un adjetivo?). Además, hay mucho pajareo simbólico en lo que nos cuenta, sobre lo que podía significar y suponía cada una de las Maravillas. En todo caso, me ha resultado una lectura apasionante.

Lo primero que ha conseguido es que fijara las Maravillas en el tiempo: han dejado de estar en un pasado y lugar mítico, a un espacio y tiempo concretos. Me ha sorprendido sobre todo que de verdad se puede comprobar su existencia en tiempos históricos. Hombre, de la Pirámide de Keops ya lo sabía, yo mismo he estado por allí un par de veces. Pero es que del Faro de Alejandría, por ejemplo, se podían ver cosas en pie hasta el siglo XIV, y así lo atestiguan escritos de varios sabios arabes. Otra sorpresa es que la estatua de Zeus de Olimpia estuvo varios cientos de años en Constantinopla, en el área del hipódromo.

Gracias al mausoleo de Halicarnaso he conocido la civilización Karia y he puesto en valor Bodrum, ciudad turca que hubiera merecido una visita, en la que se pueden ver los escasos restos. La más elusiva de las Maravillas es precisamente la que más atrae: los Jardines Colgantes de Babilonia. Quizá por eso es la que más espacio deja a la imaginación y más impresiona con sus recreaciones: "The gardens themselves are therefore a tantalising lacuna, but their very elusiveness is their strength: the gap they leave, we have filled with our dreams.". El caso es que ni siquiera se tiene certeza de donde estaban, y Hughes especula con que pudieron estar en Babilonia o en Niniveh, pero poco más sobre la forma que pudieron tener. Incluso llega a postular que tal vez se confundieran con las murallas de Babilonia, que tal vez estuvieran coronadas por vegetación.

Curiosamente, Hughes identifica un hilo conductor para las Siete Maravillas, ni más ni menos que a Alejandro Magno, quien fue contemporáneo de la construcción de cuatro de ellas, pudo ser la representación de Helios en el Coloso de Rodas, dio nombre a la ciudad del Faro y pudo morir de malaria a la vista del jardín colgante de Babilonia. "The original Seven Wonders list was therefore a product of the Hellenistic Age, that baggy epoch spanning the death of Alexander the Great (Alexander III of Macedon) in 323 BCE and the death of Cleopatra of Egypt (Cleopatra VII of the Ptolemies) in Alexandria itself in 30."

Me ha parecido que la obra de desinfla conforme avanza en las Maravillas, como si en vez de cronológicamente las hubiera colocado por orden inverso a la cantidad de cosas que tenía que contar. Sobre la Pirámide, Hughes nos cuenta cantidad de cosas, llegando a pintar bastante bien cómo podía ser la vida de los egipcios en la época y cómo se construyó, y alcanzando a los tiempos más actuales, con las impresiones que han dejado en personajes históricos o en turistas ingleses. En cambio, lo que cuenta del Coloso de Rodas me ha sabido a poco, y también se echa de menos algo más de información de cómo se construyó el Faro de Alejandría o de cómo funcionaba. A cambio nos obsequia con esta divagación etimológica: "There is a possibility that the word ‘minaret’ derives from Menara– a constantly burning flame. This too is disputed, but the word for ‘lighthouse’ in Spanish, Portuguese and Italian– faro, farol, faro– definitely owes everything to the Pharos. So the Lighthouse of Alexandria, even if we do not realise it, is a creation baked into languages spoken across the majority of the globe."

Dejo un par de frases que me han gustado de sus conclusiones, y concluyo a mi vez recomendado esta lectura.

"powerful civilisations leave behind great monuments; great civilisations leave behind powerful ideas."

"Complacency is the enemy of culture; the enemy of wonder and wondering." (Creo que esta es una cita de un tercer autor)

viernes, 21 de marzo de 2025

Un libertario se encuentra con un oso ("A libertarian walks into a bear"), de Matthew Hongoltz-Hetling

No deja de ser sorprendente que este libro de haya traducido, y más ahora que lo he leído. No es que sea un libro malo, sino que es muy americano, muy local, o quizá debería decir estatal. Supongo que el truco está que en el título aparece la palabra "libertario", que es esa alternativa de organización social que nos está abriendo Javier Milei; y que en la portada se da a entender que el libro va del fracaso de un experimento libertario. Al menos, eso es claramente lo que me ha enganchado a mí, pero no creía que habría tanto mercado en España.

Claro que el libro no va de eso, o no va solo de eso, como uno descubre prácticamente desde el inicio, cuando ya se nos cuenta que el problema de los osos en el área de Grafton, el pueblo del experimento libertario, viene prácticamente desde la colonización ("Even before New England colonists began warring with the British monarchy, they were engaged in long- standing open hostilities with the region’s bears (...).the prominence of bears in the primeval New Hampshire forest, as evidenced by modern maps pockmarked with Bear Hills, Bear Hollows, Bear Ponds, Bear Brooks, and Bear Creeks."). De hecho, el lector notará que los protagonistas del libro son los osos, y que los "libertarios" juegan un papel de comparsas, que le viene bien al autor para atraer lectores.

Que los osos son los protagonistas nos lo recuerda la cita de literatura clásica que encabeza cada capítulo, que se corresponde con extractos de Shakespeare, Mark Twain, Charles Dickens y otros conocidos escritores, en los que aparece la palabra "oso".

En todo caso, el autor documenta el establecimiento y declive del establecimiento de un "Free Town Project" en la zona de Grafton. El nombre es reminiscente del "Free State Project" que se emprendió para New Hampshire (el estado en que esta Grafton) y que según parece comenzó oficialmente en 2016 tras conseguirse el mínimo de adherencias que se solicitaba. Hongoltz-Hetling se refiere al Free State Project como uno de los causantes del final del "Free Town Project" de Grafton, pero no llega a documentar su desarrollo ni si está siendo un éxito o un fracaso. Nos quedamos con las ganas para la próxima entrega.

Respecto al "Free Town Project", el tratamiento que el da el autor es continuamente sarcástico, hasta el aburrimiento, porque tampoco tiene demasiada gracia. En su estilo también resulta cansino el abuso de lo que los ingleses llaman "punch line", esa línea corta suelta tras una parrafada, en la que se pone en duda todo lo razonado previamente.

Hongoltz-Hetling no tiene misericordia con las participantes en el "Free Town Project", a los que opone con los graftonitas, ya de por sí bastante anárquicos, pero que ven a los primeros como invasores de su espacio. Y es que lo que nos retrata el autor es una verdadera panda de friquis, que más que la libertad buscan hacer lo que les dé la gana, lo que no tiene mucho que ver con anarquismo o el libertarianismo, que parte del respeto por los derechos de propiedad. Así, quienes se suman al proyecto parece más bien gente que no quiere pagar multas o impuestos, o los típicos americanos que viven en medio del bosque, incluso hay algún comunista. Vamos, en general unos indeseables con los que nadie querría vivir, ni los libertarios ni los graftonitas.

Un par de ejemplos: "Pendarvis also vowed to force Grafton to withdraw from the school district and to legalize organ trafficking, cannibalism, and duels, among other things."

Otro Freetowner dice:"I’d like to get to what I say is ‘fully off grid,’ or ‘no grid,’ which is no gunpowder, no electricity, and no gasoline or petroleum products." Ya se ve, libertario del todo.

De la descripción que da el autor, a mí me queda claro que, como en cualquier intento social, las personas importan. Los libertarios dicen que el comunismo es un fracaso teórico, y da igual quién lo implemente; los comunistas, en cambio, piensan que su utopía es realizable, pero siempre la cagan las personas: la culpa es de Stalin o Fidel Castro, no de la ideología. No querría yo caer en esta trampa, porque la teoría económica no deja dudas, pero es que habrá que dejar claro que los liberarios pagamos nuestras multas y nuestros impuestos. Y si bien pensamos que estos últimos son malos para la sociedad, y tratamos de que la cosa cambie, incluso algunos rebelándose contra su pago, la mayoría no queremos estar fuera de la ley, aunque sea inmoral. Vamos, que la mayor parte somos gente educada con la que se puede convivir.

Lo cual nos deja con los osos. El autor describe numerosos episodios, algunos históricos y otros más modernos, con participación de paquidermos. El autor nos deja claro algo que ya imaginábamos: la proliferación reciente de osos se debe en gran parte a las políticas estatales de protección medioambiental: "But under the state’s wildlife management laws, he could only shoot bears that were actively threatening his property, a description open to interpretation." Aprovecho para dejar esta perla woke de un funcionario: "“We are hesitant to call these ‘bear attacks,’ because we don’t view them as such,” he said. “However, physical contact between a bear and a person is not the norm, and we should probably be putting those events in a file.”"

Si los osos se hacen más atrevidos, es en parte porque determinadas personas se saltan las normas, y por ejemplo les dan de comer (y aquí es donde entrarían los libertarios), pero también porque no se les puede hacer nada si no quieres acabar en la cárcel. El autor lo resume así: "As the disconnect spread statewide, wildlife officials continued to push the limits of acceptable numbers of bears, and libertarians continued to promote a culture of civil disobedience and individual rights, including the right to feed or shoot the bears in one’s backyard.

Al respecto, muy interesante el ejemplo que cuenta de la ciudad de Hanover, donde la invasión de un oso con sus crías se resuelve a base de gasto público, cosa que en Grafton no se hace por ser una población más pobre y con menos conexiones con los políticos estatales.

En general, es un libro correctamente escrito, que consiste en una recopilación de anécdotas sobre los dos temas que lo presiden y que recoge el título. No hay un orden claro en las mismas y algunos de los sucesos que se cuentan no tienen interés alguno, por ejemplo, toda la trama relacionada con la iglesia del pueblo.

El escritor es claramente hostil a los libertarios, como lo muestra su estilo sarcástico: "And anyway, logically speaking, the Free Towners and Grafton’s longtime residents all hated taxes. What could possibly go wrong?" (Según él, los libertarios son gente hiper-lógica). En este sentido, para quien se considere tal, puede ser un buen ejercicio que mirarse al espejo con unos ojos hostiles.

Pero es que yo no tengo claro que este señor sepa lo que son los libertarios: "Libertarianism is entirely built upon the appeal of exercising free choice to own a gun, marry indiscriminately, commit suicide, shoot bears, curse in polite society, or buy unhealthy amounts of soda in New York City." Supongo que como frase ocurrente está bien, pero como descripción de los libertarios lógicos deja bastante que desear.

Yo no hubiera leído este libro de haber conocido su contenido. Simplemente, es que no es interesante lo que cuenta, por mucho que tire de amarillismo para vender libros.

martes, 11 de marzo de 2025

The sociology of revolution, de Pitirim A. Sorokin

El título de este libro expresa perfectamente su contenido. Más intrigante es quizá el nombre del autor, que no sé si es muy conocido en ámbitos sociológicos. El tipo es un ruso contemporáneo de Lenin, lo que significa que pudo experimentar en sus propias carnes un par de revoluciones (estoy pensando en la rusa que acabo con el régimen zaristas, y en la bolchevique, que acabo con el régimen republicado tras el zar). El hombre huyo de la Rusia que estaba empezando a experimentar con la NEP, y escribió este estudio en inglés ayudado por sus compañeros de universidad.

La teoría de Sorokin es que las revoluciones tienen siempre dos fases, una primera de locura y pasiones desatadas en que el individuo se deja llevar por sus peores instintos, y una segunda en que los ejecutores de la revolución se empiezan a desfondar y a desilusionar de sus resultados, tras lo cual se reestructuran las relaciones sociales, con algunos cambios respecto al régimen precedente, pero a unos elevados costes en vidas humanas y destrucción, que no esta nada claro que compensen los beneficios obtenidos. 

Este retorno a la normal lo explica Sorokin de una forma muy hayekiana"Every stable social organization, however imperfect it may seem from the standpoint of immature radicalism, is, nevertheless, the outcome of an immense condensed real ( not fictitious) national experience; the result of innumerable strivings, efforts, experiments of many generations to find the best possible forms compatible with existing concrete conditions.

Only an ignoramus, or a man immersed in the fantasies of his own brain, can imagine that such an order, built up and existing for centuries, can present nothing but an immense nonsense, a misunderstanding, a complete mistake."

Como Sorokin no conoció el régimen Staliniano ni otros países comunistas como Cuba, Corea del Norte o Venezuela, no tiene instancias empíricas que sean contraejemplo de que no siempre se retorna al régimen precedente. O, bueno, siempre se retorna, pero a largo plazo todos calvos.

Sorprende de Sorokin su sofisticado conocimiento de psicología, que aunque explica con instintos y reflejos pavlovianos, en el fondo coinciden con la visión de que muchos de los comportamientos humanos se heredan (psicología evolutiva) y no se educan. Al mismo tiempo, ofrece análisis demasiado cándidos de aspectos como el sexual, que ahora mismo serían completamente obsoletos: por ejemplo, considerar que el divorcio en una perversión de las relaciones sociales, y medir las mismas por el número de matrimonios. 

La metodología de Sorokin consiste en establecer los hechos característicos de las revoluciones, y a continuación demostrar que se han repetido con una u otra forma en las revoluciones de la historia. El abanico histórico que utiliza para documentar sus teorías es muy amplio, alcanzando a revoluciones egipcias, griegas, romanas; las revueltas medievales de campesinos en distintos países de Europa ("Jacqueries"), la revolución Hussita, las revoluciones francesas (empezando por la de 1789, que llama la Grande), la revolución inglesa, varias en Alemania, y, por supuesto, las rusas, terminando el repaso con la bolchevique, que es de la que más información, lógicamente, proporciona. Quizá alguien pueda encontrar interesante estos repasos de acontecimientos, pero en general a mí se me han hecho repetitivos. Hombre, algún punto interesante siempre hay, y la lectura no se atasca, pero aún así, uno tiende a leer estos detalles con rapidez y sin demasiada reflexión. 

Por cierto, ninguna revolución en España (tanto peninsular como transatlántica), nunca me había parado a pensarlo. ¿No hemos tenido aquí ninguna revolución? Quizá lo más parecido sea el comienzo de la Guerra Civil, que aún no se había producido cuando escribe Sorokin.

Esta metodología la aplica Sorokin en los siguientes aspectos: 1) Perversiones psicológicas; 2) Cambios demográficos, tanto cuantitativos como de estructura de grupo; 3) Cambios en las funciones sociales (del gobierno, de la economía y del ámbito espiritual). El índice del libro ya revela que es en el primer aspecto donde Sorokin concentra su artillería, categorizando exhaustivamente las citadas perversiones, y consiguiendo por esta razón que también el libro se haga repetitivo, ya que las líneas entre muchos tipos de perversión son difusas. Por ejemplo, entre las relaciones laborales y las relaciones con la autoridad (aunque para Sorokin la línea quizá sea más clara, pues ve el trabajo como algo especial en la naturaleza individual, y no como una relación contractual).

Así las cosas, el libro se deja leer con facilidad, pues la carga conceptual es relativamente pequeña y hay mucho material de ilustración histórica por el que uno se puede pasear sin detenerse. Y con esto se llega al último capítulo del libro, "Las causas de las revoluciones" que me ha parecido el mejor y más interesante del libro, con bastante más densidad que los antecedentes.

Nos dice Sorokin: "The immediate cause of revolution is always the growth of " repression " of the main instincts of the majority of society, and the impossibility of obtaining for those instincts the necessary minimum of satisfaction.". Aunque advierte que estas represiones normalmente no se transparentan, y que se sustituyen por otros pretextos visibles más grandiosos: "The visible pretexts of revolution are quite different: now it is the passing of the Navigation Act, now the introduction of the Prayer Book, now the reunion of the l' Etats Generaux..."

No basta con que exista algún tipo de represión. En toda sociedad siempre hay grupos más o menos reprimidos. Para que se pueda producir la revolución, la represión tiene que ser general, y además debe concurrir "the impotence of the groups which stand for order".

Se explica: "By insufficient and incompetent resistance I mean the incapacity of the authorities and groups in power: (a) to meet the growing pressure of restricted instincts with a counter-pressure sufficiently strong to balance it; (b) to remove or weaken the conditions that produce the "restriction"; (c) to split and divide the restricted groups in sections and to set them against each other ("divide et impera "!), thus weakening the enemy; and (d) to provide an outlet for other restricted instincts in non-revolutionary forms."

De aquí se va a asomar a las características de los gobernantes en tiempos pre-revolucionarios, con perlas como esta: "Impotence, indecision, incompetence, embarrassment, light-headed carelessness on the one hand, depravity, corruption and fastidiousness on the other; such are the characteristic features of pre- revolutionary governing classes." Viendo lo que tenemos en España y Europa uno podría pensar que estamos en época pre-revolucionaria, la verdad. Por suerte, no parecen darse las otras dos condiciones, o por lo menos lo pensamos: 50% de robo de impuestos no nos parece suficiente represión.

En todo caso, enlazando con el clásico de Hayek "Why worst get on top" está claro que las democracias nos llevan a gobernantes tipo pre-revolucionario, lo que supongo que se compensa con una débil represión, porque sin esto la cosa parece insostenible. Dejo para la reflexión hasta qué punto se puede explicar la dinámica del Estado por el equilibrio represión que quiere hacer - represión que puede hacer sin que esto dé lugar a revolución. 

Un último punto de interés tiene relación con cómo la represión diferencial entre los distintos grupos afectados explica la virulencia y profundidad de la revolución: "As the repressed instincts of different people and groups are different as to character and quantity, then, according to the theorem, their character and quantity should determine and explain : how far the revolutionary disposition of each group will go, and, which of them will first desert the revolution and in what succession the other ones will follow."

Enlazando con la degradación de los gobernantes, un tema interesante es por qué no afloran individuos válidos de entre los grupos no gobernantes o reprimidos. Explica Sorokin que parte de la represión consiste en que los gobernantes se aferran a sus privilegios sin dar nada a cambio, y tienden a blindarse del ascenso de individuos de los otros grupos, impidiendo ese beneficio recambio que tan natural nos parece en un mercado libre (entre los sucesivos emprendedores que triunfan). Una vez más, quien observe lo que sucede en la casta política y burocrática en nuestro país y en Europa, verá que dificulta enormemente la aparición de voces discordantes (un ejemplo son los cordones sanitarios a los partidos calificados como extrema derecha). En EEUU esto parece mucho más fácil (ejemplo, Trump) y no quiero olvidar el milagro Milei en Argentina. ¿Qué posibilidades hay de que algo similar ocurra en la UE?

Aquí lo dejo. Este libro solo está en inglés y es difícil de conseguir. Tampoco es una lectura maravillosa, pero tiene sus momentos. Yo diría que con leer el último capítulo uno ya le saca jugo y se ahorra 300 páginas, pero que cada cual juzgue.

lunes, 10 de marzo de 2025

Ruido ("Noise"), de Daniel Kahneman, Olivier Sibony y Cass R. Sunstein

De la mano de Kahneman me introduje en el apasionante mundo de la psicología, en concreto con su best-seller (y creo que casi su único libro de divulgación) "Thinking fast and slow", super-recomendable. Como es lógico, al conocer de esta nueva obra suya, no duce en hacerme con ella para leerla. La autoría la comparte con Sunstein, economista "behaviour" a quien he visto en directo cuando estuve una semana en Harvard, y Olivier Sibony, consultor de alta dirección que ahora es académico.

El trio ya hace ver que este libro no va tanto de psicología como me hubiera gustado. Y, en efecto, así es: se trata de un análisis sobre el "ruido" en las decisiones de las organizaciones, y de cómo reducirlo. Con esta finalidad, la psicología tiene un importante papel que jugar, toda vez que dicho "ruido" se genera debido a los sesgos psicológicos que todos los humanos tenemos, y por tanto, la reducción del citado ruido pasa por diseñar procedimientos que contrarresten dichos sesgos. 

Esto implica que no hay nuevos conocimientos de psicología que uno vaya a obtener del libro. Es más bien una aplicación de los sesgos cognitivos que nos presentaba Kahneman en su obra magna. No por ello el libro carece de interés, pero sí que hay que reconocer que busca un público más específico, corporativo o burocrático sí se quiere, y no es lectura para el común.

Y esto es así, en primer lugar, porque el ruido en las decisiones/valoraciones es un fenómeno que tiene todo su sentido cuando se trata de varias personas distintas tomando decisiones sobre casos análogos. Por ejemplo, jueces imponiendo sentencias, o personal de recurso humanos valorando candidatos para incorporarse a la empresa, o médicos decidiendo si hay un tumor.

Lo que se observa empíricamente es que estas decisiones no son tan homogéneas como se podría creer. Por el contrario, ante situaciones parecidas, puede haber gran disparidad en las decisiones que no parece corresponderse con los datos objetivos. Esto es lo que llaman los autores "ruido" y afirman que tiene altos costes para las empresas y para la sociedad. De lo que se deduce que es deseable que las organizaciones afectadas traten de minimizar el citado ruido: o sea, traten de garantizar que las decisiones van a ser similares ante circunstancias similares, con independencia de quién sea el decisor concreto.

Kahneman y sus coautores explican que el ruido es un problema similar al del sesgo estadístico. Sin embargo, este último si está reconocido como problema y se ponen procedimientos para solventarlo. En cambio, para el ruido ni siquiera se es muchas veces conscientes de que el problema existe. Solo se constata cuando se hacen "auditorias de ruido", algo que pocas organizaciones llevan a cabo.

El ruido se mide con la desviación estándar (ninguna sorpresa para los que somos telecos) de las valoraciones. Los autores descomponen el ruido sistémico en tres componentes: el "level noise" (debido a la ambigüedad en las escalas de valoración: lo que para un evaluador es un 3 para otro puede ser un 4), el "pattern noise" (debido a la personalidad concreta del evaluador) y el "occasion noise" (debido a las circunstancias en que el evaluador toma la decisión; por ejemplo, si hace calor, la hora del día o si está de mal humor). Es este último el único relevante a nivel individual, o sea, el que puede interesar al lector normal.

La parte más interesante del libro es la que explican los sesgos psicológicos que están detrás del ruido, y también del sesgo estadístico. Aquí Kahneman tira de sus conocimientos y nos cuenta "the planning fallacy, overconfidence, loss aversion, the endowment effect, the status quo bias, excessive discounting of the future (“ present bias”), and many others— including, of course, biases for or against various categories of people". De nuevo apasionante, aunque ahora más bien como recordatorio.

Pero a este añade la imposibilidad de predecir el futuro, la incertidumbre radical que tenemos del mismo, con los datos típicos de % de acierto en las previsiones de los expertos. La incertidumbre radical no es un sesgo psicológico, pero algunos de estos nos pueden hacer creer que sabíamos lo que iba a pasar, sobre todo cuando están bien explicados casualmente dado nuestro sesgo por la "hipercoherencia".

Por cierto, en los experimentos de laboratorio se ha encontrado que un 2% de los individuos se pueden considerar "superforecasters", pues aciertan bastante más que el promedio (eso sí, tampoco tienen un record impresionante). Las características de estos perfiles se resumen así: "their ease in thinking analytically and probabilistically. (...) Instead of offering a gut feeling or some kind of global hunch, they ask and try to answer an assortment of subsidiary questions. (...) Superforecasters also excel at taking the outside view, and they care a lot about base rates. (...) The strongest predictor of rising into the ranks of superforecasters is perpetual beta, the degree to which one is committed to belief updating and self- improvement.”"

En el otro extremo, los autores se refieren a la gente que se cree que puede predecir el futuro: "People who believe themselves capable of an impossibly high level of predictive accuracy are not just overconfident. They don’t merely deny the risk of noise and bias in their judgments. Nor do they simply deem themselves superior to other mortals. They also believe in the predictability of events that are in fact unpredictable, implicitly denying the reality of uncertainty. In the terms we have used here, this attitude amounts to a denial of ignorance."

Una vez conocidos sesgos psicológicos y aceptados límites, llega el momento de proponer soluciones para reducir el "ruido", esto es, para evitar dejarnos llevar por los sesgos psicológicos. Entre ellas, destaco dos. Por un lado, el uso de algoritmos, sencillos o de IA, que eliminan completamente el ruido. Es sorprendente que utilizar un algoritmo por sencillo que sea, mejora siempre la valoración (entiéndase, hace que sea mejor, no que se dé más valor). Conviene utilizarlas incluso para decisiones recurrentes individuales, porque así se elimina el "occasion noise".

Por otra, la promediación o "wisdom of the crowds": el promedio de las valoraciones independientes de varios juzgadores es siempre mejor que la mayor parte de los individuales. Esto se puede aplicar también para reducir el "occasion noise", forzándonos a hacer una misma valoración en distintos momentos y decidiendo en base a su promedio.

Dejo aquí entero el procedimiento que los autores proponen para evitar el ruido en las decisiones organizativas, que incorpora varias de las técnicas reductoras:
"1. At the beginning of the process, structure the decision into mediating assessments. (For recurring judgments, this is done only once.) 
2. Ensure that whenever possible, mediating assessments use an outside view . (For recurring judgments: use relative judgments, with a case scale if possible.) 
3. In the analytical phase, keep the assessments as independent of one another as possible. 
4. In the decision meeting, review each assessment separately. 
5. On each assessment, ensure that participants make their judgments individually; then use the estimate- talk- estimate method. 
6. To make the final decision, delay intuition, but don’t ban it."

Dejan un aviso a navegantes que se quejen de que así se burocratiza un proceso eminentemente creativo: "decision hygiene need not be slow and certainly doesn’t need to be bureaucratic. On the contrary, it promotes challenge and debate, not the stifling consensus that characterizes bureaucracies.

La obra se cierra recalcando la importancia de un análisis coste-beneficio de incorporar técnicas de reducción del "ruido". Y esto se acompaña de las principales críticas a las técnicas propuestas, que los autores rebaten. El argumento que más utilizan es que sí, puede que una determinada técnica tenga el problema que se le achaca, pero entonces que se utilice otra que no lo tenga.

martes, 4 de marzo de 2025

Los nombres propios, de Marta Jiménez Serrano

Como estoy en sequia de literatura en castellano, cualquier recomendación es aceptada, como esta que proviene de mi hija y que me daría más pereza en otras condiciones. Estos huecos hay que buscarlos voluntariamente, porque sin ellos se corre el riesgo de quedarse encasillado en las mismas lecturas y dejar de conocer mundo.

Y cuando ocurre eso, te puedes perder cosas muy interesantes, como esta bonita novela de una autora a la que desconocía. Me ha gustado bastante tanto por el contenido como por la forma, y personalmente creo que va más allá de novela para adolescentes, pese a ser la narradora ni más ni menos que Belaundia Fu, la amiga invisible de la protagonista en su niñez.

Este es sin duda el aspecto más original de la novela, y que da mucho juego en las manos de Jiménez Serrano. Para empezar, el estilo vocativo que utiliza, que esta vez si tiene sentido, pues Belaundia le está contando las cosas a la protagonista, Marta (¿alter ego de la autora?). He leído otras novelas en que dicho estilo no tenía explicación aparente, aquí sí.

La gran ventaja de que la narración la haga la amiga invisible es que permite colapsar los distintos momentos de la novela. Son tres, más un cuarto a modo de epílogo, que se pueden equiparar con la infancia, la adolescencia y la juventud de Marta, en cada caso en torno a un evento especial: veraneo en La Huerta, primer noviazgo, y muerte de la abuela. El recurso estilístico de Jiménez le permite dar la triple perspectiva temporal de un mismo suceso. Por ejemplo: "–Pues yo cuando sea mayor voy a tener un solo hijo. Con quince años no vas a querer ninguno. Con veinticuatro vas a decir que o cero o dos: que un hijo único no lo tienes por nada del mundo. Con veintinueve vas a recordar lo que has deseado siempre y vas a decidir que no quieres tener hijos."

"Dentro de ocho años y de diez y de doce, tantos viernes sin saber si quieres salir o quedarte en casa, si pijama o pintalabios, si amigos o libro. Esa relación extraña que tienes con la soledad y que con veinte años te va a parecer nueva, porque de ti depende organizar tu vida social."

"Vives ajena a tu futuro, a todas las cosas que te van a ocurrir. Vives entre el instituto y tu barrio, la academia de inglés y tu casa, Tribunal y Moncloa."

Me parece magistral el pasaje en que la Marta de 15 años visita a su padre en el hospital en que trabaja, y nos cuenta su experiencia en paralelo a la que vivió la Marta de 7 años. Algo parecido hace también con La Huerta o el viaje en coche con sus padres.

Y es que quizá el tema de fondo de la novela es algo que los neurólogos nos han empezado a explicar hace no mucho: que no somos una sola persona, sino la conjunción de varias, que aparecen en los procesos cerebrales compitiendo por nuestra acción. En los ejemplos anteriores, conviven las Martas de distintos tiempos. Pero también hay Martas síncronas, una de las cuales es la propia narradora, Belaundia Fu: "Yo sigo aquí. Tampoco es que me sigas interpelando como a una amiga invisible, claro. Soy una voz. Una de tantas. Fíjate, hay un montón: la Marta cínica, la Marta trágica, la Marta melancólica."

Otro ejemplo, basado en la fonética: "Las Martas esdrújulas son terribles. No todas, es cierto. La Marta cómica, la Marta lúdica, la Marta excéntrica. Con esas te llevas mejor. La Marta dramática te agota. La Marta profética te asusta. A la Marta típica la rechazas. A la Marta simpática la reservas para las ocasiones especiales, es como una niña que se cansa enseguida."

Esta múltiple-personalidad, por así llamarla, va a permitir a Marta entenderse a sí misma conforma pase el tiempo: "Él aparece y la Marta adrenalínica se carga a la Marta cansada, la Marta eufórica retira de un empujón a la frágil, la Marta sólida le dice a la triste que calladita está más guapa y la Marta miedosa no necesita ayuda: sale corriendo ella sola y huye a esconderse como un animalito traumatizado."

Sobre esta característica principal del libro, Jiménez imprime numerosas sensaciones o recuerdos de sus distintas fases vitales, con las que parece fácil identificarse, sea uno chica o chico. Algunas de ellas son puramente familiares, y harán que aflore un esbozo de sonrisa: "Mamá que está siempre. Mamá que no existe." "Papá no pregunta nada, mamá lo pregunta todo. Cómo, cuándo, dónde." Y sin olvidar los viajes familiares peleándose por la música del coche.

Tenemos una interesante reflexión sobre los trampolines, ahora ya desaparecidos de nuestras piscinas, sospecho que por regulaciones europeas más preocupadas que nosotros por nuestros hijos: "El trampolín descolorido es una irrealidad que te encanta: solo tiene la euforia, solo tiene la fiesta. No hay hecatombe, hay agua. El vuelo sin pagar ningún precio."

Y no puedo dejar pasar esta referencia a una de las series mi adolescencia: "Siempre os pregunta que si habéis visto George & Mildred, aunque nadie en la clase sepa qué es eso." Para el despistado de mi edad, sepa que es el título original de "Los Roper". Para los que sean más jóvenes, como la protagonista y autora de este libro, supongo que tampoco Los Roper le dirá nada.

También tenemos reflexiones, de esas que todos nos hemos hecho alguna vez: "La verdad, eso es querer. La verdad sin anestesia, sin algodones, sin compasión. Pero decir te quiero no es querer, igual que las Ofelias no se mueren cuando se ahogan en el escenario."

"algo es imperdonable, simplemente, cuando no se puede vivir con sus consecuencias."

"Pero no hay cosas buenas o malas. Hay cosas que quieres y cosas que no quieres."

"Nada quieto tiene sentido alguno. Para seguir centrado hay que moverse. Para moverse hay que cambiar de idea."

Para terminar, dejo aquí un par de frases que me han gustado. La primera, por su originalidad:

"Te ha contado que su ex tenía tres años más que él, y él tiene dos más que tú, lo que significa básicamente que viene del futuro."

La segunda, una brillante biografía resumida de la abuela Anuncia: "La madre de tu madre, que no tuvo madre. La niña que hacía jabón, lavaba en el río y jugaba en los árboles; la adolescente a la que tu abuelo espetó un día: «Ahora me veo con tu prima, pero un día me voy a casar contigo»; la joven que un día se casó y empezó a dormir con un señor al lado; la mujer que tuvo dos hijas, un aborto y un bebé que murió con apenas ocho días; la señora que un día tuvo una nieta, y luego otra, y luego otra que fuiste tú." Como se ve, está patente el tema de la múltiple-personalidad, en este caso durante la evolución de la vida de la abuela.

Recuerdo en mi adolescencia cuando las chicas me parecían seres superiores, sin los problemas y dudas que a mí me acuciaban constantemente, y que sabía que a mis amigos también (y no hablo solo de sexo). Hace mucho que sé que todos, señores y señoras, somos igual de humanos: esta novela es una excelente forma de volver a constatarlo. A mí me gustado: me parece original en su tratamiento, y muy enternecedora. Tal vez nos ayude a entendernos mejor a nosotros mismos, y quien saber si también a nuestras hijas quien las tenga.

lunes, 3 de marzo de 2025

Economic Rules, de Dani Rodrick

Este ensayo es una reflexión sobre la forma en que avanza la teoría económica y cómo hay que entender a los economistas. Es un libro que da mucha oportunidad para pensar, y a mí me ha ocurrido una cosa bastante extraña: hay veces que estoy completamente de acuerdo con el autor, y en cambio otras me parece que dice verdaderas burradas, por lo que no sé muy bien cómo tomarme el libro.

La principal tesis que defiende Rodrick es que las ciencias sociales, en particular la economía, no responden a leyes generales, sino que se han de estudiar con modelos específicos para cada situación, y que, por tanto, la ciencia social avanza "horizontalmente" añadiendo modelos a los ya existentes que les complementen en nuevas situaciones. Esta frase del autor ilustra su visión:

"The same theory of evolution applies in both Northern and Southern Hemispheres—and might even apply to alien life. Economic models are different. They are contextual and come in almost infinite variety."

Claro, para quien ve una causa última y única para todos los fenómenos económicos (el ser humano), es bastante chocante que no se puede aceptar que hay una teoría general de la economía. ¿O piensa Rodrick que hay diferentes teorías del valor según las circunstancias específicas? En todo caso, su análisis anecdótico y erróneo le permite emitir una teoría (esta sí, general) de que no hay una teoría general para las ciencias sociales. 

Digo que el análisis es anecdótico porque solo repasa un par de teorías generales, y digo que es erróneo porque concluye, sobre la teoría del ciclo económico: "But the attempts to develop a grand unified theory of what determines the business cycle have to be judged a failure". De lo que podemos deducir que no ha leído a Hayek y no sabe por qué le dieron el premio Nobel.

Rodrick llega a afirmar cosas como: "All that an economist can claim about a market—and one that works well, without the frequent imperfections—is that it yields an efficient allocation of resources in a precise sense: there is no feasible way to make some people richer without making others poorer." Lo que es acojonantes y se carga la teoría de intercambio, que básicamente nos dice que dos individuos intercambian un bien cuando ambos piensan que van a ganar del trueque. Así que un intercambio (libre) hace a ambos más ricos. ¿De dónde sale la tontería que dice Rodrick?

Pero vayamos con los argumentos con los que Rodrick defiende su visión. Una de las primeras advertencias que deduce de su experiencia es que "we have to be wary of economists’ benchmark models, which presume well functioning markets. Often they need to be tweaked by introducing some of the more salient market imperfections." Lo que Rodrick se ha encontrado es que se han aplicado políticas de liberalización de mercados en países en que no había derechos de propiedad o un sistema judicial que hiciera cumplir los contratos. La solución que proponer Rodrick es descartar el modelo de mercado no intervenido y definir otro en que estas condiciones se tengan en cuenta para ver los efectos de las políticas. "This reliance on multiple models does not reflect the inadequacy of our models; it reflects the contingency of social life".

Pero el enfoque es absurdo. El hecho de que en un país no haya derechos de propiedad no disminuye la validez de la teoría económica, y de la eficiencia del mercado no intervenido como mejor forma de reparto de recursos. Que uno se quiere poner a modelar qué pasa sin el primer supuesto, que lo haga, pero nada va a cambiar el hecho de que la solución para mejorar la vida de ese país es que se definan los derechos de propiedad o se subsanen los distintos problemas que impiden el funcionamiento libre del mercado. El nuevo modelo que pide Rodrick lo único que hará será componer el problema, pues llegará a recomendaciones de nuevas intervenciones para solucionar los problemas creados por la intervención (como Mises demostró en su "Teoría de la Intervención"). En este sentido es paradigmática de la visión de Rodrick el que diga en otro momento del libro que la reducción de impuestos es una propuesta de intervención del Estado, cuando realmente es más bien de liberalización.

Pero según avanzamos en el libro se podrá observar que la incomodidad con las "teorías generales" que muestra Rodrick no son por su generalidad, sino porque promueven el mercado no intervenido: "One conventional view of economists is that they are knee-jerk market fundamentalists: they think the answer to every problem is to let the market be free. Many economists may have that predisposition. But it is certainly not what economics teaches. The correct answer to almost any question in economics is: It depends. Different models, each equally respectable, provide different answers." La verdad es que me sorprende esta afirmación, pues no es lo que generalmente me encuentro en mi entorno, que es Europa, durante los últimos 20 años. Rodrick escribe en 2014 y en los EEUU. Igual allí sí es así, qué suerte.

En cambio, sí afirma "Academic reputations are built on new and imaginative demonstrations of market failure.", que es lo que yo observo constantemente. El economista a la busca del fallo de mercado que atraiga a las autoridades y así consiga consultorías o fondos para sus actividades, o simplemente prestigio. Rara vez concluye un paper económico diciendo que el Estado no haga nada. Pero a renglón seguido parece desdecirse, cuando se queja de que: "Those who want restrictions on markets are organized lobbyists, rent-seeking cronies, and their ilk, while those who want freer markets, even when they’re wrong, have their hearts in the right place and are therefore much less dangerous." De nuevo, ¿dónde ve eso este señor?

Por tratar de conciliar mi visión con la de Rodrick, yo diría que sí hay una teoría económica "general" que se construye a partir del individuo y la teoría del valor. Sobre esta teoría se pueden ir superponiendo normas sociales e intervenciones gubernamentales, que se pueden tratar de anticipar con modelos, estos sí, muy específicos a las circunstancias de intervención. Es el mismo esquema que las construcciones imaginarias de Mises, en el fondo, salvo que aquí los modelos son meramente verbales y rara vez se pueden llevar a las matemáticas.

Aunque esto nos lleva a puntos de más acuerdo con Rodrick, como cuando afirma que "Excessive formalization—math for its own sake—is rampant in the discipline", que no llega al nivel de otra cita que hace anteriormente, no suya: "Mathematics brought rigor to economics; unfortunately it also brought mortis", pero con las que estoy de acuerdo. Por desgracia, en otro punto Rodrick defenderá el monismo metodológico, por lo que devuelve a las matemáticas su papel preponderante en una disciplina de la que deberían estar prácticamente ausentes.

Además, una vez aceptamos que cada intervención de mercado requiere su modelo "ad hoc", está el tema de la selección del modelo adecuado de entre los disponibles, o la decisión de si hay que elaborar uno nuevo. Me parecen útiles los criterios que Rodrik propone para elegir el modelo adecuado:

"1. Verifying critical assumptions of a model to see how well they reflect the setting in question

2. Verifying that the mechanisms posited in the model are, in fact, operating

3. Verifying that the direct implications of the model are borne out

4. Verifying whether the incidental implications, those that the model generates as a by-product, are broadly consistent with observed outcomes"

Cierro con una breve referencia al estilo literario: Rodrick escribe con claridad y el libro se lee bien. Sus ideas, estemos de acuerdo o no con ellas, están bien expresadas, dejando al lector todo el tiempo para reflexionar sobre ellas en lugar de interpretarlas, lo que es de agradecer. Por si fuera poco, algo de sentido del humor tiene, y dejo aquí un par de hallazgos:

"Upon being shown such a work by a younger physicist, his response was, “It’s not even wrong.”"

"If you think economists are especially rude to non economists, attend one of their seminars."

En suma, un libro interesante y bien escrito, que da lugar a mucha reflexión, y que en mí ha suscitado aspavientos tanto de acuerdo como de completo desacuerdo. Aunque en general creo que Rodrick se equivoca y tiene algunas confusiones de concepto, no por ello me parece desaconsejable su lectura. Eso sí, no es recomendable para gente sin interés por temas académicos. Que esto no es una novela ni tampoco un libro de divulgación, vaya.